viernes, 2 de agosto de 2019

267. Nueva Historia de Gardel -La Teoría de los Indicios, y La Escuela de Annales

–Conversaciones con don Ricardo Ostuni y con el Dr. Luciano Londoño–

Dicen algunos que de los artistas lo verdaderamente importante es su obra, y que las anécdotas y biografía que los rodean no tienen importancia. No sé si tengan razón, pero si así fuera no existirían las revistas de farándula ni los libros sobre los artistas, y solamente se grabarían y oirían una y otra vez sus discos. A nadie importaría si tal versión fue grabada antes o después de tal otra, si en tal versión lo acompañó Fulano o lo acompañó Zutano. Nada de eso. Limitarse a oír las voces tal como salen del gramófono. Pero resulta que sí importa saber, por simple y humana curiosidad, si era cierto que Daniel Santos cargaba en el bolsillo un permiso de policía para fumar marihuana. A la gente le gusta saber eso, y le gusta saber si la bala que le encontraron en la autopsia a Carlos Gardel provino de un atentado en el Palais de Glace (Palacio del Hielo) de Buenos Aires, o de un enfrentamiento con el piloto del avión en que murió en Medellín. A la gente le gusta saber esas cosas.

Alguna vez me habló don Ricardo Ostuni sobre el Dr. Luciano Londoño López: 

“…Luciano no es fácil, usted lo sabe mejor que yo, es un hombre difícil; con muchos principios que hace muy bien en cumplirlos, pero que a veces le impiden, por su propia decisión, participar de algunos eventos que yo creo jerarquizarían (le darían jerarquía) enormemente a cualquier acontecimiento donde él se presentase… Es el único colombiano que conozco como miembro correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo pero que, además, ha contribuido con muchísimos artículos profundos, eruditos, informativos; a enriquecer todo el acervo que nosotros tenemos en la Academia… Luciano es un hombre tan singular que yo podría decir que me sobran dedos de la mano para contar las personas que son de su estirpe cultural. Voy a nombrar por ejemplo a Hipólito “El tuco” Paz, de Buenos Aires; es decir, la gente que realmente tiene cultura, pero cultura con C mayúscula. Uno con Luciano puede hablar de tango, puede hablar de jazz, puede hablar de bolero, puede hablar de Historia, puede hablar de Filosofía, puede hablar de cine. Con Luciano tenemos por email conversaciones en que hablamos de cine, pero no solamente hablamos comentando la película sino que nos metemos en las profundidades del estilo del director, etc. Es un ser único. Yo creo, dificulto (encuentro difícil), que no sólo aquí en Medellín sea poco habitual encontrar una personalidad tan rica, tan completa, y tan versada, y además con la facilidad que tiene él para escribir y para hablar… Desde hace unos 20 años tenemos una amistad en que a veces hablamos de tango, otras veces hablamos de política… En días pasados tuvimos una larga intercomunicación estudiando el problema que pasan muchos países europeos con el asunto de la crisis en países como Grecia o como España, y su imposibilidad de devaluar porque el euro es moneda internacional. Luciano es un analista económico-político de primera categoría. En otros momentos hablamos del cineasta Ingmar Bergman. En otros recordamos la muerte de Peter Falk, el actor inglés que hizo el papel de Columbo. Y así con Luciano… Bueno, nosotros dos podemos hablar de tango, pero no para comentar qué bien canta Fulano sino para meternos en la profundidad de la letra, o de la interpretación, o del arreglo… Es él de las pocas personas con las que puedo tocar un repertorio o abanico amplio de temas, que es lo que justamente para mí es la esencia de la cultura, que no es acumular conocimiento sino saberlo comunicar, y eso es en lo que Luciano viene a ser: un interlocutor sin par”.

En igual sentido se manifestó don Cristóbal Díaz Ayala cuando hablamos de Luciano, y yo coincidí con ambos en que a mí me causaba la misma impresión.

