domingo, 10 de enero de 2016

134. Francisco de Asís y Francisco de Roma, caminos cruzados

Acaba de pasar la navidad del año 2015, y los católicos todavía la celebramos construyendo una representación del Pesebre de Belén y rezando las novenas al Niño Dios. Por cierto que el primero que hizo tal representación para recordar el nacimiento de Jesucristo fue San Francisco de Asís en el año de 1223, cuando transcurrían los albores del siglo XIII. Es una celebración que para la época actual mezcla algo de fervor religioso con mucho de celebración pagana, jolgorio, y hasta fiesta de compromiso social en que se rotan los anfitriones de las novenas para mostrar la calidad de su hospitalidad con los pesebreperegrinos que rezan y festejan de un lugar a otro. Las emisoras radiales se guardan sus músicas tristes para otro tiempo y muelen música parrandera las veinticuatro horas, mientras la pólvora en las calles suena estruendosa en cualquier momento, en todo momento. 

En el TV canal de la DW (Deutsche Welle) el zap de mi control remoto encontró un programa de la serie “Reportajes y Documentales” titulado “El Santo y el Papa”; en el que Rolando Villazón, tenor mexicano radicado en Europa, hacía las veces de guía y cicerone para llevar a los televidentes por un camino muy especial; y remató deseándonos a todos una feliz navidad. Aunque fue un programa filmado por fuera de temporada (no había nieve en las calles de Roma ni en el camino de Asís), estaba destinado a transmitirse al finalizar el año de 2014. El canal ha vuelto a pasarlo para la navidad del 2015, puesto que su realización no pierde vigencia.

De mis padres y de mi abuela materna heredé la Fe Cristiana y fui bautizado en la Iglesia Católica Apostólica y Romana, pero no heredé el gusto por algunas costumbres piadosas que para mi madre, fuera de la misa y comunión diarias, incluía el rezo de incontables novenas a los santos, casi deshechas de tanto manoseo, agrupadas con una cubierta de paño, y pegadas con costura de hilo para evitar el desprendimiento de las hojas. No sé de donde sacaba aquello de que San Fulano es el patrono de los borrachos, que San Mengano es el de los juegos de azar, que San Sutano es el de las causas imposibles, y así sucesivamente con un santo para cada ocasión. Lectora empedernida de las hagiografías o vidas de los santos, con sus edificantes vidas, sustituía para nosotros lo que en otros hogares son los cuentos infantiles de la Literatura Universal. 

Fue así como me enteré de la existencia de un hombre llamado Francesco “Francesito” Giovanny di Pietro Bernardone Pica (julio 5 de 1182 a octubre 3 de 1226), nombre que recibió porque don Pietro, su padre, era admirador de Francia y los franceses. De este Francisco, que vivió en la ciudad italiana de Asís  entre los siglos XII y XIII de la Era Cristiana, se cumplirán en el año 2026 –año que está más próximo de lo que uno se imagina– ocho siglos de su fallecimiento, hecho que con seguridad celebrarán con bombos y platillos los miembros de los padres Franciscanos y de las Hermanas Clarisas de Santa Clara de Asís, comunidades que él fundó; así como también se congratularán con el hecho los miembros de las comunidades de los Dominicos de Santo Domingo de Guzmán, y de los Jesuítas de San Ignacio de Loyola; porque estas comunidades junto con las anteriores constituyen los pilares que sostuvieron los muros de la Iglesia cuando amenazaban venirse abajo, en una expresión literal referida a las paredes del templo de San Damián; y metafóricamente a la Iglesia presidida por el Sumo Pontífice de Roma. 

