domingo, 24 de marzo de 2019

263- De Caldas a Caldas, pasando por Caldas

Un par de sabios comprometidos no sólo con sus estudios científicos sino con la lucha por la independencia estuvieron refugiados entre nosotros, aprovechando que las montañas de Antioquia formaban una barrera poco propicia para la lucha armada a campo abierto, tal como se presentaba en otras partes del país. Antioquia era, por así decirlo, como una especie de refugio en donde para alcanzar a sus perseguidos político-militares los soldados tendrían que adentrarse primero por los agrestes caminos de nuestra geografía. Uno de esos perseguidos fue un ilustre sacerdote de cuyos conocimientos científicos poco se sabía por estos lados, aunque su lucha patriótica sí era conocida y reconocida, que ejerció como párroco en la iglesia de Nuestra Señora de Belén. Su nombre es recordado por el nombre de una calle, el de una farmacia, y el de la institución educativa “Juan María Céspedes”. 

Hubo otro patriota de más renombre a quien nuestras tierras dieron cobijo, y por estos lados hizo méritos para que durante la reconquista española el pacificador Pablo Morillo le pasara cuenta de cobro.

FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS 
Y TENORIO, EL SABIO

De este prócer colombiano dice Wikipedia que: 

“Nació en Popayán en octubre 4 de 1768, y murió en Santafé (de Bogotá) el 29 de octubre de 1816. Fue un científico, ingeniero militar, geógrafo, botánico, astrónomo, naturalista, y periodista neogranadino, prócer de la independencia del país. Por su erudición y vastos conocimientos en tantas disciplinas fue conocido entre sus contemporáneos como El Sabio, epíteto con el cual pasó a la historia de Colombia”.

Espero que los puristas me perdonen la precisión bogotana para que Santafé no se confunda con los varios que hay regados por América Latina y el mundo; o los dos o tres que hay en Colombia como Santafé de Ralito en Córdoba y Santafé de Antioquia.

Caldas de los Reyes es una pequeña población de Pontevedra en Galicia, España, que tiene sólo 10.000 habitantes que viven a una altura de 25 metros sobre el nivel del mar. Allí vivió una noble familia, “noble pero pobre; lo que equivale a decir pobre pero honrada”, perteneciente al escalón más bajo de la nobleza española; o sea que venían a ser cola de león en un mundo en el que muchos preferían ser cabeza de ratón. Un lejano antepasado militar, que recibió reconocimiento nobiliario real por haber ganado alguna batalla contra los moros, agregó a sus apellidos el “de Caldas” y es el remoto origen de esta familia con descendientes que transpusieron el océano y vinieron a parar a los lados de Popayán; donde siguieron siendo distinguidos, pero pobres. De ellos desciende don Francisco José de Caldas y Tenorio que acababa de cumplir 48 años cuando fue fusilado por orden de Pablo “El Pacificador” Morillo, y cuyo padre había sido Regidor, Procurador, Alcalde, y Juez en Popayán, cargos que sin dejar de ser pobre lo convirtieron en una persona distinguida en nuestro medio. Aunque se graduó en Filosofía y en Derecho, carreras que nunca ejerció; el Sabio Caldas fue autodidacta en astronomía, meteorología, botánica, y cartografía, las carreras que sí le gustó ejercer; fue miembro de la Expedición Botánica del gaditano sabio José Celestino Mutis; catedrático de Derecho como escampadero de corto tiempo en el Colegio-Seminario de Popayán; y mercader ocasional, sin mucho éxito. Casó con su prima en tercer grado María Manuela Barona Barona, con quien procreó a Liborio, Ignacia, Juliana, y Ana María, de los cuales dos murieron tempranamente y dos sobrevivieron. A Caldas se le considera precursor tanto de la ingeniería colombiana como de la ingeniería militar en nuestro país, ingeniería ésta que está enfocada a las instalaciones de alojamiento y defensa, apertura de carreteras e instalación de puentes, logística de intendencia, y fabricación de armas y pertrechos; aparte la elaboración de mapas y croquis de uso en la inteligencia militar, labor que desempeñó con éxito gracias a su condición de extraordinario dibujante.