Luciano era un formador, un educador, un maestro. Él fue quien le enseñó el tango al Dr. Jorge Arango Lopera, cuando este no oía sino música clásica, y lo convirtió en tanguero. A su esposa Ligia le enseñó a ver cine más allá de la primera impresión de una película, fijándose en detalles de la música, la fotografía, la actuación, la dirección, los diálogos, el argumento. Le enseñó a ver cine. El Dr. Javier Tamayo Jaramillo y Reinaldo Spitaletta reconocieron en homenaje que le hicieron a Luciano en la Biblioteca Pública Piloto, BPP, que él les ponía tareas de lectura para poder tener después con ellos un tema sólido de conversación.

Igual pasó conmigo. Nos conocimos a raíz de que a través del Dr. Héctor Ramírez Bedoya llegó a sus manos el borrador de mi libro “Buenos Aires, portón de Medellín”; y Luciano, que era paisano de ambos por haber nacido también en ese barrio, se entusiasmó con él y se convirtió en mi interlocutor de todas las horas para aportar anécdotas y precisiones y opiniones y comentarios sobre el mismo. Se convirtió también en mi prologuista, y nos hicimos amigos de todos los días. No pasaba un día sin que Luciano me llamara para hablarme de tal o cual cosa, o para que yo le diera mi opinión al respecto.

Alguna vez me puso como tarea estudiar un tema específico. Debo reconocer que no soy bueno para la Filosofía o el estudio de materias complicadas que exijan de mi cerebro un esfuerzo que vaya más allá de lo habitual. La Física y la Química no están hechas para mí, ni la Astronómica ni la Mecánica Cuántica. Me dijo Luciano que quería que leyera sobre la Nueva Historia.

Mensaje recibido de Luciano Londoño:

[ESTOS SON ALGUNOS LIBROS DE HISTORIA, DENTRO DE LA CONCEPCIÓN DE LA NUEVA HISTORIA Y LA ESCUELA DE ANNALES, QUE PODRÍAN SER DE TU INTERÉS: 

LA NUEVA HISTORIA

La llamada "Nueva Historia", representada especialmente por la Escuela de Annales, la cual es una escuela historiográfica, llamada así por la revista francesa en la cual se publicaron por primera vez sus planteamientos y que hoy en día así se denomina: "Annales –Histoire et Sciences Socialés". 

Esta escuela se caracteriza por haber desarrollado una Historia en la que se han incorporado otras ciencias sociales como la Geografía, la Sociología, la Economía, la Psicología Social y la Antropología. Los principales representantes de la "Nueva Historia" son Erich Hobsbawm, Carlo Ginzbourg, Johan Huizinga, Edward H. Carr, John H. Elliott, la mexicana Beatriz Rojas, el argentino José Luis Romero, el mexicano Luis González, y hasta los periodistas norteamericanos Gregorio Selser y John Gerassi; con los representantes de la Escuela de Annales a la cabeza, como son Marc Bloch, Lucien Febvre, Fernand Braudel, Jules Michelet, Jacques Le Goff, Pierre Nora, y Roger Chartier. 

Cuando los historiadores franceses Philippe Aries y Georges Duby dieron forma a la Historia de la Vida Privada, invirtieron el punto de vista desde el que se podía leer la Historia. De los hechos puntuales, las batallas y las fechas, pasaron a investigar mentalidades. Qué comía un campesino medieval, cuál era el destino de las mujeres solteras en el Renacimiento, qué distribución tenían las primeras casas burguesas, en fin: cómo se vive, con quién, en qué términos, supuso un giro teórico: el interés pasó de lo público a lo privado, porque lo privado es una fuente inagotable de información acerca de las mentalidades de cada época. 

La Historia de la Vida Privada permitió, en su momento, descubrir un universo que había sido evitado por otras historiografías. El mérito de Duby y sus discípulos fue comprender y hacer comprender que los actos privados se desarrollan en un marco social que acepta o repele determinadas conductas. Lo que nos hace felices o infelices, lo que nos distrae o lo que nos aburre. Lo que nos ilusiona o lo que nos desilusiona, es como una papa frita marcada: los individuos no hacemos más que volver a ponerla en aceite hirviendo. Tanto lo público como lo privado están marcados por un imaginario simbólico del que participamos sencillamente, sin hacer nada. El solo hecho de vivir hoy, y no hace cincuenta años o dentro de diez años, nos hace ser lo que somos. Y hoy somos sujetos ávidos de la vida privada de los otros. Es una hojeada casi lasciva sobre los aspectos más intrincados de las vidas privadas ajenas. Lo que hacen o lo que no hacen los otros nos habla de nuestras propias vidas.

