domingo, 25 de febrero de 2018

245. Los Sierra de la América en Medellín, de Gavilanes a Cachibajos

Hay una canción del compositor mexicano Jorge del Moral que lleva por título “Por qué”, y una de sus interpretaciones estuvo a cargo del grupo vocal mexicano Los Paladines, que en algún momento estuvo integrado por Pepe Salazar, Mario Salinas, Toño Cisneros, Jorge Ontiveros, y José Briceño.


La letra dice:

“De la Sierra Morena yo vengo; 
de la Sierra, buscando un amor... 
–Es morena la chata preciosa 
que vengo buscando, 
que de mí se huyó– 

Y, cansado de andarla buscando, 
ya perdió la esperanza mi amor; 
y cansada estará ya la ingrata 
la ingrata perjura, 
que me abandonó... 

A la Virgen le pido que vuelva, 
y no encuentre cariño mejor, 
y le digo: "¿Por qué me la diste?"; 
y le digo "¿Por qué me olvidó?". 

¿Por qué no quieres, 
mirar las noches de luna 
junto a mí?

¿Por qué no quieres 
que en la fuente limpia y clara 
yo me mire junto a tí? 

¿Por qué no quieres 
que tus ojos y mis ojos, 
se enamoren entre sí?

¿Por qué te olvidas 
que a la Virgen le juraste 
que sólo eras para mí?”.

Esta Sierra Morena es la misma de la canción “Cielito Lindo” que dice que “De la Sierra Morena, Cielito lindo, vienen bajando; / un par de ojitos negros, cielito lindo, de contrabando…”. La Sierra Morena está en el municipio de Yajalón del Estado de Chiapas, en México.

En la clasificación de los apellidos como decir gentilicios, patronímicos, toponímicos, teonímicos, fisionímicos, y otros; el apellido Sierra es evidentemente un toponímico indicativo de la procedencia de sus orígenes en lo alto de una montaña y no en el valle de un río.

El territorio antiguamente denominado Otrabanda en el occidente de Medellín comprendía lo que hoy son las comunas barriales de La América, San Javier, Belén, y Guayabal; o sea el centroccidente de la ciudad. Río de por medio, la banda occidental eran predios rurales y en algún momento de su historia una familia sobresalió por ser los ricos terratenientes de estas fincas, la de los Álvarez del Pino. 

Según datos obtenidos de una hoja parroquial de la iglesia de Nuestra Señora de Belén, don Martín García de la Sierra y Ruiz de Obregón, oriundo de Burgos en España, trajo de allá o de Quito, a principios del siglo XVII, el precioso retablo del nacimiento de Cristo en Belén de Judá, al que en los predios de propiedad de la familia Álvarez del Pino se empezó a tributar un fervoroso culto. 

Don Martín contrajo matrimonio en Medellín con doña Margarita Lezeta Puerta; y fueron padres de Tomasa Perpetua García de la Sierra y Lezeta Puerta, que contrajo matrimonio con don Carlos Álvarez del Pino; y fueron a su vez padres de María Antonia Álvarez del Pino y García de la Sierra, que casó con Carlos José Álvarez del Pino; y de Ana María Álvarez del Pino y García de la Sierra, que casó con Mateo Álvarez del Pino; constituyéndose el peninsular abuelo don Martín en parte de la rica y poderosa familia dueña de grandes predios en la Otrabanda quienes, en las orillas de la quebrada La Picacha de Aguas Frías construyeron una capilla dedicada a Nuestra Señora de Belén, presidida por el retablo traído por él. A esta la denominaron la Capilla de Belén, y años después sus descendientes hicieron en La América otra dedicada a la misma advocación, que para distinguirla fue conocida como Capilla de Belencito. 

Una de las muy frecuentes inundaciones de la quebrada La Picacha arrasó en el año de 1757 la primitiva capilla situada en la colina de Aguas Frías, y sepultó el lienzo entre las piedras de la quebrada; de donde fue rescatado días después por una campesina que, al parecer, lo oprimió con su pie al cruzar la corriente. 

Trasladada la capilla al sitio del actual parque en 1772, fue allí colocada también la piadosa imagen que, por la fama de sus favores espirituales y temporales, atraía más y más la devoción de los vecinos, quienes en gratitud la engalanaban con sus exvotos.

Por decreto del 7 de marzo de 1814, el Vicario Capitular de Popayán concedió la creación de la parroquia, la que fue ratificada en diciembre de 1818 por el Ilustrísimo Señor Obispo Salvador Jiménez de Enciso, quien en su Decreto designó como patrona a Nuestra Señora de Belén. 

Fue el primer párroco el Presbítero Juan María Céspedes Vivas, nacido en Tuluá en febrero de 1772, y fallecido en Guasca el 21 de enero de 1848, quien ofició durante ese año y el año de 1815. Era un famoso patriota, científico, y botánico, amigo personal del gran sabio Francisco José de Caldas y del botánico José Celestino Mutis. Por el Padre Céspedes, su clasificador, se nombran la octanácea pariente del caunce conocida como Lengua de Vaca (Cespedesia Bonplandi), y la magnoliácea conocida como Capegrande (Talanma Cespedesii).

En 1870, bajo la administración del padre Lorenzo Escobar, se hizo urgente reconstruir el templo y fue necesario rematar algunos bienes de la parroquia, entre ellos el lienzo de Nuestra Señora de Belén, que fue adquirido por don Clemente Antonio Mesa, en cuya casa continuaron venerándolo los fieles. Muchos años después, sus descendientes lo donaron de nuevo a la parroquia.

Monseñor Juan Manuel González Arbeláez, gran devoto de la Virgen, y previo visto bueno del Señor Arzobispo Tulio Botero Salazar, realizó los trámites para la Coronación Canónica, habiendo accedido a ello el Santo Papa Paulo VI. La milagrosa imagen de la Virgen fue coronada canónicamente el 15 de agosto de 1964 por el Señor Arzobispo Tulio Botero Salazar. Ella, que continuamente se reviste de nueva belleza y dulzura, bendice los hogares, acoge a los pecadores, y conserva la fe, la esperanza, y el amor a Dios y a los hermanos en el pueblo que le guarda perenne fidelidad. 

Cuando la parroquia fue erigida en 1814, el territorio tenía el nombre de Otrabanda, pero a partir de ese momento los feligreses empezaron a conocerlo como Belén. Para esos momentos el apellido García de la Sierra se había extinguido, porque don Martín y su esposa solamente tuvieron una hija que fue doña Tomasa Perpetua García de la Sierra y Lezeta Puerta. Otros Sierra serían los que se dieran a conocer en el territorio conocido por el nombre de la iglesia a la que él con su retablo dio origen.

Según don Gabriel Arango Mejía en su libro “Genealogías de Antioquia y Caldas”, los Sierra de Antioquia vienen “de tres troncos muy distintos”: 

Don Ignacio López de la Sierra, que a principios del siglo XVIII vino de la Villa de Colindres en las montañas de Burgos en España y contrajo matrimonio con doña Magdalena López de Restrepo, hija de don Marcos López de Restrepo y de doña Magdalena Guerra Peláez. 

Don Miguel Sierra y Sanmiguel, que casó con doña Catalina Vélez Velásquez.

Don Diego Hernández de la Sierra, que casó con doña Gertrudis Mariaca y Villa Hidalgo.

LOS SIERRA DE OTRABANDA

Seguramente hay más familias de apellido Sierra vinculadas al barrio La América, que hasta 1869 se denominaba caserío La Granja en el lado de Otrabanda de la ciudad de Medellín, pero cuatro se destacaron especialmente en este sector de la ciudad. Si hay algún parentesco entre ellos, no es cercano sino lejano en la consanguinidad, en la contemporaneidad, y en el trato. 

DON JOSÉ MARÍA –PEPE– SIERRA SIERRA

No fue residente del barrio, pero el conocido magnate don José María “Pepe” Sierra Sierra adquirió un lote de terreno en el sector de Tarapacá para construir su fábrica de licores denominada El Sacatín, y trasladarla del lugar donde antes funcionaba en la confluencia de la calle San Juan con la carrera Palacé. En ese lugar hay ahora un edificio llamado Sacatín, que ocupan las oficinas de Metrosalud de la administración municipal; y en el lugar adonde don Pepe trasladó la fábrica, frente a la actual Plaza de Mercado de la América, hay ahora una urbanización residencial denominada Los Pinos. El Sacatín es el antecesor de la Fábrica de Licores de Antioquia que está situada en Itagüí, a un lado de la quebrada La Jabalcona, pero piensan trasladarla a otro lugar para darle al suelo un uso o destinación urbanística más rentable “porque aguardiente se puede fabricar en cualquier parte, pero edificios de apartamentos que tributen impuesto predial de catastro no”. De don Pepe Sierra me ocupo en el artículo “Don Pepe Sierra y don Carlos Coroliano Amador, magnates interseculares”, inserto en este mismo blog.

LOS SIERRA CACHIBAJOS

En términos taurinos se denomina “Cachibajo” a un toro que tiene los cuernos curvados hacia el piso. De ahí que el tendero don Emilio Sierra, propietario de un granero y casa de residencia en el cruce de la calle 42 con la carrera 88, casado con doña Elvira Maya y de quien enviudó por la caída al mar de uno de los aviones procedentes de la isla de San Andrés en los años sesenta, recibiera ese apodo por cuenta de dirigir la mirada hacia abajo con los ojos bizcos. Un hijo suyo es el conocido curador de arte Alberto Sierra Maya.

LOS SIERRA GARCÍA

Don Emiliano Sierra Velásquez fue el padre de don Abelardo, cuya casa estaba situada cerca del Café Ástor por la calle San Juan, diagonal a la iglesia de La América. Fue éste el padre del Dr. Jaime Sierra García, jurista, educador, historiador, gobernador de Antioquia. El Dr. Jaime venía a ser primo segundo, entonces, de Gilberto y Hernando “Los Gavilanes”, hijos de Gilberto el tío de Abelardo.

LOS SIERRA GAVILANES

Al preguntar por esta familia fui remitido donde el Sr. Jairo Alberto Sánchez Morales, un reconocido coleccionista de música y habitante de este barrio de toda la vida, como se dice. “Tiene información, porque vivió en la finca de ellos”, me dijeron, pero él me aclaró: 

Las tierras eran extensas, y comprenden lo que hoy es propiedad de los Adventistas del 7º Día, con su Colegio Colombo Venezolano y su Universidad Adventista de Colombia. En donde nace la quebrada La Matea, que ahora está entamborada o cubierta por un box culvert. Es la misma que más abajo, en Laureles, da su nombre al parque de La Matea”.