El Rey Alfonso XIII de España reconoció a comienzos de 1925 que la muerte de Caldas había sido un infortunado y vergonzoso error de Morillo, y pidió perdones al erigir en su homenaje una placa escultórica de bajo relieve que está incrustada en la entrada de la Biblioteca Nacional de Madrid con la leyenda:

“Perpetuo desagravio de la Madre España a la memoria del inmortal neogranadino Francisco José de Caldas, fusilado el 29 de octubre de 1816. En el 118 aniversario de su muerte”. 



Dijo don Marcelino Menéndez Pelayo que Caldas:

“…Fue una víctima nunca bastante deplorada de la ignorante ferocidad de un soldado a quien en mala hora confió España la empresa de la pacificación de sus provincias ultramarinas".      

Al momento de dar la orden de fusilamiento, Morillo había dicho que “España no necesita sabios”; y al momento de salir para la Plaza de San Francisco (hoy Santander), donde fue fusilado, Caldas dejó pintada de color negro en la celda una letra O ovalada y cruzada por una raya en diagonal.


Se ha dicho que ese símbolo jeroglífico equivalió a sus últimas palabras: “¡Oh larga y negra partida!”.

Fue un hombre que recibió el apoyo de los amigos que reconocieron su genio desde temprano, y entre ellos actuaron como mecenas el comerciante payanés radicado en Cartagena don José Ignacio de Pombo Ante, tío abuelo del poeta Rafael, y su esposa cartagenera doña María Josefa Amador Rodríguez, tía abuela del magnate paisa de finales del siglo XIX don Carlos Coroliano Amador Fernández; así como su también amigo Santiago Arroyo, con quien cruzó una nutrida e interesante correspondencia que permite develar al sabio prócer ante las generaciones posteriores. Su testamento económico no escrito se puede resumir en una frase: “Pobre, pero honrado”.

DE CALDAS A CALDAS, PASANDO POR CALDAS

Aparte el original poblado español de Caldas, otros lugares llevan el nombre de Caldas en la misma España, en Portugal, y en Brasil. En Colombia hay un departamento de Caldas y dos municipios con ese nombre, uno en Antioquia y otro en Boyacá. En el departamento del Cauca hubo uno en 1874, que desapareció desmembrado para dar lugar a municipios con otros nombres.

Había en Medellín una carrera denominada Unión, en cuya esquina con la Avenida La Playa quedaba la casa que don Carlos Coroliano Amador construyó como regalo de bodas para su hijo José María. Esta casa, adquirida por el Arzobispo Manuel José Cayzedo y convertida en Palacio Arzobispal, se la llevó el ensanche que dio lugar a la vía que todo el mundo conoce como Avenida Oriental pero cuyo nombre oficial es el de Avenida Jorge Eliécer Gaitán. La casona contigua a la del Palacio Arzobispal fue convertida en Biblioteca Santander de Medellín, antecesora de la Biblioteca Pública Piloto, y después fue demolida para construir el edificio Vicente Uribe Rendón del Banco Comercial Antioqueño, que quedó haciendo esquina en esa avenida.

La carrera Unión desapareció, pero no así una pequeña carrera de solamente media cuadra de recorrido en el costado occidental de la Avenida Oriental, entre la calle Colombia y la Avenida La Playa, que preside un busto de Jorge Eliécer Gaitán pero lleva el nombre de… ¡Caldas! Muy pocos hay que todavía le digan Caldas a ese pequeño tramo de vía convertido prácticamente en un antejardín de las edificaciones de su costado.

En algún momento hubo en el país un departamento denominado popularmente como El Gran Caldas, porque lo componían tres departamentos de la actualidad que son Quindío, Risaralda, y el propiamente denominado Caldas que lleva este nombre como homenaje al prócer “fusiladamente” desaparecido.

Para ir a este departamento, saliendo de la pequeña plazoletica Caldas que mencionamos, hay que pasar por el municipio antioqueño de Caldas en el sur del Valle de Aburrá. Dos monumentos se erigen en el parque principal de esta población: La escultura del General Francisco de Paula Santander, en un costado; y el busto del poeta caldense Carlos Edmundo Mejía Ángel, Ciro Mendía, en el otro. ¿Y de Francisco José de Caldas, prócer y mártir de la Guerra de Independencia? Ninguno.

FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS EN ANTIOQUIA

El gobernante don Juan del Corral recibió en esta región al Teniente Coronel Francisco José de Caldas que venía a refugiarse por haber salido derrotado en un conflicto entre centralistas y federalistas que peleaban cuando no había llegado todavía la Independencia definitiva a nuestro país. El no ejerciente abogado, convertido en ingeniero activo, en 1813 fue encargado por Del Corral de montar una industria fabricante de armas y pertrechos para las fuerzas patriotas, y de allí resultó que fuera Rionegro el lugar donde nacieron la actual Escuela y el Batallón de Ingenieros del Ejército Nacional. En el oriente antioqueño había minas de nitro, el material que se utiliza para fabricar la pólvora, y Caldas montó en las afueras de la ciudad, en lo que actualmente es el barrio Las Estancias de la Comuna de Buenos Aires, un molino industrial para convertir los terrones en polvo y extraerles el material explosivo. Esa pesada maquinaria fue luego vendida a unos procesadores de harina de trigo y de maíz que montaron en el mismo lugar la empresa denominada Harinera Caldas, donde también molían granos de cacao para hacer las bolitas que en los hogares convertían luego en chocolate, la deliciosa bebida de mesa que era muy apreciada. Don Coroliano les prestó un dinero para el montaje, respaldado por hipoteca, pero luego ellos no fueron capaces de responder ni por el capital ni por los intereses, por lo que don Coroliano resultó convertido en dueño de la empresa harinera. En el lugar donde este molino estaba situado se levanta en la actualidad un barriecito de solamente dos manzanas de casas que se llama El Molino, y este era el nombre que en principio iba a llevar la estación del tranvía construida por el Metro de Medellín en el barrio Alejandro Echavarría Misas, quebrada de por medio. La estación terminó llevando el nombre de este industrial fundador de la fábrica de textiles Coltejer, la empresa que en su homenaje construyó allí un barrio para sus empleados; y el barriecito al otro lado se llama simplemente El Molino. Del nombre de Caldas ya no quedan allí vestigios.

Del paso del abogado diplomado e ingeniero empírico Francisco José de Caldas por el barrio Buenos Aires informa el Sr. Iván Felipe Suárez Lozano en trabajo de tesis como historiador patrocinado por la Fundación Caldas y publicado en la Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural Apuntes vol.26 no.1 Bogotá, en junio de 2013, que:

“El 10 diciembre de 1813, don Juan del Corral estableció el plan y nuevo arreglo general de la fuerza armada permanente para la República de Antioquia, que creaba el Cuerpo de Ingenieros Militares y la Maestranza de Artillería, y nombraba a Caldas como Ingeniero General del Estado (Riaño, 1994, p. 150)3. De esta manera, quedaron bajo su dirección las actividades de la Maestranza de Artillería4, donde no solo se fabricó el armamento para el ejército, sino que también se construyeron las máquinas de acuñación para la Casa de Moneda que Juan del Corral ordenó abrir en Medellín (Relación que hace, 1814, folio 409v). Comienza así una serie de proyectos que tendrían amplia difusión en la Gazeta Ministerial de la República de Antioquia, periódico creado en septiembre de 1814 cuando la provincia contaba con una imprenta propia… El descubrimiento de nitros cerca a Medellín animó al presidente Juan del Corral a construir los "edificios necesarios para la nitrería, molino, y elaboración de la pólvora [sic], en dos sitios diferentes de los contornos de Medellín, por elección y dirección del mismo Coronel Caldas" (Relación que hace, 1814, folio 401v). El molino de incorporación de la fábrica de pólvora, donde el payanés incluyó piezas diseñadas por él mismo para mejorar su funcionamiento, se terminó en febrero de 1815 y su informe técnico se publicó en la Gazeta Ministerial de la República de Antioquia (Oficio del ingeniero, 1815, p. 112), al igual que aquel correspondiente al diseño de un taladro para la fabricación de fusiles en agosto del mismo año (Oficio del ingeniero, 1815, pp. 103-104)”.

