Remontémonos a mi bisabuelo Benito Ramírez, por los días en que nació mi abuelo. Es evidente que a mi bisabuelo debía parecerle bonito el nombre de Cupertino, porque lo escogió para bautizar a mi abuelo. Un nombre es como un título que uno carga por el resto de la vida para escribir la novela de sus vivencias. A mi abuelo tal vez no le gustó su nombre, puesto que no se lo puso a ninguno de sus catorce hijos. Mi padre, el menor, fue llamado Delio. A mi padre tampoco le gustó el suyo, porque ninguno de sus catorce hijos lo lleva. Tampoco le gustó el nombre de mi padrino que al papá de mi padrino le parecía tan bonito, porque no dejó que me bautizaran Marino. Yo fui llamado Orlando, pero preferí el de Carlos Fernando Ramírez Gallego para mi hijo. Él se firma Carlos Ramírez, dando a entender que el Fernando lo considera un estorbo. En el ejército, cuando pagó el servicio militar, lo llamaban “Gallego”, y sus condiscípulos de educación primaria lo apodaron “Gallito” por una telenovela que pasaron hace unos años. A diferencia de sus padres y de sus abuelos, mis nietos se llaman Jacobo y Martín; y eso confirma que tal vez sean pocos los que, a la hora de la verdad, se sienten satisfechos con su nombre.
Claro que se da el caso de los presidentes estadounidenses George Bush Sr. y George Bush Jr; el de los músicos españoles Augusto Algueró Algueró, Augusto Algueró Dasca, y Augusto Algueró García, que hacen parte de una dinastía familiar; o el de los músicos mexicanos Ernesto Cortázar Hernández, Ernesto Cortázar Ducker, y Ernesto Cortázar Carpizo, que hacen parte de otra. Y en la película “Love Story” el protagonista es Oliver Barrett IV, lo que indica que ha sido precedido por otros tres que llevan su nombre.
Claro que se da el caso de los presidentes estadounidenses George Bush Sr. y George Bush Jr; el de los músicos españoles Augusto Algueró Algueró, Augusto Algueró Dasca, y Augusto Algueró García, que hacen parte de una dinastía familiar; o el de los músicos mexicanos Ernesto Cortázar Hernández, Ernesto Cortázar Ducker, y Ernesto Cortázar Carpizo, que hacen parte de otra. Y en la película “Love Story” el protagonista es Oliver Barrett IV, lo que indica que ha sido precedido por otros tres que llevan su nombre.
Un libro es como un hijo, y uno baraja posibilidades hasta que escoge aquel título que a uno le parece más apropiado. Pero no falta quien diga que “si hubiera sido yo, lo hubiera titulado de otra manera”. No lo dudo. Cada quien hace su propia lectura.
Se me ocurren estas reflexiones porque vi una película argentina (2009, dir. por Juan José Campanella, premio Oscar a la mejor película extranjera 2010) con un título que a mí me parece bello: “El secreto de sus ojos”, basado en la novela de Eduardo Sacheri “La pregunta de sus ojos”. Es una muy buena película de suspenso, bien realizada. Lo que no acaba de gustarme es el título que es bello, ya lo dije, pero mal escogido a mi parecer (aunque en cuestión de gustos no hay disgustos). No sé en la novela escrita si el título que hace referencia a una pregunta esté justificado, pero en el guion de la película y en el título que hace referencia a secreto me parece que no. No basta con que algunos de los protagonistas, y entre ellos el investigador y la jefe, tengan ojos claros. El argumento tiene una historia principal: la búsqueda del violador y asesino de una joven y bella mujer. Tiene una historia secundaria: el amor intuido e inconfesado por años de años entre el investigador y la jefe. Y hasta una historia terciaria: el comportamiento de los jueces y funcionarios de los juzgados; y el de la Justicia, en general, que no siempre hace justicia. Con excepción del nivel secundario, en el que el investigador deja traslucir en su mirada que está enamorado de la jefe, y en algunas ocasiones la jefe deja traslucir en la suya que el investigador le simpatiza, el título no está justificado por el asunto central: la búsqueda del asesino. Un título como “La justicia cojea”, o como “El que la hace la paga”, o como “Te vengaré, amor mío”; podrán ser menos bellos que “El secreto de sus ojos”, pero son por lo menos más ajustados a la historia que se cuenta.