De lo que me dijo puede concluirse que el morro actualmente conocido como de los Adventistas antes era llamado “El Noral” o “El Berriadero”, y que los hermanos Sierra tenían al pie un tejar y ladrillera. El Dr. Benjamín Higuita Rivera recuerda que:

“Cuando teníamos catorce o quince años de edad y estábamos en segundo o tercero de bachillerato me impresionó ver el primer muerto que veía en la vida. Fue un compañero al que le decíamos “Gabardina”, y no sé por qué se suicidó envenenándose en la falda trasera del Morro El Noral, detrás de la ladrillera. Nunca supe por qué tomó esa decisión”.


Según recuerdan algunos vecinos “Cuando todo esto eran mangas, en el cruce de la calle 34 con la vieja carrera 80 (dos cuadras abajo de la avenida circunvalar) había un puente de tablas que lo llamábamos “Puente de Cárdenas”. Éste desapareció cuando la quebrada fue entamborada.

Años atrás el sector de Belencito Corazón, “y de ahí hacia abajo”, eran fincas. 

Según don Albéniz Vélez Granda:

“Belencito se dividió en tres propiedades. La de doña Camila Tobón Castilla, esposa de don Enrique Sanín Arango, que hoy es el Convento de la Madre Laura; la de doña Margarita Posada Amador, esposa de don Ignacio Vieira Jaramillo, y nieta de don Carlos Coroliano Amador, que hoy es el Barrio Santa Mónica; y la de los que le vendieron a los Adventistas del Colegio Colombo Venezolano, Gilberto y Emiliano Sierra Velásquez, llamados “Los gavilanes”, que hoy son las urbanizaciones Laureles Campestre, Plaza Campestre, y Río Campestre”.

Don Gilberto “Gavilán” Sierra era el padre de Gilberto y Hernando, que no solo heredaron sus tierras sino el apodo que distingue a la familia por culpa de la nariz ganchuda que los caracterizaba. Él y su hermano Emiliano heredaron la propiedad que a finales del siglo XIX fue de su antepasado Jenaro Sierra, según consta en inventario de la mortuoria de la Sra. Zoila Gaviria Lema protocolizada el 1º de junio de 1908. En sus tierras se levanta el sector urbano conocido como La Almería.

“Pero sus fincas no se llamaban Almería, que fue un nombre puesto por los urbanizadores, sino Santa Teresita. El tejar de ellos también llamaba Santa Teresita, y así se llama uno de los barrios que construyeron en sus tierras y se distingue porque en él queda la iglesia de Santa Rita”.

Como se sabe, en esto de los nombres no hay lógica. La iglesia de Santa Teresita queda en Laureles; la iglesia del Divino Maestro queda en el barrio Santa Mónica; y la iglesia de Santa Mónica queda en el barrio San Ignacio de Loyola; ya que la iglesia de San Ignacio queda en el centro de la ciudad.

En tierras de Los Gavilanes se construyeron las urbanizaciones “Laureles Campestre, Plaza Campestre, y Río Campestre”, que ni son campestres ni quedan en Laureles. Esta última se construyó en el terreno de lo que hasta hace poco, ya en el siglo XXI, era una finca con casa campesina y árboles frutales enclavada en la ciudad y rodeada de urbanizaciones por todos lados. Era un oasis escondido que no era visible para los transeúntes de las vías aledañas. Dice don Alberto Sánchez que:

“Don Gilberto Sierra, el papá de Gilberto y Hernando Los Gavilanes, era su dueño y la alquiló a mi padre. Allí teníamos ganado pastando y cerdos y cultivos. Allá llegamos los mayores de mi familia de 15 hermanos, y allá nacieron casi todos los menores. Yo empecé a trabajar desde pequeño ayudándole a mi padre, y fue esa finca un terreno entrañable para nosotros, donde se construyó mucha de la historia familiar”.

Ahora, convertida en urbanización Río Campestre, diríase que la historia familiar de don Alberto está irreconocible. Según él:

“El nombre de esa urbanización debe provenir del hecho de haberse construido al lado de unas aguas que no son un río sino una quebrada: La quebrada Ana Díaz. En ella nos bañábamos y pescábamos cuando no se corría peligro de que uno se enfermara de tifo o disentería por la contaminación. Siempre se ha llamado así, pero nadie sabe de dónde viene ese nombre, ni quién era esa señora, ni por qué se le dio su nombre a la quebrada. Nadie sabe nada de nada, y lo que han hecho es inventarse cuentos que no tienen confirmación en los registros históricos. De esa señora lo único que queda es el nombre de la quebrada, pero no más”. 

Los Gavilanes, Gilberto y Emiliano Sierra, tuvieron propiedades heredadas por lo Velásquez de doña Celia Velásquez Orta, la esposa de don Eduardo Sierra Echeverri, que era tataranieta de don José Antonio Velásquez Toro y de doña Micaela Tamayo Peláez; y también nieta de don Rafael Velásquez Restrepo y de doña María Fernanda Maya Posada; de quienes dice Wikipedia que:

“El Sr. Rafael Velásquez Restrepo, del corregimiento de La América, solicitó permiso para edificar una capilla a la Virgen de los Dolores en terreno donado por él, porque las parroquias de Belén y de Robledo distaban de ese lugar. El permiso fue concedido el 14 de abril de 1869 por el obispo Valerio Antonio Jiménez”.

Esa capilla inicial dio lugar a que luego se construyera enfrente suyo, patrocinada por el mismo don Rafael y su esposa, la actual iglesia de Nuestra Señora de los Dolores en el barrio La América, sobre la calle San Juan.

“Los Velásquez dieron nombre a calles que llevaban a sus fincas. La carrera 84 se conoció como “Calle Velásquez Restrepo”, la 85 como “Calle Emiliano Sierra Velásquez”, y la 90 como “Calle Ulpiano Echeverri Velásquez”.

Pero los Sierra Gavilanes no fueron los únicos dueños del Cerro de los Adventistas –también llamado Morro “El Noral”  o Morro “El Berriadero”–, porque antes de ellos lo fue don Alonso López de Restrepo Méndez, el tronco ancestral de todos los Restrepo paisadescendientes; y antes de Restrepo lo fue don Gaspar de Rodas; y antes de don Gaspar de Rodas lo fueron los indígenas que habitaban el Valle de Aburrá; según noticia publicada por el periódico El Tiempo el día miércoles 10 de marzo de 2010, con declaraciones del arqueólogo Pablo Aristizábal acerca del hallazgo de un cementerio indígena descubierto cuando los Adventistas hacían obras de remoción de tierras en el cerro:

http://www.eltiempo.com/colombia/antioquia/encontraron-un-cementerio-indigena-en-el-occidente-de-medellin_7316987-1

“Se han encontrado 23 tumbas con una profundidad de cuatro a cinco metros. Este sería el último cementerio indígena de la época prehispánica en el valle de Aburrá… El terreno donde se produjo la excavación es propiedad de la Universidad Adventista, que pensaba desarrollar allí un Parque Agroecológico y Cultural. De hecho, a principios del 2009 estaban explanando con buldózeres, hasta el día en que un caballo que caminaba por ahí cayó y quedó atrapado en un hueco. En realidad se trataba de una de las bóvedas y sacarlo demoró un día completo… De las 27 fosas siete han sido abiertas para verificar el contenido. En una yacía el esqueleto casi desintegrado de un hombre que existió hacia 1540 y que fue enterrado en posición fetal, con un volante de huso (instrumento que se usaba para transformar el algodón en hilo), un pecarí o cerdo de monte y varias piedras que usaban los antepasados para moler y triturar los alimentos…”.

Las tierras de los Sierra tienen historia.

DE SIERRAS A SIERRAS

Concluye uno que las diferentes familias Sierra del barrio La América no eran parientes, o por lo menos no lo eran cercanos; que no se sabe de ninguna persona de nombre Ana Díaz que haya sido propietaria de tierras en el recorrido de la quebrada que nace en el alto de Belencito Corazón y desemboca en la quebrada La Hueso a la altura del velódromo municipal, “pero ese nombre es muy antiguo y puede encontrarse en escrituras y registros notariales de principios del siglo XIX”, según le oí decir al historiador Roberto Luis Jaramillo Velásquez; y que antes de todos los nombres, apellidos, y apodos hispanos, el Cerro de los Adventistas ya era habitado por espíritus indígenas que habían pasado a mejor vida.


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


domingo, 18 de febrero de 2018

244. Ingredientes de salsa en la salsa

Solemos decir que “la música es muy sabrosa”, aplicando un término de papilas gustativas a algo que entra por el oído. 

En la música española se escucha aquello de “tener gracia y salero”, para aludir a aquellas cantaoras y bailaoras que ponen alegría en lo que hacen. No es gratuito que la sal, que da sabor a los alimentos, se utilice como símil o metáfora para aplicar a las personas que ponen el alma en lo que hacen, y del que se siente a gusto con lo que hace se dice que “está en su salsa”. De una morena salerosa se suele decir que “tiene picante”, usando otro símil gastronómico por comparación con otras que son desabridas o insípidas… para aplicar más símiles culinarios a la alegría en la música o en el baile. 

De allí que se oye cantar a Celia Cruz la rumba flamenca “Sabor gitano” con aquello de que “Los gitanos sí tienen sabor, / los gitanos sí tienen sabor / cuando cantan sus canciones / y tocan palmitas / a la madre patria…”:


Los gitanos, y eso lo reconoce hasta la cubanísima Celia Cruz, le dan sabor y le ponen salero a sus tablaos flamencos; que en cuanto se pone un tablao ellos se encuentran en su salsa.

La palabra salsa tiene una primera connotación en el diccionario de la lengua española:

“Mezcla de sustancias comestibles trituradas y desleídas que se emplea para condimentar la comida, mezclada con ella o servida aparte”.

La salsa agrega o da sabor a las comidas, y alegra platos que sin ella serían desabridos. La boloñesa en los espaguetis, la vinagreta o la tártara en el pescado, la mostaza en las hamburguesas, o la ketchup de tomate en los perros calientes, son un toque integral de la receta habitual.

