viernes, 23 de mayo de 2014

53. Del puente para allá, Juanchito

En Medellín hay una importante vía que lleva por nombre oficial el de Avenida Jorge Eliécer Gaitán, cosa que ignoran los vendedores callejeros y los transeúntes que la recorren. La gente la bautizó como Avenida Oriental, y así la reconocen, desapareciendo el nombre del asesinado político liberal que fue alcalde de Bogotá en el gobierno del Dr. Alfonso López Pumarejo.

Los abuelos del presidente Dr. Alfonso López Pumarejo, y de don Julio Mario Santodomingo Pumarejo, eran hermanos; y el patricio liberal don Alberto Pumarejo Vengoechea, cofundador del diario El Heraldo de Barranquilla, era primo del papá del presidente y tío materno de don Julio Mario. Cuando en el gobierno del Dr. Alfonso se fue a escoger un Designado para la presidencia, el pulso estuvo peleado entre don Alberto y el conservador Dr. Laureano Gómez Castro. Ganó don Alberto. Años después, se inauguró un puente de kilómetro y medio en el río Magdalena, entre Barranquilla y la vía a la población de Ciénaga, con anclaje en la isla de Salamanca. Su principal impulsor fue don Alberto Pumarejo, pero el puente recibió oficialmente el nombre de Laureano Gómez. Así se llama todavía… oficialmente; pero las gentes lo bautizaron Puente Pumarejo, y así le dicen per secula seculorum.


Puente Pumarejo”, con letra y música de Marco Aurelio Álvarez, interpretado por Víctor Piñero con Los Melódicos:


Cerca de Cali había un puerto en la orilla izquierda del río Cauca que fue bautizado oficialmente con el nombre del presidente caleño Carlos Holguín Mallarino (1888-1892), pero las gentes lo abreviaron a Puerto Mallarino. El urbanismo juntó el puerto y la ciudad, convirtiéndose el puerto en un barrio de la comuna 7 en el oriente, vecino al barrio Alfonso López. El tranvía llegaba hasta allí, y el río era navegable en vapor en otros tiempos, por lo que era ese un importante lugar de paso. La orilla izquierda del río se sigue llamando barrio Puerto Mallarino, pero el caserío de la orilla derecha se transformó en sitios de rumba y las gentes lo llamaron… ¡Juanchito! ¿De dónde sacaron ese nombre? Don Augusto López Vaca nos lo cuenta en crónica que acabo de leer y comparto con ustedes porque es una deliciosa historia de las que llaman tras bambalinas o detrás de cámaras.

"Del puente para allá, Juanchito; y del puente para acá, está Cali", cantó Alfonso "Moncho" Santana la canción de Jairo Varela con el Grupo Niche en homenaje a la capital de la Salsa, Cali Pachanguera. La salsa en Cali tiene su cuento, y Juanchito hace parte de ella.


Del puente para allá, Juanchito”, del Grupo Niche:


Así es la vida. Los nombres de los doctores Laureano Gómez, Jorge Eliécer Gaitán, y Carlos Holguín, no lograron entrar en el imaginario de las gentes en esos lugares, pero don Alberto Pumarejo y el anónimo Juanchito sí, porque "cuando a la gente se le mete una cosa en la cabeza, es más fácil sacarle la cabeza que la cosa", como dijo algún pensador anónimo.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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ORIGEN DEL NOMBRE DE " JUANCHITO"

Por Augusto López Vaca

Bibliografía: Revista de los grandes acontecimientos del "Cali Viejo", fundador y director Aníbal Tamayo Giraldo. Año 1982. 

Pocos somos los caleños, jóvenes o mayores, que sabemos por qué se llama "Juanchito " a Puerto Mallarino, que conocemos el origen de ese apodo.

El antiguo Cabildo de la ciudad le dio el nombre de Puerto Mallarino desde hace más de 85 años y la verdad es que la gente no lo ha llamado así casi nunca, como en los remotos tiempos del tranvía se sigue diciendo "vamos para Juanchito", "venimos de Juanchito", "En Juanchito compré estos bagres", etc.; y el nombre de Juanchito se sigue pronunciando todos los días por millares de personas que así lo seguirán llamando por siempre. A Juanchito no lo conocimos cuando deleitaba con los bellos pasajes del ancho río Cauca, descolgándose suavemente por las anchas canoas de los areneros y las largas balsas de guadua repletas de plátano, aves de corral y cerdos; y allá en su orilla izquierda atracados los bonitos buques de ruedas, llenos de pasajeros, que navegaban rumbo al norte o regresaban de La Virginia.

El por qué se llamó Juanchito a ese agradable lugar, que no tenía nada que ver con el rumbeadero que es en la actualidad, Augusto López Vaca el autor de este relato, hablando del Cali Viejo con un hombre de raza negra, caleño raizal ya mayor de 70 años pero que no revelaba ni 40, le escuchó que a comienzos del siglo XX quienes viajaban hasta el río Cauca a comprar plátanos, pescado, y frutas; se valían de los servicios de Juan, un hombre de estatura baja que muy honrada y diligentemente les hacía todas las compras que le encargaban. El hombrecito bajaba hasta la playa, a la carretilla, y pronto regresaba hasta donde estaba el tranvía trayendo los encargos. En este trajín se la pasaba todo el día y era incansable porque cada vez que llegaba el tranvía venía con numerosos clientes que apenas llegaban empezaban a gritar "Juanchito, cómpreme tres sartas de bagre", le gritaba el uno; "Juanchito, dos guangos de verdes" (guangos eran gajos o gajas de plátanos), le decía el otro; "Juanchito, tráigame dos bultos de naranjas"; y Juanchito no daba abasto con tanto encargo, pero a todos sus clientes les cumplía. El nombre del famoso mandadero era Juan pero la gente importante, que lo utilizaba, lo llamaba con ese diminutivo de "Juanchito" que le dio fama, y con el que quedo vinculado al pintoresco lugar de nuestra hermosa región Vallecaucana.

Qué grato evocar al viejo Juanchito con su río lleno de buques que salían o llegaban repletos de pasajeros procedentes de Palmira, Buga, Tuluá, La Virginia, y pueblos intermedios; y el pequeño tranvía con sus cochecitos llenos de pasajeros parlanchines y sonrientes estacionados frente al río echando humo por su chimenea: Juanchito era un hervidero de gentes que abordaban los buques o el tranvía, y de vendedores de numerosos productos que producían las fincas y el río.

Juanchito, el mandadero eficiente y honrado, no se sabe cuándo desapareció o que más fue de su vida, pero su nombre en diminutivo se sigue pronunciando hoy por millones de caleños. Ya las familias caleñas no van a Juanchito a comprar en la playa del hermoso río los bagres frescos, los plátanos acabados de llegar de las fincas aledañas a él, los bultos de naranjas, las gallinas, los huevos, el cilantro, el perejil, los bimbos. Juanchito se llenó de grilles, de música, y de todas esas personas pachangueras y trasnochadoras que lo frecuentan.

Y del nombre Puerto Mallarino sólo queda la historia, pues hasta siempre se sigue y seguirá llamando Juanchito por las siguientes generaciones.

Augusto López Vaca

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