domingo, 27 de diciembre de 2015

132. Aniversario 2º del blog Postigo de Orcasas

Al llegar al último día del año 2015 se cumplen dos años de haber montado el blog “Postigo de Orcasas”, que varios de ustedes me sugirieron pero tiene un padrino indiscutible porque él fue quien me empujó del trampolín y me obligó a aprender a nadar: El amigo Jesús Fernández Ceballos. “Te lo digo por enésima vez, hombre Orlando, montá el blog para que tus artículos no anden por ahí desperdigados y queden recogidos en un solo lugar”.

Dos años después, completo 725 días y 132 artículos montados, que han sido visitados 19.000 veces con un promedio diario de 26 visitas. No son muchos, si se compara con los seguidores de Shakira; pero tampoco son pocos y, sobre todo, son fieles. Esa fidelidad me obliga a tratar de tener un artículo listo cada semana, que programo para que salga los domingos y mantenga colmadas las expectativas. 

Mil gracias a los seguidores frecuentes, mil gracias a los esporádicos, y mil gracias a los que se interesaron por entrar alguna vez y no han vuelto. Entre todos hacen el caudal de mi estadística. Mil gracias también a dos o tres blogs ajenos que han recogido colaboraciones mías, como decir los blogs Emilio Restrepo.blogspot.com y Crónicas de Belén.blogspot.com, del médico Emilio Alberto Restrepo Baena; como decir los blogs Festitango de Medellín y Neonadaísmo 2011, de Víctor Bustamante Cañas; como decir el blog NTC.blogspot.com, de los amigos Gabriel Ruiz Arbeláez y María Isabel Casas; como decir el blog Encuentro Latino, del amigo Carlos Molano; y como decir el blog Tras la Cola de la Rata, de Diego Firmiano, que recientemente solicitó mi autorización para reproducir varios de esos artículos.

Un nuevo año colmado de éxitos deseo a todos ustedes.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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POSTIGO DE ORCASAS (consultar tabla de índice de títulos o contenido)


domingo, 20 de diciembre de 2015

131. Navidad tanguera

Dicen los anglosajones que “sin nieve no hay navidad”, porque es en la nieve en lo que encuentran el espíritu de la temporada, y los latinos repetimos la frase una y otra vez como si supiéramos de qué hablamos. No estamos ni tibios. Amar la nieve en fotografías de postales, en las pantallas de cine o de televisión, es fácil. Lo difícil es amarla con una pala en la mano mientras se retira la montaña acumulada frente a la puerta de entrada, amarla mientras se amarran cadenas a las ruedas del carro para que no resbale sobre el hielo, amarla mientras se deja el carro abandonado para pasar a pie al otro lado de la carretera desoyendo todas las advertencias de peligro durante una avalancha, porque la perspectiva de estar en casa al otro lado es más atractiva que la de permanecer congelándose junto al vehículo. En fin, dicen que cada quien habla de la feria según le va en ella, pero no necesariamente tiene que haberle ido mal a uno en la nieve para que aquel que odia el frío sepa que ser cobijado por ella tiene de todo menos de romántico.

No soy amante de la navidad. Pertenezco a ese segmento de la población que considera la navidad una época muy congestionada, con demasiados compromisos, con mucho ruido, con mucha fiesta, con mucha pólvora, con muchos triquitraques, con muchos perros estresados ladrando por los triquitraques, con muchos niños que lloran porque los despiertan de su sueño, con muchos ancianos enfermos que no pueden dormir por la bulla, con muchos borrachos, con mucha congestión en las playas, con mucha congestión en los vuelos aéreos, con mucha congestión en los hoteles. Soy navidofóbico y prefiero las temporadas frías o bajas a esta denominada temporada alta o caliente. Para acabar de ajustar, he leído por ahí que la navidad es una época en que se agudizan las enfermedades maniacodepresivas y que es el tiempo en que se presenta mayor cantidad de suicidios. ¡Qué horror!