No sé desde cuando se asocie la palabra salsa con la música cubana, pero al respecto dice Wikipedia que:

En la década de 1960 la salsa fue consolidada como éxito comercial en la ciudad de Nueva York por músicos de origen caribeño (cubanos, puertorriqueños y dominicanos), si bien sus raíces se remontan a décadas anteriores en los países del Gran Caribe… El director cubano Machito afirmó que la salsa era lo que él había tocado durante cuarenta años entre 1930 y 1970 aproximadamente, antes de que el género musical se denominara así. Por otro lado, el músico neoyorquino Tito Puente, de ascendencia puertorriqueña, negaba la existencia de la salsa como género en sí, afirmando que «lo que llaman salsa es lo que he tocado desde hace muchísimos años y se llama mambo, guaracha, chachachá, guaguancó. Todo eso es música cubana”.

La lista de ritmos se queda corta, porque en relación con la salsa se asocian ritmos como:

Bolero
Bolero son
Bomba
Chachachá
Charanga
Danzón
Guaguancó
Guajira
Guaracha
Jazz (Jam session o descargas)
Mambo
Plena
Son
Son montuno


La metáfora culinaria, por extensión, es obvia: La salsa musical es una mezcla de componentes que toma los ingredientes básicos, los mezcla, y los transforma, para dar otro sabor y alegría al plato principal. La salsa, como tal, no es un ritmo ni es un género, sino una fusión de varios de distintas procedencias principalmente de Cuba, Puerto Rico, y República Dominicana; pero también de España, Argentina, Colombia, Venezuela, Panamá. Ingredientes de estos países se reconocen en algunas piezas de una música que es ya internacional. Hasta las Rimas de Gustavo Adolfo Becquer se introducen en el tema “Gitana” de Willy Colón (Los suspiros son aire, y van al aire…pero, como dice Wikipedia en el párrafo citado, la salsa se tocaba en Cuba desde mucho antes de que se la denominara con ese nombre en Nueva York.

El Gran Combo de Puerto Rico aplicó la metáfora haciendo simbiosis entre la connotación culinaria y la connotación musical del término:

QUE LE PONGAN SALSA (EL MENÚ)
(Gran Combo de Puerto Rico, 2013)


A mí me gusta el chivo con vino,
y el pescao con jugo de limón;
con pimienta y orégano, el lechón;
y el arroz con jamón y tocino,
para ponerle sabor al buen fiestón.

Y una habichuelita bien guisá,
y un aguacatón como un melón, 
y unos guineítos, y unos cuchifritos pa' picar.
Y, después… 

¡Que le pongan salsa!, ¡Que le pongan salsa!,
¡Que le pongan salsa!, pa mojar, pa mojar,
¡Que le pongan salsa!

Esta unión del término culinario con el de la música ya tenía antecedentes, y uno de ellos es el del cubano Ignacio Piñeiro Martínez que George Gershwin incorporó en su obra “Obertura Cubana”, compuesta en 1932, lo que significa que ya había escuchado el estribillo desde por lo menos un par de años antes. La obra precursora de Piñeiro es “Échale salsita”, cuya historia es esta:

Artículo “Salsa con Javier blogspot.com”, de Javier Martínez Pérez sobre el tema “Échale Salsita”, con letra y música de Ignacio Piñeiro Martínez:


… Uno de esos pueblos fue Catalina de Guiñes, en la actual provincial de La Habana y muy cerca de la capital. En Catalina, vivía y trabajaba El Congo, un negro llamado Guillermo Armenteros, que se ganaba la vida en un modesto puesto donde servía los más variados fiambres. Chicharrones, frituras de todas clases y otros platos típicos de la cocina criolla, sobre todo basados en la carne de puerco. El Congo le decían por su piel oscura, porque vestía siempre de blanco y mantenía su negocio con extrema pulcritud. La especialidad que lo hizo famoso fue la butifarra, que preparaba con cerdo y una sazón muy propia, que hizo que su receta resultara inigualable. A El Congo se refirió Ignacio Piñeiro cuando dice en su son: “En Catalina me encontré lo no pensado, la voz de aquel que pregonaba así: "Échale salsita!”. Esta última frase fue la que se convirtió en el sabroso estribillo”.


Salí de casa una noche aventurera 
buscando ambiente de placer y de alegría. 
¡Ay, mi Dios, cuánto gocé! 
En un sopor la noche pasé, 
paseaba alegre por esos lares luminosos, 
y llegué al bacanal. 
En Catalina me encontré lo no pensado, 
la voz de aquel que pregonaba así: 

¡Salsa, 
échale salsita, 
échale salsita, 
échale salsita, 
échale salsita! 

Ah, ah, ah, ah, ah…

En este cantar profundo, 
lo que dice mi Segundo: 
No hay butifarra en el mundo 
como la que hace El Congo. 

¡Échale salsita, 
échale salsita, 
échale salsita, 
échale salsita! 

Ah, ah, ah, ah, ah…

Congo miró embullecido 
su butifarra olorosa. 
Son las más ricas, sabrosas, 
que yo en mi Cuba he comido.

¡Échale salsita, 
échale salsita, 
échale salsita, 
échale salsita! 

Ah, ah, ah, ah, ah…

Según le escuché decir a Celia Cruz en una entrevista radial por el programa “Nocturna de RCN”, que en las madrugadas conducía Alberto Duque López, “el que le puso el nombre de salsa fue Phidias Danilo Escalona en Venezuela”. 

El venezolano Phidias Danilo Escalona fue un locutor alegre y guapachoso que se aficionó a la música de salsa desde antes de que el término se popularizara como tal. En uno de sus viajes conoció, y se hizo amigo y compadre suyo, al cantante y director de orquesta Tito Rodríguez; quien le compuso a su amigo un tema en el que hace alusión al bigote característico del locutor.

“El bigotón de Danilo”
Letra, música, e interpretación de Tito Rodríguez


En 1962 Escalona conducía en Radiodifusora Venezuela su programa “La hora de la salsa, el sabor, y el bembé”, bautizado así porque su patrocinador era el fabricante de la salsa de tomate “Pampero”, muy a propósito en esa hora de almuerzo del mediodía para anunciar el producto. De allí salió el término para bautizar la conjunción de ritmos. 

Escalona pasó después con su programa a La Voz de la Patria, pero bautizándolo “La verdadera hora de la salsa”, para diferenciarlo del otro espacio del que se habían apropiado los dueños de la anterior emisora. El patrocinio seguía siendo de la marca Salsa de Tomate Pampero, pero el término salsa ya tenía popularizadas las dos implicaciones gastronómico musicales. 

El padrinazgo de Phidias Danilo para el término salsa está corroborado y explicado por Bobby Cruz en entrevista que concedió a Edwin Osorio y Juan Carlos Ángel del programa “El Sonero del Barrio” de la ciudad de Medellín, donde dijo que:

<Hay que distinguir entre la palabra salsa, como ingrediente de comida, y la música que se llama salsa. Siempre existió música afrocubana. Básicamente ésta tenía unos ritmos muy definidos como la guaracha, guaguancó, cha cha cha, mambo, y otros. Sin embargo la palabra que define el término musical que se conocería como Salsa nace básicamente alrededor de Richie Ray y yo, y no porque nosotros lo hayamos pensado así. Estábamos siendo entrevistados por el señor Phidias Danilo Escalona, que le decían el Loco Phidias en Caracas Venezuela. Phidias en la radio dijo: Mira a mí me dicen el Loco, pero la música que ustedes tocan está más loca que yo, ya que eso no es Mambo, no es Chachachá, no es Guaracha, ni Guaguancó, ni tampoco Pachanga, ¿Qué es esa jerga que ustedes tocan? Y Richie, en broma, le dijo “Eso es como una Keetchup. A lo que Phidias le dice: Yo no estornudé ¡Achú! ¿Qué quieres decir con Keetchup? Y Richie le contestó: Keetchup es la salsa que se le echa a las hamburguesas para que cojan sabor. Entonces Phidias le dijo: Ahhh... pues ya lo oyeron amigos radio escuchas. La música de Richie Ray y Bobby Cruz es… ¡Salsaaaaa!, pegando un grito de júbilo y sorpresa. La razón de su grito es la emoción que le causó tener un programa radial que era promovido por la empresa Pampero, productores de distintos tipos de Salsa en Venezuela, y la coincidencia de que su programa se llamara "La hora de la Salsa". La emoción que creó esa sinergia en Phidias fue más que evidente. Richie Ray se la puso fácil a Phidias en el medio del plato y él dio su cuadrangular con las bases llenas. Hoy día es conocido como "El padre de la Salsa", sin embargo dicho término es incorrecto. Phidias sería más bien "El partero de la Salsa", o "El Cura o Padrino de la Salsa", ya que fue quien la bautizó, pues la criatura tenía a sus padres en los músicos de Nueva York y Puerto Rico, que venían haciendo las cosas a su nuevo  estilo>

Así lo dice el artículo “La hora de la salsa, y origen de la palabra salsa como género musical”, publicado en el blog Proyecto Salón Hogar.com –Enciclopedia ilustrada-:

http://www.proyectosalonhogar.com/enciclopedia_ilustrada/La_Hora_de_lasalsa.htm

Para el año de 1966 Federico Betancourt y su Combo Latino sacaron un long play con esta música y titularon este trabajo como: 

“Llegó la salsa”

Lado A 
01- Cocolía (Mon Rivera)
02- Conmigo (D. en D.)
03- El Pachanguero (E. Rivera)
04- Sancocho Caliente (D. R.)
05- Guaguancó Manía (Mongo Santamaría)
06- Celosa (D. en D.)

Lado B 
01- Despierta Rumbero (Luis Café)
02- No Critiquen (Pedrito Hernández)
03- Saoco (Pellín Rodríguez)
04- Baila Ye-Ma-Ya (Lino Frías)
05- Café y Pan (Luis Ramírez)
06- Que Me Quieras (Carmelo Álvarez)

De allí lo tomaron Johnny Pacheco y Jerry Masucci, al empezar la década de 1970, para bautizar la música caribeña que se oía en Nueva York y que ellos grababan en su sello Fania Records, y de allí lo aplicaron cuando reunieron a todas sus estrellas en un long play titulado “Todas las estrellas de la Fania” (The Fania all stars).

