domingo, 18 de noviembre de 2018

258. Frutos de mi tierra, programa radial de los años cincuenta, con libretos de Ignacio Isaza Alzate

El ingeniero de minas Ignacio Isaza Martínez, fundador de la Sociedad de Amigos del Arte, a quien León de Greiff dedicó el poema “Suite de la luna negra”, nació en Santa Fe de Antioquia el 20 de junio de 1907, y falleció en Medellín el 28 de julio de 1997. 

Era homónimo y contemporáneo del autor de cuentos y hombre de radio Ignacio Isaza Alzate, periodista fundador del periódico “El Estilete”, que nació en Titiribí en 1917 y falleció en Medellín en la segunda mitad del siglo XX. A mediados de los años cuarenta Isaza Alzate también escribió en el periódico El Diario de Medellín la columna taurina “Glorias y tragedias del toreo”.

El Tiempo.com en el artículo “Actores en sintonía”, haciendo alusión a los efectos de sonido en la grabación de las radionovelas,  lo que se hacía sobre la marcha con tres o cuatro radioactores prestando su voz frente al respectivo micrófono e ingeniándoselas para producir los sonidos que ambientarían para el radioescucha la trama recreada, afirma que: 

“Tiempo atrás, el papel celofán no fue tan sólo excusa de anchetas y pedacitos que volaban en los pueblos, colgados de una pita, para anunciar las fiestas de fin de año. No. Alguna vez el papel celofán fue frotado entre las manos, muy cerca de un micrófono, para simular el fuego. Los cocos, lejos de la isla de San Andrés, al chocar repetidamente, fueron pasos de caballos. Un balde de agua dejó de ser el destino de la mugre casera para convertirse en el sonido de un río”.

Esto, que a los de mi generación nos tocó vivir en la niñez, hoy en día es historia, una historia que tiende a desaparecer o está desaparecida.

Según el historiador Jorge Orlando Melo González:

“Se borraron, como huellas en la arena, las radionovelas que crearon la imagen de Colombia como país, tales como `El ángel de la calle´, de Efraím Arce Aragón; `Lejos del nido´, de Juan José Botero Ruiz; y las que mostraron por primera vez a la Guajira y a los wayús: `Tanané´ y `Tangaré, el hijo de Tanané´, del santandereano Luis Serrano Reyes; que dieron a conocer las regiones y la diversidad nacional mucho antes que las telenovelas, a las que a veces se atribuye esto”.


Ignacio Isaza Alzate fue el libretista de la radionovela “Lejos del nido”, de Juan José Botero Ruiz; y también libretista y productor del programa radial “Frutos de mi tierra, un programa de radioteatro que se emitía a mediados de los años cincuenta por la emisora La Voz de Antioquia de la Cadena Radial Colombiana (CARACOL, sigla o marca de fábrica acuñada por el publicista Arturo Puerta Lucena), programa que se hacía con la locución de Rodrigo Correa Palacio, apoyado por un grupo de radioactores que recreaban las escenas costumbristas preparadas por el libretista Isaza. Correa Palacio tuvo también, entre otros, el programa costumbrista “Arrieros Somos”, que dio tema para la publicación de un libro suyo con el mismo título. De ese programa salió la idea de crear La Orden del Arriero, que se concedía a personajes que habían contribuido especialmente al engrandecimiento cultural de la región paisa. 

No es coincidencia que quisieran bautizar el programa “Frutos de mi tierra” con el mismo título de la novela de Tomás Carrasquilla, porque esos libretos radiales recreaban las costumbres y el hablar del campesino antioqueño de principios del siglo XX. 

No hay mayor información sobre el programa “Frutos de mi tierra” en Internet. A duras penas se encuentran dos someras menciones, y no es más. De hecho, la novela de don Tomás Carrasquilla copa la atención de menciones en la red. 

El de Caracol era un programa en el que el libretista adaptaba cuentos antioqueños como “Que pase el aserrador”, de Jesús del Corral; o “El último arriero”, de Tulio González Vélez; como también “Chirringo” y “Taita grande”, de la autoría del propio libretista; en un guion radial encuadrado dentro del tiempo de transmisión. Había que hacer un esfuerzo de síntesis para lograr este propósito, sin perder la esencia del cuento, y esa era la tarea que asumía Ignacio Isaza.

