lunes, 28 de abril de 2014

48 Viacrucis de Vidal -del Ciego al Patojo-

AL PATOJO LO QUE ES DEL PATOJO, 
Y AL CIEGO LO QUE ES DEL CIEGO

Por los días de mi niñez paisa la Semana Santa era una costumbre religiosa de mucho respeto, y durante los tres días santos de jueves, viernes, y sábado, las emisoras solamente programaban música sacra y en las casas no se oía música profana. Tal circunstancia hizo que no le tomáramos amor a las músicas de Bach, Haendel, y los cantos gregorianos, que asociábamos con la asistencia forzada a las ceremonias religiosas y con la abstinencia forzada de las músicas profanas.

Durante la Semana Santa del año 2014 llamó mi atención una procesión estilo siglo XXI que pasó frente a mi casa el viernes santo. Las tradicionales Estaciones del Viacrucis de Vidal fueron reemplazadas por la voz de Alberto Cortez con la canción de Violeta Parra “Gracias a la vida” (…que me ha dado tanto, me dio dos luceros que, cuando los abro, perfecto distingo el negro del blanco…) que salía del sistema de perifoneo de una carroza en movimiento. Me sorprendió lo profano de este canto en un momento de recogimiento que siempre tuve asociado con los padecimientos del Divino Salvador. A continuación la voz del sacerdote salió por el megáfono instando a la feligresía a tener caridad con el prójimo, solidaridad; y la voz y el tono del mensaje no eran de sermón o prédica semanasantera, sino de discurso veintijuliero. Me sorprendió lo inusualmente profano de este sermón, así no ignore que en los sermones de las Siete Palabras los predicadores siempre intercalaron mensajes políticos apropiados para los distintos momentos que ha vivido el país, incluidas las distintas etapas de la violencia.

Hace poco empecé a usar sombrero para compensar la pérdida del cabello que ponía distancia entre la capa de ozono y mi cuero cabelludo. Un domingo entré a la iglesia y me senté al pie de la III estación (Jesús cae por primera vez) en donde vi un clavo en la pared. Se me hizo fácil colgar mi sombrero del clavo mientras pasaba la celebración de la misa. Una acuciosa dama del séquito de ayudantes del párroco se acercó y me pidió que retirara el sombrero de la pared porque “Ya parece una estación del Viacrucis”. Tiene razón la señora, supongo, pero yo pensé que “empieza Cristo a padecer” por cuenta del sombrero porque “¿Qué hago con esto, dónde lo pongo, dónde lo acuesto?”. Me propongo no caer por segunda vez en boca de las ayudantes del párroco.

El rezo de las estaciones es una invitación a los fieles a reflexionar en los sufrimientos de Jesús antes de morir clavado en la Cruz, y consiste en catorce pasos a los que se agrega un decimoquinto paso con la resurrección del Señor, pero me temo que los fieles acogidos a esta devoción cada vez son menos, y el promedio de edad es proporcional a la disminución de la capa de ozono. No veo rezando estas oraciones a muchachas de minifalda, bluyines descaderados, y camándula perdida por entre los pliegues del escote; ni a muchachos de piercing en la nariz, peinado punk, y tatuaje en el hombro. No los veo.

1ª ESTACIÓN: JESÚS ES SENTENCIADO A MUERTE
2ª ESTACIÓN: JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ
3ª ESTACIÓN: JESÚS CAE, POR PRIMERA VEZ, BAJO EL PESO DE LA CRUZ
4ª ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
5ª ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA AL SEÑOR A LLEVAR LA CRUZ
6ª ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DEL SEÑOR
7ª ESTACIÓN: JESÚS CAE, POR SEGUNDA VEZ, EN EL CAMINO DE LA CRUZ
8ª ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN
9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE, POR TERCERA VEZ
10ª ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
11ª ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
12ª ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
13ª ESTACIÓN: JESÚS EN BRAZOS DE SU MADRE
14ª ESTACIÓN: EL CADÁVER DE JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO

Aún resuena en mis oídos la melodía del Stabat Mater que se cantaba a mediados del siglo XX en las procesiones de Sábado Santo en la iglesia del barrio Buenos Aires. La primera de las diez estrofas, junto con una traducción al castellano adaptada, es la siguiente:

https://www.youtube.com/watch?v=2IRfArKlcZ8&list=RDkTi5EX79Yu8&index=4

Stabat Mater Dolorosa
iuxta crucem lacrimosa,

dum pendebat filius.