En una entrevista que Rafael Lam hizo a su autor, averigüé que el nombre de Fania fue tomado de una composición del cubano Reinaldo Ignacio Bolaño Flaquet (Reinaldo Bolaño, o Reinaldo Flaquet), cuyo título era “Fanía Funché”. Fanía, como un apócope de Estefanía; y Funché, que significa harina, como un apodo puesto a la mujer que le tiró una cucharada de harina en la cara a la mujer que así la apodó: Fanía Funché. Este disco fue grabado en 1959 por el conjunto Estrellas de Chocolate de Félix “Chocolate” Alfonso, con la voz de Filiberto Hernández, y de allí lo tomaron y adaptaron en su grafía los fundadores de la casa grabadora Fania. La letra, según su autor, dice entre otras cosas que:

“Arúalocacacuá Fanía.
¿Quiere que le sirva un biembo?
Esta es mi camicrocro Fanía.

El estribillo dice: 
Fanía funche.
Fanía funche”. 

Escribo esa canción afro-son, liga de afro con décima española, una liga rara, difícil de explicar. La gente pensó que se trataba de un cuento de santería, una jerigonza”. 

Fanía Funché”, interpretado por Chamaco Ramírez:


https://www.youtube.com/watch?v=TEEZ-Hcb2bo

En Colombia la salsa se arraigó principalmente en la ciudad de Cali adonde empezó a llegar, dicen, por el puerto de Buenaventura; pero simultáneamente también iba llegando a Barranquilla, Medellín, y otras ciudades, con los long plays metidos en los equipajes de los viajeros que llegaban imbuidos de esa música contagiosa. A todos se nos metió esa música por los oídos, pero a los caleños se les metió en la sangre y se convirtió en un ícono de la identidad valluna.

A mediados de la década de 1960 esa música ya se oía en los bares “Carruseles”, “Diferente”, y “Brisas de Costa Rica”, del sector de la carrera Palacé entre calles de Maturín y Amador en Medellín. No se le conocía todavía como salsa, pero ya lo bailaban frenéticamente “tirando paso” los migrantes de la colonia chocoana que se desplazaban desde el “Bar Atlántico” en la calle San Juan con la carrera Bolívar, porque ya no cabían en esa esquina que los convocaba los domingos para enterarse de las últimas novedades de su terruño y de sus paisanos. 

Son paisanos que ahora se reúnen en el Parque de San Antonio al cobijo de las dos esculturas de la paloma de la guerra y la paloma de la paz, de Fernando Botero; y que hasta allí llevan metida su alegría en el cuerpo, y su gusto por la salsa pa mojá, pa mojá en el paladar. Puede que ellos no lo sepan, pero le están poniendo salero, salsa, y sabor, a la música que oyen y bailan. Le están poniendo ¡Azúcaaaaar!

Varios autores se han ocupado de escribir libros, ensayos, y artículos profundos relacionados con el fenómeno musical de la salsa de la que este texto es apenas un esbozo destinado a los que todavía no saben nada de nada sobre el tema. 

Uno de esos estudiosos es el sanandresano residente en Medellín Sergio Santana Archbold, que publicó los libros “Mi salsa tiene sandunga y otros ingredientes”, y “Medellín tiene su salsa”. En ellos encontrarán los interesados una mayor información.

Cuando se trate de música de salsa, ¡Póngale sabor!

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)




domingo, 11 de febrero de 2018

243. Comunidades educadoras, comunicadoras, y caritativas

–PERCEPCIÓN DESDE MI POSTIGO–


Sintonicé alguna vez un programa de televisión en el que hablaba Darío Silva Silva, el conocido periodista que fue director de TVnoticieros y se alejó del periodismo para hacerse líder y pastor de la Iglesia Cristiana Casa Sobre la Roca, una iglesia evangélica protestante; como se denomina a las iglesias disidentes de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, y Romana. Me sedujo la palabra del Reverendo Silva Silva, por la claridad con que explicó sus conceptos sobre el tema tratado. Estudioso teólogo aplicado al estudio de la Biblia, Darío Silva es, a mi juicio, uno de los mejores predicadores que he conocido e, indudablemente, un hombre con amplio dominio de los medios de comunicación modernos como es el de la televisión, que llega a tantos hogares.

“Sanidades físicas y espirituales”,
por el Pastor Darío Silva Silva:


Traigo a cuento al Pastor Silva por su poder de comunicación, pero antes de abordar el tema de las comunicaciones religiosas me referiré a las muchas comunidades o congregaciones de vida consagrada, como las denomina la Iglesia.

La Iglesia Católica tiene, eso se sabe, instituciones de caridad para socorrer a los más necesitados. Entidades como Cáritas, como el Banco de Alimentos, como la Comunicación Cristiana de Bienes, como la Casa de Cristo Sacerdote, como la Acción Católica Arquidiocesana, que son canales conocidos para dirigir la ayuda eclesiástica a los pobres y necesitados (incluidos sacerdotes enfermos, ancianos, y en estado de indefensión), al igual que en Estados Unidos es famoso el Ejército de Salvación, institución cristiana no católica, por el suministro de alimentos a los indigentes callejeros. He aquí algunas de esas obras:


No suelen las instituciones religiosas poner sus finanzas en vitrina ni dejar que los demás escudriñen a su antojo. El secreto las ronda, y por tal motivo Julián J. Lozano, abrumado por la magnitud de la tarea, optó por centrarse en el Colegio Jesuita de Marchena para su tesis de grado en la Universidad de Navarra (España), considerando que tal institución podía tomarse como ejemplo extensible al resto de la comunidad jesuita, y al conjunto de la Iglesia Católica. No pretendo en este artículo hacer un ensayo ni un estudio exhaustivo, y es tan solo una aproximación desde mi visión de hombre del común sobre algunos aspectos relacionados con mi mundo, el mundo que me rodea, en la ciudad de Medellín; y con algunas comunidades católicas, sólo algunas, desde mi propia percepción.

Al hablar de la Iglesia Católica no me referiré, por lo tanto, al Instituto Theodoro Hertzl, de la Comunidad Hebrea; ni al Colegio y Universidad de la Comunidad Adventista, entre otras.

Seguramente otros se hayan ocupado en detalle, elaborando estudios y tesis de grado que no conozco, pero me asalta el temor de que tales estudios estén influenciados de una u otra manera por posturas en pro o en contra de las instituciones estudiadas, que distorsionen sus enfoques y los condicionen a posturas oficiales de una parte, o a posturas antioficiales, de la otra; con intereses creados en uno u otro sentido. Es un tema sobre el que encuentro difícil asumir una postura ecuánime de neutralidad, y difícil apreciar los toros desde la barrera.

La estructura de la Iglesia Católica empieza desde la feligresía, los acólitos y monaguillos, los sacristanes, los laicos que se convierten en ayudantes parroquiales integrando comunidades de apoyo, los seminaristas, los diáconos que reciben órdenes menores, los sacerdotes presbíteros que han recibido órdenes mayores, los vicarios y arciprestes zonales, los obispos y arzobispos consagrados, los prelados domésticos monseñores, los cardenales eminencias, y Su Santidad el Santo Padre. Aunque hablamos aquí de la estructura secular, que se prepara en lugares como el Seminario Conciliar de Medellín; también llegan a formar parte de ella los miembros de comunidades religiosas, de entre las cuales han salido obispos, cardenales, y hasta un Papa como lo es en este momento el Santo Padre Francisco, que proviene de la Comunidad Jesuita.

Hay cualquier cantidad de comunidades religiosas católicas enmarcadas dentro de los “votos de pobreza, obediencia, y castidad”, algunas compuestas de frailes legos pero también con sacerdotes dentro de la orden. Hay comunidades laicas como la Sociedad de San Vicente de Paúl en Medellín; como la muy influyente del Opus Dei, que fundó en España Monseñor José María Escrivá de Balaguer; o la que también fue muy influyente de los Legionarios de Cristo, que fundó en México Monseñor Marcial Maciel Degollado, quien se hizo tristemente célebre cuando se descubrió su pedofilia y acoso sexual a los acólitos, lo que hizo tambalear a altos jerarcas de la Iglesia por encubrimiento, e hizo venir a menos la influencia que su orden tenía en el Vaticano. Están también la Orden de Malta y los Caballeros Templarios en el mundo; y en Medellín los Caballeros y Damas del Santo Sepulcro, cuyo accionar específico desconozco, pero supongo que ejercen una especie de asesoría de apoyo a la administración eclesiástica.

Son muchas las órdenes religiosas de antigua aparición que se remontan a los siglos XV, XVI, y anteriores; y también recién fundadas en el siglo XX como las Hermanas de la Caridad, fundada por Santa Teresa de Calcuta, que trabaja con los más pobres y desprotegidos de la sociedad tercermundista; o la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena, fundada por la Santa Madre Laura Montoya Upegui, que trabaja principalmente en la evangelización de los indígenas en lugares apartados de la civilización.

Son tantas, que hay una Secretaría en el Vaticano, la segunda en importancia después de la Secretaría de Estado, que se ocupa de la prefectura, vigilancia, control, y manejo de la copiosa cantidad de comunidades. A estas secretarías se les denomina “Dicasterios”, y este dicasterio se llama “Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, y las Sociedades de Vida Apostólica”. Si el nombre es ya complicado, no lo es menos su sigla: CIVCSVA. El actual Secretario es el Arzobispo español José Rodríguez Carballo, de la Orden de los Frailes Menores, OFM; cuya sigla proviene de la expresión latina Ordo Fratrum Minorum.

Cuando hablamos de Franciscanos, Dominicos, Claretianos, Jesuitas, Pasionistas, Eudistas, Redentoristas, Calasanzios o Escolapios de las Escuelas Pías (Scholarum Piarum), Benedictinos, Salesianos, Orden de Carmelitas Descalzos (OCD), Hermanas Carmelitas Descalzas, Agustinos, Salvatorianos, Hijos de la Sagrada Familia de San José de Manyanet, Sacerdotes de Nuestra Señora de la Consolata, estamos hablando de comunidades de la incumbencia de esta Secretaría.