No se dejen descontrolar por el título, porque la película vale la pena de ver.
Viene a mi mente un verso que no recuerdo bien, e ignoro si era de Tartarín Moreira, o algo así; que hacía referencia a una negra chocoana afroesclavodescendientezulú de aquellas oscuras de un negro tan brillante que llaman “negro azul”. La mujer, mueca y fea, iba cargando por la vida con el nombre de Aurora, y el verso termina diciendo “Porque el cura que te puso Aurora, /no ha visto amanecer, /negra hijueputa”. Hay nombres y títulos que son de una contradicción evidente.
Ya que hablamos de cine, pasemos a una película en la que al final se oye una canción que tiene que ver con unos ojos claros, pero hablaré antes de otras cosas para ponernos en contexto de lo que quiero transmitir.
Alguna vez toqué el tema, y defendí la tesis, de que independiente de la letra la música de una canción puede sonar triste y melancólica; o alegre y vigorosa.
Una canción de música alegre como es el bullerengue, puede tener letra triste (Coroncoro, se murió tu madre. “¡Déjala morir!”):
https://www.youtube.com/watch?v=TvdGMJoQYGI
Otras veces una canción de música triste como es el tango, puede tener una letra alegre (Victoria, cantemos victoria, yo estoy en la gloria… ¡Se fue mi mujer!):
https://www.youtube.com/watch?v=0DE99lrrh_E
A veces una canción de música alegre tiene letra alegre, como es el caso del torbellino “¡Viva la fiesta!”:
https://www.youtube.com/watch?v=Q61Dy4bpupU
Y a veces una canción de música triste tiene letra triste, como la balada de Joaquín Sabina que habla de que “era un pueblo con mar, una noche después del concierto, y tú reinabas detrás de la barra del único bar que encontramos abierto… y nos dieron las diez, y las once, las doce, la una, las dos, y las tres… y desnudos al anochecer nos encontró la luna”. Al siguiente verano el chico volvió con su guitarra a la espalda, pero no había ni rastros de la que fue su amor en el verano pasado. Nadie le supo dar razón. Eso es triste, muy triste. Eso es un tango, o sea “un sentimiento triste que se baila”, al decir de Enrique Santos Discépolo.
También está el caso de “Once Upon a Time” (Érase una vez una chica de ojos claros…), un blues interpretado por Jay Mc Shann en que la voz es triste y los instrumentos que lo acompañan tienen su propia tristeza.
Esa canción suena al final de la película “No nos dejes colgadas” (Walter Mathau, Meg Ryan, Diane Keaton, Lisa Kudrow) y, sin saber el significado de la letra, me sedujo. La música es un blues, pero la letra es… ¡Un tango! ¿Cómo no va a ser un tango una letra que, como en el argumento de la novela “Rayuela” (La Maga, de Horacio Oliveira), o como en el argumento del tango “Mi noche triste” (Percanta, que me amuraste en lo mejor de mi vida), o como en el argumento del tango “La Cumparsita” (Decí, Percanta, ¿Qué has hecho de mi pobre corazón?); se habla de una chica que amaba al protagonista y eran felices, hasta que la chica se fue y no regresó? Eso es un tango.
ONCE UPON A TIME (ÉRASE UNA VEZ)
(Letra de Lee Adams, música de Charles Strouse, interpretación de Jay Mc Shann).
https://www.youtube.com/watch?v=rjNo8y5PwtE
(Versión en inglés)
Once upon a time
a girl wity moonlight in he eyes
put her hand in mine.
She said she loved me so…,
but that was once upon a time,
very long ago.
Once upon a hill
we sat beneath the willow tree
counting all the stars,
and waiting for the dawn.
