domingo, 4 de diciembre de 2016

181. Música en los estrados judiciales

Una de las experiencias más duras que un hombre puede tener en la vida es la de ir a la cárcel. No me refiero a que a Hugh Heffner, el dueño de las conejitas de Play Boy, le den la casa por cárcel y le pongan en el tobillo un collar de vigilancia electrónica que le impida alejarse más allá de treinta metros de los jardines de su mansión, sino a quien tenga que ser recluido en una celda común y corriente; bien sea en detención preventiva, mientras se hacen las indagaciones; o en reclusión permanente, cuando se le ha declarado culpable. Eso debe de ser horrible.

Al final de mi charla sobre el tanguero José María Contursi ante los miembros de la tertulia musical de los martes en el Salón Málaga, el abogado litigante Luis Guillermo Cadavid López se acercó para decirme que él había estado pensando que en la música popular hay suficiente material como para dar una charla sobre las canciones que tienen que ver con la cárcel, con los jueces, con los abogados, y demás elementos del tinglado judicial. 

Para no meternos con la literatura, el cine, y los géneros de óperas, zarzuelas, y operetas, habría que decir que sólo la discografía de Daniel Santos daría para una charla al respecto. El género de las rancheras daría para otra. El género del tango daría hasta para dos. Y eso sin contar las que tal vez pueda haber en los nuevos géneros del rap, del hip hop, del reguetón, o tal vez de la champeta, que vendrían a ser otra cosa para los hombres de nuestra generación sexagenaria. O en la música de despecho, que no es precisamente de mi predilección, pero como no se sabe lo que una mujer ofendida es capaz de hacer con un revólver en la mano, o un marica celoso con una cuchilla entre el corpiño, está aquello de `Si no me querés, te corto la cara con una cuchilla de esas de afeitar´, que conlleva amenaza de daño a la integridad física, desfiguración y lesiones permanentes, y no sé si extorsión en caso de que tal cosa califique cuando el requerimiento no es económico sino emocional con amenazas de daño a los seres queridos del extorsionado”. –Le dije.

“La cuchilla” (Si no me querés, te corto la cara con una cuchilla de esas de afeitar…), ranchera guasca interpretada por las Hermanitas Calle:


Entonces, vamos al alimón. Yo tengo los conocimientos jurídicos, y tú sabes echar el cuento”. –Me propuso el abogado. 

Fue así como su charla se convirtió en un conversatorio entre los dos.

De ese primer acercamiento surgieron ocho o diez títulos relacionados con el tema que nos ocupaba, pero como al asunto se puede llegar por acción o por omisión o, como dicen los confesores, “de pensamiento, palabra, obra, y omisión”, a la lista se fueron agregando otros títulos y hubo un momento en que teníamos cuarenta y seis en la lista, y cada día surgían más. Obviamente no podíamos traer todos esos testimonios al estrado en términos de una hora y media de intervención, y había que hacer una selección. Optamos por agruparlos desde el punto de vista jurídico, y seleccionar uno o dos temas de muestra en cada grupo. El tiempo no alcanzaba para más.

Y tampoco se trata, querido Orlando, de que hagamos un ensayo o una tesis de grado sobre el asunto”. –Me dijo él. 


– “Ha lugar”. –Le respondí, con tono de magistrado. 

Después de darle vueltas al tema, escogimos los siguientes grupos para hacer referencia a ellos:

1. Acusación injusta 

El asociado Jaime Jaramillo Suárez, que nos escuchó hablando del tema, nos sugirió una plena puertorriqueña donde se mencionan “El acusado, la víctima, la Corte de Justicia, el Juez, el Abogado defensor, el Fiscal acusador, el Jurado de Conciencia, los detectives investigadores, los agentes de policía, los guardianes carcelarios; es decir, los elementos componentes del mundo jurídico”. Al escucharla, estuvimos de acuerdo.

Mi abogado Martínez Nadal” (…Temblaba la corte, / temblaba el fiscal, / temblaban los jueces, / cuando subía Martínez Nadal. / Yo no sé lo que ha pasado, / se lo juro, Señor Juez. / Este guarda me ha arrestado / sin darle motivo a él…), plena de Monserrate “Ramón, Mon” Rivera Alers (I), interpretada por su hijo Efraín “Mon” Rivera (II) acompañado por su orquesta:


– “Observa que el acusado aduce que el guarda lo arrestó sin haberle dado motivos, lo que conlleva una detención arbitraria. Pero cabe la posibilidad de que sí hubiera dado motivos y el hombre estuviera alegando inocencia contraevidente bajo juramento, en cuyo caso aplican el perjurio y la obstrucción a la justicia”. –Dije.