Monseñor Rodríguez Carballo reemplazó al Cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, conservador a ultranza, declarado enemigo de las posturas del Santo Papa Francisco y reconocido encubridor de sacerdotes pedófilos. Para luchar contra estos enemigos que atacan a la Iglesia desde adentro, como si no fueran pocos los que la atacan desde afuera, el Papa Emérito Benedicto XVI se hizo a un lado y permitió que el Cardenal Jorge Mario Bergoglio fuera elegido Papa en su reemplazo, precisamente por considerarse que tenía la suficiente personalidad y fortaleza para enfrentar las poderosas fuerzas que había infiltradas en las más altas esferas en algo que algunos denominaron el lobbygay del Vaticano. Eso para hablar sólo de sexualidad, sin meterse con el asunto de las finanzas en el que han estallado sonoros escándalos. El Santo Papa Francisco ha venido depurando la comunidad eclesial con decisión, y ruego al cielo que le permita cumplir con esa tarea y que sus sucesores sigan la misma línea, para parar la debacle de deserciones de fieles que venía siendo notoria para la Iglesia. Muchos fieles se volvieron anticlericales o descreídos, pero otros fueron a parar a otras confesiones religiosas sólo para descubrir que allá también había pastores, rabinos, imanes, y religiosos pedófilos, de similar índole a los que habían dejado atrás. Tengo la sensación a veces de que muchas sectas o confesiones religiosas se montan con el único fin de ver quién pone mano y administra los diezmos y primicias de la feligresía, que muchos olfatean como perros de presa y se le lanzan en picada antes de que los dineros entren a la caja registradora del feligrés. Un propietario de pequeño negocio conozco “que encontró a Jesús” en los sermones de su pastor, pero éste encontró una mina de plata en los bolsillos del feligrés casi hasta llevarlo a la quiebra a punta de ofrendas prácticamente forzosas. “A pocas vueltas me iba mejor con los curas que por lo menos dejaban a mi criterio la cantidad de dinero que quería aportar como diezmo”, me dijo el desilusionado comerciante.

ALGUNAS COMUNIDADES RELIGIOSAS

Con similar nombre al de las Hermanas de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, están las antiguas Hermanas de la Caridad que conocimos con sus hábitos y cofias a la antigua en forma de cornetes sobre la cabeza. El nombre es el de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que fue su fundador en 1633, y por tal razón también se les llama Hermanas Vicentinas. Son monjas muy meritorias, dedicadas al cuidado de los enfermos, pero no las he vuelto a ver en las clínicas, y no sé si sea por el hecho de que ya no usan el hábito, o por el hecho de que las reformas en los sistemas de salud colombianos las han dejado por fuera de “licitación”. Ese servicio, como todos, tiene un costo que debe ser remunerado, porque de alguna cosa se tiene que sostener la comunidad religiosa que los presta.

Santa Catalina Labouré, de la Comunidad de Hermanas 
de la Caridad Vicentinas, entronizadora de la advocación 
de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

Las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, como se sabe, se dedican a la atención de los presos en las cárceles, pero también quedaron por fuera de licitación en los reacomodos del sistema nacional penitenciario.

Las Hermanas de la Presentación, también llamadas Dominicas de la Anunciación, bajo la dirección de Monseñor Armando Santamaría hacen parte de los educadores en los Hogares infantiles y Juveniles San José para huérfanos y niños de bajísimos recursos. Su obra fue visitada, y no fue un homenaje gratuito sino el reconocimiento a toda una labor, por el Santo Padre Francisco en su viaje a Medellín en septiembre de 2016.

De hecho las mismas Hermanas de la Presentación, o Dominicas de la Anunciación, empezaron su vida dedicadas a “ayudar a los más desfavorecidos”, acordes con la línea comentada. Fueron fundadas por la francesa Marie Poussepin. Tienen también colegios privados que se sostienen a base de pensiones y matrículas pagas, y se ubican en una franja de estratos socioeconómicos con tendencia a clases más altas que las de interés social. Igual o similar a las de las Hermanas Teresianas, a la de las Monjas del Marymount, o a las Hermanas del Sagrado Corazón (Hermanas Bethlemitas). También las monjas de la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora, fundada por Sor Juana de Lestonac, tienen su colegio en Medellín perteneciente a esta categoría. Sus colegios no son para las hijas de cualquier vecino.

En Medellín el Colegio Cumbres, para estudiantes de élite, pertenece a la cadena de instituciones educativas de la Comunidad de los Legionarios de Cristo; y el Gimnasio Los Pinares, de similar categoría, a la Comunidad del Opus Dei.

Las Hermanas Carmelitas, y las Hermanas Salesianas de María Auxiliadora, fundadas estas por San Juan Bosco, se dedican a la enseñanza en escuelas para estudiantes de bajos o pocos recursos.

Las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, y las Hermanas Dominicas de la Congregación Santo Domingo del Colegio de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, atienden la franja intermedia entre el alumnado de élite y el de bajos recursos.

Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fundados por San Juan Bautista de la Salle, tienen en Medellín el Colegio de San José y la Universidad de La Salle; y tuvieron en la primera mitad del siglo pasado varias escuelas para niños pobres entre las que estaban la del Beato Salomón y la Federico Ozanam. Los Hermanitos de María, o Hermanos Maristas, fundados por San Marcelino Champagnat, tienen en Medellín un seminario y colegios en otras partes del país. La Orden de los Predicadores fundó la Universidad Santo Tomás, y los Padres Franciscanos la Universidad San Buenaventura.

Los Padres Salesianos tienen el Colegio Salesiano de El Sufragio (… Sufragio a las benditas ánimas del purgatorio), y el Instituto Salesiano Pedro Justo Berrío, ambos al alcance de estratos socioeconómicos intermedios.

El padre Miguel Giraldo Salazar fundó y sostuvo las Escuelas Populares Eucarísticas, para las clases menos favorecidas.

Las Hermanitas de los Pobres tienen todavía el asilo de ancianos de la calle San Juan, en cercanías del Cementerio de San Lorenzo, pero ya no se les ve prestando el servicio de enfermería y acompañamiento a domicilio, y el de nursería casera, con el que se financiaban y contribuían al sostenimiento de los ancianos pobres. Claro que también está el hecho de que las monjas en la actualidad no usan los viejos y distintivos hábitos, y se han adaptado a usar ropa de calle; discreta, pero ropa de calle al fin y al cabo, que las camufla dentro del resto de la población.

Monja con hábito a la antigua, 
y monja a la moderna

Los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios vieron disminuir notoriamente sus vocaciones, y también vieron disminuir el número de sus miembros. En consecuencia, vendieron muchos de los bienes que eran patrimonio de la comunidad, y conservan unas pocas clínicas que han entregado a la administración de terceros con el resultado de que algunos de estos terceros han sido más buenos para administrar en beneficio de su propio bolsillo que en el de la comunidad que los contrató. A pocas vueltas eran mejores los hermanos como malos administradores, pero honrados; que los administradores de la calle metiendo mano en los balances de pérdidas y ganancias de la Comunidad.

Los padres de la Comunidad de San Juan Eudes, Eudistas, han estado activos en los campos de la educación, la comunicación, y la caridad. El mini tvprograma del Minuto de Dios, fundado por el Padre Rafael García Herreros, empezó siendo un momento publicitario para promover el apoyo a su obra consistente en regalar mercados a familias pobres, pasó luego a la construcción de casas y barrios enteros para estas familias, y ahora es una entidad que ha incursionado también en el campo de la educación con la Universidad Minuto de Dios que, siendo privada, está orientada principalmente a estudiantes de bajos recursos.

Hay un número importante de instituciones educativas bajo la orientación de la Arquidiócesis de Medellín, supervisadas por la Delegación Arquidiocesana para Comunidades de Vida Consagrada, y tienen orientación arzobispal la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) y el Colegio e Institución Universitaria Arzobispo Tiberio de J. Salazar y Herrera. El Colegio de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, contiguo a la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en el barrio Buenos Aires; y la Normal Superior Antioqueña de Señoritas en el mismo barrio, son instituciones ligadas a la Arquidiócesis, lo que puede deducirse del hecho de que aparecen en una lista de párrocos, rectores, y directores de instituciones nombrados por decreto o resolución del Sr. Arzobispo en el año 2011 donde aparecen:

“50. Se nombra a la Dra. Gudiela Irene Eusse Saavedra rectora encargada del Colegio de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (Decreto 199 N11, 21 de julio de 2011).

51. Se nombra a la Dra. Gudiela Irene Eusse Saavedra rectora encargada de la Escuela Normal Superior Antioqueña (Decreto 199 N11, 21 de julio de 2011)”.


https://issuu.com/arqmedellin/docs/decretos_nombramientos_p_gina_web

LA COMUNIDAD JESUITA

Los Jesuitas, como tales, son fuertes en el establecimiento de colegios privados de enseñanza secundaria, y fuertes también en universidades prestigiosas, como la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá; y algunos observadores han considerado esta comunidad como una multinacional muy adinerada y con un patrimonio económico bastante alto, aunque no aparezca al alcance del lector común un estudio serio que demuestre tal cosa, y sí panfletos venenosos y calumniosos contra una orden que en siglos pasados fue víctima en Colombia de persecuciones, expulsiones, y confiscaciones por parte de entes gubernamentales. De todos modos, la Compañía de Jesús es a nivel mundial una institución con un poder tan fuerte que en algún momento el español Padre Pedro Arrupe, que era su superior general, fue llamado “El Papa Negro”, como alusión al color de su sotana, y porque sus posturas radicales fueron una especie de piedra en el zapato para su Santo Papa de turno, que vestía de sotana blanca; poniendo en tela de juicio aquello de si los votos de obediencia en su caso sí eran tan contundentes; circunstancias que llevaron a un guasón a concluir que: “Si esos son los votos de pobreza… ¡Cómo serán los de castidad!”. Chistes aparte, es la suya una institución que ha sabido aunar a la actividad religiosa una puesta en práctica de administración y gerencia que es modelo para muchas instituciones religiosas, y también para muchas instituciones laicas, llegando a justificar el dicho de que “la envidia es mejor despertarla que sentirla”. Es el suyo un modelo de administración envidiable.