Cuius animam gementem,
contristatam et dolentem,

pertransivit gladius.

De pie la Madre Dolorosa,
junto a la Cruz y llorosa,

mientras pendía el Hijo;

cuya ánima gimiente,
contristada, y doliente,


atravesó la espada.

El original canto gregoriano data del siglo XIII y es atribuido al Papa Inocencio III y al monje Jacopone da Todi. La letra en latín tiene rima y compás de tres tiempos, según me dijo el musicólogo Rodolfo Pérez González. 

El tema de los sufrimientos de Jesús cargado con la Cruz por la vía que lo lleva al monte Calvario donde será crucificado, y los sufrimientos de su Santísima Madre al verlo sufrir tan crueles torturas, ha sido inspiración de muchos, muchísimos compositores. El Stabat Mater (Stabat mater dolorosa yuxta crucem lacrimosa, dum pendebat filius...) ha tenido versiones de más de 200 compositores entre los que están: 

Giovanni Pierluigi da Palestrina, Joseph Haydn, Alessandro Scarlatti, Domenico Scarlatti, Antonio Vivaldi, Giacomo Meyerbeer, Franz Liszt, Antonin Dvorâk, Giuseppe Verdi, Karol Szymanowski, Francis Poulenc, Josef Rheinberger, Krzysztof Penderecki, Salvador Brotons, Arvo Pärt, Pilar Jurado, Karl Jenkins, y otros.

Los españoles José Lorente en la letra y José Serrano en la música se inspiraron para componer la zarzuela "La Dolorosa" o "La vía dolorosa", de la que es muy conocida el aria "La roca fría del Calvario" (...triste camina, /camina /llorosa, /la Madre Dolorosa /del Redentor...) que aquí escuchamos en versión del tenor canario Alfredo Kraus:

https://www.youtube.com/watch?v=rBdDbH5jOxw

El poeta León Zafir se inspiró en los sufrimientos de Cristo Crucificado para escribir el poema “Hacia el Calvario” (Señor, mientras tus plantas nazarenas suben hacia la cumbre del Calvario...) en el que hace una metáfora o comparación con sus propios sufrimientos por haber quedado huérfano de madre desde que estaba niño, y el maestro Carlos Vieco Ortiz le puso música a esos versos que han llegado hasta nosotros con el reconocimiento pleno hacia sus dos autores. Muchas versiones ha tenido ese pasillo, y particularmente exitosa fue la que grabó el tenor mexicano Alfonso Ortiz Tirado en 1948 cuando estuvo en Medellín y se hizo amigo de Vieco, Zafir, Tartarín Moreira, Manuel Mejía Vallejo, y otros personajes del ambiente artístico de la ciudad. Un homenaje le fue rendido en el Club Unión, y en 1951 volvió a visitarnos y atendió gentilmente la invitación de un amigo para participar en el bazar parroquial y fiestas de inauguración de la iglesia de la parroquia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en el sector del barrio Buenos Aires, hecho que cambió el nombre de barrio Camilo Quijano, que tenía hasta entonces, por el de barrio La Milagrosa con que se conoce. Hay testimonios de que en esa oportunidad el médico cantor recetó gratis a algunas ancianas enfermas que le expusieron sus dolencias, y el Dr. Luciano Londoño López se lamentaba por no haber conservado la fórmula escrita de puño y letra del Dr. Ortiz Tirado con prescripciones farmacéuticas para su abuela.

La letra del tradicional canto de las Estaciones del Viacrucis de Vidal es un poema desgarrador, inspirado por el dolor de la Santísima Madre al ver los sufrimientos de su hijo Jesús, cargando con la Cruz hacia el monte Calvario, donde fue crucificado. Es de impecable factura poética correspondiente a los tiempos en que imperaba el romanticismo, y está cargada de metáforas que hablan de “la palma”, por ejemplo, para referirse al martirio; con ese símbolo que se idearon los pintores para representar la pérdida violenta de la vida por causa de la fe religiosa. Hay quien dice que esta obra es una adaptación del Stabat Mater de Pergolesi, y la letra es del jesuita español Ramón García traída a Medellín por su paisano el también jesuita padre Tomás Villarraga.