No soy bueno para apuntarme a la cantidad de compromisos creados por el consumismo, como decir el día de todo lo habido y por haber, desde el día del gerente, el día de la secretaria, el día del contador, el día del auxiliar de oficina, el día del mensajero, y el día de la muchacha del aseo. Me quedo con el día de la madre, y pare de contar. Si hablamos de cumpleaños, todo ser viviente cumple años una vez en el año, y eso significa el supuesto de que uno debe saber la fecha de nacimiento de toda persona que conoce, y estar pendiente de tal día en el almanaque. Es un compromiso serio, porque todos los meses cumplen varios de los relacionados que uno tiene, al punto que hay empresas donde han optado por partir una torta el último día de cada mes para felicitar a todos los cumpleañeros, caiga quien caiga. Hacen muy bien. No están los directivos para ver todos los días alguna oficina adornada con bombas y cadenetas, ni para que todos los días a las cinco de la tarde a alguien le dé por entonar el happy birthday to you.

Un tiempo hubo en mi vida en que no me alcanzaba el presupuesto para comprar un detalle de navidad para todas las personas de la familia, para el que me lustra los zapatos, el que me vende el periódico, el vigilante de la cuadra, el vendedor de la lotería, los cajeros de los bancos, el jefe de cuentas corrientes, los vigilantes y porteros del edificio, los cargueros del carro recogedor de la basura que uno no ve cuando pasan pero que a partir del 16 de diciembre lo hacen anunciándose con campanas y tocando de puerta en puerta para pedir el correspondiente aguinaldo; aguinaldo que incluye al taxista ocasional que lo transporta a uno, y hasta a desconocidos que le estiran la mano pidiendo su navidad. 

En un tiempo tomé la costumbre de comprar a las voluntarias del Hospital San Vicente de Paúl unos paquetes de cien tarjetas navideñas marcadas con mi nombre, y tenía que hacer maromas para cuadrar la lista de las personas que los debían recibir. No era suficiente con marcar algunos destinatarios como “Familia Tal”, o “Señores de la Filarmónica”, sino que uno debía tomar la lista de 125 nombres y empezar a recortar a Fulano, “porque él tampoco me mandó tarjeta el año pasado”; o a Zutano, “porque él cumple años el 24 de diciembre y no puedo salirle con una simple tarjeta”.

La costumbre de las tarjetas data del año 1943 y es un invento del británico Sir Henry Cole que encargó a un pintor que le hiciera un cuadro con motivo navideño para él mandarlo a imprimir en una tipografía y enviarlo como mensaje personal de buenos deseos. Como invento, fue genial; hasta que se popularizó al punto de que el que no mandaba tarjeta quedaba “como un negro, tacaño y maleducado que peló el cobre”; así esas tarjetas tuvieran como única finalidad ser colgadas del árbol de navidad de la oficina o pegadas de la puerta de entrada a la casa hasta el 6 de enero en que se quitaban porque “ya estamos de navidad hasta la coronilla”.

Tango en navidad”, pintura del irlandés 
Alan Hogan, residente en Finlandia

Con el Internet no solo desaparecieron las cartas escritas a mano y enviadas por correo, sino que desaparecieron las tarjetas navideñas y fueron reemplazadas por mensajes colectivos que buscan quedar bien con Raimundo y todo el mundo. Eso está bien, y a eso me adhiero, no sin antes dejar constancia de que tengo por cada uno de mis amigos (y ustedes lo son) mi más sincero aprecio y mis mayores deseos porque en estos días y en todo el año vivan una vida tranquila, feliz, en paz, en calma, con buena salud, con buena fortuna, rodeados de mucho amor. Sería un mentiroso de siete suelas si resultara diciendo que le deseo el mal a alguno de ustedes. Jamás se me pasaría eso por la cabeza. De ahí que no tenga a mis enemigos políticos en mi lista de destinatarios; para no entrar en falsedades de que les deseo una larga vida y un largo gobierno. No es nada personal, sino que su bienestar personal es incompatible con el de su pueblo; y yo le deseo lo mejor no a ellos sino a su pueblo. ¿Está claro? Una feliz navidad, pues, a mis amigos.