Dice el Papa Francisco que: “Lo que me atrajo de la Comunidad Jesuita fue su vocación misionera”. Acorde con eso, ya era sacerdote cuando pidió a su Superior General, el Padre Arrupe, que lo enviara a las misiones en el Japón. Arrupe fue misionero en este país por los días en que estallaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki, pero le negó el permiso: “Con sus problemas de salud, es mejor que permanezca en Argentina donde es más útil”. No le faltaba razón al Padre Superior, puesto que a los 21 años de edad este hombre había sufrido de una infección pulmonar, una tuberculosis, que en 1969, diez años después, obligó a que se le extirpara el lóbulo superior derecho del pulmón, y eso hacía de él un hombre de salud precaria. Esta salud precaria, en un hombre de trato bondadoso pero de fuerte personalidad, no impidió que él llegara a ser Arzobispo, y luego Cardenal, y luego Papa. Ni ha impedido que en cumplimiento de su exigente labor emprenda muchos viajes en jornadas agotadoras que, a pesar del cansancio, le exigen ir por todos lados mostrando una sonrisa que no es falsa sino genuina, porque sale de adentro en un hombre que ejerce su tarea con amor y convicción. Dice el padre jesuita Vicente Durán Casas en artículo de la Revista Semana publicado el 14 de agosto de 2017 que: 

A San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía, le correspondió vivir en medio del siglo XVI una época particularmente difícil en la historia de la Iglesia, en la que no pocos sacerdotes y obispos vivían o aspiraban a vivir como príncipes mundanos que emulaban a los señores de este mundo; por eso quiso que la mínima Compañía fundada por él se concentrara en servir a fieles e infieles, de tal modo que organizó todo para que ningún jesuita asumiera en la Iglesia cargos de autoridad y gobierno. Así las cosas, si algún joven con vocación sacerdotal cultiva en su interior expectativas de alcanzar dichas dignidades, hacerse jesuita equivaldría a emprender el camino equivocado”.


Es así como este hombre, consecuente con tal enunciado en la vocación de servicio de su Orden, ha dado muestras de ejercer un estilo de gobierno sobrio desafecto a palacios y vehículos lujosos. Ese es su estilo genuino, auténtico, a pesar de la opinión de muchos de afuera de la Iglesia que preferirían verlo viviendo en un tugurio debajo de algún puente; y de muchos de adentro de la Iglesia que preferirían verlo viviendo en un palacio, para así validar los lujos y excesos acostumbrados por ellos. En cuanto a su propio estilo de vida, y consciente de que su dignidad papal y de jefe de Estado le exige una adecuada presentación, el Papa Francisco tiene costumbres dignas, pero contenidas, alejado de excesos y demostraciones suntuarias. Es el suyo un estilo de encendedor de velas en altares caseros: “Ni tan cerca que queme al santo, ni tan lejos que no lo alumbre”. 

COMUNIDADES RELIGIOSAS EN 
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Durante años el periódico L´Observatore Romano y la Radio Vaticana fueron los órganos oficiosos de la Curia Vaticana, y por estos lados se conocieron el periódico El Obrero Católico, la revista Misiones, y el programa radial La Hora Santa del padre Fernando Gómez Mejía. Hay en la actualidad una Emisora Mariana en Bogotá, y alguna otra en Medellín dirigida por confesiones evangélicas protestantes. También estuvo la Radio Sutatenza fundada por Monseñor José Joaquín Salcedo Guarín, que no solo era un medio radial de educación campesina sino un medio de orientación cristiana y católica.

Los tiempos modernos han traído nuevos enfoques. Aunque de tiempo atrás ya existían las Hermanas de San Pablo o Hermanas Paulinas, en el campo de la comunicación, dedicadas a surtir sus librerías con libros e impresos de orientación católica, han hecho su aparición otras religiosas enfocadas hacia los audiovisuales y la televisión. La madre Gabriela del Amor Crucificado (Gabriela Delgado Aldana) es una atractiva y alegre joven bumanguesa que renunció a los placeres del mundo, del demonio, y de la carne; y encontró en la comunicación social el campo de acción para su pastoral. Fundó la Comunidad de Comunicadoras Eucarísticas del Padre Celestial, que se ocupa de filmar videos, cortometrajes, y otros formatos para la televisión audiovisual centrados en la divulgación del pensamiento oficial de la Iglesia Católica.

En los Estados Unidos la Madre Angélica (Rita Antoinette Rizzo), religiosa clarisa, vio la necesidad de fundar un canal de televisión en consonancia con el Vaticano, convirtiéndose ella misma en predicadora atinada y apreciada. Su canal tiene el nombre en inglés de Eternal World Television Network (Canal de la Red de Televisión Mundial Eterna), y es conocido por su sigla de Canal EWTN.

El periodista presentador Alejandro Bermúdez de este canal entrevistó para el programa “Cara a Cara” a Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de San Sebastián en España, porque se ha hecho conocido por ser un obispo mediático, especializado en hacer pastoral y divulgar sus mensajes por las redes sociales como Twitter, Instagram, y Facebook. Dos decenas de voluntarios le colaboran en esa labor que él tiene clasificada por edades: 

Los tuiteros están en edad cercana a los veinte años, los instagrameros se ubican por la treintena, y los facebookeros en promedio pasan de los cuarenta”.

Según la edad de los destinatarios, es el tono del mensaje que sólo en explicaciones de la doctrina católica y del catecismo actual lleva más de mil horas de grabación montadas en su página web (www.enticonfio.org), amén de homilías, charlas, conferencias, en las que el obispo aclara diferentes tópicos para una audiencia perteneciente al 6º continente, un continente global intangible, sin fronteras. El obispo tiene también programas de radio y de televisión. 

Por el promedio de edad de los destinatarios, Twitter es caníbal, agresivo; mientras que Facebook es más amable, más reflexivo”. 

Y hace una curiosa observación: 

“Los periodistas que andan a caza de noticias, consultan más a Twitter, y se basan más en él, que en las otras dos redes sociales”. 

Pero también aclara que: 

“Instagram es un mundo que se basa en imágenes más que en palabras”. 

Opina él que: 

“Los que hacen consultas generales acuden a estas tres redes, pero los que tienen consultas muy personales prefieren acudir al correo electrónico enviándolas a mi dirección email”.

A continuación agrega que: 

Se trata de ejercer mi pastoral en la formación de criterios de discernimiento, que permitan luego replicar la aclaración de dudas a otras personas. Educamos en los contenidos de la fe, en enseñar a orar, en ayudar a la solución de problemas. Recomendamos, e insistimos, en que cada quien se busque un orientador, un director espiritual que todos necesitamos porque uno es más bueno para ayudar a los otros que para ayudarse a sí mismo. Dios nos da luz para los demás, pero no quiere que nos sintamos autosuficientes o soberbios. La confesión es un acto de humildad”.


Un orientador, un consejero espiritual, es una figura a la que acuden muchos políticos y de otros ámbitos que nombran asesores o “consigliere di famiglia”, aplicando intuitivamente el hecho de que es más prudente recibir consejos de otros que aconsejarse a sí mismo.

Los jesuitas dieron origen a dos instituciones ad látere que son ASIA Ignaciana de Medellín (Antiqui Societatis Iesu Alumni, o Sociedad de antiguos alumnos de la Compañía de Jesús en el Colegio de San Ignacio de Loyola), y la Congregación Mariana de Medellín. Esta última, también formada por antiguos alumnos ignacianos, nació con el objetivo de prestar servicios y hacer obras para los más desfavorecidos; pero fue evolucionando y a los antiguos dispensarios médicos e incipientes consultorios de medicina y odontología siguió, a medida que fueron fortaleciéndose financieramente, el establecimiento de dos bien reputadas clínicas de la ciudad, entre ellas la Fundación Cardiovascular Santamaría; la creación de varios lugares de consultorios en barrios descentralizados de la ciudad; como también la apertura de varios laboratorios para la toma de muestras y exámenes de apoyo clínico. A medida que pasó el tiempo fue diversificándose y subdividiéndose en distintas unidades de negocio, buscando hacerlas autosostenibles, y se amplió a un canal de televisión con oferta de servicios a la audiencia cautiva como conferencias, retiros espirituales, viajes de peregrinación a lugares santos, agencia de compraventa de bienes inmuebles, venta de artículos y suvenires religiosos, concesión de espacios publicitarios de televenta de productos naturistas, y otros ofrecimientos; de los cuales es dable suponer que producen unos réditos por su eficiente administración y que, por tratarse de una entidad sin ánimo de lucro, esos beneficios redundan en favor de las obras sociales de la Congregación, una organización que tiene entre sus obras el Colegio VID en el barrio Córdoba, una entidad educativa de carácter privado; y también el Colegio Santa María de la Paz, que hace parte de la diversidad de intereses de acción de esta Corporación que antes llevaba el nombre de Vida, como decir el Tv canal Tele Vida, pero cambió su nombre por Tele Vid. 

No sé si se trate de uno de esos conflictos que se generan por el uso de un nombre comercial que ya había sido registrado por otra entidad (he notado que hay un par de entidades médicas que llevan el nombre de Clínica Vida, que son de propiedad privada, no religiosa). Suponía yo que la sigla VID significaba algo así como “Ver, Integrar, y Dar” o “Visión, Integración, y Desarrollo”; pero pregunté a algunos empleados que no supieron decirme lo que significa. Es posible que lo que movió a su director, el padre Roberto Jairo Arango Londoño, a proponer ese cambio fuera el hecho de que la palabra “VID” sugiere un arbusto con muchas ramas o sarmientos productivos, que permite la elaboración de un buen vino si las uvas son de buena cepa; y lo visualmente atractivo de la palabra VID en la que la I parecería ser la silueta de un hombre escoltado por la V de vida y la D de desarrollo. Claro que estas son elucubraciones mías, porque no pude encontrar una respuesta oficial o sustentación al cambio de nuevo nombre. 


Hay un sacerdote antioqueño que se ha hecho conocido gracias, en parte, al canal Tele Vid. Se trata de un sacerdote escolapio, que fue rector del Colegio Calasanz de Bogotá, Padre Provincial de la Comunidad en Colombia y Ecuador, y rector de la calasanzia Universidad Cristóbal Colón de Veracruz en México. Es el padre Juan Jaime Escobar Valencia, que se convirtió en un exitoso conferencista, inicialmente en los colegios para los alumnos y padres de familia, y luego en los eventos programados por el tvcanal Tele Vid. Tres cosas lo caracterizan. En primer lugar, una facilidad de palabra y expresión que llega al público asistente. En segundo lugar, un carisma personal que apoya su forma de decir las cosas. Y, en tercero, es un constante observador del comportamiento de las gentes y, aplicando la sicología, lo traslada a sus conferencias mediante el uso de las mismas expresiones coloquiales de los grupos y personas observadas para tener más aceptación de su mensaje por parte de la audiencia. Es un mago de las comunicaciones.