So once upon a time.
Now, the tree is gone.
¡How the breeze ruffled through her hair!
¡How we always laughed
as though tomorrow wasn't there!
We were young,
and didn't have a care.
So where ¡Oh! ¿Where did it go?
Once upon a time
the world was sweeter than we knew.
So everything was ours,
¡How happy we were then!
So, once upon a time…
Never comes again.
(Traducción libre al español)
Hubo una vez una chica
con ojos de claro de luna
que puso su mano en la mía
y me dijo que me amaba…
Pero eso fue hace mucho tiempo.
Una vez subimos a una colina
y estuvimos sentados
debajo de un sauce
contando las estrellas
mientras amanecía…
Pero eso fue hace mucho tiempo,
y el árbol ya no está.
¡Cómo agitaba la brisa su cabello
y nos rozaba!
¡Cómo reíamos como si el mañana
no fuera a llegar!
Éramos jóvenes,
y en la juventud no se tiene cuidado.
¿Adónde fueron esos jóvenes de ayer?
Érase una vez en que el mundo era más dulce.
Todo era nuestro. ¡Qué felices éramos!
Pero, de alguna manera, eso fue una vez…
y ya nunca volverá a ser igual.
Los ojos no sólo en el cine, y en la literatura, sino en la música; han sido objeto de atención profusa. Más de ciento cincuenta títulos lo confirman:
"A la luz de tus ojos; A unos ojos; A tus ojos; Adoro niña tus ojos; Amo mucho tus ojos; Arráncame los ojos; Asómate a mis ojos; Bellos ojos; Borinqueña de ojos negros; Cerraré mis ojos; Cerró sus ojos Cleto; Cierra los ojos y sueña; Cierra morena los ojos; Con el ojo abierto; Con los ojos cerrados; Cuando miran tus ojos; Cuando tus ojos me miran; De dónde sacaste esos ojos; Detrás de tus ojos; Dile a tus ojos; Dios en tus ojos; Dos ojos negros; El color de tus ojos; El espejo de tus ojos; El fuegazo de tus ojos; El fuego de tus ojos; El mar está en tus ojos; El porqué de tus ojos; El triunfo de tus ojos; En el fondo de tus ojos; En el reino de tus ojos; En mis ojos hallarás la respuesta; En tus ojos; El porqué de tus ojos; Esos ojitos negros; Esos ojos negros; Esos tus ojos negros; Fueron tus ojos; Golondrina de ojos negros; Hay peligro en tus ojos querida; Hay unos ojos; He visto en tus ojos; Humo en los ojos; La chica de los ojos cafés; La gitana de los ojos negros; La luz de tus ojos; La niña de tus ojos; Levanté los ojos para mirar al cielo; Lindos ojos; Lo que vieron mis ojos; Los luceros de tus ojos; Los ojazos de mi negra; Los ojos de Carmen; Los ojos de Concha; Los ojos de mi morena; Los ojos de mi moza; Los ojos del corazón; Los ojos más lindos; Luz de mis ojos; Me enamoré de tus ojos; Me miro en tus ojos; Mírame a los ojos; Mírate en mis ojos; Mírenme esos ojos; Mis ojos me denuncian; Muchacha de ojazos negros; Muchacha de los ojos tristes; Muchachita de ojos negros; Muchachita de ojos tristes; Ninfa de los ojos brujos; Niña de ojos tristes; Niña de ojos verdes; No fueron tus ojos; No me mires a los ojos; No mires a los ojos de la gente; Ojitos; Ojitos lindos; Ojitos negros; Ojitos panameños; Ojitos verdes; Ojo de agua; Ojo de vidrio; Ojos así; Ojos azules; Ojos azules como es el cielo; Ojos cafés; Ojos claros; Ojos color de miel; Ojos color de sol; Ojos de almendra; Ojos de cielo; Ojos de gata; Ojos de juventud; Ojos de luna; Ojos de María, Ojos de papel; Ojos de perro azul; Ojos de yo no sé qué; Ojos