Apodado “Il poverello” por haber renunciado a los bienes de fortuna terrenal que le correspondían por parte de sus padres, el pobrecito San Francisco de Asís fue músico intérprete y compositor, lo que hoy denominaríamos un cantautor, de cantos religiosos. Y también fue letrista y poeta. Su oración de la paz es un poema que me hizo ganar un 5 admirable en la clase de Preceptiva Literaria de tercer año de bachillerato en el año de 1961 (año en que perdí casi todas las demás materias), porque logré sustentar ante el profesor don Guillermo Ángel el hecho de haber iniciado la antología de poemas en mi cuaderno de la materia con esa oración. “Es que”, le dije, “a mi modo de ver esta oración es todo un poema, profesor”. Él estuvo de acuerdo, y me puso esa calificación. Hay varias versiones y adaptaciones más extensas, pero copiaré la resumida que tengo grabada en mi memoria y en mi corazón:

ORACIÓN POR LA PAZ
San Francisco de Asís

¡Oh, Señor! Haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, siembre yo amor;
donde haya injuria, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya sombras, luz;
donde haya tristeza, alegría;
donde haya desesperación, esperanza.

¡Oh, Divino Maestro!, 
concédeme que no busque ser consolado, sino consolar;
que no busque ser comprendido, sino comprender;
que no busque ser amado, sino amar.

Porque… Dando, recibo;
perdonando, me perdonas;
y,
muriendo en ti,
nazco para la vida eterna.

Muy bella. Lástima que la autoría no sea de San Francisco de Asís en el siglo XIII, como equivocadamente se ha creído, sino posiblemente del Abad Esther Auguste Bouqueret (1855-1923) a principios del siglo XX. No es de San Francisco de Asís esa oración, pero sí refleja el espíritu de su vida, y el de la Comunidad Franciscana que él fundó.

Oración de San Francisco, por Fray José de Guadalupe Mojica:
https://www.youtube.com/watch?v=GJrI16sybQk

San Francisco de Asís, por Hermann Hesse

Dice su hagiografía que él recibió visiones de Jesucristo ordenándole que en una pequeña porción de terreno (o porciúncula) reconstruyera la desvencijada iglesia de San Damián: “Francisco, tienes que reparar mi casa porque amenaza ruinas”. Tal vez no fuera con palabras la revelación o inspiración que le llegó, pero los hagiógrafos están para embellecer los hechos y ponerlos de modo que el vulgo pueda comprenderlos y aprehenderlos.



A estas alturas de mi texto es posible que el lector que está al frente de la pantalla sea un anticlerical de raca mandaca, de los que la sola mención del Sumo Pontífice de Roma les produce urticaria, en cuyo caso le ruego abandonar la lectura para no producirle más malestares. Para los creyentes, la figura del Santo Padre tiene dos implicaciones que van unidas pero tienen connotaciones diferentes. De una parte, está su papel como supremo orientador de la Iglesia, sucesor del trono de San Pedro y Vicario de Cristo en la Tierra. Es evidente que en esta condición todo lo que el Papa dice, piensa, o escribe, tiene importancia direccional en las actuaciones del cristiano convencido. Pero, de la otra, está su papel como líder político, como Jefe de la Santa Sede y del Estado Independiente de El Vaticano, cuya voz es escuchada por otros líderes políticos de la humanidad, y cuyas directrices y orientaciones son respetadas no sólo por su feligresía sino por fieles de otras religiones y creencias del mundo. Lo que él diga o piense tiene importancia e incidencia para los creyentes y para los no creyentes. No es despreciable la dignidad que representa, así produzca urticaria en quienes lo consideran un travestido que se revuelca con “La puta de Babilonia”, como llamó el escritor Fernando Vallejo a uno de sus libros para que desde el título fuera claro que destilaba un anticlericalismo a ultranza.

El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio al ser elegido Papa pudiera haber optado por el nombre de uno cualquiera de sus predecesores, o por ser el primer Sumo Pontífice de nombre Ignacio que es el nombre del fundador de la Compañía de Jesús a la que él pertenecía; pero, sin ser Franciscano, escogió ser el primer Papa con el nombre de Francisco. No fue un hecho fortuito. Fue consciente, y en ello mostraba su determinación de ejercer un Papado comprometido con los pobres, consecuente con el ideal de vida de su santo patrono e inspirador, Il Poverello San Francisco de Asís.