“Retos de la familia del siglo XXI”, por el padre Juan Jaime Escobar Valencia:


CONCLUSIÓN

Mi convicción, producto de mis observaciones de toda la vida, es que la nuestra y muchas iglesias son ricas por los tesoros que poseen, como decir tasar en precios del mercado de subastas la Capilla Sixtina, pero que no son convertibles en dinero líquido, y por lo tanto no pueden ser vendidos para dar gusto a los críticos que quieren hacer tal cosa “para que hagan escuelitas y den de comer a los pobres en ollas comunales callejeras”. Las cosas no son tan simples, y los que se escudan en ello para eludir el llamado a ser caritativos y misericordiosos con los necesitados, son los mismos que aducen que tales responsabilidades no son asunto propio sino que deben ser del Estado. Lo que están haciendo es parapetar sus bolsillos, y hacerse los de la vista gorda con las necesidades del prójimo. Mal que bien, con todos los defectos que pueda tener la estructura eclesial de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, y Romana –de inspiración en la Bondad Divina pero de administración con las flaquezas humanas– ha demostrado a través de los siglos ocuparse de las necesidades de los pobres proporcionándoles techo, alimentación, y educación. Si tales actividades eclesiales no existieran, el desamparo de los pobres sería total porque los críticos han demostrado ser más buenos para criticar que para dar. No conozco ninguna institución que se denomine “Ateos por el servicio de los pobres”. Ninguna. La inspiración de cumplir con las Obras de Misericordia es una inspiración divina, muy propia de las Iglesias Cristianas, que tienen a Jesucristo como su inspirador; con excepciones neutrales y no confesionales como la de la Cruz Roja o la Media Luna Internacionales, pero que son más la excepción que la regla en el asunto de compartir lo que se tiene con los más necesitados.

Es esta una aproximación superficial desde mi óptica como único y simple observador, y quien desee profundizar podrá dirigirse a la Delegación correspondiente en la Arquidiócesis de Medellín para obtener información menos precaria que esta de la que yo dispongo.

Soy consciente de que cada lector tiene sus propios criterios y opiniones, que podrán ser divergentes de los míos; pero reitero que mi propósito con este artículo es solamente el de exponer mi punto de vista, sin someterme a foros de polémicas o controversias en contrario, de dudosa conclusión final.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


domingo, 4 de febrero de 2018

242. Don Pepe Sierra y don Carlos Coroliano Amador, magnates interseculares

Desde el ocaso del siglo XIX, hasta los albores del siglo XX, vivieron dos magnates paisas que amasaron fortunas fabulosas: José María “Don Pepe” Sierra Sierra, y Carlos Coroliano “Don Coro” Amador Fernández. 

Algunos se han ocupado de sus respectivas genealogías, biografías y minibiografías como, entre otros, Luis Fernando Molina Londoño, Víctor Álvarez Morales, Mario Escobar Velásquez, Hernando Guzmán Paniagua, Luis Álvaro Gallo Martínez, Iván Restrepo Jaramillo, Víctor Enrique Ortiz García, Édgar Vieira Posada; y, en el caso de don Pepe Sierra, su nieto Bernardo Jaramillo Sierra, hijo de María Jesús Sierra Cadavid y de Joaquín Jaramillo Villa, quien escribió la biografía “Pepe Sierra, el método de un campesino millonario”.

Don  don José María "Don Pepe" Sierra Sierra -Fotografía tomada de Internet-.

Don Pepe Sierra

(Video de reseña para el programa “Cien empresarios, cien historias de vida”, de la Cámara de Comercio de Medellín, dirigido por el historiador Víctor Álvarez Morales, con locución de Carlos Ignacio Cardona Gutiérrez):


Según don Gabriel Arango Mejía en su libro “Genealogías de Antioquia y Caldas”, los Sierra de Antioquia vienen “de tres troncos muy distintos”:

Don Ignacio López de la Sierra, que a principios del siglo XVIII vino de la Villa de Colindres en las montañas de Burgos en España y contrajo matrimonio con doña Magdalena López de Restrepo, hija de don Marcos López de Restrepo y de doña Magdalena Guerra Peláez.

Don Miguel Sierra y Sanmiguel, que casó con doña Catalina Vélez Velásquez.

Don Diego Hernández de la Sierra, que casó con doña Gertrudis Mariaca y Villa Hidalgo.

De don Ignacio López de la Sierra fue hijo José Pablo Sierra López de Restrepo.

De éste lo fue José Antonio de la Sierra Echeverri.

De éste, Apolinar y Canuto Sierra Gutiérrez.

De Apolinar y Andrea Gaviria García lo fue Evaristo Sierra Gaviria, que casó con su prima Gabriela Sierra Cadavid, hija de Canuto, y fueron los padres de José María “Don Pepe” Sierra Sierra.

Canuto y Ana Teresa Cadavid Ochoa eran los padres de José María Sierra Cadavid, un tío homónimo de Don Pepe Sierra Sierra; y el tío José María era el bisabuelo de Dalila Sierra Tobón, la aguerrida y legendaria mujer del suroeste antioqueño que domeñó y dominó el mundo de los negocios finqueros y las apuestas de gallos en los alrededores del municipio de Andes. Nació el 14 de septiembre de 1934 y falleció el 24 de mayo de 1980.

Fotografía tomada del artículo "Dalila Sierra, la doña Bárbara 
paisa", por Alonso Orozco Cadavid en abril de 2012, edición
revista Mirador del Suroeste.

Casada con Guillermo Arcila de Bedout, se dice que “enviudó por su propia voluntad” cuando a él se le hizo fácil azotarla con un zurriago, y a ella se le hico más fácil dispararle con el revólver que mantenía a mano. Al parecer no tuvo hijos varones, sino dos mujeres de nombres Marta Cecilia y Margarita Rosa, que la acompañaban en su carro el día en que se fueron al río Docató o San Juan del Suroeste, y le entregaron sus vidas en el punto denominado Remolinos de la vía que conduce de Ciudad Bolívar a Andes. Las acompañaba la empleada del servicio. Denominada por algunos como “La doña Bárbara del suroeste”, como alusión a la novela de Rómulo Gallegos, sus legendarios discurrires ameritaron que Jaime Jaramillo Escobar escribiera una prosa minibiografiándola que se lee como un poema. La tituló con su nombre, y aquí puede oírse en la voz de Gustavo Andrés Valdés Acero:

https://www.youtube.com/watch?v=w2dAzk9rMps

Por las venas de Dalila Sierra corría, entonces, la sangre de los ancestros de don Pepe Sierra; y también la disposición para hacer dinero y enfrentarse a las dificultades que se le presentaran en el camino.

Don José María “Pepe” Sierra Sierra (Girardota, 1846; Medellín, 1921), que fue dueño de la hacienda El Chicó de la sabana de Bogotá, en donde está ubicado el lujoso barrio que lleva su nombre; ostenta el honor de que una importante vía capitalina lleve el nombre de “Avenida Pepe Sierra”, porque conduce y pasa por lo que fueron tierras de su propiedad. Entre las innumerables propiedades de este campesino con poco estudio escolar, que lo llevaron a decirle a un escribiente de notaría, que trató de corregir la ortografía de su libreta de apuntes: “Yo no sé cuántas haciendas con hache tendrá usted, porque yo sin hache tengo muchas”; están la Hacienda Hatogrande, que es la casa de recreo de los presidentes de la República; y la Hacienda Santa Bárbara, donde se levanta un imponente centro comercial.

Los padres de don Pepe eran campesinos acomodados, primos entre sí; y él se casó con su prima de crianza, y al parecer también prima biológica, Zoraida Cadavid Sierra; nacida en 1854 y fallecida en el año de 1921, el mismo año en que él murió. Zoraida posiblemente era hija biológica de Jorge Cadavid y de  Clotilde Sierra, y sus padrinos de bautismo fueron el mismo Jorge Cadavid y su esposa Ejidia Sierra Gaviria, que era tía de don Pepe. Zoraida creció llamando padrinos a sus padres de crianza; y considerando primo, que en realidad lo era por ser hijo de su tío político, a quien sería su esposo don Pepe Sierra.

Entre los doce hermanos de don Pepe estaban Francisco, Francisco José, Pablo, Jesús María, y Apolinar, pero poco se sabe de ellos porque carecieron de la fabulosa inteligencia inversionista de este cuasianalfabeta campesino que todo lo que tocaba lo convertía en riqueza y recibió el apodo de burro o becerro de oro. Literalmente forrado en dinero, de burro no tenía nada; y, siendo un simple particular, llegó a ser el principal prestamista de la Nación, al que acudían los gobiernos desde Rafael Reyes hasta Carlos E. Restrepo en busca de financiación para sus proyectos.

Sus hijos Sierra Cadavid fueron:

María Clara Zoraida
Mercedes
Vicente
Isabel
María Jesús (casada con Joaquín Jaramillo Villa)
Rosaura
María (Maruja)
Jesús

A los veintiocho años tenía en su haber cuatro hijos legítimos y varios fuera del matrimonio, entre ellos otro también llamado Jesús Sierra, que fue reconocido por él.

Su filosofía era comprar mucha tierra y no vender ninguna, “porque la tierra no se la llevan y siempre aumenta de precio”; y solía demoler las casas principales de las fincas que compraba, dejando solo las de los trabajadores agregados, “porque yo no necesito tantas casas para vivir, una casa no da sino gastos de mantenimiento, y en la tierra que queda puedo sembrar muchas matas de caña de azúcar que me producen libras de panela”. A diferencia de Amador, no era su estilo gastar mucho dinero en viajes a Europa y compra de artículos suntuarios, limitándose a la compra de lo estrictamente necesario para el sustento diario. En lo que sí invertía, porque lo consideraba una inversión, era en agasajar a los funcionarios de gobierno y personas que tenían algún poder de decisión. De esos agasajos siempre resultaba agraciado con algún contrato, alguna licitación, alguna concesión pública que beneficiaba sus negocios.

Doña María Clara Zoraida Sierra Cadavid, ampliamente conocida por su nombre abreviado de Clara Sierra, se casó con Enrique Reyes Angulo y tuvieron una sola hija de nombre Isabel. La ganadería de toros de lidia de Clara Sierra debe su nombre a la que fue su fundadora y propietaria. Reyes Angulo era hijo del presidente de la República general Rafael Reyes Prieto, y de doña Sofía Angulo de Reyes, por quien se nombró la Estación Sofía del Ferrocarril de Antioquia. El cuasianalfabeta campesino no sólo se convirtió en consuegro del presidente, asiduo visitante del palacio de San Carlos, sino que llegó a ser también financiador de ese gobierno y de varios gobiernos sucesivos, pero no sin ánimo de lucro sino con interés capital. Los bonos que recibía a cambio, le redituaban pingües beneficios; y las licitaciones de licores que le eran adjudicadas le aseguraban ingresos en un mercado en el que primero se acaba el aguardiente que los borrachos.