OBRAS DE AUTORES EXTRANJEROS:

LUIS GONZÁLEZ (mexicano) 
El oficio de historiar

EDWARD A. CARR 
Qué es la Historia

JACQUES LE GOFF
Pensar la Historia

JOHAN HUIZINGA
El concepto de la Historia

MARC BLOCH
Introducción a la Historia

PETER BURKE
Formas de Historia cultural

GEORGES DUBY
La Historia continúa

LUCIEN FEBVRE
Combates por la Historia

ERIC HOBSBAWM 
Historia del Siglo XX (obra extraordinaria) 
Gente poco corriente 
Entrevista sobre el siglo XXI 

FERNAND BRAUDEL 
El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II 
La Historia y las ciencias sociales

E. R. CHAMBERLIN 
Los malos Papas

PAUL JOHNSON 
Al diablo con Picasso 
Intelectuales 
Creadores 

CARSON I. A. RITCHIE 
Comida y civilización

GAY TALESE 
Honrarás a tu padre 
(de esta obra está plagiado, muy malamente, "El Padrino") 
El reino y el poder
Fama y oscuridad 

CARLO GINZBURG 
El queso y los gusanos 
El juez y el historiador 
Pesquisa sobre Piero

EDUARDO GALEANO
Memoria del fuego 
(son tres tomos y el mejor es el tres, dedicado al siglo XX)
Espejos –Una historia casi universal  
Las venas abiertas de América Latina

INDRO MONTANELLI
Tiene dos obras narradas de manera humorística, sumamente buenas y fáciles de entender, que son: 
Historia de Roma  
Historia de los griegos 

OBRAS SOBRE TEMAS COLOMBIANOS:

ANTONIO GARCÍA 
Gaitán y el camino de la revolución colombiana 

INDALECIO LIÉVANO AGUIRRE
Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia

JAIME JARAMILLO URIBE
El pensamiento colombiano en el siglo XIX

ALBERTO DONADÍO
La guerra con el Perú
El Uñilargo

GERMÁN COLMENARES
Las convenciones contra la cultura

LUIS FERNANDO MOLINA LONDOÑO
Empresarios colombianos del siglo XIX

HÉCTOR MEJÍA RESTREPO
Don Gonzalo Mejía –50 años de Antioquia

WILLIAM LOFSTROM
La vida íntima de Tomás Cipriano de Mosquera

ORLANDO FALS BORDA
Historia doble de la costa]

Muy pocas de estas sugerencias acaté, pero sí lo hice con la Historia del Siglo XX, de Eric Hosbawm; y con Las venas abiertas de América Latina y Memoria del fuego, de Eduardo Galeano; y algo leí sobre la Escuela de Annales, sobre la Nueva Historia, y sobre la Teoría de los indicios. Lo suficiente, apenas, como para poder conversar con él sin parecer grosero o desplantador. 

Según me dijo, en jurisprudencia existen unos conceptos como decir el de la duda razonable, el de la plena prueba, y el de la teoría de los indicios. Explicarlos es tema de una materia que se ve no sé si en uno o en varios semestres de la carrera del Derecho. 

El tema de la Nueva Historia y el de la Teoría de los Indicios ocupa también uno o varios semestres de estudio en la carrera de Historia que, por cierto, nació universitariamente en Colombia en la década de los años sesenta, como contraposición a las empíricas Academias de Historia a la antigua, y se considera como padre de la nueva modalidad en nuestro país al abejorraleño Jaime Jaramillo Uribe, fundador de la Facultad de Historia de la Universidad Nacional. 