Siguiendo con lo mismo, pero pasando a otra cosa, leí que tal vez no hay tema sobre el que se haya escrito más música como la navidad; tema que tiene cosas curiosas, como decir que en nuestros países tropicales la celebramos con árboles de navidad forrados de algodón para simular la nieve que no conocemos sino en película, y en los pesebres ponemos renos cornudos y figuras de Papá Noel que pertenecen a otras latitudes y hasta a otras longitudes. No se ven renos por estos lados. En lo más extremo del hemisferio norte sí, y sus celebraciones navideñas están relacionadas con la estación del invierno y sus correspondientes nevadas; que suelen coincidir con lo más caluroso del verano en el hemisferio sur… Como decir en Argentina donde no sé decir si esos adornos estén fuera de lugar pero sí puedo asegurar que están fuera de tiempo.

De todos modos, pararé de ser aguafiestas y compartiré con ustedes esta música con mis mejores deseos porque ustedes y sus familias la pasen bien en este resto de año que termina y en todo el año que comienza. Que sean felices es mi deseo.

Y, ahora, a lo que vinimos. La música. Hay mucha música que tiene la navidad como leit motiv, y yo solamente compartiré con ustedes cuatro o cinco temas. Empecemos por un vals que lleva por título… 

Navidad” (Navidad en la casa de mis padres…), 1966, vals con música de Osvaldo Pugliese y letra de Eduardo Moreno, interpretado por Jorge Maciel con la orquesta de Pugliese:


Y un tango instrumental inspirado en la navidad al que nadie le ha puesto letra, que yo sepa:

Navidad”, tango instrumental de Fioravanti di Cicco en 1931, interpretado por la orquesta de Francisco Canaro con di Cicco al piano:


Luego viene este tango con letra de J. N. Muñoz y música de Carmelo Napoli:

Navidad en tango”, J. N. Muñoz y Carmelo Napoli, interpretado por éste con acompañamiento de la orquesta de Jorge Dragone:


Y luego este otro:

Feliz navidad”, tango con música de Juan D´Arienzo y Juan Polito, y letra de Ernesto Rodríguez, interpretado por Jorge Valdés con la orquesta de D´Arienzo y con Polito al piano:


Y, naturalmente, el vals de Néstor Rodi y Domingo Losso:

Vals de nochebuena”: 


Muchos otros títulos navideños podrían agregarse a la lista, como lo hicimos en pasada oportunidad, pero no es mi propósito agotar el tema con un estudio exhaustivo sino colgar estos tangos en el personal árbol navideño que he armado para su disfrute, y espero sea de su agrado. 

Mientras tanto, les anticipo el calendario que estará vigente para los colombianos el año entrante, bisiesto, del cual destaco que el lunes de Semana Santa será festivo; que febrero, abril y septiembre no tendrán días festivos, aparte de los domingos; y que el único día festivo en diciembre será el día 8, porque los demás coincidirán con el festivo dominical. Sólo serán 15 días festivos no dominicales en vez de los 17 que tuvo el 2015 pero, en cambio, prácticamente todos serán lo que llamamos “Puentes de Emiliani” por lo que bueno será que este 31 de diciembre salgan a dar la vuelta a la manzana comiendo uvas y cargados de maletas porque habrá más de una ocasión de viajar.


Una feliz navidad del 2015 y un feliz año nuevo de 2016, y aprovecho para mandarles muchos besos con mi mensajera preferida.


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)

domingo, 13 de diciembre de 2015

130. Mujeres en cancha de hombres

Hace poco vi la película “La chica del millón de dólares” que Hilary Swank protagoniza con Clint Eastwood y Morgan Freeman, y trata de una chica brusca, ordinaria, procedente de los barrios bajos, con una niñez traumática, de la que se diría que no tiene nada que perder. Se encontró en el camino con el boxeo, y ese rudo deporte de hombres fue su salvación; si se considera salvación esa cuota de sacrificio que se requiere para triunfar en un mundo tan rudo donde los hombres asumen actitudes ordinarias y poco refinadas. Parece ser la constante de ese deporte el ser bruscos y descorteses. Tengo la impresión de que a algunas de las chicas que incursionan en ese campo el estrés y la carga hormonal que manejan las lleva a tener apariencia de hombres, y es posible que muchas hasta terminen por gustarles las mujeres. La película plantea otras variantes, como decir la eutanasia, pero el asunto que hoy me ocupa es el de la rudeza del boxeo y la incursión de mujeres en ese que tradicionalmente se consideró campo de hombres.