Doña Isabelita Reyes Sierra, que heredó la famosa ganadería, se casó con el escritor Lucas “Klim” Caballero Calderón, hermano de Eduardo, y fueron padres de Lucas Caballero Reyes el que fue esposo de la exministra María Emma Mejía Vélez, quien a su vez es nieta del líder cívico y empresarial paisa don Gonzalo Mejía Trujillo.

Doña Cecilia “la niña Ceci” Caballero Blanco se casó con el presidente Alfonso López Michelsen. Era hija de don Julio Caballero Barrera y de doña Mary Blanco; y don Julio venía a ser hermano del general Lucas Caballero Barrera, que se casó con doña María del Carmen Calderón Tejada, y fueron padres de los escritores Eduardo y Lucas Caballero Calderón. Lucas, como dijimos, fue el suegro de doña Isabelita Reyes Sierra de Caballero.

Algún pleito de herencias se armó entre los herederos del general Lucas y los de su hermano Julio, que produjeron un distanciamiento irreconciliable entre las dos ramas de Caballero Barrera e hicieron que la ácida y mordaz pluma de Lucas Caballero Klim apodara al esposo de su distante prima Ceci como “el compañero primo”. A López Michelsen tuvo que causarle mucho escozor el apodo, porque hizo sacar al columnista de la nómina de los periódicos El Tiempo y El Espectador, donde las críticas a su gobierno por parte del incómodo pariente lejano de su mujer no lo dejaban dormir en paz.

¿Qué pasaría con la fabulosa fortuna de don Pepe Sierra? No sé si se conserve igual, pero fragmentada en múltiples herederos. Se sabe, por ejemplo, que la que fue Hacienda Santa Fe en el sector de Guayabal, de propiedad de doña Mercedes Sierra Cadavid, casada con don Enrique Pérez, se convirtió en el Zoológico Santa Fe de Medellín; y que la que fue finca El Guayabal en Las Playas en Belén, de don Jesús Sierra Cadavid, se convirtió en el aeropuerto Enrique Olaya Herrera de Medellín.

Hasta ahí este recuento al que podríamos denominar atadura de cabos, porque de los demás detalles de su vida se ocupan las biografías mencionadas.

Don Carlos Coroliano Amador Fernández

(Video de reseña para el programa “Cien empresarios, cien historias de vida”, de la Cámara de Comercio de Medellín, dirigido por el historiador Víctor Álvarez Morales, con locución de Carlos Ignacio Cardona Gutiérrez):


A él lo menciono en muchos escritos, y sobre todo en el libro “Buenos Aires, portón de Medellín”; pero, además, hay dos artículos en este mismo blog en los que él es protagonista. De una parte, el artículo nro. 42 del 2014, titulado “La Gabriela (poema) y don Carlos Coroliano Amador”; y el nro. 128 de 2015, titulado “Carlos Coroliano Amador, un Coro no Coriolano”.

Según la historiadora Sor Natalia Álvarez Micolta, éste iba a ser bautizado en homenaje al general romano Cayo Marcio Coriolano, pero se equivocaron en los registros bautismales y notariales, por lo que quedó como Coroliano. Hasta el sol de hoy su nombre aparece citado indistintamente de ambas formas.

Este medellinense era hijo del cartagenero Sebastián José Amador y de doña María Ignacia Fernández, familia de la que nacieron Martín, Adolfo, Virginia, Eulogio, y Carlos Coroliano. Si bien todos heredaron la moderada fortuna de sus padres, éste último tuvo la habilidad de acrecentarla y multiplicarla hasta convertirse “en una máquina de hacer plata”.

Don Carlos Coroliano Amador Fernández (Medellín 1835, Medellín 1919), hombre muy rico, se casó con la rica heredera doña Lorenza Uribe Lema (Medellín 1837, Medellín 1920), aunando las dos fortunas en una sola que ameritó ser tildada de fabulosa. Doña Lorenza murió un año después que su esposo, y un año antes que el adinerado matrimonio con el que tenían paralelo y rivalidad, el de los esposos Sierra Cadavid. Siendo la de los Amador Uribe una familia culta, de alto roce social, los Sierra Cadavid manejaban un perfil más bajo y no se sabe que entre ellos hubiera fraternidad; aunque tampoco se sabe, a decir verdad, que hubiera disgustos. Siendo adineradas ambas familias, simplemente pertenecían a mundos sociales diferentes; como decir que los Amador estuvieron muy enfocados en la minería, mientras los Sierra lo hicieron en la agricultura y la terratenencia. De don Pepe se dijo que: "Le era totalmente indiferente lo que no se relacionaba con los negocios. Letras, arte y ciencia le fueron desconocidas".

Apodado don Coro también “burro de oro”, fue fama entre el personal a su servicio que lo de burro no solo estaba ameritado por su riqueza, riqueza que le acarreaba el apodo, pero que no tenía nada que ver con la cultura de un hombre que en esos tiempos hizo carrera universitaria aunque no llegó a graduarse, que hablaba con fluidez dos o tres idiomas, y que era lector incansable de una amplia cultura general. La fortuna con que libraba sus pleitos jurídicos le hizo fama de no haber perdido ninguno y haber salido de todos con un acrecentamiento de su riqueza, siendo considerado un abogado empírico de grandes habilidades y conocimientos. Su olfato y habilidad para los negocios hacían creer que podría gastar dinero a manos llenas de manera inagotable, llegando a tener su propio banco, a emitir sus propios billetes, y a ser propietario de una casa en los Campos Elíseos de París, que ocupaba sólo en sus viajes. Nueve viajes hizo a Europa, uno de ellos con la familia en pleno incluidos los yernos y la servidumbre. No cualquiera puede darse ese lujo.

El matrimonio Amador Uribe tuvo seis hijas mujeres y un hombre, aquí enumerados de manera no cronológica:

1. Judith, casada con Gabriel Martínez Campuzano

2. Raquel, casada con Rafael Carrasquilla Fernández

3. José María, casado con Sofía Llano Echeverri, fallecido a los 25 años de edad.

        Hijos Amador Llano:

        Carlos Coriolano José María Jesús


Siempre oí decir que en este matrimonio no hubo hijos, pero en el portal de Dinero Club.net aparece un hijo reseñado como del matrimonio de José María. Siendo así, es el único nieto del matrimonio de don Coroliano que lleva el apellido Amador, ya que las demás hijas fueron mujeres, pero el hijo de José María falleció a los tres meses de nacido por causa de la misma enfermedad que mató a su padre.

4. Magdalena, casada con José Vicente Maldonado

5. Alicia, casada con Lisandro Posada Berrío
        Hijos Posada Amador:
        Margarita
        Javier
        Carlos

6. Eugenia, casada con César Piedrahita Villa

7. Carlina, casada con Mario Uribe Gaviria

        Hijos Uribe Amador:
        Eduardo 
        Estanislao  
        Inés  
        Jesús  
        Jorge  
        José María  
        Lorenza  
        Luis  
        Maruja  
        Raúl  

Se sabe de por lo menos un hijo extramatrimonial de don Coro de nombre Carlos Amador, tenido con una mujer del servicio, que fue carpintero en el barrio de Buenos Aires; y de un nieto suyo, hijo de éste, que con el mismo nombre y apellido del abuelo falleció en un accidente automovilístico sobre la calle Ayacucho del mismo barrio.

José María, el único hijo varón, murió muy joven. Como regalo de bodas su padre le construyó una lujosa casa en la Avenida La Playa con la carrera Caldas o La Unión, que desapareció con el ensanche de lo que se convirtió en Avenida Oriental, y estaba situada contigua a otra casa lujosa que también desapareció para construir en ese terreno lo que hoy es el edificio Vicente Uribe Rendón. La casa de José María fue posteriormente adquirida por el Arzobispo Manuel José Cayzedo, y convertida por muchos años en Palacio Arzobispal de Medellín.

La fabulosa fortuna de don Coroliano también se fragmentó entre numerosos herederos.

Mario Uribe Gaviria era sobrino de Pascasio Uribe Ochoa (hay una vía de Medellín que lleva su nombre), y por lo tanto pariente lejano de su esposa Carlina Amador Uribe. Fueron padres de Raúl Uribe Amador, quien construyó un edificio en la calle Caracas (54) con la carrera Sucre (48), denominado Edificio Ruamador, que todavía existe.

Alicia Amador Uribe y Lisandro Posada Berrío fueron padres de Margarita, Javier, y Carlos Posada Amador. Margarita se casó con Ignacio Vieira Jaramillo, y fueron propietarios por herencia de parte de doña Lorenza Uribe Lema de Amador de lo que en el barrio La América se conoce como Belencito y Santa Mónica, donde está ubicado el convento de la Santa Madre Laura Montoya. Un hijo de Ignacio y Margarita, Édgar Vieira Posada, escribió un libro a manera de bitácora familiar titulado “Recuerdos generacionales de los Posada Amador y Vieira Jaramillo”. Su tío Carlos, nieto de don Coroliano, fue un compositor y pedagogo musical reconocido.

El compositor Carlos Posada Amador, hijo de Alicia Amador Uribe y de Lisandro Posada Berrío, quien emigró de Colombia a México y durante más de cincuenta años no quiso regresar a nuestro país, allí murió. Su salud física y mental eran precarias.

Exilio voluntario”, Tráiler o corto fragmento del documental de Interdis de la Universidad Nacional de Medellín, presentado por la investigadora musical Galina Likosova, acerca del compositor Carlos Posada Amador:


En la playa de Sanlúcar”, obra de Carlos Posada Amador, interpretada por la soprano Sonia Alejandra Mesa Montoya:


Don Carlos Posada Amador fue un hombre infortunado. Todo parece indicar que quedó muy mal casado, con una mujer que lo mandó a golpear, y de ese episodio salió con la mandíbula fracturada. Eso es toda una tragedia. Una mujer que le pegue al marido, es una desgracia; pero una que mande matones para que lo golpeen, es una tragedia.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)