– “No pierdas de vista que las legislaciones de los países cambian con el tiempo, y que en un país rigen leyes y normas que no rigen en otro. En Colombia, para este momento, no tenemos los jurados de conciencia ni tenemos la pena de muerte y la cadena perpetua, que en algunos estados norteamericanos tienen aplicación”. –Dijo el abogado.

Esta plena, la interpretó el puertorriqueño Efraín “Mon” (II) Rivera Castillo con su orquesta, en homenaje al abogado y político Rafael Martínez Nadal, que tuvo mucho prestigio como abogado defensor. Su autor fue Monserrate “Ramón, Mon, o Don Mon” (I) Rivera Alers, padre de Mon, un artesano que siendo analfabeta musical se hizo compositor de oído, y por eso en el crédito de la contracarátula aparecen las iniciales R. R. Alers como autor. Aparece con dos títulos: Como plena “Martínez Nadal”, y como “Mi abogado”. Gracias a la acción de su abogado, el padre don Mon Rivera fue absuelto de culpa; pero debido a la vida desordenada de la bohemia artística, tanto en Puerto Rico como en Nueva York, que lo llevó al alcoholismo y al consumo de drogas, el hijo Moncito Rivera supo lo que eran las cárceles por dentro.

Un caso similar de preso que alega su inocencia y aduce que los testigos estaban sobornados se puede apreciar en la canción “Diez años en Sing Sing”, de los Nikis, que presentaremos más abajo.

– “A ver, Orlando, los que tenemos la vocación del Derecho y nos graduamos como abogados, basamos nuestra profesión en el compromiso con el ejercicio de la Justicia. Pero así como se habla de falsos positivos en la Policía y en el Ejército, cometidos para inflar estadísticas o para cumplir con compromisos e intereses exógenos, se han dado casos de falsos positivos judiciales, que en realidad son una vergüenza para la profesión. Afortunadamente son casos aislados que no comprometen a la totalidad de la institución judicial”. –Dijo el abogado Luis Guillermo.

2. Delitos presumiblemente asociados con el narcotráfico 

Aunque la letra específicamente no lo dice, en el caso del colombiano Gustavo Adolfo Gómez, detenido por veinte o treinta años en el Canadá, aunque no “para siempre” como dice la letra, bien pudo ser por narcotráfico o por lavado de dineros. Su experiencia inspiró a su paisano Álvaro Velásquez Balcázar para escribir la canción de salsa titulada “El Preso”.

El preso” (Condenado para siempre en esta horrible celda donde no llegan el cariño ni la voz de nadie…), salsa con letra y música de Álvaro Velásquez Balcázar, interpretado por Wilson “Saoco” Manyoma, acompañado de Fruko y sus Tesos:


3. Otro tipo de delitos 

Está el bolero de Daniel Santos que lleva el mismo título de “El Preso”.

El preso” (Preso estoy, y estoy cumpliendo mi condena, la condena que me da la sociedad…), bolero con letra y música de Daniel Santos, interpretado por él con la Sonora Matancera:


Caso éste en el que ya fue condenado y está cumpliendo con su condena. Está el episodio de cuando Daniel fue acusado de incumplimiento de contrato y encarcelado en la ciudad de Guayaquil en el Ecuador, lo que dio pie a que se inspirara para su bolero “Cataplum”:

Cataplum” (Al cuartel modelo la patrulla me llevó…), bolero con letra y música de Daniel Santos, interpretado por él:


Y está “Cautiverio”:

Cautiverio” (Qué lentas pasan las horas en esta cautividad…), bolero con letra y música de Daniel Santos, interpretado por él con la Sonora Matancera:


4. Fuga de presos, presos que sueñan con escapar, cadena perpetua, y condena a pena de muerte o pena capital 

Está el tema del que ya está condenado a la cámara de gas o a la silla eléctrica y espera en el Pabellón de la Muerte.

La cárcel de Sing Sing” (La silla lista está, la cámara también, minutos nada más me quedan ya por respirar…), balada con letra y música de Bienvenido Brens Jr. Florimón, interpretado por José Feliciano:


Y está el tema del preso que sueña con escapar, como es el caso de “Diez años en Sing Sing” que también habla del caso de testigos sobornados para condenarlo injustamente.

