domingo, 19 de junio de 2016

157. Educación, photofinish por una cabeza

ATERRIZAJE DE BARRIGA POR FALLAS TÉCNICAS

Vi un documental en la televisión de medianoche, a una hora en que no lo ven ni los interesados. Llegué a él de pura casualidad, por una especie de azar mientras desvelado zappeaba con el control de un canal a otro a la espera de que me atrapara otra vez el sueño. Ni el título hubiera llamado mi atención, ni el tema me hubiera atraído en ese momento, si lo hubiera conocido con anterioridad.

Hay una maniobra, cuando al avión se le traba el tren de aterrizaje, que consiste en aterrizar de panza o de barriga; y los pilotos consideran que, con un aparato tan pesado, es una suerte coronarla con éxito.

A la velocidad que alcanzan los caballos en las carreras hípicas, una cabeza es una distancia mínima que se mide en fracciones de segundo, y ganar o perder por una cabeza ya no es cuestión de habilidad ni de fortaleza sino de suerte; al punto que cuando se inventó la fotografía fue implementada para medir la llegada a la meta por “photofinish”, según la expresión inglesa.

Cuando a un billarista le sale una carambola de esas imposibles, ya sea por la verdadera dificultad que ofrece hacerla, o por la inexperiencia del jugador, se considera que esa carambola le salió de “chimba” o de “chiripa”, según expresiones coloquiales que se usaban en mi niñez. Es, como decir, la suerte que corría el zorro amañado a robar en el corral de las gallinas al ser sorprendido por el cazador con su escopeta dentro del alambrado de púas de resguardo, que lograba escapar por un resquicio “dejando pelos en el alambrado”, salvándose “de puras vainas”.

En las notas de calificación escolar de México, donde 10 equivale a un nivel de excelente, y de 5 hacia abajo equivale a reprobado; el alumno que obtiene un 6 aprueba “aterrizando de barriga” o “dejando pelos en el alambrado”. Eso explica el título del documental, relacionado con el tema que trata.

De p6nz6zo”, dir. por Juan Carlos Rulfo en 2012:


Significa eso que los estudiantes mexicanos pasan de un curso al siguiente de panzazo, de barriga, de chimba, de pura chiripa, dejando pelos en el alambrado.

Hugo Casanova Cardiel escribió un artículo para la sección Opinión del periódico La Jornada.com, del 25 de febrero de 2012, titulado “De panzazo, o como trivializar la educación”, en el que comenta la película. Su crítica no la alaba, sino que la descalifica por considerarla superficial, pero contiene elementos de juicio interesantes de tener en cuenta.


El periódico cerró el espacio a las opiniones de los lectores, seguramente por la cantidad de controversias y opiniones contradictorias que originó no sólo el artículo sino el documental.

En marzo de 2012 el Sr. Manuel Rodríguez Rodríguez escribió en su blog Superémonos.com el artículo “Panzazo”, con opiniones que contradicen en parte la visión de Casanova Cardiel y que dan otro enfoque o ángulo de visión a lo dicho en el documental.


Lo que llama mi atención es que tanto en el documental, como en los artículos respectivos, donde aparece la palabra México se puede tachar y reemplazar por la palabra Colombia. El resultado es el mismo. La situación es la misma.

La película completa puede verse en este enlace:


Tiempo después, leí este otro artículo relacionado con la educación escolar en México:

"México despide maestros por negarse a ser evaluados":


¿Por qué un documental hecho en México, pensado en México, que retrata la situación mexicana, en mi opinión también es aplicable a la situación colombiana? Pues, por el bajo nivel de nuestra educación, porque los educadores son una mafia que también se niega a dejarse medir, porque hay regiones en donde el nivel de los maestros raya con el analfabetismo, porque si por allá llueve por acá no escampa, y los remito de nuevo al artículo que publicó Elbacé Restrepo en el periódico El Colombiano en el que se queja de nuestra educación.


Varios artículos ha escrito Elbacé abordando el tema de la educación en Colombia, y se complementan.




POR ENCIMITA

Tareas estúpidas y maestros corchadores

Elbacé Restrepo

Lejos están aquellas épocas donde el maestro hacía uso de una regla contra la piel de los alumnos para ganarse su respeto y, de paso, su terror. Felizmente hace rato se revaluó la teoría de que si no es con sangre nanay de letra y cada vez son menos los profesores que abusan del poder que les confiere el tablero. Muchos alcanzan el reconocimiento de sus alumnos porque orientan y facilitan el aprendizaje con liderazgo, alegría y disciplina. De inmediato quedan inscritos para toda la vida en el espacio de los recuerdos gratos, como el que tengo de mi mamá, que sin ser maestra me enseñó a leer antes de tiempo en las páginas de EL COLOMBIANO y en las de Coquito.