Hilary Swank, boxeadora en La Chica del Millón de Dólares

Aunque el fútbol femenino no es nuevo, no llega aún al nivel profesional de talla mundial, sin embargo, me impresionó la belleza del equipo norteamericano en el mundial de fútbol femenino que parecía más una pasarela que un equipo de fútbol… hasta que las vi jugar en un video de televisión y debo confesar que ¡me descrestaron! Juegan muy bien.

Alex Morgan, USA


Llamó también mi atención la brasileña Ana Paula Oliveira, la mujer árbitro que tuvo problemas por aparecer desnuda en una portada de la revista Play Boy, lo que no es admitido por las estrictas normas de la FIFA. Alcanzar a ser nombrada árbitro a ese nivel, y ser aceptada por los equipos cuyo juego tuvo que arbitrar, da un índice de su capacidad profesional y de su estado físico para poder estar en la jugada.

Ana Paula Oliveira, Brasil


Me sorprendió también que cuando se dio la transición de Pep Guardiola como reemplazo de Jupp Heynckes, el técnico que se jubiló en el Bayern de Munich, resolviera confirmar en el puesto a Kathleen Kruger, la bella asistente técnica que ha demostrado conocimientos, autoridad, y liderazgo, en la preparación del equipo:

Kathleen Kruger, Alemania


Había una mujer importante para el equipo de fútbol Chelsea de Inglaterra, y era la médica gibraltareña de padre español Eva Carneiro. Renunció por discrepancias con el técnico portugués José Mourinho, pero en su defensa hay que aducir que la prepotencia de Mourinho no se la aguanta ni él mismo, y que él es igual de prepotente con hombres y con mujeres. En eso no discrimina.

Dra. Eva Carneiro M.D.

Ahora me entero de Corinne Diacre, la primera mujer que dirige un equipo de fútbol de nivel profesional, así sea en la liga B del campeonato francés:

Corinne Diacre, Francia


En resumidas cuentas, no hay campo en el que las mujeres no puedan incursionar, incluido el mundo del fútbol en el que la belleza se admira pero la ineptitud o la mediocridad no se toleran. Si ellas están allí, es porque han sabido ganarse el puesto y, con seguridad, lo han hecho venciendo los prejuicios de la jauría machista que las rodea. Me alegro por ellas y, por qué no, por nosotros sus admiradores.

Claro que hay mujeres que no saben ser competentes y manejar al mismo tiempo su feminidad, y resuelven sacrificar una cosa por la otra, con lo que se convierten en más hombres que un hombre, utilizando la connotación machista del término hombre, esa que supone que ser hombre significa ser grosero, ordinario, vulgar, sucio, brusco, y displicente. Hay mujeres que sueñan con ser así, y se esfuerzan todo lo posible por ser peor que un hombre; y pongo como ejemplo de esas a la joven norteamericana Elizabeth Lambert del equipo de fútbol soccer de la Universidad de New Mexico en California (USA). Indudablemente es una chica muy bella, y cualquier hombre se sueña compartiendo con ella en una cafetería “pa´las que sea”.

Elizabeth Lambert, USA

Pues, resulta que Elizabeth ha sido expulsada del equipo por término indefinido debido a su juego sucio y comportamiento antideportivo. Viendo el video, se arrepiente hasta el más verraco de salir con una chica así. ¡Qué pereza una mujer tan femichista!


Elizabeth Lambert, USA, ejemplo de Shit Play

Elizabeth es el parche, pero por su parte la brasileña Raquel Benetti es ¡Una estrella! Qué dominio de la esférica. Y con tacones, que no es lo mismo:

Raquel Benetti


A esta suerte la llamábamos en mi niñez “tecniquear”, y yo no sería capaz de hacerla ni aunque me dedicara a practicar por el resto de la vida. Pero hay gente que sí, como decir esta bisabuela de 90 años, Ase Marie Nordhagen, que es todo un espectáculo.