Diez años en Sing Sing” (Llevo diez años encerrado… los testigos estaban sobornados… mi traje es a rayas paralelas… algún día escaparé…), balada rock de Los Nikis:


– “A ver, mi doctor, aquí cabe reflexionar también sobre la ley de la fuga de presos que aplicaron al poeta Federico García Lorca cuando la guerra civil española”. –Dije al abogado.

– “Lo que pasa, mi querido amigo, es que en los regímenes totalitarios la Justicia no existe, y lo que existe es un régimen jurídico acomodado a la medida de los intereses del tirano de turno. No te olvides que en esos casos los guardianes propiciaban la fuga, y hasta obligaban al prisionero a emprender carrera, para poder dispararle por la espalda aduciendo intento de fuga. Esas cosas se vieron” –Respondió él.

5. Homicidio agravado, uxoricidio, e impunidad 

Sólo este tema en el género del tango daría para un programa completo. El hombre que sorprende a su mujer acostada con otro que, en muchos casos, resulta ser su mejor amigo. No hay de otra que matarlos a los dos, y en ese hecho el hombre engañado cuenta con toda la simpatía de las barras en la audiencia. 

Claro que también se dan casos en que la infiel y su amante se salen con la suya y la muerte del engañado queda en la impunidad, como es el caso que relaté en el segundo de estos Postigos de Orcasas muy a comienzos del año 2014 y que copio tal cual para no entrar en recreaciones:

Mario Postigo fue un personaje de ficción que se hizo famoso porque María, su mujer, forzó la viudez con ayuda de un cruce de navajas entre su marido y su amante, en un lance que tiñó de malva el amanecer; hecho que ella logró hacer aparecer mentirosamente en el noticiero como si dos drogadictos en plena ansiedad la hubieran dejado viuda mientras ella miraba por un postigo desde el portal. La letra de la canción `Cruce de navajas´ podría ser el argumento de una película o thriller amoroso de ménage à trois, y fue compuesta por los hermanos Nacho y Chema Cano, e interpretada por ellos en compañía de la vocalista Ana Torroja, o sea el Grupo Mecano de España. Un par de aclaraciones: En el contexto de la letra, `cruz´ es una abreviatura de la conjugación `cruce´, del verbo `cruzar´; y Magdalena puede referirse a que María de Postigo estaba hecha una `Magdalena de tristeza´, como símil de la mujer que lloraba a lágrima viva la muerte de Jesús; o puede referirse a las migajas de la madalena, panecillo, o donut (dona), que caían sobre el regazo mientras sorbía su taza de café. En cualquier caso, no dejemos que las interpretaciones semánticas nos distraigan del mensaje principal: la mujer estaba desengañada del marido, y se consiguió un novio que le resultó general para los navajazos en esa batalla de cuernos venteados.

“CRUCE DE NAVAJAS”
(Letra y música de Nacho y José María Cano, interpretada por Ana Torroja con el Grupo Mecano)


A las cinco se cierra la barra 
en “El 33”, 
pero Mario no sale 
hasta las seis. 
Y, si encima le toca hacer caja,
¡Despídete!
Casi siempre se le hace de día,
mientras María 
ya se ha puesto en pie, 
ha hecho la casa, 
ha hecho hasta el café, 
y le espera medio desnuda. 

Mario llega cansado, y saluda 
sin mucho afán. 
Quiere cama, 
pero otra variedad. 
Y María se moja las ganas 
en el café 
–Magdalena hasta el sexo convexo–. 
Luego, al trabajo 
en un gran almacén. 
Cuando regresa, 
no hay más que un sommier 
taciturno que usan por turnos.

Cruce de navajas por una mujer, 
brillos mortales despuntan al alba, 
sangre que tiñe de malva 
el amanecer.

Pero hoy, como ha habido redada 
en “El 33”; 
Mario vuelve a las cinco, 
menos diez. 
Por su calle vacía, a lo lejos, 
sólo se ven 
unos novios comiéndose a besos. 
El pobre Mario, 
se quiere morir 
cuando se acerca… 
Para descubrir 
que ¡Es María con compañía! 

Cruce de navajas por una mujer, 
brillos mortales despuntan al alba, 
sangre que tiñe de malva 
el amanecer.

Sobre Mario, de bruces, tres cruces. 
Una en la frente, la que más dolió; 
otra en el pecho, la que le mató; 
y otra que miente en el noticiero: 
“Dos drogadictos, en plena ansiedad, 
roban y matan a Mario Postigo; 
mientras su esposa es testigo 
desde el portal”.

Cruce de navajas por una mujer, 
brillos mortales despuntan al alba, 
sangre que tiñe de malva el amanecer.