divinos; Ojos españoles; Ojos esquivos; Ojos gitanos; Ojos glaucos; Ojos hechiceros; Ojos huraños; Ojos indios; Ojos, labios, y cabellos; Ojos malignos; Ojos malos; Ojos malvados; Ojos maternales; Ojos miradme; Ojos morenos; Ojos moros; Ojos negros; Ojos perversos; Ojos pintados; Ojos que matan; Ojos que no ven; Ojos rojos; Ojos tapatíos; Ojos tentadores; Ojos tristes; Ojos verdes; Por qué cierras los ojos cuando besas; Por tus ojos negros; Por unos ojos; Por unos ojos negros; Qué chulos ojos; Qué tienen tus ojos; Quémame los ojos; Regálame los ojos; Rosarinas de ojos bellos; Son tus ojos; Sultana de ojos bellos; Sus ojos se cerraron; Tus ojos; Tus ojos azules; Tus ojos castaños; Tus ojos de grela; Tus ojos de miel; Tus ojos me lo decían; Tus ojos me persiguen; Tus ojos color marrón; Tus ojos de gata; Tus ojos divinos; Tus ojos grises; Tus ojos ingrata; Tus ojos me miraron; Tus ojos mexicanos lindos; Tus ojos moros; Tus ojos pardos; Tus ojos seductores; Tus ojos son dos luceros; Tus ojos tienen la culpa; Yo no sé qué me han hecho tus ojos; Yo vendo unos ojos negros; y varios otros”.
Recientemente hablé en un correo sobre una joven y bella campesina que atendía en la fonda de un alto que sirve de mirador sobre el río Cauca, en cercanías de la población de Jericó en Antioquia. Copio el párrafo que escribí:
Muchos poemas y canciones se han escrito a los ojos de todo tipo y color porque, como dice la décima “Los mejores ojos”, del poeta colombiano César Conto:
“Ojos azules hay bellos,
hay ojos pardos que hechizan,
y ojos negros que electrizan
con sus vívidos destellos;
pero, fijándose en ellos
se encuentra que, en conclusión,
los mejores ojos son,
por más que todos se alaben,
los que expresar mejor saben
lo que siente el corazón”.
Por el estilo es la inspiración de la cueca de Víctor Jara, pero él resulta prefiriendo los ojos verdes por sobre todos los demás:
https://www.youtube.com/watch?v=zkbhcQHufC4
La vida, niña de los
ojos negros,
los ojos negros;
la vida, niña de los
ojos colorados,
los colorados;
la vida, tus mayores
son mis suegros;
la vida, tus hermanos
son mis cuñados.
Son mis cuñados.
Ojos negros y pardos
son muy bonitos,
son muy bonitos;
pero, los de mi gusto,
los verdecitos.
Los verdecitos.
Los verdecitos sí;
cierto, y me muero,
por una que se llama…
ya ni me acuerdo.
Ya ni me acuerdo.
Cierto, y así se muere;
el que te quiere,
el que te quiere.
Nos ocuparemos sólo de los ojos verdes, como aquellos que inspiraron el madrigal de Gutierre de Cetina:
https://www.youtube.com/watch?v=zkbhcQHufC4
La vida, niña de los
ojos negros,
los ojos negros;
la vida, niña de los
ojos colorados,
los colorados;
la vida, tus mayores
son mis suegros;
la vida, tus hermanos
son mis cuñados.
Son mis cuñados.
Ojos negros y pardos
son muy bonitos,
son muy bonitos;
pero, los de mi gusto,
los verdecitos.
Los verdecitos.
Los verdecitos sí;
cierto, y me muero,
por una que se llama…
ya ni me acuerdo.
Ya ni me acuerdo.
Cierto, y así se muere;
el que te quiere,
el que te quiere.
“Ojos claros, serenos:
Si de un dulce mirar sois alabados,
¿Por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira;
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos…
ya que así me miráis, miradme al menos”.