MEMORIAS CIENTÍFICAS RECUPERADAS

Como es apenas lógico para esos días, los documentos de Indias eran remitidos a España y allí guardados, o refundidos, en voluminosos archivos que recibían muchos papeles de todas partes. Perdidos en esa maraña estaban los innumerables dibujos, descubrimientos, y descripciones producidos por el Sabio Caldas que tuvo cercana relación con el Barón Alexander von Humbolt, con Aimé Bonpland, con José Celestino Mutis, y con Francisco Antonio Zea; para mencionar sólo los que compartían con él intereses científicos y no meternos con los relacionados políticos y los compañeros en la lucha por la Independencia. Esos legajos han sido encontrados y hay historiadores y estudiosos multidisciplinarios tanto en España como en Colombia y Ecuador que los están sacando a la luz, escribiendo libros y ensayos, y montando exposiciones en museos fijos e itinerantes.  De eso me entero porque desperté a las 2 y 30 de la madrugada y me encontré en el canal Tele Medellín con un programa del Parque Explora en el que el historiador español Xavier Ballbé Mallol explicaba a la audiencia esta tarea, proyectando en el videobeam mapas, gráficos, escritos, dibujos, fotografías, y otros documentos, programa que se emitió bajo el título de “Caldas en España, memorias científicas recuperadas”.


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)






domingo, 3 de marzo de 2019

262. Leonia Muñoz Puerta, melómana y coleccionista empedernida, que en paz descanse

Según conversación con el Sr. Honorio Rúa Betancur de Medellín:

“Cansados de que nos corrieran del salón del Club Unión donde nos reuníamos para hablar de música en Junín entre la Av. La Playa y Maracaibo al comenzar el año 2007, porque según los meseros ya iba a llegar la hora del almuerzo y necesitaban arreglar las mesas para los comensales; Jairo Gómez Botero y yo nos trasladamos al Salón Málaga, donde don Gustavo y don César Arteaga nos dieron acogida”.

A poco se les unieron otros melómanos desplazados del Unión, entre los que se encontraba la coleccionista itagüiseña Leonia Muñoz Puerta.

Leonia, nacida el 4 de octubre del año 1959, se aprestaba para celebrar en este año de 2019 los 60 años de edad; pero no será posible, porque unas puñaladas propinadas en su casa dieron al traste con su vida. Las autoridades apenas inician las investigaciones barajando posibilidades que incluyen, entre otras, la hipótesis de un atraco delicuencial. Todavía no hay respuestas.

Desde muy joven yo me inicié en el coleccionismo”, me dijo algún día, “pero luego un novio que tuve hizo un importante acopio a mi colección”. Hablas de novio, Leonia, o sea que no te casaste con él. “Con él no, porque me había hecho el propósito de no abandonar a mi mamá”. Pero sí se casó con un señor de apellido Gutiérrez; “de quien se separó”, según alcancé a escuchar de una vecina en algún momento entre el Evangelio y la Elevación, durante la misa fúnebre en una iglesia cuyos escaños estaban ocupados de bote en bote por multitud de parientes, vecinos, amigos, y relacionados, menos uno que viajó desde el municipio de San Pedro de los Milagros “a darle el último adiós a mi amiga y compañera de aguardientes y música en noches interminables” pero no alcanzó a llegar a la misa. Me lo encontré descendiendo del Metro y dirigiéndose al cementerio de Jardines Montesacro a esperar la llegada del féretro. Tuvo una hija, Carmen Muñoz, que vive en los Estados Unidos con su pequeño hijo de unos diez años, quien la acompañaba en los primeros asientos, rodeados de la gran cantidad de tíos y tías y primos maternos que allí se encontraban. “Es su única hija, y el niño es su único nieto”, dijo alguien a mi alrededor.