Del cornudo matador hay ejemplos tangueros como:

“Una carta”… Vieja, una duda cruel me aqueja… 

“La Gayola”… No te asustes ni me huyas, no he venido pa´vengarme… 

“Señor Juez”… yo la quería como a nadie podría querer más… 

“A la luz de un candil”… las pruebas de la infamia las traigo en la maleta… 

“Un tropezón”… cualquiera da en la vida… 

“Noche de reyes”… pero una Noche de Reyes cuando a mi hogar regresaba… 

La última carta” que interpreta Agustín Magaldi (Abandonada y pobre, /como piltrafa humana… /todo el amor de madre, /tan puro y sacrosanto, /le profesaba al hijo /que estaba en la prisión… /la última carta del hijo /que un día murió en el penal…). 

O ejemplos rancheros como: 

“Martina”… a los dieciséis cumplidos una traición me jugó…

“El preso número nueve”… que ya lo van a condenar porque mató a su mujer y a un amigo desleal…

Finalmente, dentro de este género podemos considerar también la milonga “Amablemente”, en que el hombre mata a la mujer infiel y a su amante pero con agravantes. Claro que con el asunto de la liberación femenina la mujer que mata al hombre que se encuentra en iguales circunstancias ya no es raro. Escogemos como muestra este tema porque da pie para analizar el asunto de la premeditación y la sevicia del que “se seva en la víctima”, aunque el diccionario trae el verbo transitivo “cebarse” con el significado de excederse en algo.

– “No debe confundirse el exceso de disparos o de puñaladas con la sevicia, porque esta palabra implica tortura y sufrimiento desmedidos de la víctima en inferioridad de condiciones, que bien pudo morir con el primer disparo o con la primera puñalada” –Dice el abogado.

Amablemente” (Y luego, besuqueándola en la frente; con gran tranquilidad y amablemente; le pegó treinta y cuatro puñaladas), milonga con letra de Iván Díaz y música de Edmundo Rivero, interpretada por Rivero:


6. Homicidios con atenuantes como la ira e intenso dolor; y la legítima defensa

Patricia Schmidt fue una hermosa norteamericana, conocida como la bailarina de los ojos de almendra; que se casó con Jack Lester Mee, un millonario machista y celoso que era dueño del yate “Satira”. Hay que entender que el que se case con una bailarina exótica, cuyo trabajo se realiza en cabarets en horas de la noche, no puede ser celoso porque se lo traga la tierra. Un día quiso coger a la mujer a los golpes, y ella tomó un revólver y ¡Pum, cataplum!, Mr. Mee pasó a mejor vida dentro del yate fondeado en aguas cubanas. El clásico caso de la mujer que mata en defensa propia. La mujer fue detenida en una cárcel y Daniel Santos recaudó dinero para pagar abogados y la sacó libre. En homenaje a ella compuso su bolero “Patricia” (Tras un viaje glorioso al paraíso… / defendiste bravamente / tu debilidad y honor…). Pero como dicen que es mejor deber plata que deber favores, la mujer se olió el tocino de que Daniel Santos quería cobrarle el favor en especie, y cuando salió de la cárcel puso pies en polvorosa y se voló para los Estados Unidos. Él consideró que ella era una malagradecida, pero ella resolvió que era mejor huir en defensa propia que estar pagando favores con el sudor de las sábanas, lo que dio lugar a otro bolero compuesto por Daniel con el título “Ya tú ves, Patricia” (Siempre acuérdate que un Dios hay en el cielo, / y nunca pierdas la fe ni la esperanza… / Ya estás libre otra vez). Y dio lugar a otro bolero titulado “Satira” (Satira, hoy tú tienes que cumplir condena / y con llanto has de sufrir la pena. / Pobrecita danzarina… / Satira, tu amor fue sincero / y por eso del cielo / tendrás tu perdón…).

Patricia” (Tras un viaje glorioso al paraíso…), bolero con letra y música de Daniel Santos, interpretado por él con la Sonora Matancera:


Ya tú ves, Patricia” (Siempre acuérdate que un Dios hay en el cielo, y nunca pierdas la fe ni la esperanza… Ya estás libre otra vez), bolero con letra y música de Daniel Santos, interpretado por él con la Sonora Matancera:


– “Yo creo, abogado, que este es un caso de quien mata en legítima defensa, y sin saberse si fue que el hombre quiso tener con ella sexo forzado o sin consentimiento, en cuyo caso hay un intento de violación que justifica la legítima defensa. Habría allí violencia intrafamiliar y forzamiento a relaciones carnales. Aunque ellos fueran casados, tal cosa puede ocurrir, y podría decirse que de hecho ocurre con frecuencia”. –Dije.