Al hablar de ojos verdes, vienen a mi memoria aquellos ojos verdes, serenos como un lago, de la antioqueña Ana Edilma Cano Puerta. A Ana Edilma no le gustó su nombre y tan pronto tuvo uso de razón lo cambió por Eddy Cano, más de su gusto, y con este nombre representó a Colombia en el Reinado Universal de la Belleza del año 1980. En 1986 se casó con el cantante español Manolo Otero, del que se separó pocos años después. Sus verdes ojos son de antología.
Eddy Cano 1980
En el año de 1976 no sabía Manolo Otero Aparicio que se iba a encontrar en la vida con la belleza de Eddy Cano, aunque de haberla conocido antes bien pudiera ser ella la que le inspirara su balada "Bella mujer":
Eran verdes, del color del mar, los ojos que con su abandono dejaron desconsolado al letrista tanguero José María Contursi:
“Verdemar” (Verdemar, Verdemar…/ faltas tú, ya no estás, /se apagaron tus pupilas /verde mar…), tango con letra de José María Contursi y música de Carlos di Sarli, interpretado por Mercedes Simone:
“Aquellos ojitos verdes” (… ¿Con quién se andarán paseando? / Ojalá que me recuerden, / aunque sea de vez en cuando…), canción popular mexicana DRA, interpretada por Antonio Aguilar:
https://www.youtube.com/watch?v=dyS05N1GRb4
“Ojos verdes” (Ojos verdes que me hechizan, / que me embelesan toda mi vida, / ojos verdes como el mar…), interpretada por Víctor Piñero con Los Melódicos de Venezuela:
https://www.youtube.com/watch?v=JIsAFuhJ6wc
Verdes como el color de los trigales, y como mares, fueron los ojos que inspiraron a Jorge Villamil Cordovez; y a Rafael de León-Manuel Quiroga-Salvador Valverde; y a Sonia Dimitrowna; y a José Francisco Elizondo y Eduardo Vigil Robles.
https://www.youtube.com/watch?v=dyS05N1GRb4
“Ojos verdes” (Ojos verdes que me hechizan, / que me embelesan toda mi vida, / ojos verdes como el mar…), interpretada por Víctor Piñero con Los Melódicos de Venezuela:
https://www.youtube.com/watch?v=JIsAFuhJ6wc
“Llamarada” (Siempre recordaré aquellos ojos verdes, /que guardan el color que los trigales tienen… /también yo soñaré con esos ojos verdes, como mares…), letra y música de Jorge Villamil, interpretado por Silva y Villalba:
“Ojos verdes” (Ojos verdes, verdes como la albahaca; verdes como el trigo verde, y el verde, verde limón…), con letra y música de León, Quiroga, y Valverde, interpretado por Conchita Piquer:
“Verdes eran tus ojos” (Verdes, como los llanos, eran tus ojos; /verdes, como dicen que es la esperanza…), con letra y música de Sonia Dimitrowna (María Betancur Román de Cáceres), interpretado por Carlos Julio Ramírez:
“Son tus ojos verde mar” (… dos gotitas de agua clara… /verde mirar es mi vivir, /verde mirar es mi esperanza…), letra y música de Gonzalo Curiel, interpretado por Libertad Lamarque:
“Niña de los ojos verdes” (… No me pidas que te olvide, /niña de los ojos verdes; /no me pidas imposibles /niña, niña, que me pierdes…), letra y música de Juan Gabriel García Escobar, interpretado por Manuel “Manolo Escobar” García Escobar:
https://www.youtube.com/watch?v=4JycW1xYlYY
“La norteña de mis amores” (Tiene los ojos tan zarcos /la norteña de mis amores… /Cuando me miran contentos /me parece un jardín de flores; /y si lloran me parece /que se van a deshacer; /Linda, no llores. /Verdes son, /cual del monte la falda, /verdes son /del color de esmeralda… /Sus ojitos me miraron, /y esa noche me mató /con su mirada…), de José Francisco Elizondo Sagredo y Eduardo Vigil Robles, interpretada por la Rondalla Tapatía:
https://www.youtube.com/watch?v=4JycW1xYlYY
“Como el verde mar” (Qué tendrán tus ojos verdes, /verdes como el verde mar, /verdes como la esperanza /que alentó mi sed de amar), bolero con letra y música del argentino Guillermo Pelayo Patterson, del que no pude encontrar una grabación para compartirla con ustedes.