De ahí en adelante desfilaron por mi vida muchos profesores y a todos los evoco con variedad de sentimientos, no sólo por sus enseñanzas sino también por algunas tareas que les quedé debiendo o que alguien tuvo que hacer en nombre mío, verbigracia el dechado en punto de cruz que mis manos se negaron a bordar. En cambio sembré por cinco años consecutivos la mata de frisol en un algodón húmedo y todavía no tengo claro para qué.

Hay tareas que están dentro del interés y capacidad de los alumnos y otras complejas, absurdas y ridículas, que dejan ver la necesidad o el gusto del profesor por darse importancia, por ser el más corchador y ufanarse de ello para exhibir después, cual trofeo ganado en dudosa lid, una cantidad de notas deficientes por parte de los alumnos.

Algunos docentes tienen la manía de castrar y cuadricular el pensamiento, pero luego se quejan de uniformidad de criterio. ¿Qué sentido tiene que después de una lectura obligatoria, el alumno tenga que hacer un resumen de 13 renglones, ni uno más, ni uno menos, por cada capítulo del libro? ¿Será posible medir en líneas la capacidad de análisis, de expresión o de síntesis?

Hay profesores de bachillerato que se sienten dictando cátedra en el postgrado de una ingeniería, pero no les dan a sus alumnos las herramientas necesarias para trabajos que atentan contra la armonía, la salud mental y el bolsillo de la familia, como por ejemplo: “construya la maqueta de una atracción mecánica de un parque de diversiones que tenga movimiento e interruptor, motor eléctrico de 4.5 voltios, que su operador fundamental sea un cigüeñal y que se detenga después de un tiempo determinado”. Al alumno no le habían explicado qué es voltio ni qué es cigüeñal y los papás, dispuestos siempre a acompañar en el proceso educativo pero inmersos en mundos muy distintos al de las maquetas móviles, se declararon incapaces después de varios intentos infructuosos.

Hubo dos opciones: pagar o pagar para que al joven le ayudaran a hacer un barco pirata de mentiras que, entre otras, la profe no calificó porque ya tenía todas las notas. Se siente impotencia, desánimo y una incertidumbre total: ¿Qué seguirá? ¿Tal vez un transbordador espacial que vuele, con plataforma y astronauta incluidos?

Los docentes deberían ponerse en nuestro pellejo y entender que hay tareas que en vez de estímulo causan depresión, especialmente a los que nos faltaron apenas diez semestres de ingeniería mecánica o de diseño industrial con énfasis en física cuántica.

Elbacé Restrepo González

Lejos está México de alcanzar los niveles de Shanghai, de Singapur, o de Japón; pero más lejos está Colombia todavía. Yo diría que Colombia se acerca al nivel del piso. Y eso que somos, según algunos eslóganes publicitarios “Pura pasión, y la más educada” ¡Qué tal que tuviéramos baja la autoestima!

Encontré este reporte del año 2013, pero me sospecho que para el 2016 las cosas no han cambiado (y espero que no hayan empeorado).


El primer puesto es ocupado por Shanghai, principal ciudad de china con más de 20 millones de habitantes, con 613 puntos, 119 puntos por encima del promedio de conocimiento que fija Pisa, de 494 puntos. En segundo lugar se sitúa Singapur (573 puntos), seguido de Hong Kong (561), Taipei (560), Corea del Sur (554), Macao (538) y Japón (536). Completan la nómina de los diez primeros Liechtenstein (535), Suiza (531) y Holanda (523)… La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dijo que espera disponer en la próxima lista de más información para colocar a China en su conjunto. En el informe, que cubre el período 2003 a 2012, España ocupa el lugar número 33 de la lista con 484 puntos, y entre los últimos puestos están Chile (lugar 51 con 423 puntos), México (lugar 53 con 413 puntos), Uruguay (puesto 55 con 409 puntos) y Argentina (lugar 59 con 388 puntos). Colombia se ubica en el lugar 62, con 376 puntos, y Perú en el último sitio de la lista, el número 65, con 368 puntos…”.

Espero que las autoridades no salgan a airear el cuento de que “estamos mejor en educación que el Perú”. Aquí somos los magos para compararnos y sacar pecho con los que están detrás.

Se queja el profesor Jorge Barrientos Marín en su artículo “El subdesarrollo y la inversión en ciencia, tecnología, e innovación”, publicado por el periódico Alma Mater de La Universidad de Antioquia en su edición 652 de abril de 2016, página 7, de que: 

Como es bien sabido el Gobierno Nacional prepara desde 2015 un documento Conpes que traza la hoja de ruta del país en Ciencia, Tecnología, e Innovación (CTI) en la próxima década; y las críticas por parte de científicos y académicos, bastante justificadas, no se hicieron esperar porque el documento claramente subordina la ciencia, la tecnología, y la innovación, a la competitividad; es decir, que la inversión en estas áreas es solo un medio para lograr el fin al que denominan, sin mucha claridad, competitividad… El resultado del documento Conpes parece responder a un afán, una obsesión, porque el país entre en la OCDE, pero esto no será posible si Colombia sigue invirtiendo en estas áreas lo mismo que hace 21 años”. 