Ase Marie Nordhagen


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


martes, 8 de diciembre de 2015

129. Bananas al vuelo

El plátano es una fruta originaria del suroeste asiático conocida desde 500 años antes de Cristo, y en la actualidad su consumo se ha extendido por todo el mundo, con grandes cultivos en los países tropicales. El nombre científico de las variedades de consumo más extendido proviene de la familia de las Musáceae, el orden de las Scitamineae, género de las Musa, sección de las Eumusa; y el subgrupo de mayor calidad es distinguido por el apellido Cavendish aportado a la clasificación por al parecer un anónimo cultivador o estudioso que no registran las monografías especializadas en este producto cuya variedad frutal de consumo crudo conocemos con el nombre de “banano”, un nombre que proviene de una palabra árabe que significa “dedo”.


Los países de mayor producción son India y Filipinas, en el Asia; y en América los de Colombia, Ecuador, y los países centroamericanos; puesto que las condiciones climáticas imperantes la favorecen. Son países que se han agrupado en la UPEB (Unión de países exportadores de banano) en un intento por dominar el comercio mundial a la manera de los países de la OPEP (Organización de países exportadores de petróleo), pero es un intento fallido porque se enfrentan al poderoso consorcio de las grandes empresas multinacionales compradoras que ponen las condiciones de mercado y, en la práctica, vienen a ser sólo tres: United Brands (Chiquita) o United Fruit Company, Castle and Cooke (Dole), y Del Monte. Son estas las que determinan los precios, determinan a quien le compran y a quien no, y determinan qué le compran y cuánto le compran. El banano que no cumple con sus parámetros de calidad de exportación es desechado para dar de comer a los marranos, o para traer en camiones que surten las carretillas de venta perifoneada por las calles de Medellín (“A cien, a cien, doce por mil, lleve la docena por mil”) y surtir a los supermercados. No significa esto que su calidad no sea apta para el consumo humano, sino que alguna circunstancia en el tamaño del producto, maltrato en la operación, o fecha prevista de maduración, hace que no pueda ser llevado a Europa o al Japón. De ahí que en los supermercados se encuentren a veces bananos con las contramarcas “Chiquita” o “Unibán” adheridas con stickers. Los otros, los que pasaron las pruebas, van a adornar las mesas de los comensales del mundo, convertidos en golosinas de sobremesa. Es un negocio que mueve millones de dólares, y sustenta de modo importante la economía de varios países.

Pues, bien, según los estudiosos botánicos esta fruta está en vías de desaparecer; pero primero se convertirá en un producto tan apreciado, tan escaso, y tan costoso, como el caviar de primerísima calidad.

Plátano a precio de caviar-La variedad más popular se dirige hacia la extinción” en Yahoo noticias:


Es una mala noticia para la región de Urabá en Antioquia, cuya cercanía con el canal de Panamá la hizo óptima para el desarrollo de su producción por el abaratamiento en los costos de transporte, desaparecido el Ferrocarril del Magdalena y disminuida la producción magdalenense después de la llamada “Masacre de las Bananeras”.

El banano en Centroamérica debe su auge a que un gringo de nombre Minor Keith (o su tío, para ser más precisos) recibió la concesión de construir el Ferrocarril de Costa Rica en el siglo XIX, y esto le costó un dineral que no se recuperaba solamente con el transporte de pasajeros y alguna que otra carga. Encontró en el cultivo del banano y en los grandes volúmenes de exportación la carga necesaria para hacer viable el negocio del transporte ferroviario. El banano en esa región comenzó siendo un negocio marginal.

A Centroamérica llegó un hombre nacido en Missouri, Estados Unidos, con el encargo de construir unos molinos de harina. Se casó con una bella dama mexicana de apellido Rodríguez, y luego recibió el encargo de construir unos molinos para la empresa Harinera Antioqueña de Medellín, donde vino a parar con su esposa y se enamoró de esta ciudad en donde se respiraban aires de prosperidad. Mr. Louis Halley Coulson se convirtió en el Sr. Luis H. Coulson, y aquí hizo dos cosas: montó una empresa que se llamó Molinos Nutibara, con su filial la Fábrica de Galletas Coro, sigla derivada de los apellidos Coulson Rodríguez de sus hijos; y montó una plantación de banano en Urabá, cultivo que había aprendido a manejar a su paso por Centroamérica. En Medellín nacieron sus hijos Jorge Pedro, Luis Ricardo y Joann Coulson Rodríguez.