TEORÍA DE LOS INDICIOS

¿En qué consiste la Teoría de los Indicios del ámbito de la Criminalística y la Historia? Digamos que “Un indicio es aquello que nos permite inferir o conocer la existencia de algo que no se percibe de primer momento”, según definición que encontré en Google. Como decir que la claridad que aparece al alba en el horizonte anuncia que poco después va a hacer su aparición el sol.

Por su parte el argentino Antonio Dellepiane, abogado, escritor, historiador, y profesor universitario de la materia Filosofía del Derecho; afirmó que:

“Indicio es todo rastro, vestigio, huella, circunstancia y, en general, todo hecho conocido –o, mejor dicho, debidamente comprobado– susceptible de llevarnos por vía de inferencia al conocimiento de otro hecho desconocido”.

En la Sagrada Biblia aparece el episodio del sabio Rey Salomón que convertido en juez de la causa de dos madres que se disputaban un mismo pequeño, tomó la decisión de pedir a un guardia que desenfundara su espada y lo partiera en dos, dando una mitad a cada una de las demandantes. Una de las dos mujeres prorrumpió en alaridos y dijo que quería que se lo dieran entero a la otra porque prefería renunciar a su pretensión, con el fin de salvarle la vida. El sabio juez Salomón, basado intuitivamente en la Teoría de los Indicios, dedujo que esta era la verdadera madre.

Sin ir más lejos, supongamos que la blanca joven que es nuestra compañera de oficina ha sido vista salir acompañada unas veces por el rubio y ojiclaro compañero de la oficina de la derecha, y otras por el moreno y ojinegro compañero de la izquierda. La joven aparece de buenas a primeras en embarazo, y todos los indicios apuntan a que el padre es uno de los dos sospechosos. Cuando nace la criatura, resulta tener la piel morena y los ojos negros. Según la Teoría de los Indicios, el padre es el compañero ojinegro, y no faltará quien afirme que el color de la piel y de los ojos del chiquillo constituyen una plena prueba que va más allá de toda duda razonable; pero, a la luz de las nuevas tecnologías, se requiere de una prueba genética de ácido desoxirribonucleico (ADN), porque vaya uno a saber con quién más haya estado encontrándose la joven en el parque antes de irse para su casa. La prueba de ADN en este caso viene a ser, pues, la prueba reina. 

De la existencia de Jesucristo dan fe los cuatro Evangelistas, pero el tema se agota en el momento en que a cualquier crítico le dé por afirmar que él no existió, y que estos cuatro testigos tampoco existieron. Atengámonos, ahí sí, a las creencias y la fe de cada cual, y evitemos discusiones infructuosas. Cuando sobre cualquier asunto alguien dice que el documento fue falsificado, editado, alterado, fotoshopeado; en fin, que es un montaje; no hay nada qué hacer porque tal afirmación descalifica todo lo que pueda verse simplemente con los ojos.

Cuando se inició mi amistad con el Dr. Luciano Londoño López, yo sólo sabía que me gustaba el tango, y que el máximo cantor de tangos de todos los tiempos era el Zorzal Criollo Carlos Gardel. Por entonces me enteré de que había dos corrientes que se disputaban la verdad sobre el nacimiento de Gardel: la de los que creían que él había nacido en Tolousse (Francia), y la de los que creían que él había nacido en Tacuarembó (Uruguay). El problema eran los fanáticos de una u otra teoría porque, para sí, ellos no “creían” saber, sino que asumían la actitud de que “sabían” con absoluta certeza; y la verdad absoluta no es fácil de dilucidar, como bien lo entendió el Santo Papa hace unos años, cuando reivindicó la teoría de la Tierra redonda expuesta por Galileo Galilei, que había sido anatematizada en la Edad Media por los inquisidores del momento, defensores a ultranza de la sentencia de que, cuando “Roma Locuta”, “Dura lex, sed lex”. Roma es la Ley, y cuando Roma habla; dura es la Ley, pero es la Ley. Traigo este ejemplo a cuento, porque por más poderosos e infalibles que se crean los defensores de tal o cual teoría, bien que pudieran estar equivocados. 