Lo que uno deduce es que la educación anda mal por baja calidad del profesorado en los niveles escolar y de bachillerato, y por el bajo nivel de exigencia y rendimiento de los alumnos en estos niveles; pero que a nivel de investigación superior no anda mejor. O sea que ni por arriba, ni por abajo. Dice el profesor Barrientos que “Corea del Sur, Singapur, China, e incluso Brasil, han entendido que para ser desarrollado primero hay que ser industrializado y apostaron por una alta inversión en educación”.

Dicen los observadores jurídicos callejeros que “Hecha la ley, hecha la trampa”, y en la misma revista el profesor Benjamín Buriticá Trujillo dice que “Urge una formación de posgrado de calidad” en su artículo de la página 10, en el que analiza “La situación de los maestros de las instituciones oficiales de Antioquia”. Aunque él se enfoca específicamente en el área de Matemáticas a la que él pertenece, sus observaciones son aplicables a las demás áreas curriculares. Defiende él la importancia de la capacitación a nivel de maestría por parte de los docentes pero, dice, que:

A pesar de la voluntad política y de las actitudes que muestran muchos educadores para iniciar un cambio efectivo en el sistema educativo colombiano, y en el antioqueño en particular, no existen ofertas suficientes, adecuadas, y acordes con las reales necesidades de los docentes, sobre todo en cuanto a la enseñanza de los saberes específicos de las materias que dictan”. 

Da el profesor Buriticá algunas cifras: 

La presencia de la U. de A. como factor determinante de la calidad de la educación en las regiones antioqueñas es mucho menor de lo que se ha dicho y creído. Según datos oficiales de la secretaría de Educación de Antioquia, de los cerca de 11.117 maestros de Antioquia a 8 de mayo de 2014 sólo 1616, o sea el 14,5%, son formados por esta universidad y casi el 85% restante por otras instituciones no acreditadas y cuya calidad es bastante dudosa”. 

Para acreditar estudios que les permitan escalar peldaños en la clasificación curricular, los docentes del ÁREA DE MATEMÁTICAS obtienen títulos de postgrado en materias que no son pertinentes a lo que enseñan y en instituciones que no tienen la nivelación requerida para garantizar un buen nivel de calidad. En los cuadros aportados por el profesor Buriticá aparece, por ejemplo, el título de “Especialista en Pedagogía de la Recreación Ecológica” (¿Qué significa eso?) otorgado por la Fundación Universitaria Los Libertadores de Cartagena, que obtuvieron 1959 de los 5530 maestros de matemática especializados. O el de “Especialista en Gestión Ambiental”, otorgado por la Fundación Universitaria del Área Andina (la sede de Medellín queda a cinco cuadras de mi casa, pero yo no lo sabía. No la he oído mencionar). 350 docentes han acreditado títulos de graduación como “Especialista en Lúdica Educativa” de la Fundación Universitaria Juan de Castellanos… Y así por el estilo. El profesor Carlos Arturo Soto Lombana en su artículo “El sabor agridulce del aseguramiento de las licenciaturas”, página 12, habla de que el Ministerio de Educación Nacional ha promovido leyes y decretos para tratar de mejorar la calidad de los docentes licenciados, pero que “En la actualidad sólo el 16,5% de los programas que tienen registro calificado vigente tienen acreditación de alta calidad. La meta del Ministerio en un período de cuatro años es que esta cifra llegue al 90%...” pero no hay asignación de recursos para que las Instituciones de Educación Superior puedan dar cumplimiento a tan bellos propósitos puestos sobre el papel. Al final el profesor Soto Lombana llega a una triste conclusión: “El país tiene un gran atraso en su sistema de educación superior, y gran parte de la geografía colombiana todavía no puede acceder a la formación universitaria”; lo que me recuerda a mi abuela que a duras penas hizo la escuela primaria. Solía ella decir que “Si habiera manteca, y habiera sal, haciéramos migas, ¡Pero no hay pan!”.

Esta es la visión de un lego, que ve los toros desde la barrera. Espero que los estudiosos y profesionales de la materia estén embarcados en profundos estudios sobre el asunto y que algún día se vea la luz al final del túnel, si se logran superar los poderosos juegos de intereses que se mueven alrededor de él.

Tenía este artículo guardado en el refrigerador, pero lo he traído a cuento porque un directivo del poderoso sindicato de maestros en México ha sido acusado de haberse aprovechado de su posición para hacer lavado de dineros. Sus colegas maestros están a punto de salir a huelga exigiendo su liberación porque consideran que tal acusación es un ataque a su solidaridad de gremio. ¿Qué tal? Como si pertenecer a un gremio, cualquiera que sea, diera patente de corso para infringir la ley.


Duro eso de mirarse uno en el espejo y ver que lo que está empañado no es el espejo sino la cara de uno. Al sindicato de maestros de México no hay trapito con qué cogerlo. A los de por estos lados… ¡Tampoco!

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


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