En los comienzos de su llegada a Medellín el transporte aéreo de pasajeros era incipiente, y la carretera al mar de Urabá era apenas un sueño impulsado por don Gonzalo Mejía Trujillo y dos o tres visionarios, no más. La carretera era una trocha denominada “La vía de la muerte” donde al encontrarse dos camiones uno podía seguir hacia adelante, y el otro debía retroceder hasta rodar por un precipicio. De allí le vino a don Luis Coulson la idea de montar su tercer negocio pensado en el desarrollo de la aviación regional en nuestro país, y alquilando aviones después de la segunda guerra mundial lideró la fundación de la empresa ACES (Aerovías Centrales de Colombia), y lideró la fundación de la empresa SAM (Sociedad aeronáutica de Medellín), y lideró la fundación de la empresa aérea de carga TAMPA (Transportes aéreos mercantiles panamericanos). Su nombre está ligado indisolublemente al desarrollo del transporte aéreo en nuestro país, y su afecto a esta ciudad de donde no quiso salir después de conocerla, y en donde se quedó para esperar la muerte después de aportarle el caudal de su energía empresarial. 


Recientemente se realizó en Medellín un diplomado para el periodismo especializado en aeronáutica, y el afable don Jorge Coulson fue invitado a dar cátedra sobre el tema, y testimonio de las empresas que él gerenció, llevado por la dirección visionaria de su padre. Fue don Louis H. Coulson, a no dudarlo, un antioqueño de corazón.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


domingo, 6 de diciembre de 2015

128. Carlos Coroliano Amador, un Coro no Coriolano

Un par de artículos atrás en este blog menciono el caso de Susana Gricel Viganó Andersch, hija de don Egidio y de doña María Magdalena “Maruca”, cuyos amores con José María Contursi inspiraron el tango “Gricel”. Doña Maruca admiraba la novela del español Jesús Flores titulada “Grisel y Mirabella” y quiso ponerle a su hija ese nombre, pero el padre de la criatura y el cura se equivocaron en el registro bautismal y quedó cambiado por Gricel, escrito con C.

He visto un curioso video de 45 segundos de duración, filmado por los cineastas Acevedo Hermanos, que trae en la introducción un letrero con el año de 1948 como fecha de producción. Se trata de una campaña de prevención de accidentes viales contratada por el Departamento de Circulación y Tránsito de la ciudad de Bogotá,  en la que se muestran varios accidentes como el de un niño que patina en las calles y no se fija al llegar a una esquina de tránsito vehicular, o el de un anciano que trata de descender del tranvía en movimiento en el momento en que se atraviesa un poste eléctrico que lo lanza sobre la vía. “No descuide las señales de tránsito… Este descuido le dejará inválido de por vida… Patinar en la calle trae funestas consecuencias… Salve a su hijo de la muerte, impidiéndole patinar en la vía pública… No se baje del tranvía en movimiento… Segundos de espera le habrían evitado este accidente…”, decía el mensaje. Una voz en off, fuera de cámaras, parecida a la del locutor de la UFA que presentaba el tráiler o corto cinematográfico del noticiero “El mundo al instante” en español (locutor cuyo nombre no pude averiguar ni siquiera con la acuciosa colaboración de don Ricardo Bada en las oficinas de archivo de esa institución en Alemania), hace de vocero en esta filmación. La campaña hacía parte de los preámbulos en las salas de cine antes de la proyección de las películas. 

Tranvía de Bogotá 

y

Video de la campaña de tránsito filmada en 1941 por los hermanos Acevedo:


Pues… resulta que no. Que ese corto no fue filmado en 1948 por Acevedo Hermanos sino en 1941; y que, contrario a lo que muchos piensan a estas alturas de la vida, no estaba destinado a la televisión sino al cine en el que desde 1924 había incursionado con cortometrajes don Arturo Acevedo Vallarino con sus hijos los Hermanos Acevedo: Alfonso, Álvaro, Armando, y Gonzalo Acevedo Bernal.

Decían algunos abuelos que “a la gente hay que creerle”, y otros decían que “uno no puede creer sino en lo que ve”, pero yo saqué la conclusión de que “uno no puede creer ni siquiera en lo que ve”. Tal cosa se me ocurre porque en ocasiones uno cree ver una cosa, y resulta ser otra. ¿Recuerdan la fotografía del líder de la Unión Soviética Leonid Brézhnev besando en la boca al líder de Alemania Oriental Erich Honecker, que dio origen a una campaña publicitaria de la casa de modas United Colors of Bennetton? A eso me refiero. No es lo que los malpensados creen.

