En el artículo o post nro. 16, titulado “Chupaté, incógnita indespejada”, hice referencia a unos juegos infantiles y, en particular, a ese que botando plumas y con las manos entrelazadas por la cintura jugaban por las calles de París el Príncipe Phillip, duque de Orleans, y su amigo con derechos Giulio Mancini Mazzarino, duque de Nevers. Ahora me encuentro con una canción o ronda infantil que tiene su cuento muy particular.
En el blog “Cuaderno de Historias”, del catalán Alfred López, aparece la curiosa historia de la canción infantil “Mambrú se fue a la guerra” (…Qué dolor, qué dolor, qué pena…) en la que la palabra española Mambrú es una deformación fonética del ducado inglés de Marlborough, perteneciente a los antecesores del primer ministro Sir Winston Churchill.
Aquí está la canción infantil interpretada por el español Alberto Frías y la venezolana Andrea de Pablos, del grupo Cantatoo Marioneta y el Taller de Lula de Madrid:
Y aquí está la historia del real origen de esta canción infantil:
Historia que no alcanza a tener 400 años, como se ha dicho; pero sí casi 340, que no son poca cosa. Del ducado proviene el nombre de la calle Great Marlborough en New Jersey, donde quedaba en 1924 la fábrica de la tabacalera Phillip Morris que lo tomó para bautizar la marca de cigarrillos Marlboro que llega hasta nuestros días representada en el salvaje hombre de mundo Marlboro, identificado con su característico jingle publicitario tomado del tema de la película “Los siete magníficos” que compuso Elmer Bernstein, tema del que dicen los virtuosos que es imposible de silbar. La película, dirigida por John Sturges en 1960, es un clásico del cine de pistoleros y su sola nómina de hombres duros y gatillo fácil pone los pelos de punta a los cineastas de mi generación: Eli Walach, Yul Brynner, Steve Mc Queen, Charles Bronson, James Coburn, Horst Bucholz, Robert Vaughn y Brad Dexter.
Yul Brynner y Steve Mc Queen,
hombres de mundo Marlboro
La definición de “hombre de mundo Marlboro” para los rudos jinetes vestidos de botas, jeans vaqueros, y sombrero alón, que arrean partidas de ganado, se ha vuelto un genérico; así como los “hombres Harley Davidson” se asocian con atropelladoras y bulliciosas pandillas de broncos motociclistas de cuerpo atlético, cabellos largos, tatuajes en los brazos, chaleco de cuero adornado con tachuelas, que entran haciendo escándalo en los parqueaderos de los bares y amedrantan hasta a los camioneros de carretera.
No suelen las películas hacer publicidad de manera explícita, así las cámaras enfoquen por doquier avisos de Coca Cola, o de Texaco, o de Ferrari, o de Mac Donalds, o de cualquier otro patrocinador, que buscan sembrar subliminalmente en el inconsciente del cineasta la preferencia por esos productos. Pero hay una película protagonizada por Mickey Rourke y Don Johnson cuyo título en español es “La justicia tiene su precio” o “Dos duros sobre ruedas”. El título en inglés no deja dudas sobre su patrocinio: “Harley Davidson & Marlboro man”.
Curioso el vínculo que hay entre Mambrú, el que se fue a la guerra, y los hombres de mundo Marlboro.
No suelen las películas hacer publicidad de manera explícita, así las cámaras enfoquen por doquier avisos de Coca Cola, o de Texaco, o de Ferrari, o de Mac Donalds, o de cualquier otro patrocinador, que buscan sembrar subliminalmente en el inconsciente del cineasta la preferencia por esos productos. Pero hay una película protagonizada por Mickey Rourke y Don Johnson cuyo título en español es “La justicia tiene su precio” o “Dos duros sobre ruedas”. El título en inglés no deja dudas sobre su patrocinio: “Harley Davidson & Marlboro man”.
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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