– “Eso es posible, querido amigo, pero no olvides que judicialmente no se pueden formar opiniones a priori, y que debe hacerse primero una investigación exhaustiva para que el Juez pueda tener razones valederas al momento de calificar los hechos de acuerdo con la ley. Si la mujer fue grosera con el difunto y lo provocó por ejemplo lanzándole una vajilla, allí entran a aplicar atenuantes para la víctima y agravantes para la victimaria. Hay que investigar de manera objetiva y desprejuiciada”. –Dijo él.

7. Homicidio culposo

Cuando el abogado Luis Guillermo vio la lista de temas que habíamos logrado recabar me dijo: 

Hombre, Orlando, se nos pasa un tema importante para el asunto que estamos tratando. Aquí no lo veo”. 

Yo sabía que ahí no tenían por qué estar todos, pero se me hizo raro que entre los muchos que habíamos mencionado se nos hubiera pasado alguno de relevancia. 

– “¿De cuál se trata?. – Pregunté. 

Hombre, de aquella canción que dice que por qué se fue y por qué murió, por qué el Señor me la quitó”. – Me dijo.

El último beso” (The last Kiss), balada norteamericana con letra y música de Wayne Cochran, traducida al español por Homero González e interpretada en esta versión original en inglés por Cochran con su grupo acompañante:


¿Por qué se fue y por qué murió, 
por qué el señor me la quitó? 
Se ha ido al cielo, y para poder ir yo, 
debo también ser bueno para estar 
con mi amor.

Íbamos los dos al anochecer, 
obscurecía y no podía ver; 
yo manejaba, iba a más de cien, 
prendí las luces para leer. 
Había un letrero de desviación, 
el cual pasamos sin precaución. 
Muy tarde fue, y al maniobrar, 
el carro volcó… 
y hasta el fondo fue a dar. 

¿Por qué se fue y por qué murió, 
por qué el señor me la quitó? 
Se ha ido al cielo, y para poder ir yo, 
debo también ser bueno para estar 
con mi amor.

Al vueltas dar, yo me salí, 
y por un momento no supe de mí. 
Al despertar, hacia el carro corrí, 
y aún con vida la pude hallar. 
Al verme, lloró, y me dijo: “Amor, 
allá te espero donde está Dios. 
Él ha querido separarnos hoy. 
Abrázame fuerte, porque me voy”. 
Al fin, la abracé; y al besarla, sonrió. 
Después de un suspiro, en mis brazos quedó.

Es un tema muy de principios de los años 60 y hay varias versiones en español, entre ellas la del colombiano Alci Acosta. Su título original es “El último beso” (The last Kiss), y fue compuesto en letra y música por el norteamericano Wayne Cochran, con traducción al español de Homero González ajustada al contenido de la letra original en inglés. 

Lo miré, sorprendido, y le dije:

Está bien, Dr. Luis Guillermo, pero en su letra no veo ningún delito, ni nada como que amerite llevar a un hombre a la cárcel“. 

Él me miró, arqueando una ceja, y me dijo: 

A ver, hombre Orlando, ¿Te parece poco un hombre que conduce a más de cien en una noche lluviosa tan obscura que tiene que prender luces para poder ver; que no ve un letrero de desviación, y cruza la vía sin precaución?... Ahí lo que tenemos es, ni más ni menos, un caso claro de ¡homicidio culposo! Hay que culpar también a la chica por subirse al carro con un tipo tan irresponsable que quizás iba borracho o hasta drogado y que, para acabar de ajustar, iba en el carro de su papá”. 

¡Cómo así, dóctor! Eso no lo dice la letra que acabamos de leer”. –Aduje.

Esa no lo dice, pero la original en inglés sí dice que “we were out on a date in my daddy´s car”; y un investigador no puede desestimar ningún indicio”. –Respondió.

En ese caso, doctor, puede suceder que el muchacho sacó el carro del papá sin permiso, lo que agrava las circunstancias; o que el papá le prestó el carro a un muchacho joven e irresponsable, en cuyo caso el padre se convierte en cómplice. No quiero pensar que el muchacho estuviera manejando sin pase de conducción, porque ahí sí, apagá y vámonos. ¿Me equivoco?”.

8. Hurto agravado por la confianza 

El Dr. Luis Guillermo seguía con los ojos puestos en la lista de discos que teníamos hasta el momento cuando le dije:

Creo, mi querido doctor, que el calipso “Matilda” de Harry Belafonte encaja en nuestros propósitos porque habla de un hombre que estaba ahorrando dinero para comprar una casa y lo escondía dentro de la almohada, pero la venezolana con la que él vivía encontró los ahorros y se voló para Venezuela, dejándolo con los crespos hechos”.