Stabat Mater de Francisco Vidal, por Jaime Santamaría Vasco al órgano y su compañía de óperas, zarzuelas, y operetas:
http://www.youtube.com/watch?v=35uazt3pTZI

Stabat Mater de Francisco Vidal, por Octavio Giraldo Baena al órgano y el tenor Nicolás Henao en la catedral de Medellín:
http://www.youtube.com/watch?v=XnXq2o6uNjY

Para responder a la pregunta de quién fue Vidal, primero hay que saber que Vidal es el apellido de una familia de músicos payaneses que se inicia con el abuelo, Bernabé; se prolonga en sus hijos Francisco José, Pedro José, y José María Vidal Balcázar; y sigue con su nieto Gonzalo Vidal Pacheco. Dice Luis Latorre Mendoza que Gonzalo era apodado “El ciego”, por razones que saltan a la vista; que a Pedro José siempre le dijeron “Don Pedro”; y que a Francisco José le decían sólo “Francisco”, cuando no “El patojo” que era el apodo que le tenían para sacarle en cara su cojera. No era que le faltaran al respeto, sino que simplemente con él eran más confianzudos. Menos José María, que se quedó en la Popayán natal, los otros tres se vinieron a vivir a Medellín donde fueron músicos reconocidos. Son muchas las composiciones de Gonzalo, que murió en Bogotá ciego y pobre, acogido a la generosidad de una hija suya, porque el producido de su música no fue suficiente para permitirle un buen vivir, hasta sus últimos días; y un buen morir, sin angustias económicas. Dentro de las muchísimas obras suyas, que incluyen polkas, valses, pasillos, mazurcas, y otras, está nada menos que la música del Himno Antioqueño (Oh, Libertad, que perfumas las montañas de mi tierra…) que fue la música que él le puso al poema “Canto del Antioqueño” de Epifanio Mejía y que los paisas cantamos en las ceremonias con el corazón en la mano y el alma enardecida, después de cantar el Himno Nacional de la República de Colombia (Oh, Gloria inmarcesible; oh, júbilo inmortal); y están las Estaciones del Viacrucis que no faltaban en las procesiones de semana santa durante casi todo el siglo XX. 

Procesión de Semana Santa, con el canto de las Estaciones del Viacrucis de Gonzalo “El ciego” Vidal:

http://www.youtube.com/watch?v=Muc4gF2pVE8

Gonzalo “El ciego” Vidal, que murió en Bogotá pero se consideraba tan caucano de nacimiento como antioqueño por adopción; fue un mamagallista de fino humor, autor de la obra “Chispazos y bagatelas”,  que solía esgrimir como carta de presentación esta décima:

Bendigo al Sumo Hacedor 
que quiso hacerme cristiano, 
músico, godo, caucano, 
antioqueño, y entrador. 
¿Podrá haber dicha mayor 
que la de ser uno así? 
Delicioso es, para mí, 
pasar la vida cantando, 
componiendo, y enseñando: 
do, re, mi, fa, sol, la, sí”.

Y para dar al Ciego lo que es del Ciego, y al Patojo lo que es del Patojo, repitamos que las Estaciones del Viacrucis paisa tenían música de Gonzalo Vidal y letra del jesuita español Ramón García; y que el Stabat Mater paisa tenía letra en latín del Papa Inocencio III junto con el monje Jacopone da Todi, y música de Francisco Vidal. Son dos Vidales distintos que hicieron música para las semanas santas paisas de la primera mitad del siglo XX.

ACLARACIÓN INTRODUCIDA EN ABRIL 16 DE 2022

(A la luz de nuevas informaciones, es pertinente introducir esta aclaración para los lectores)
Acerca de las Estaciones del Viacrucis de Gonzalo Vidal he recibido de parte del Sr. Dabick un comentario en el blog, que paso a compartir con los lectores).

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dabick ha comentado "48 Viacrucis de Vidal -del Ciego al Patojo-"

En su libro "Buenos Aires, portón de Medellín", usted afirma que el llamado "Viacrucis de Vidal" es autoría de Francisco. En este blog, que es posterior, dice que la autoría es de Gonzalo. Supongo que, por posición cronológica, el blog es el correcto, ¿o no?
-

Sr. Dabick:

Gracias por su importante comentario que me ha llevado a mirar con detenimiento el tema, con un grave problema para mí y es que el maestro Rodolfo Pérez González, que era mi asesor de cabecera, y por quien introduje la nota sobre el Viacrucis en el libro “Buenos Aires, portón de Medellín”, ya falleció. Lamentablemente, no contamos con él para aclarar las cosas.