Desde el momento de su elección, muchas muestras ha dado de querer cumplir con la tarea encomendada: “Francisco, tienes que reparar mi casa porque amenaza ruinas”. Y muchas significativas señales simbólicas de ser consecuente con su decisión, como es el caso de querer una oficina sencilla en el Vaticano sin tantos lujos ni demostraciones de poder terrenal, o el de querer alojarse en una habitación de hotel como todos, desdeñando suites y habitaciones ostentosas. Contrario a lo que pueda pensarse, no cambió al llegar al Papado, y ya en sus tiempos de Arzobispo de Buenos Aires en Argentina vivía en una barriada cerca de los pobres y lejos de los ricos de su feligresía. Escoger un humilde vehículo Renault 4 de color blanco para su movilización, en vez de las lujosas limosinas negras usadas por sus predecesores, fue un símbolo mediático pero también la promulgación de una política de afinidad con la pobrería, que ha predicado con la palabra y con el ejemplo.

Papamóvil Franciscano, 
Renault 4 del Papa Francisco


Al decir del padre Bernd Hagenkord, el Papa Francisco “Es un comunicador brillante que ama a la gente, la abraza, y no le teme al contacto físico”. Las imágenes lo muestran abrazando a los feligreses, besando a los enfermos, acercándose a la multitud.

En el Centro de Refugiados Joel Nafuma de Roma, el emigrante africano Víctor Ejemerho testimonia que “Tras la peligrosa travesía en balsa por el Mar Mediterráneo desde las costas africanas, uno llega por fin a la europea Tierra Prometida, pero se encuentra con el rechazo… En Europa nos persiguen, porque nos ven como terroristas potenciales, pero tampoco podemos volver a casa porque allá nos persiguen y nos espera la muerte… Esa es la peor parte de la vida de un refugiado”.

Consciente del poder político que tiene desde su posición de Príncipe de la Cristiandad, se ha solidarizado con los desplazados de África y marginados en Europa, vapuleando a los líderes políticos del Viejo Continente. “Es vergonzoso que convirtáis el Mar Mediterráneo en un inmenso cementerio”, les ha dicho desde una barcaza en las costas de Lampedusa en Italia, y desde los estrados del Parlamento Europeo en Bélgica. Tal vez a los eurodiputados les escueza oírlo. Dice Annette Schavan, Embajadora de Alemania en el Vaticano, que “… San Francisco de Asís era una figura difícil para los poderosos de su tiempo… es maravilloso que exista este tipo de gente en la Iglesia Católica, gente que como el Papa Francisco sea rebelde en los tiempos que corren, que sea provocadora, que provoque reacciones irritantes. Por cierto que eso ya fue así con Jesús de Nazaret. Judíos y romanos se sintieron irritados con Él porque perturbaba su orden social… el tema de la atención a los pobres ya estaba previsto en el Evangelio y en el Concilio Vaticano II, pero el Papa Francisco se lo toma en serio y va al grano”.