“Matilda” (… She take my money and run to Venezuela… Sacó mi plata y se voló para Venezuela), calipso con letra y música de Harry Belafonte, interpretado Daniel Santos:


Ese encaja, no caben dudas. Es un caso de hurto agravado por la confianza que el hombre tenía depositada en su compañera, amante, o cónyuge de hecho. Dice el hombre que se le perdieron quinientos dólares y promete que no volverá a enamorarse ni a meterse con mujeres de más de cuarenta años”. –Dijo el abogado.

Ahí se equivoca el hombre porque no es la edad lo que cuenta sino el saber escoger a quien mete uno dentro de las cobijas y quien se encarga de lavar las fundas de las almohadas”. –Aduje.

Hay un caso de hurto con atenuantes nacidos de la necesidad creada por el instinto de supervivencia para un hombre y su familia, y no es que quiera hacer apología del delito, pero así se dio en el tango “Yo era bueno”, de Chito Faró, un tango que se oía en las discotecas de Juancho Uribe hace medio siglo con título cambiado para despistar al enemigo y decía que “Yo era bueno como todos en la vida, /y la cárcel para mí fue mi perdón… /sólo fue por mi indigencia que me convertí en ladrón, /pero no crean aquello, que no es mi oficio robar… /Sólo me llevo un emblema, /y es llevar para mi hogar…) –Dijo el abogado. 

Y ese, ¿Cómo entra en juego desde el punto de vista del Derecho” –Pregunté.

Pues aunque no todas las legislaciones lo tienen contemplado, ese vendría a ser calificado como “Hurto Famélico”, pero es una circunstancia atenuante muy difícil de demostrar. De no ser así, cualquier ladrón podría alegarla, y la apropiación de lo ajeno es un delito tan antiguo que ya estaba contemplado en las Tablas de la Ley. De todos modos, nuestra legislación contempla un diminuendo en la pena, a discreción del Juez en caso de considerar la pobreza extrema del culpable del delito. –Me dijo.

9. Lesiones personales y duelos a cuchillo 

Aunque hubo una época de la humanidad en que los duelos en defensa del honor eran aceptados por la Justicia, en la actualidad son rechazados por la sociedad y matar en duelo puede ser calificado de premeditación.

En la letra que Carlos Marambio Catán le puso al tema “El Choclo”, de Ángel Gregorio Villoldo, dice que: “Recuerdo triste de un pasado que en mi vida /dejó una página de sangre escrita a mano… /Ella era mía y jugó con mi pasión /y en duelo a muerte con quien robó mi vida /mi daga gaucha partió su corazón”. 

A propósito de “El Choclo” leí alguna vez que el nombre le venía de que esa era la canción preferida de Villoldo, al igual que el plato preferido de los que le preparaba su madre. ¿Su madre? ¡Su abuela! No es de ahí de donde viene, sino que ese tango inicialmente fue instrumental y él lo compuso como homenaje a un amigo suyo que tenía el pelo rubio, como las mazorcas de maíz tierno, y le decían “El Choclo”. Eso tiene sentido.

Los argentinos mamagallistas resolvieron comparar en el lunfardo al hombre hábil en el manejo del cuchillo, con el cirujano hábil en el manejo del bisturí; de ahí que llamen “Ciruja” no sólo al basuriego que rebusca huesos en las afueras de las carnicerías para extraerle hasta sus últimas fibras, sino también al que hábilmente se enfrenta a cuchillo con el contrario y sabe dónde clavar el arma para que no se tropiece con las costillas.

“El ciruja” (Hoy, ya libre´e la gayola, y sin la mina…), tango con letra de Ernesto de la Cruz y música de Francisco Alfredo Marini, interpretado por Julio Sosa acompañado de la orquesta de Francini y Pontier:


10. Soborno y cohecho 

En el tema “Diez años en Sing Sing”, de los Nikis, que mencionamos anteriormente, se habla de que los testigos estaban sobornados y ese es un delito de frecuente ocurrencia en el caso de los falsos positivos judiciales.

Hay una milonga que trata de una carta escrita “Desde la cana” en que el detenido pide a su mujer que hable con el abogado y que a través suyo con cautela ofrezca soborno al secretario “Y si me sale bien el tiro, me sobresee el magistrado…”. Da a entender que una solución de esas no era extraña en el sistema judicial que lo tenía encarcelado. 