El escritor Mario Escobar Velásquez publicó una “Antología comentada del cuento antioqueño”, e incluyó el cuento “Chirringo” de Isaza con una semblanza suya, semblanza que fue reproducida en el blog Viztaz y Viztaz.com:


Aparece reseñado entre los hombres del suroeste antioqueño por el genealogista Luis Álvaro Gallo Martínez con esta nota:

“Nació en Titiribí el 31 de mayo de 1917. Hijo de Marcelino Isaza y Leonor Alzate. Estudió hasta el 1º de bachillerato en Titiribí. En la Casa de Menores de Fontidueño aprendió tipografía. Casado con Elisa Correa. Personero Municipal de Titiribí entre 1941 y 1943. Periodista, cuentista, novelista, colaboró en los periódicos El Diario, El Correo, y El Heraldo de Antioquia. Autor de: Chirringo, 1950, por el cual recibió la Orquídea de Oro; Taita grande, premiado por la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín; Cuentos paisas, 1951”.

La Casa de Menores Fontidueño, y su anexa la Escuela de Trabajo San José, eran regentadas por los Padres Carmelitas Descalzos en el municipio de Bello (Antioquia).

A Ignacio Isaza Alzate lo conocí en mi niñez en el barrio Buenos Aires, y me parece verlo con sus gruesas gafas, su indómito pelo canoso, su máquina de escribir de duras teclas chuzografiadas; sentado, para aprovechar la luz externa, al pie de la ventana de su casa ubicada sobre una elevada acera de trincho; y con sus inevitables paradas cada veinte minutos o media hora para ir a la tienda de la esquina a tomarse un aguardiente, paradas que estaban condicionadas por las salidas de su joven y hermosa vecina que salía a hacer compras de comestibles en la misma tienda y era seguida por la golosa mirada del libretista… y por la mía, puesto que ambos suspirábamos por esas increíbles piernas torneadas como boliches, y su baño de sex appeal escurriéndole por los poros; caminando indiferente, como si no se diera cuenta de las admiraciones que despertaba en un hombre maduro que le ofrendaba todos sus restos, y un mocoso adolescente que le ofrecía todos sus arrestos. Sí se daba cuenta, pero prefería hacerse la desentendida para no someter a ese par de derretidos babiecas obnubilados por su belleza a la vergüenza de ser zarandeados por la corpulencia de un esposo que debía medir algo así como 1,90 mtrs. y pesar como 120 kilos y alzar al hombro toneles de vino o bultos de grano de por lo menos una arroba de peso. ¿Para qué fastidiar a un par de esmirriados hombrecillos cuyo único pecado era arrobarse en lánguidas miradas por ella?

Por su parte el periodista emérito don Orlando Cadavid Correa, jubilado después de toda una vida de hacer periodismo radial y escalar posiciones desde cargaladrillos hasta altos puestos en su actividad profesional, que lo llevaron a los noticieros de Caracol, RCN, Todelar, Colprensa, y otros medios, ganándose el calificativo de “maestro de maestros de la noticia”, recuerda así a don Ignacio Isaza Alzate: 

“Vi grabar varias veces el programa del Mono Isaza en el estudio de don Gustavo Giraldo, en la Voz de Antioquia de la inolvidable calle Maracaibo. Como yo era el chino de los mandados de una floristería vecina en Sucre con Caracas, me daba mis escapaditas para estimular mi naciente pasión por la radio. A don Gustavo, el mago de las perillas, no le molestaba mi presencia en su mágico estudio. ¡Qué tiempos!”.


El control de consola en la cabina de grabación, ingeniero empírico de sonido don Gustavo Giraldo Cardona, vivió en la misma calle y en la misma acera de don Ignacio Isaza Alzate en el barrio Buenos Aires, cinco puertas de por medio; pero no al mismo tiempo, porque don Ignacio vivió allí en la década de los cincuenta, mientras don Gustavo llegó a mediados de los sesenta. 