Su nonagenaria madre, que tiene la salud muy deteriorada, quedó en casa al cuidado de otra hija, y en los últimos dos años la asistencia de Leonia a la tertulia se había hecho intermitente, cuando las obligaciones familiares se lo permitían. Por inesperada y paradójica que pueda parecer la situación, en medio de precarias condiciones de salud, su madre le sobrevive. “Quién sabe si le habrán dicho lo de la trágica muerte de la hija. Su corazón ya no está para recibir noticias de esas”, dijo otra vecina entre el Padrenuestro y la Comunión.

Me dijo Leonia que:

“Después acrecenté mi ampliada colección con otras, como la de discos Anzonia de Guatemala, y otra inmensa cantidad de discos y documentos raros obtenidos en diversas partes y de muchas personas. Es incalculable la cantidad de dinero que he invertido en darme este gusto que tiene invadida mi casa por completo”.



“En la pausa para almorzar, durante el 2º Encuentro de Melómanos Amigos del Salón Málaga, aparecen Virgilio Pineda y Leonia Muñoz en primer plano; con Ismael Porto Herrera y Guillermo Villa Correa, a sus espaldas; y, al fondo, Honorio Rúa Betancur. Imagen tomada de Internet. Fotografía tomada por Alfanoticias”.

De esta tarea da cuenta en entrevista que concedió al periodista Otoniel Parra Arias de Alfanoticias:


Dijo ella que:

“La Alcaldía ofreció comprarme la colección de discos y documentos, y demás elementos, pero yo me negué. ¿Cómo voy a venderla, si esta colección es mi vida? Yo, sin mi música, me muero”.

Me proponía visitarla en su casa para hacerle una entrevista, pero por dificultades del camarógrafo que me iba a acompañar no fue posible, así ella hubiera manifestado que “Allí los recibiré con los brazos abiertos”.

La que sí pudo hacerle una visita y registrarla con su cámara fue la profesional en el área de Nuevos Medios y Producción de Audiovisuales Alba Jaramillo Gaviria, hija de los coleccionistas Jaime Jaramillo Suárez y Luz Marina Gaviria que son integrantes de la tertulia; quién, como parte de su carrera en los Estados Unidos, elaboró con entrevistas a varios coleccionistas en el año 2015 un trabajo denominado “Proyecto para una colección”. Es un video de quince minutos de duración en el que entre otros aparecen los señores Cristóbal Díaz Ayala, Felino Izquierdo, y Oscar Peláez Jaramillo. Pero, además, aparecen entrevistados los fallecidos melómanos y coleccionistas Dr. Héctor Ramírez Bedoya de la Corporación Club Sonora Matancera de Antioquia, el Dr. Luciano Londoño López de la Academia Porteña del Lunfardo, y la ahora también fallecida Leonia Muñoz Puerta que puede verse entre el minuto 3:40 y el minuto 5:30 de este video, entre el minuto 9:19 y el minuto 10:00, y entre el minuto 10:45 y el minuto 11:00, dando testimonio sobre cómo fue conformando su colección.


Nacida y criada en el barrio San Francisco de Itagüí, se había convertido en líder cívica de su comunidad. Pregunté a una vecina de escaño en la iglesia porqué había tantas damas vestidas con una camiseta verde, y me dijo que eran pertenecientes al grupo de gimnasia aeróbica al que Leonia asistía, y que “ella nos va a dejar un gran vacío porque era una mujer alegre y emprendedora. Era la que nos animaba los paseos”. Al finalizar la misa de cuerpo presente una compañera de luchas de la Acción Comunal del Barrio tomó la vocería para leer un sentido y poético homenaje escrito a muchas manos, y un representante del Concejo Municipal leyó la resolución con decreto de honores en su memoria y condolencias a sus familiares que fue entregado en nota de estilo a su hija Carmen Muñoz. “Es que en la sesión de esta mañana en el Concejo se hizo un minuto de silencio para homenajearla como líder cívica destacada de la comunidad”, oí que dijo otra de las vecinas.

Paz en la tumba de Leonia, que deja en estado de duelo a los melómanos y coleccionistas de Medellín, y muy particularmente a los integrantes de la Tertulia de Melómanos Amigos del Salón Málaga, tertulia que ella enriqueció con sus aportes y su presencia desde sus inicios hasta cuatro días antes de morir.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)