Se habla allí de burocracia y de tramitología jurídico penalista con posibles delitos de soborno y cohecho; y digo posibles porque el hombre apenas está enunciando su propósito y la letra no dice si al final lo consiguió, configurando la comisión de tales delitos”.

"Desde la cana” (Si me sale bien el tiro, y me sobresee el magistrado… es por eso que me estiro en la cuestión del sumario, pa que vos al secretario lo trabajés con cautela. En fin, estoy en gayola…), milonga con letra de Felipe “Yacaré” Fernández y música de Edmundo Rivero, interpretada por Rivero acompañado de guitarras:


11. Otros casos 

Nos ocupa el asunto de la música popular en los estrados judiciales, y va un tema norteamericano sobre el que hay que aclarar que entre nosotros el verde es el color de la esperanza, pero en los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam las esposas y novias tomaron la costumbre de ponerse un moño de cinta amarillo en el pelo para simbolizar la esperanza de que sus seres queridos regresaran con bien de la contienda. Tal cosa se inspiró en un hecho real cuando un preso, que estaba próximo a cumplir tres años de condena, lo que hace presumir que su delito no era de los que ameritaban pena de muerte ni cadena perpetua sino uno menor, como decir estafa o cosa parecida, escribió una carta a su esposa pidiéndole lo que dice la canción. El detenido se disponía a salir de la cárcel con los bolsillos casi vacíos, como es usual, y con la posibilidad de encontrarse con que la mujer que dejó en casa ya tenía a otro hombre instalado en ella, cosa que solía ser también más usual de lo deseable. Es algo horrible y demoledor para el castigado corazón de un hombre en tales circunstancias. Así es que este hombre le envía una carta a su amada diciéndole que al salir en tal fecha él abordará el autobús hacia el otro extremo del país. Él le pide que si ella lo está esperando y quiere que vuelva a casa, por favor ate una cinta amarilla al viejo roble que hay a la entrada de la parcela. Pero que si él viene en el autobús y no ve nada… entonces dirá al conductor que siga adelante, y desaparecerá de su vida para siempre.

“Ata una cinta amarilla al viejo roble”, de Irwin Levine y L. Rusell Brown en 1973, interpretada por Tony Orlando y su grupo Down:


La situación del hombre detenido que tiene necesidad de comunicarse con su amada suele encontrarse con tropiezos de censura y de limitaciones, como en el caso que interpretó Alfredo Sadel de un detenido que había sido privado de su libertad y de los derechos civiles por razones políticas:

“Escríbeme” (Son tus cartas mi esperanza, mis temores, mi alegría, y lo mejor morir sería si algún día me olvidaras…), bolero con letra y música de Guillermo Castillo Bustamante, interpretado por Alfredo Sadel:


En una cárcel cercana a Caracas, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, estuvo detenido por razones políticas el compositor Guillermo Castillo Bustamante; cuyo único contacto con el exterior eran las cartas que recibía de su hija, dándole noticias de la esposa que estaba detenida en otra prisión. Esas cartas eran decomisadas y sometidas a censura antes de ser entregadas a su destinatario, y algunas veces los censores carcelarios olvidaban entregarlas o las entregaban con demasiado retraso. Ahí se inspiró para escribir en letra y música el bolero que Alfredo Sadel valientemente interpretó arriesgándose a ser encarcelado él mismo por hacer apología a la subversión. “Escríbeme” (Son tus cartas mi esperanza, mis temores, mi alegría, y lo mejor morir sería si algún día me olvidaras…).

Eso nos lleva al caso de las personas que ofenden, agreden, o atentan contra un alto magistrado del gobierno, y que según la gravedad de su delito pueden ser condenadas. 

“Señor Juez” (“Me parece una injusticia, Señor Juez, que por tirarle una pedrada al presidente…”), balada con letra y música de Ricardo Arjona, interpretada por él:


El ejemplo que me traes a consideración conlleva irrespeto a la autoridad y, según el caso, puede forzarse la acusación a considerar que tal pedrada fue un intento de homicidio. En los regímenes totalitarios una pedrada al presidente amerita la pena de muerte extrajudicial, cosa que no les es difícil, amigo Orlando”.

En un régimen totalitario cualquier cosa puede ocurrir impunemente, y eso me recuerda el “suicidio” del bolerista mexicano Genaro Salinas. El hombre se radicó en Venezuela durante el gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez y, en mala hora, le dio por enamorar o dejarse enamorar de la mujer del coronel jefe de la Policía Técnica Judicial. Los esbirros de la PTJ lo lanzaron del puente más alto en un intercambio vial sobre la transitada vía vehicular que corría por debajo, obligándolo a decirle adiós para siempre a su amada, y adujeron que el sujeto se había suicidado. No andaban muy lejos de la verdad: Meterse uno con la mujer del jefe de la policía es un suicidio”.