Sin contar las que no llevan la palabra ojos en su título pero hablan de ojos y de miradas como “Así” (Por qué al mirarme en tus ojos / sueños tan bellos / me forjaría…); como “Un viejo amor” (Por unos ojazos negros, / igual que penas de amores…); "Amor en tinieblas" (El fuego de tus ojos / quemó mis sentimientos...); como “Melina” (La huella de tu canto echó raíces, Melina; / y vuelven a reír tus ojos grises, Melina…); como "Señora Tentación", de Agustín Lara (Debo a la luna /el encanto de sus fantasías; /y, a tu mirada, /mi dolor y mi melancolía... /Señora Tentación, /de frívolo mirar... /quisiera el sortilegio /de tus verdes ojazos...); o como “Muchachita” (Sé que estás cansada de caminar, / muchachita de ojos tristes…).
Los verdes y perturbadores
ojos de la actriz Angelina Jolie
Y en ese desfilar de ojos verdes vuelven a la memoria “Aquellos ojos verdes”, con letra de Nilo Menéndez Barnet y música de Adolfo Utrera (Adolfo Pérez-Utrera Fernández), hermano de Conchita y primo de Antonio Utrera (Antonio Pérez-Utrera Díaz), cuya versión oficial dice que fue inspirada por los ojos verdes de Conchita Utrera, de la que Menéndez “se había enamorado”… pero resulta que no. La versión no oficial es otra.
“Aquellos ojos verdes” (serenos como un lago… aquellos ojos verdes que nunca olvidaré…), bolero con letra de Nilo Menéndez y música de Adolfo Utrera; versión interpretativa de Adolfo Utrera, acompañado al piano por Ernesto Lecuona:
https://www.youtube.com/watch?v=_bFw0jhVqH8
ojos de la actriz Angelina Jolie
Y en ese desfilar de ojos verdes vuelven a la memoria “Aquellos ojos verdes”, con letra de Nilo Menéndez Barnet y música de Adolfo Utrera (Adolfo Pérez-Utrera Fernández), hermano de Conchita y primo de Antonio Utrera (Antonio Pérez-Utrera Díaz), cuya versión oficial dice que fue inspirada por los ojos verdes de Conchita Utrera, de la que Menéndez “se había enamorado”… pero resulta que no. La versión no oficial es otra.
“Aquellos ojos verdes” (serenos como un lago… aquellos ojos verdes que nunca olvidaré…), bolero con letra de Nilo Menéndez y música de Adolfo Utrera; versión interpretativa de Adolfo Utrera, acompañado al piano por Ernesto Lecuona:
“Aquellos ojos verdes,
de mirada serena,
dejaron en mi alma
eterna sed de amar.
Anhelos de caricias,
de besos y ternuras,
de todas las dulzuras
que sabían brindar.
Aquellos ojos verdes,
serenos como un lago,
en cuyas quietas aguas
un día me miré;
no saben la tristeza
que en mi alma han dejado,
aquellos ojos verdes
que nunca olvidaré”.
Veamos la versión oficial, según el blog de María Argelia Vizcaíno en el inserto titulado “Origen de algunas canciones”:
"En el enciclopédico libro Vida y Milagros de la Farándula en Cuba, Tomo III, del amigo Rosendo Rosell, se relata que el autor Nilo Menéndez le contó al periodista Enrique C. Betancourt que dicha canción se la dedicó a:
«Una linda cubanita rubia, llamada Conchita Utrera, que conocí en New York (...) me enamoré de ella ese mismo día y, por la noche, compuse la música de la canción. Le rogué después al hermano de ella -que era el malogrado poeta y gran tenor Adolfo Utrera- que me hiciera los versos. Le sugerí la letra, y... fueron sus ojos los que me dieron el tema dulce de mi canción».