Dice Rolando Villazón que al ventilar los problemas polémicos como el de las relaciones entre homosexuales, el papel de la mujer en una Iglesia igualitaria, el aborto, la eutanasia, el divorcio, el celibato sacerdotal, la acogida a los emigrantes, y demás, el Papa “por un lado quiere debatirlos abiertamente, pero por el otro se siente tradicional”. Para el Papa Francisco “los demonios de nuestro tiempo son la economía y el consumo… este mundo globalizado lleva a la globalización de la indiferencia”. Según el Santo Padre, “Así como el mandamiento de No Matarás pone un límite claro para garantizar el valor de la vida, hoy tenemos que decir NO a la economía de exclusión y disparidad de ingresos. La economía actual es homicida porque mata… La Unión Europea da una sensación de cansancio y envejecimiento, de una Europa que ya no es fértil ni vivaz. Los ideales que la inspiraban perdieron su fuerza de atracción”. Al modo de ver del economista Jakob von Welzsäcker, miembro del Parlamento Europeo, “Vivimos en un mundo que es tan rico como nunca antes, pero al mismo tiempo no todos tienen lo suficiente para comer… Por supuesto la creación de riqueza no está mal, pero debe asegurarse que el progreso sea para todos… el Papa quiere despertar las conciencias, y eso es bueno”. Al modo de ver de Su Santidad, esto es vergonzoso y remueve las fibras de la conciencia, de quienes tienen poder de decisión, para impulsarlos al cambio. “El dinero debe servir, y no reinar. No debe ser el ídolo moderno, el becerro de oro de estos tiempos”. El programa televisivo evocaba estas palabras mientras en la pantalla aparecía la escultura del “Toro que embiste” de Arturo di Modica en Bowling Green Park de Wall Street, como un nuevo becerro dorado que en su embestida arrasa con lo que se ponga por delante. Su simbolismo es innegable.

Escultura del Toro que embiste, de Arturo di Modica,
en Bowling Green Park de Wall Street en New York

El tenor Villazón imprimió su estilo en la realización del programa, y para su recorrido por el camino que conduce de Asís a Roma hizo uso de un Renault 4 color blanco, como el del Papa. Intercaló en la filmación momentos musicales, como cuando el pianista Alexander Krichel interpreta la sección “Predicación a los pájaros” de la obra “Dos leyendas” que Franz Liszt compuso inspirado por la vida de San Francisco de Asís; como cuando el tenor italiano (nacido en Asís en abril de 1978) Fray Alessandro Brustenghi, del convento de los Padres Franciscanos, interpreta el “Ave María” de Bach-Gounod; como cuando Monseñor Massimo Palombella dirige el Coro de la Capilla Sixtina; o como cuando el mismo Villazón se une al Coro de la Basílica Papal de San Francisco de Asís en la interpretación de una de las obras inspiradas en la imagen del santo allí pintado por El Giotto, un santo cuya sencillez y humildad no sólo inspiró a Franz Liszt sino a Olivier Messien o a Carl Orff para componer algunas obras musicales.

Ave María” de Bach-Gounod, interpretada por Fray Alessandro:


Un documental de estos, un reportaje tan bien hecho, necesariamente tiene que ser obra de un gran equipo de trabajo desde la generación de la idea, las tareas de investigación, la logística de realización y edición, y la presentación de los que ponen la cara en pantalla con la imagen que llega al público televidente; pero es evidente que en este caso Rolando Villazón ha aportado más, mucho más, que su cara y su voz narradora haciendo un paralelo entre el Francisco de los pobres caminos de Asís y el Francisco de los tortuosos caminos de Roma. Dice el padre Bernd Hagenkord que el Papa “Se enfrenta a muchas dificultades… los reformadores siempre tienen dificultades… en la Curia Vaticana él no sólo tiene amigos sino también oponentes… lucha contra las rigideces de la Iglesia… sus palabras a veces son duras, aunque también muy figurativas… algunas personas se sienten atacadas; pero creo que, si les damos algo de tiempo, ellos también lo asimilarán”. Dijo un joven entrevistado en la Plaza de San Pedro que “Las cosas cambian, y la Iglesia se reinventa”. Al decir de Villazón, “En el Vaticano corre un viento nuevo… el Papa emula a San Francisco que es el santo de los pobres y los marginados… pobreza y privaciones son un pasado que caracteriza al Papa, y él predica con el ejemplo”. 

A pesar de los hombres, que somos tan amantes de poner palos en las ruedas ajenas, ojalá la tarea emprendida por el Papa Francisco continúe y culmine con éxito, para mayor gloria de Dios… y para que las puertas del infierno no prevalezcan contra la Iglesia.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)





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