Los hermanos Ramírez Loaiza, cuya casa quedaba frente a la de don Ignacio, recuerdan que:


“Él y doña Elisa Correa vivían con doña Chila, la madre de ella, y no tuvieron hijos; pero prácticamente criaron a un sobrino que la acompañaba y no se despegaba de su lado. No recuerdo su nombre, pero era hermano de Guillermo y de Yamile Zabala Correa, la bella muchacha que asomada al balcón de la esquina le quitaba el sueño a más de uno de los de la barra de adolescentes que merodeaban la esquina del frente. Mucho recuerdo a don Ignacio porque era el libretista de la radionovela `Lejos del nido´, y en casa no nos la perdíamos. Aplastaba teclas con un cigarrillo colgando de los labios casi todo el tiempo, y nos parábamos a esperar a que la ceniza cayera por su propio peso y él hiciera una pausa para sacudirse el pantalón, entonces le preguntábamos qué iba a pasar en el siguiente capítulo de la novela, y él nos decía: `Óigan el programa, muchachos, y no se lo pierdan´, pero ahora déjenme trabajar que en estos momentos estoy muy ocupado porque tengo que entregar este libreto a primera hora. No me distraigan”. 

Los productores de “Frutos de mi tierra” hicieron una selección de música colombiana como bambucos, pasillos, danzas, y otras piezas instrumentales de música andina acorde con la vida de la arriería, y la usaron como cortina en los diferentes episodios. La Estudiantina de Sonolux, dirigida por Luis Uribe Bueno, grabó un long play o disco de larga duración con doce de esos temas, del que salió un CD o disco compacto con casi veinte. Este trabajo se tituló “En son de fiesta” y, entre otras, tiene las siguientes composiciones: 

1. Patas d´hilo

Pasillo de Carlos Vieco Ortiz, interpretado por el Trío P´al Café


2. Rondinela

Pasillo de Alberto Castilla Buenaventura, interpretado por la Estudiantina Sonolux


3. La gata golosa (La Gaitè Gauloise, o “La Alegría Gala”, nombre de una repostería bogotana que quedaba contigua al burdel de una afamada madame francesa)

Pasillo fiestero de Fulgencio García, interpretado por la Estudiantina Sonolux


4. Por qué te fuiste

Pasillo de Rosita de Rocha, interpretado por la Estudiantina Sonolux


5. Ricitos de oro

Pasillo fiestero de Emilio Sierra Baquero, interpretado por la Estudiantina Sonolux


6. Los filipichines

Pasillo de Emma Perea de la Cruz, interpretado por la Estudiantina Iris


7. El Relator (Homenaje al periódico liberal vespertino de la ciudad de Cali, que circuló entre 1915 y 1960)

Marcha de Hernando Sinisterra Gómez, interpretada por el Trío Morales Pino


8. Que vivan los novios

Rumba criolla de Emilio Sierra Baquero, interpretada por su conjunto con la voz de Humberto “Chato” Reyes


9. On tabas (¿Dónde estabas?)

Bambuco fiestero de Emilio Murillo Chapul, interpretado por el dueto de Garzón y Collazos


10. El cafetero

Pasillo de Maruja Hinestroza Eraso de Rosero, interpretado por la Estudiantina Sonolux


11. Lulú

Fox de Hernando Sinisterra Gómez, interpretado por la Estudiantina Sonolux


12. Alfonso López (Pumarejo)

Pasillo de Pablo Baquero, interpretado por la Estudiantina Sonolux


13. Chaflán

Pasillo fiestero de Nicanor Velásquez Ortiz, interpretado por el requintista Jorge Ariza


14. Bucarelia

Danza de José A. Morales, interpretada por Oriol Rangel al piano y Jaime Llano González al órgano


15. Cisnes del lago 

Pasillo de Floresmilo Flores, interpretado por la Estudiantina Sonolux


16. Cachipay

Pasillo de Emilio Murillo Chapul, interpretado por los hermanos Jesús Alejandro, Juan Pablo, y Felipe Andrés Sánchez Peña.


17. A orillas del Guáitara

Pasillo de Floresmilo Flores, interpretado por la Estudiantina Sonolux


18. Leonilde

Pasillo de Pedro Morales Pino interpretado por la Estudiantina Melodías de Colombia, dirigida por Lisandro Varela, para el trabajo “Cuerdas que cantan” de Discos Zeida:

https://www.youtube.com/watch?v=gFoEX-ufg0g


Escuchar estos discos me devuelve a los días de la niñez, cuando con mi abuela y mi madre nos sentábamos alrededor del aparato de radio Philco que teníamos en casa, para escuchar el programa “Frutos de mi tierra”. ¡Qué tiempos aquellos! Eran mis propios “Días de radio”, como aquellos que inspiraron la nostálgica película de Woody Allen.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)




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