Leonid Illich Brézhnev 
y Erich Honecker

Entre los personajes típicos de Medellín a mediados del siglo XX estaba José Antonio Ramírez, apodado Majija, que solía verse en los salones del elegante Club Unión invitado por alguno de los socios que gozaban sus excentricidades y lo tomaban como bufón. Dicen que provenía de una buena familia, pero que resultó con deficiencias mentales en una época en la que los hijos con discapacidad o diferencia eran escondidos en algún cuarto de la casa “para que no los vieran las visitas”. Majija no se escondía sino que, por el contrario, era bastante visible en su recorrido por las calles del centro de Medellín. Solían invitarlo los ricos de la ciudad a sus elegantes bodas en la iglesia de Buenos Aires, y para el efecto le alquilaban frac, sacoleva, o traje de etiqueta con sombrero de embajador, traje que él usaba descalzo porque una deformidad en los pies hacía que le maltrataran los zapatos. Por ser arribista social, el apodo de “Majija” lo sacaba de casillas según quien se lo dijera, y oí decir que la palabra “majija” venía a ser una deformación fonética de la forma como él pronunciaba el insulto de “¡marica!”, a quien el Dr. Jaime Jaramillo Panesso describe así:

José Antonio Ramírez, Majija

Majija, quizás el más gozoso y gozado de nuestros personajes típicos. Vestía de paisano en el día y en muchas noches de frac para ingresar al Club Unión, invitado por algún socio fiestero. Siempre anduvo descalzo debido a una deformación de nacimiento. Su nombre José Antonio Ramírez. No hablaba normalmente, ya que lo afectaba el labio leporino. Cuando un médico le ofreció operarlo, contestó: ”¿Jí? Y, entonjes, ¿je qué vivo yo?”. Murió en Medellín el 19 de mayo de 1973”. 

Escribió don Lisandro Ochoa Ochoa (nacido en noviembre 4 de 1867 y fallecido en noviembre 1º de 1948) la interesante obra titulada “Cosas Viejas de la Villa de la Candelaria”, que no alcanzó a ver impresa porque falleció tres días antes de cumplir los 81 años y un par de meses antes de que el libro saliera de imprenta, en la que encontré algunas inconsistencias menores que son atribuibles a fallas de la memoria, a fallas de imprenta, y a limitaciones técnicas de escritura en una época en la que no existía el Internet, ni los computadores, ni las comunicaciones satelitales, ni tantos adelantos y ayudas como tenemos en la actualidad. Esta segunda edición del libro de don Lisandro fue patrocinada en 1984 por el Departamento de Antioquia para la colección de Autores Antioqueños, y contó con don Miguel Escobar Calle como editor, y prólogo del historiador Roberto Luis Jaramillo Velásquez.

Hallé en la página 376 que, entre otros reseñados, dice sobre Majija:

“...De los que dejo mencionados, es el único que está vivo. Es el bobo de la época moderna, amigo del cine, de los deportes, y hasta de la televisión” (el subrayado es mío).

José Antonio Ramírez, Majija

Hay inconsistencia por el hecho de que la televisión no existía en Colombia antes de que el General Gustavo Rojas Pinilla la trajera en el año de 1954, y no existían las comunicaciones satelitales inalámbricas ni los aparatos de Betamax o VHS. Es posible que no hubiera siquiera aparatos de televisión en el país porque ¿Para qué traerlos? Siendo así, ¿Cómo pudo Majija ver televisión en vida de don Lisandro Ochoa, fallecido en 1948? Claro está que Majija sí la conoció después de la muerte del cronista Ochoa, por lo que presumo que tal frase fue una adición de último momento aportada por el revisor de texto de la segunda edición, que le metió mano a la obra original. Tales cosas a veces suceden.

En ocasiones un testigo presencial, de los que uno describe como de edad avanzada pero lúcido, dice recordar una fecha, cuando es otra; lo que ha dado lugar a algunas de las más de 200 precisiones que tengo para hacer en el libro sobre el barrio Buenos Aires, cuando se presente la oportunidad de una segunda edición. 