Rosell publica la foto de la dama de ojos tan bellos”.
Continúa el blog de Vizcaíno diciendo que:
“Otra versión tiene, muy distinta, el Dr. Héctor R. Wiltz; quien la escribió para el semanario 20 de Mayo de Los Ángeles, California, el 19 de noviembre de 1988:
«Aquellos ojos verdes... cantada magistralmente por Nat King Cole, la oí hace cuatro años en Nueva Zelandia, en mi viaje de vacaciones, en la radio de un restaurante... me estremeció, y recordé su historia… historia que relato porque ya los protagonistas murieron. Su autor, Nilo Menéndez, murió recientemente en California ya octogenario... era homosexual y años atrás se enamoró de un cubano muy conocido, que también falleció en los Estados Unidos... separado del pianista compositor por la inmensidad de Norteamérica de Este a Oeste... cubano que tenía los ojos verdes».
El melómano Jaime Jaramillo Suárez, en el nro. 1 de la revista “Tertuliando” publicado en el mes de julio de 2017 por la Tertulia de Amigos del Salón Málaga, escribe la “Historia de la canción Aquellos Ojos Verdes” y dice allí que:
“Nilo Menéndez había llegado de Matanzas (Cuba) a Nueva York en mayo de 1928, a sus 22 años. Entre él y Conchita se fue creando una relación muy estrecha de amistad. Nilo se encargó de pasearla frecuentemente y enseñarle la ciudad a la vez. Adolfo, hermano de Conchita, notó la atracción que ella sentía por Nilo y le preguntó: `Oye, Feíta (apodo cariñoso que él le tenía), ¿Tú estás enamorada de Nilo?´ A lo cual ella le respondió que `No lo sé, pero me siento muy atraída por él. Es muy guapo, atractivo, buen conversador, y me lleva a pasear por todas partes…´. Al respecto su hermano manifestó: `Olvídate de eso, que él no es hombre para estar con mujeres”.
Parece ser que Adolfo tenía por qué saberlo. Luego, agrega don Jaime Jaramillo Suárez, citando declaraciones que Conchita le dio a don Cristóbal Díaz Ayala, que:
“En junio de 1930 Carlos Arturo Toledo, un joven de 21 años que era estudiante de Medicina e hijo del acaudalado hombre de negocios de Barranquilla Antonio Toledo, empezó a enamorar a Conchita y, dado que ella era una joven de escasos 17 años sin mucha experiencia en las lides amorosas, con su corazón adolorido por el desengaño de la relación fallida con Nilo Menéndez, aceptó la propuesta matrimonial del estudiante, quien la había colmado de atenciones y regalos. Su hermano Adolfo no estuvo de acuerdo con esta decisión pero no obstante ella se casó el 11 de agosto de 1930 en Manhattan con el joven barranquillero. Viajaron casi de inmediato a Barranquilla… Al poco tiempo de un viaje a Nueva York… quedó embarazada y tuvieron una niña nacida en Barranquilla en 1931, el mismo año en que Adolfo se suicidó en Nueva York. La joven quedó desolada por la muerte de su hermano… en un país que no conocía, lejos de su familia, sufriendo maltratos de tipo sicológico por su esposo que resultó ser esquizofrénico y celoso que no le permitía viajar ni llevar una vida normal sino quedarse en casa criando a la niña y sin poder cantar ni siquiera en casa porque su esposo la mandaba a callar diciéndole que parecía una `verdulera de la plaza de mercado´… Con su hija, que ya contaba con 12 años… volvió a Cuba para no regresar nunca jamás a Colombia, en el año de 1944… Unos años después Conchita se enteró de que su esposo se había suicidado en Barranquilla aproximadamente en el año de 1949, aunque el hecho no se reportó en los periódicos de la época, dado que el padre del fallecido era una acaudalada persona de la alta sociedad barranquillera”.