Estaba, pues, esa discusión gardeliana dada en toda su virulencia de sacar machete y comer del muerto; y don Ricardo Ostuni, junto con el Dr. Luciano Londoño y varios más como doña Martina Iñíguez, como el Dr. Nelson Sica Dell´Isola, como el Sr. Eduardo Paysee González, como el Sr. Nelson Bayardo, entre otros, defendían la tesis tacuarembista; mientras que don Juan Carlos Esteban y don Enrique Espina Rawson hacían las veces de consuetas o ventrílocuos de un señor cuyo nombre no recuerdo ni tengo deseos de averiguar, que oficiaba como vocero oficial de la tesis toloussista. Para ese momento, yo era francesista; pero mis conversaciones con el Dr. Luciano Londoño me volvieron tacuarembista por la claridad y contundencia de sus argumentos. 

Mirá, Orlando”, me dijo el Dr. Lucio, “metete en el blog El Uruguayo Carlos Gardel, que te aporta datos sobre la tesis tacuarembista del nacimiento del Zorzal Criollo”.


En el blog del brasileño Carlos Peruzzo también encontrás escritos de doña Martina Iñiguez sobre el tema”.


En el blog Libros Gardel.blogspot.com encontrás una lista de libros que apoyan esa tesis, entre ellos uno de mi amigo Eduardo Paysee González”.


Y en el blog Museo del Libro Gardel y su Tiempo, de doña Ana María Turón, también encontrás material en apoyo de la tesis”.


Luciano me llamó un día para recomendarme que leyera la entrevista que le hicieron a doña Martina Iñiguez:


No hice la exhaustiva investigación que él me proponía –y evidentemente él sí la hizo– pero sus tesis poco a poco fueron calando en mi ánimo hasta cambiarme de ser francesista a ser tacuarembista. Debo aclarar que él era un hombre que hablaba con mucha seguridad, sin asomo de dudas, y cuyas afirmaciones tenían la contundencia de quien sí había hurgado a conciencia y con seriedad en el asunto que trataba.

Don Ricardo Ostuni Consentino había sido vicepresidente de la Academia Porteña del Lunfardo, acompañando la presidencia de don José Gobello, y estando en esas se anunció su venida a Medellín patrocinado su viaje por el Dr. Luciano y un grupo de amigos. Fui al hotel en El Poblado donde se hospedaba con doña Ana Bocha de Ostuni, su esposa, para hacerle una entrevista; la que puse en mi blog porque estuve recordando a esos amigos en un momento en que ellos, Don Ricardo y el Dr. Luciano, habían fallecido; y también lo habían hecho don José Gobello y don Juan Carlos Esteban. Para honrar, pues, la memoria de mis amigos Ostuni y Londoño, llevé al blog esa entrevista; debiendo entenderse en el contexto de junio de 2011, cuando se realizó.

No pretendo convencer a nadie de que se sume a la causa de mis creencias, porque no tengo el suficiente peso, ni poseo la suficiente documentación, para defender con éxito esta causa. Me limitaré, entonces, a dar testimonio y compartir con ustedes una de esas conversaciones que en su momento me llevaron a cambiar de bando. No diré que lo mío son argumentos, sino simplemente la transcripción de unos testimonios.

Me dijo don Ricardo Ostuni en la entrevista que le hice en Medellín:

“Yo no conocía los planteamientos de Luciano sobre el lugar de nacimiento del cantor, cuando publiqué la primera edición de mi libro “Repatriación de Gardel”, y él escribió el comentario que le mandó a Oscar Himschoot sobre el accidente de Gardel, sobre las canciones colombianas que Gardel cantó, en fin. Yo le quiero decir, Orlando, que no soy caprichosamente un defensor de la teoría uruguaya, ni soy cerril para abrir la mente. Si alguien viene con argumentos, me puede convencer de que estoy equivocado porque toda investigación tiene que partir de un forzoso principio inamovible: El investigador tiene el derecho de interpretar los hechos como quiera, como él crea que los debe interpretar. Lo único que le está vedado es tergiversar esos hechos; y esto es lo que me ocurre a veces con una gente que desarrolla la teoría francesa y parten del desarrollo de un sofisma; porque, si es falsa la premisa, es falsa la conclusión. Esto lo hemos hablado con Luciano. Es cierto que Gardel dejó un testamento donde dijo que era francés, supuestamente, y hubo un reconocimiento de la justicia argentina diciendo que ese testamento era válido; pero, veinte años antes, Gardel había sacado la ciudadanía argentina diciendo con otro documento que era uruguayo, y la justicia argentina también dijo que era válido; entonces aquí lo que hubo fue un error garrafal de contradicción de la justicia argentina. La justicia argentina, cuando se presenta la testamentaria de Gardel, debió tener en cuenta que en 1923 había dicho que Gardel era uruguayo, al aceptarlo para lo de la ciudadanía. Entonces se quiere desconocer la validez del documento de la ciudadanía; los contratos que Gardel firmó diciendo que era uruguayo; las declaraciones que hizo a la prensa diciendo que era criollo, uruguayo, rioplatense; hay una cantidad de elementos que deben ser conectados unos con otros, no ser cerrados y abrirse a otras posibilidades; y esto es lo que yo no he conseguido de mis amigos contradictores, a quienes considero mis amigos y no los trato con el encono con que a veces ellos suelen tratarnos. Yo les pido que nos colaboremos mutuamente. A lo mejor alguno me suministra un antecedente que yo no hubiera tenido en cuenta, o viceversa. Pero no, no se puede con ellos trabajar conjuntamente porque se han aferrado a una verdad que es para ellos como verdad de la Biblia; y ya sabemos que la Biblia, lo dijo el Papa, está escrita con metáforas y no se puede tomar al pie de la letra. Uno, cuando investiga, tiene que tener la mente abierta y dejar el corazón de lado. En un párrafo de mi libro digo que yo muchas veces he llegado a conclusiones a las que hubiera deseado no llegar, y hubiera querido que las circunstancias me dijeran otra cosa, pero si yo quiero ser historiador tengo que ser respetuoso de la verdad que encuentro o elaboro con los elementos que tengo, y no puedo forzar a la verdad a que coincida con lo que yo quisiera… Yo también era francesista hasta que me adentré en las investigaciones para mi libro. Entonces me encontré con la circunstancia de que Gardel, que no era cantor de tangos sino cantor criollo, de canciones criollas, dio el paso de cantor nativo a cantar tangos. Cuando empecé a buscar documentación encontré que había cosas incompatibles; incongruencias en que sobre algunas cosas Gardel, en algún momento, decía blanco; y luego, sobre las mismas cosas, decía negro. Por ejemplo, en algún momento Gardel aparece integrando la claque (personas aleccionadas y pagadas para vivar y aplaudir a un artista) de Luis “Patasanta” Ghiglione, el que inventó tal cosa en Buenos Aires. Yo me encuentro con que Ghiglione dejó de tener claque en 1895; entonces, ¿a qué edad integraba Gardel la claque de ese artista? Para esa fecha Gardel era un niño. ¿Qué sentido tiene que los armadores del mito francesista lo anoten como estudiante de un colegio donde en la matrícula dice “nacionalidad no se sabe”. O un acta escolar donde Gardel tiene 10 absoluto en todas las materias y simultáneamente aparece en otra acta como detenido en la Comisaría Prudencio Varela? No tiene sentido: o usted es un gran alumno, o anda por ahí de vago atorranteando. De esas cosas encontré cantidades. A raíz de esas inconsistencias dejé de lado el trabajo que había iniciado y me entregué durante cinco años y pico a profundizar en estas dudas. Ana, mi mujer, aquí a mi lado, es testigo de cuántos interrogantes me asaltaban y cuántas dudas tenía que resolver en mi investigación porque ¿Con quién más iba yo a comentar esas cosas sino con ella, la que me ha acompañado? Traté de unir datos del modo más lógico y coherente posible, para poder armar una historia cronológica que fuera más o menos digerible; y cuando uno arma esa historia, la única manera que tiene de que tenga sentido es con la premisa de que Gardel hubiera nacido en Uruguay o en el Río de la Plata… y además está lo de sus declaraciones. En algún momento confiesa a un periodista, refiriéndose a que todo lo que había ganado hasta ese momento lo había gastado porque “a uno que lleva sangre criolla en las venas no lo asusta el porvenir”. Eso lo dice alguien que se considera criollo hasta la médula. Él tenía genes criollos por algún lado. No sé si por la madre, no sé si por el padre, por algún lado; y en algún momento, en que se especulaba sobre su lugar de nacimiento, él concluye tajantemente “Terminemos. Nací en Tacuarembó”. En mi investigación, y en mi intento por despejar las dudas, yo he llegado a la conclusión de que toda investigación histórica es provisoria, es provisional. ¿Cómo alguien puede decir rotundamente que esta es la verdad inamovible? Lo es, mientras no aparezcan nuevos datos, nuevos indicios, que conduzcan hacia otros caminos…”.