Me pasó con el profesor don Alfonso Builes Ortega cuando yo escribía ese libro. Me dijo él que el Congreso Eucarístico Nacional celebrado en Medellín había sido en el año de 1936; y después descubrí que dicho congreso se efectuó del 14 al 18 de agosto de 1935, un año antes de lo que registran sus recuerdos. Esas diferencias de un año de más o de menos en la memoria suelen ocurrir.

En el mencionado libro de don Lisandro Ochoa cuenta en las páginas 355-356 de la segunda edición que el padre Valeriano Marulanda, después de varios años tratando de conseguir para el templo de San Juan de Dios situado en la calle Colombia al cruce con la carrera Cúcuta el privilegio de la velación diaria del Santísimo Sacramento, única iglesia que lo tendría en toda Antioquia para ese momento, lo obtuvo “Como fruto del gran Congreso Eucarístico celebrado en esta ciudad en el mes de agosto de 1936”. La fecha que da don Lisandro tiene el mismo error de la jugada que le hizo la memoria a don Alfonso Builes; corroborando la idea de que uno no puede creer a pie juntillas ni siquiera en las declaraciones de los testigos, y de que todos nos podemos equivocar en algo porque, a la hora de la verdad, como pudo haber pensado Galileo Galilei, no hay nadie infalible. Claro que el error en la fecha de los dos testigos se explica por el hecho de que tal congreso se inició en 1935 con la misa en el templete levantado para la ocasión en el terreno donde hoy se levanta la iglesia de El Sagrario en el barrio Sevilla, frente a la Clínica León XIII del antiguo Instituto Colombiano de los Seguros Sociales, pero sus deliberaciones terminaron en el año de 1936. Al no haber una sola fecha determinada, sino un período comprendido entre dos años del calendario, tal lapsus de memoria es comprensible y da valor a la recomendación que me hizo el Dr. Luciano Londoño López cuando yo escribía el borrador de “Buenos Aires, portón de Medellín”. Él, que en materia de Historia era seguidor de la Escuela de Annales preconizada por Lucien Febvre y Marc Bloch, de la Nueva Historia que lideraran Jacques Le Goff y Pierre Nora, y de la Teoría de los Indicios del italiano Carlo Ginzburg; me aconsejaba no tragar entero, puesto que “toda afirmación debe ser confrontada con los hechos, y no olvides que no siempre lo afirmado por la mayoría de los testigos resulta ser verdad”. Tal cosa la había aprendido en su actividad intelectual y en el ejercicio de su carrera de abogado. De ahí mi recurrente afirmación de que “Uno no puede creer ni siquiera en lo que ve”, o lo que dicen ciertas mujeres infieles cuando son sorprendidas por el marido en dudosa compañía: “No es lo que tú piensas, querido”.

El hombre más rico que había en Medellín, según me contaba mi abuelo, era un señor don Coloriano que fue el que mandó a hacer este edificio”, me dijo un vendedor de frutas en la antigua plaza de mercado de Cisneros en Guayaquil, la que se incendió, en donde ahora queda el Parque de las Luces de La Alpujarra; asociando el nombre del legendario ricachón con el colorido de sus productos.

A don Carlos Coriolano Amador Fernández le decían “Don Coro”. Recibió él ese nombre como homenaje al reconocido general romano Cayo Marcio Coriolano, del siglo V antes de Cristo. La deducción es obvia: Si Coriolano era el nombre del general, Coriolano tendría que llamarse el hijo de don José Sebastián Amador López. Sólo que, me lo ha dicho la historiadora Sor Natalia Álvarez Micolta, hubo un error en los registros bautismales y, según documentos notariales de mediados del siglo XIX, que ella tuvo a la vista, no aparece su nombre como Carlos Coriolano Amador sino como… Carlos ¡Coroliano! Así es que, contrario a lo que creía el vendedor de frutas, y a lo que hemos venido creyendo nosotros desde hace rato, por más Coriolano que fuera el general de los romanos, el rico magnate de los negocios paisas no se llamaba Coriolano sino Coroliano. Tomen nota, es COROLIANO.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)