(…)

(Fragmento del libro Buenos Aires, Portón de Medellín):

[…A los lados siguen colgados los cuadros con las catorce estaciones para el Viacrucis que se hacía en todo tiempo, pero especialmente por las solemnidades de Semana Santa, con aquellos versos y música del maestro Francisco “El Patojo” Vidal, payanés radicado entre nosotros, atribuidos erróneamente a su sobrino Gonzalo “El Ciego” Vidal (1) :

Por mí, Señor, inclinas /el cuello a la sentencia; /que a tanto la clemencia /pudo llegar de Dios. /Oye el pregón, oh Madre, llevado por el viento. /Y, al doloroso acento ven, de El Amado en pos...]

(1) Tertulia de la Barra del Apagón. Comentario del maestro Rodolfo Pérez González

(…Fin del fragmento)

De las conversaciones con él en el taller del pintor Ramón Vásquez, cuando yo escribía los primeros borradores del libro, surgió ese comentario que puede tener una de dos explicaciones:

a) El maestro Rodolfo tuvo un lapsus de memoria o confusión entre el Stabat Mater y el Viacrucis, lo que considero improbable.

b) O, yo entendí mal el comentario del maestro Rodolfo y lo transcribí mal en mi libro; y esto es más probable.

No tengo forma de dilucidar con él las cosas, pero llego a la conclusión que lo que yo escribí en el libro de Buenos Aires es un error, puesto que lo de las Estaciones del Viacrucis sí es de Gonzalo Vidal, y lo que es de su tío Francisco viene a ser el Stabat Mater. Eso es lo que creo entender en este momento, sin que mi opinión constituya la última palabra por aquello de que “doctores hay que saben responderlo”. Dejaría esa última palabra en boca de los estudiosos que tienen acceso a documentos y conocimiento para hurgar en ellos.

Sin embargo, encuentro interesante un comentario que hay en Internet y aquí transcribo:

[-
https://www.youtube.com/watch?v=lZxPktUP2Ig
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wwwyologo

Este conjunto de bellísimas estrofas que acompañan cada una de las estaciones del viacrucis, fueron escritos por el sacerdote español Ramón García, sacerdote Jesuita, y musicalizados por el maestro colombiano Gonzalo Vidal. Se popularizaron en Colombia gracias al padre Tomás Villarraga que imprimió en este país la famosa Áncora de Salvación del P. José Marh. Aunque este conjunto es conocido como Viacrucis de Vidal -quien también musicalizó el himno de Antioquia, obra del poeta Epifanio Mejía-, este sólo musicalizó las estrofas que ya eran conocidas principalmente en Antioquia. Fue el hijo de Don Gonzalo Vidal quien acompañó las grabaciones de este viacrucis que se realizaron en la Iglesia San José en la ciudad de Medellín. Y, aunque solo se grabaron la primera y la decimocuarta estación, el disco también incluyó otros temas religiosos musicalizados por Vidal como el Stabat Mater escrito por el franciscano Jacopone de Todi, Solo en Jesús y el Himno a la Soledad o ¡Ven acá, pecador!
-]

Confío en no caer en el error de estarnos copiando los unos a los otros, y que la información consignada por “Yologo” sea obtenida de otras fuentes, en cuyo caso el suyo pasaría a ser un párrafo esclarecedor.

¿Qué puedo decir en este momento? Que lo dicho en mi libro está errado, y que en verdad la música de las Estaciones del Viacrucis que cantamos es de la autoría de Gonzalo “El Ciego” Vidal, con letra del jesuita español Ramón García. Tendré que tener en cuenta esto en caso de alguna reimpresión de mi libro, y en honor a la verdad debo insertar estas aclaraciones en el artículo del blog.

Agradezco su inquietud, que es muy válida y amerita este mea culpa y fe de erratas.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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Hacia el Calvario
Pasillo con letra de León Zafir y música de Carlos Vieco Ortiz, interpretado por el tenor mexicano Dr. Alfonso Ortiz Tirado:
http://www.youtube.com/watch?v=ISsDqR-MAqw

Señor, mientras tus plantas nazarenas
suben hacia la cumbre del calvario;
yo también, cabizbajo y solitario,
voy subiendo a la cumbre de mis penas.