Bueno, don Ricardo, pero retomando a Gardel yo tengo claridad en que los derechos de autor y las regalías de las canciones que compuso, y de las que interpretó, para este momento ya han caducado y no hay, además, grandes bienes de fortuna que estén en discusión, bienes que motiven a los herederos a disputar su posesión; entonces, ¿Por qué no ha sido posible que autoricen la prueba de ADN a los restos de Carlos Gardel, a los de doña Berta Gardés, y a los del coronel Carlos Escayola; para afirmar o desvirtuar la posibilidad de que alguno de estos no hubiera tenido paternidad biológica sobre el cantor?

“Los derechos de las canciones ya han caducado y no sé si los de las películas que filmó ya lo hayan hecho o estén a punto de hacerlo. El caso es que en este momento, para empezar, no hay herederos que tengan derecho de posesión sobre los restos físicos de Carlos Gardel, y así lo han aceptado contradictores como mi amigo el Sr. Juan Carlos Esteban; entonces se requiere que el Estado, a través de una entidad como la Secretaría de Cultura, o el Museo de Historia Nacional, intervenga. Porque alguien tiene que disponer la autorización para que abran la tumba de Gardel y exhumen el cadáver, tiene que haber alguien que autorice a hacer ese estudio tanto en Argentina como en Uruguay. Incluso en Francia, que nunca mostró ningún interés oficial por Gardel. Lo que se ha hecho allá ha sido obra de argentinos. A usted no se le escapa lo que cuesta ese estudio. Miles de dólares. ¿Quién los va a pagar? Entonces, si el Estado no asume ese estudio, el problema es de financiación”.

Hay quién dice que la familia de Escayola se opone a que se practiquen esas pruebas.

“Yo no he escuchado nunca tal cosa, ni sabía eso. He conversado mucho con uruguayos sobre ese tema; incluido el Dr. Nelson Sica Dell´Isola, que es el presidente de la Academia de Tango en Uruguay, otro hombre exquisito, de una gran cultura y sabiduría; y ellos me dicen que están dispuestos a hacerlo pero la dificultad sigue siendo la misma: falta de dinero para financiar las costosas pruebas. Puede ser que los descendientes de Escayola den su autorización y que las autoridades argentinas den los permisos de exhumación pero ¿Quién paga eso, cuántos miles de dólares vale? ¿Quién pagará los honorarios de los forenses, patólogos, investigadores de todo tipo que se requieren? Ahí está el embrollo. Coincido con el alcance de su pregunta. El ADN es la única forma de terminar con esta discusión. Tendría que haber la voluntad política de hacerlo, tal como se ha hecho recientemente con unas momias, o se ha hecho con los restos de Colón. Eso lo pagó el Estado. Si los estados argentino y uruguayo quisieran intervenir en este asunto, la discusión se termina en un año”.

En gracia de discusión, digamos que los indicios dependen de quién los mire, y de quién los analice.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)





2 comentarios:

  1. Muy conmovido con todo lo que dices en este artículo, que basicamente para mi, es un homenaje a Luciano...supongo que ya se lo haz hecho llegar a Ligia...CDA

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  2. Mil gracias, apreciado don Cristóbal por su comentario que acierta al deducir que se trata de un homenaje al común amigo Luciano Londoño López, el estudioso que me asomó al mundo de la Nueva Historia de Annales y de la teoría de los indicios. Abrazos, ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)

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