domingo, 26 de junio de 2016

158. Envejecer con dignidad

Siento debilidad por las actrices Winona Ryder y Renée Zellweger, cada una en su estilo. Me encantan. De hecho, yo me inclino por las bellezas poco convencionales, y no soy afecto a las chicas de pelo dorado tipo Taylor Swift o Paris Hilton (muñecas Barbies de carne y hueso); rubias o catiras artificiales, peliteñidas que los venezolanos llaman “catiritas de farmacia”. Respetando otros gustos, no son mi tipo. 

Taylor Swift

Paris Hilton

Así es que el tv control me llevó a una película que estaba para finalizar, titulada “Generación X”. Es una comedia romántica de 1994 dirigida y protagonizada por Ben Stiller (Michael), con la actuación secundaria de Zellweger (Tami), y el protagonismo de Winona (Lelaina) y de Ethan Hawke (Troy). Ver a Winona en la pantalla siempre atrae mi atención. Dos jóvenes se pelean el amor de la chica. De una parte, el formal y convencional Michael; y de la otra Troy, el irreverente cantante de rock. La Chica se decidió por, obvio… el cantante de rock. No es de extrañar porque, como dijo Zorba el Griego, “El hombre necesita un poco de locura para poder vivir”. Cuando llegué a la película Troy y Lelaina acababan de hacer el amor. El chico le confiesa que “Nunca he tenido sexo con alguien a quien amara”. Acaba, pues, de descubrir que el sexo tiene algo que ver con el amor. Claro que la pragmática Janeanne Garofalo (Vicky), la amiga de Lelaina, le aguó la fiesta: “Tener sexo es la manera más rápida de acabar con una amistad”. Pasa en la vida, pasa en las películas, pasa en TNT.

Winona Ryder



Renée Zellweger

Yo me clasifico dentro del grupo de los convencionales, aferrados a formalismos. No hay en mi estilo trajes “emo” de cuero negro charol y tachuelas, ni peinados “punk” de cresta verde; y me moví en el mundo de los amores platónicos de mucho tilín tilín y pocas paletas. Pero ya tengo 70 y, a pesar de todo, nadie me quita lo bailado. Lo que fue, fue. Así es que llegó la hora de mirar lo que me queda por vivir en el resto de tiempo hasta que venga la guadañadora. No podría yo decirlo mejor de como lo ha dicho esta escritora española que me da toda una lección de vida.

Para Vanguardia.com:

SÓLO QUIERO ESO
(Ángeles Caso –España)
En este momento de mi vida
no quiero casi nada.
Tan sólo la ternura de un amor
y la compañía de mis amigos.
Unas cuantas carcajadas
y unas palabras de cariño
antes de irme a la cama.
El recuerdo dulce de mis muertos.
Un par de árboles
al otro lado de los cristales,
y un pedazo de cielo
al que se asomen la luz y la noche.
Por lo demás,
podría comer papas cocidas
y dormir en el suelo
mientras mi conciencia
esté tranquila.
También quiero, eso sí,
mantener la libertad
y el espíritu crítico,
por los que pago con gusto
todo el precio que haya que pagar.
Quiero toda la serenidad
para sobrellevar el dolor
y toda la alegría
para disfrutar de lo bueno.
Un instante de belleza a diario.
Echar de menos
a los que tengan que irse
porque tuve la suerte
de haberlos tenido a mi lado.
No dejar de sorprenderme de nada.
Seguir llorando
cada vez que algo lo merezca,
pero no quejarme
de ninguna tontería.
Y que el día
en que me toque esfumarme,
un puñadito de personas
piensen que valió la pena
que yo anduviera por aquí.
Sólo eso quiero.

Para leer el texto completo ir al enlace:


Ando con mi tiempo envolatado en otros asuntos, y me iba cogiendo la tarde para montar en el blog un artículo en esta semana, pero no importa que monte este refrito que ya había circulado como correo entre mis amigos, porque es oportuno para las reflexiones sobre la enfermedad, la vejez, y la muerte, que han ocupado varios domingos anteriores. Consideran algunos que “envejecer con dignidad es un arte”, y consideran otros que “envejecer es una desgracia”; pero yo solamente puedo decir a lo Woody Allen o a lo Groucho Marx, para mortificación de los cirujanos plásticos y los vendedores de cosméticos, que “Envejecer es… ¡Inevitable!”.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)

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