Tú, para redimir los pecadores
cargado con la cruz, mártir divino;
y yo, por un capricho del destino,
cargado con la cruz de mis dolores.

Siquiera en tu agonía silenciosa
tienes, oh sin igual Crucificado,
una dulce mujer cerca a tu lado:
la inmaculada Madre Dolorosa.

Yo, que perdí desde que estaba niño
mi santa madre, que tan buena era;
contéstame, maestro, cuando muera
¿Quién cerrará mis ojos con cariño?

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IV Estación: Jesús se encuentra con su Madre


Por mí, Señor, inclinas 
el cuello a la sentencia; 
que a tanto la clemencia 
pudo llegar de Dios. 
Oye el pregón –¡Oh Madre!– 
llevado por el viento, 
y al doloroso acento 
ven del Amado en pos. 

II 

Esconde, justo Padre, 
la espada de tu ira, 
y al monte humilde mira 
subir el dulce bien. 
Y tú, Señora, gimes 
cual tórtola inocente; 
que tu gemir, clemente, 
le amansará también. 

III 

¡Oh, pecador ingrato!, 
ve a tu Dios caído; 
ven a llorar, herido 
de contrición aquí. 
Levántame a tus brazos, 
oh bondadoso Padre; 
ve, de la Tierra madre, 
llanto correr por mí. 

IV 

Cercadla, Serafines; 
no acabe en desaliento, 
no muera en el tormento 
la rosa virginal. 
Oh acero riguroso, 
deja su pecho amante; 
vuélvete a mí, cortante, 
que soy el criminal. 



Toma la cruz preciosa, 
me está el deber clamando, 
tan generoso cuando 
delante va el Señor. 
Voy a seguir, constante, 
las huellas de mi dueño; 
manténgame el empeño, 
Señora, tu favor. 

VI 

Tu imagen, Padre mío, 
ensangrentada y viva; 
mi corazón reciba 
sellado con la fe. 
Oh Reina, de tu mano 
imprímela en mi alma, 
y a la gloriosa palma, 
contigo subiré. 

VII 

Yace el divino dueño, 
segunda vez postrado; 
deteste yo el pecado, 
deshecho en contrición. 
Oh Virgen, pide amante 
que borre tanta ofensa 
misericordia inmensa, 
pródiga de perdón. 

VIII 

Matronas doloridas 
que al justo lamentáis, 
¿Por qué, si os lastimáis, 
la causa no llorar? 
Y, pues, la cruz le dimos 
todos los delincuentes 
¡Broten los ojos fuentes 
de angustia y de pesar! 

IX 

Al suelo, derribado, 
tercera vez el Fuerte 
nos alza de la muerte 
a la inmortal salud. 
Mortales: ¿Qué otro exceso 
pedimos de clemencia? 
¡No más indiferencia! 
¡No más ingratitud! 



Tu bañas, Rey de gloria, 
los cielos en dulzura 
¿Quién te afligió, hermosura, 
dándote amarga hiel? 
Retorno a tal fineza 
la gratitud pedía… 
¡Cese ya, Madre mía, 
de ser mi pecho infiel! 

XI 

El manantial divino 
de sangre está corriendo. 
Ven, pecador gimiendo, 
ven a lavarte aquí. 
Misericordia imploro, 
al pie del leño santo; 
Virgen, mi ruego y llanto, 
acepte Dios, por ti. 

XII 

Muere la vida nuestra 
pendiente del madero, 
Y yo ¿cómo no muero 
de amor o de dolor? 
Ay, casi no respira 
la triste Madre yerta. 
Del cielo abrir la puerta 
bien puedes ya, Señor. 

XIII 

Dispón, Señora, el pecho 
para mayor tormento. 
La víctima sangrienta 
viene a tus brazos ya. 
Con su preciosa sangre 
juntas materno llanto. 
¿Quién, Madre, tu quebranto 
sin lágrimas verá? 

XIV 

Al rey de las virtudes 
pesada losa encierra; 
pero, feliz, la tierra 
ya canta salvación. 
Sufre un momento, Madre, 
la ausencia del amado; 
presto de ti, abrazado, 
tendrasle al corazón.

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