Muy diferente de la historia oficial es, pues, la historia no oficial de “Aquellos ojos verdes”; pero no sería la primera vez que un autor se inventara una versión para ocultar las verdaderas motivaciones extraoficiales y los motivos ocultos tras de bambalinas. Casos se han dado.
De todos modos, si Nilo Meléndez y Adolfo Utrera no hubieran nacido en la primera mitad del siglo XX sino a principios del siglo XXI, cuando las preferencias sexuales han salido del clóset, no habrían tenido necesidad de inventarse excusas de amor para los ojos que verdaderamente inspiraron la canción, puesto que Adolfo era un confidente que también conocía al joven compatriota que atraía los intereses de Menéndez.
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
“Nilo Menéndez había llegado de Matanzas (Cuba) a Nueva York en mayo de 1928, a sus 22 años. Entre él y Conchita se fue creando una relación muy estrecha de amistad. Nilo se encargó de pasearla frecuentemente y enseñarle la ciudad a la vez. Adolfo, hermano de Conchita, notó la atracción que ella sentía por Nilo y le preguntó: `Oye, Feíta (apodo cariñoso que él le tenía), ¿Tú estás enamorada de Nilo?´ A lo cual ella le respondió que `No lo sé, pero me siento muy atraída por él. Es muy guapo, atractivo, buen conversador, y me lleva a pasear por todas partes…´. Al respecto su hermano manifestó: `Olvídate de eso, que él no es hombre para estar con mujeres”.
Parece ser que Adolfo tenía por qué saberlo. Luego, agrega don Jaime Jaramillo Suárez, citando declaraciones que Conchita le dio a don Cristóbal Díaz Ayala, que:
“En junio de 1930 Carlos Arturo Toledo, un joven de 21 años que era estudiante de Medicina e hijo del acaudalado hombre de negocios de Barranquilla Antonio Toledo, empezó a enamorar a Conchita y, dado que ella era una joven de escasos 17 años sin mucha experiencia en las lides amorosas, con su corazón adolorido por el desengaño de la relación fallida con Nilo Menéndez, aceptó la propuesta matrimonial del estudiante, quien la había colmado de atenciones y regalos. Su hermano Adolfo no estuvo de acuerdo con esta decisión pero no obstante ella se casó el 11 de agosto de 1930 en Manhattan con el joven barranquillero. Viajaron casi de inmediato a Barranquilla… Al poco tiempo de un viaje a Nueva York… quedó embarazada y tuvieron una niña nacida en Barranquilla en 1931, el mismo año en que Adolfo se suicidó en Nueva York. La joven quedó desolada por la muerte de su hermano… en un país que no conocía, lejos de su familia, sufriendo maltratos de tipo sicológico por su esposo que resultó ser esquizofrénico y celoso que no le permitía viajar ni llevar una vida normal sino quedarse en casa criando a la niña y sin poder cantar ni siquiera en casa porque su esposo la mandaba a callar diciéndole que parecía una `verdulera de la plaza de mercado´… Con su hija, que ya contaba con 12 años… volvió a Cuba para no regresar nunca jamás a Colombia, en el año de 1944… Unos años después Conchita se enteró de que su esposo se había suicidado en Barranquilla aproximadamente en el año de 1949, aunque el hecho no se reportó en los periódicos de la época, dado que el padre del fallecido era una acaudalada persona de la alta sociedad barranquillera”.
Muy diferente de la historia oficial es, pues, la historia no oficial de “Aquellos ojos verdes”; pero no sería la primera vez que un autor se inventara una versión para ocultar las verdaderas motivaciones extraoficiales y los motivos ocultos tras de bambalinas. Casos se han dado.
De todos modos, si Nilo Meléndez y Adolfo Utrera no hubieran nacido en la primera mitad del siglo XX sino a principios del siglo XXI, cuando las preferencias sexuales han salido del clóset, no habrían tenido necesidad de inventarse excusas de amor para los ojos que verdaderamente inspiraron la canción, puesto que Adolfo era un confidente que también conocía al joven compatriota que atraía los intereses de Menéndez.
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