“Adiós para siempre” (“… Tendré que olvidar / que triste es la vida. / Sufrir es amar…), bolero con letra y música de Gabriel Ruiz, interpretada por Genaro Salinas:


Está el caso, doctor, del acoso sexual y la corrupción de menores que aplica a muchos hombres que cometen tal delito, pero no se habla de lo contrario y es el de los hombres que son acosados y corrompidos por parte de las mujeres. Casos se dan”. –Dije al abogado.

Sí se dan, y debería haber alguna ley que considerara como delito castigable lo que podríamos denominar como corrupción de mayores. Tal es el caso que se vive en la novela “Lolita” de Vladimir Nabokov, y en la canción “Lolita” que trata del mismo asunto”. –Me dijo.

“Lolita” (… me excitas. Perversa piel de melocotón. Bajo la falda de colegiala, cruzas las piernas con intención…), balada de Jimmy Harry y Alaina Beaton, compuesta para la cantante Belinda Peregrin, en interpretación de Javier Gurruchaga con la Orquesta Mondragón:


Tienes razón, mi dóctor, esto también califica dentro del tema que nos ocupa. Más de un profesor ha caído en esa trampa de la corrupción de menores, y pagado cárcel por haberse dejado provocar. Sin contar con que a más de uno se le habrá dañado el matrimonio y habrá terminado con sus huesos debajo de una sábana en la morgue, por culpa de un cuchillo rebanador de cocina. Con esas cosas nunca se sabe, y en este caso podríamos hablar de una especie de suicidio asistido en el que cabe meter a la cárcel a esa muchachita por provocadora y exonerar de culpa a la mujer que ayudó a bien morir al marido infiel”. –Le dije.

Otro caso sui generis es el de la necrofilia que en nuestra legislación ya no da para cárcel, pero en otros tiempos sí fue delito punible. Aunque hay que considerar que tal acción puede ameritar acusaciones de allanamiento y daño en propiedad ajena que dan lugar mínimo a resarcimientos y pago de perjuicios”. –Me dijo el abogado.

“Bodas negras” (Oye la historia que contóme un día el viejo enterrador de la comarca… y para siempre se quedó dormido al rígido esqueleto abrazado…), bolero con letra del sacerdote renegado y poeta venezolano Carlos Borges, y música del cubano Alberto Villalón, interpretado por Gilberto Urquiza:


Es un bolero cuya letra ha sido atribuida falsamente al colombiano Julio Flórez, debido a la afición que éste sentía por los cementerios; pero ni ésta ni la letra de “Simón el enterrador” son suyas. “Bodas negras” es de la autoría en su letra del sacerdote renegado y poeta venezolano Carlos Borges, y tiene música del cubano Alberto Villalón Morales. El tema ha sido interpretado por Julio Jaramillo, Ana Gabriel, Trío Los Condes, Oscar Chávez, y Lydia Mendoza, entre otros; pero la versión más conocida por nosotros a la que el cantante aporta su yo diría que macabra voz de barítono bajo es la de Gilberto Urquiza.

Creo que hemos llegado al final de nuestro conversatorio, mi querido abogado, aunque es dable suponer que el tema no está agotado. En él hay mucha tela para cortar, pero se nos acabó el tiempo y llegó lo que ustedes los juristas llaman vencimiento de términos”. –Dije.

Sí la hay, y no quiero terminar sin cantarte a capela un tango sobre el asunto, que suelo entonar cuando tengo dos o tres copas con ayuda de una pista que guardo en la gaveta. Me gusta porque habla de un hombre que habiendo pagado su pena se ha reformado y se reintegra a la sociedad. Da a entender que el Derecho y la Justicia no pueden ser rígidos y marmóreos, sino que deben tener en cuenta el aspecto humano de quienes infortunadamente incurren en la comisión de un delito”. –Dijo el abogado.

“Volvamos a empezar” (Con sombras de cárcel lavé mi pecado, si acaso la cárcel lo pudo lavar. Los jueces de mármol nunca comprendieron que a veces la vida obliga a matar…), tango con letra de Daniel Álvarez, y música de Eduardo Maradei, interpretado por Oscar Larroca con acompañamiento de la orquesta de Alfredo de Ángelis:


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


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