En compañía de Víctor Bustamante visité a doña Isabel Gómez Agudelo viuda de Correa en su casa del barrio El Poblado de Medellín, con el propósito de entrevistarla como hija del escritor Don Efe Gómez. A sus 87 años es una mujer vital, sonriente, amable, que abrió con generosidad su corazón a los recuerdos.
"Alonso Álvarez Gaviria, para servir a usted… como antioqueño del puro plan de la villa de Medellín… Nacido en la Quebrada Arriba entre el Puente de Mejía y el Puente de La Toma”.
Así se presenta, al narrador, el personaje biografiado en el cuento “El paisano Álvarez Gaviria”, en la semblanza que hizo el ingeniero fredoneño Francisco “Don Efe” Gómez Escobar, quien de soltero trabajó en el Chocó donde debió conocer a alguien cuyas señas quedaban retratadas en este cuento en que hace nacer al personaje en el barrio de la Quebrada Arriba a orillas de la quebrada Santa Elena, la que hoy corre cubierta por la arborizada avenida La Playa de Medellín, avenida que recibe ese nombre porque cuando la quebrada corría descubierta sus orillas estaban bordeadas de arena donde las mujeres iban a lavar ropas y los hombres a mazamorrear oro en batea. El personaje del cuento dice que nació “entre el puente de Mejía, y el puente de la Toma”, lo que sitúa su venida al mundo entre la carrera 45 (El Palo) y el puente que une a los barrios de Buenos Aires y Enciso (carrera 32).
– Yo conocí la quebrada cuando estaba destapada –nos dice la octogenaria hija del maestro Efe Gómez, doña Isabel Gómez Agudelo vda. de Correa; quien a sus 87 años conserva una lucidez, una vitalidad, y una amabilidad envidiables.
A unos 50 metros de la avenida La Playa, en cercanías del puente de Mejía sobre la carrera Córdoba (carrera 42 nro. 50-69), vivió el maestro Efe Gómez sus últimos años; y allí lo veló en 1938 su viuda, doña Inés Agudelo Zuluaga, antes de ir a vivir con sus huérfanos a la casa de Ayacucho con Mejía Peláez que se conoció como “Casa de don Efe Gómez”. Don Efe Gómez nunca vivió en ella. “Esa casa nos fue regalada por iniciativa de doña Sofía Ospina de Navarro, porque habíamos quedado muy pobres, ya que mi padre ganó plata a montones pero fue despilfarrada en la vida bohemia”. Cuando se casaron, Don Efe tenía 50 años de edad y su esposa 20, pero 30 años no fueron óbice para ese matrimonio que se realizó entre “mi padre, que era un hombre buen mozo; y mi madre, que era una mujer muy linda”, según cuenta doña Isabel; como tampoco lo fue el hecho de que Don Efe, soltero empedernido hasta ese momento, tuviera 7 hijos con Carolina Quintero, una campesina de los lados de la finca de sus hermanas en El Picacho “de los que sólo sobrevivieron el mono Bayardo, un pelirrojo pecoso que era un tarambana al que mi padre quería mucho y mi madre toleró a regañadientes; y Cecilia, que con ciento y pico de años aún vive en un asilo de los Estados Unidos”. Sólo faltó la bendición del cura para que esa campesina y sus 7 hijos se convirtieran en el primer hogar del maestro Efe Gómez, bendición que sí tuvo doña Inés.
– Mi padre, soltero y parrandista, llegaba a veces de madrugada a la finca donde vivía en El Picacho; y entraba al cuarto donde dormía, montado en el caballo que dejaba amarrado a la baranda de la cama, porque no tenía alientos de llevarlo a la pesebrera.
Dentro del matrimonio con doña Inés Don Efe tuvo doce hijos, incluidas dos parejas de mellizos que le hicieron decir al maestro que él había nacido dotado “con escopeta de dos cañones”. “La casa donde murió mi padre está intacta, como entonces, y es ahora el restaurante La Antigua, frente a las instalaciones de El Pequeño Teatro”. Queda en diagonal porque el frente, propiamente dicho, es el callejón (calle 50 A) de la Universidad Cooperativa de Colombia. “Yo era una adolescente de 14 años cuando él murió, pero me impresionó que cuando lo estábamos velando en la sala de la casa salí a la esquina en el momento en que bajaban con una carretilla y en ella transportaban el busto de mi padre que habían desmontado de su lugar y no sé qué se hizo, o adonde lo llevaron. Sentí como si en esa carretilla estuvieran trasteando su memoria”.
Nunca tuvo casa propia el maestro Efe Gómez, puesto que la casa de Ayacucho, con su bello antejardín, sus cinco habitaciones, su pileta, su pozo de agua propia, y su amplio solar sembrado de frutales, había sido el sueño que don Efe no pudo ver cumplido en vida. “La soñaba desde que estaba de novio con mi madre, que de soltera vivía en la casa de enfrente con mis abuelos”. Los abuelos maternos fueron el abogado y notario 4º del circuito de Medellín Avelino Agudelo Escobar y doña Anita Zuluaga Isaza, padres de doña Inés. “Que construyeron una mediagua en el solar, con entrada por la calle Colombia, para que viviera en ella mi tío Miguel, que fue el autor de la letra del bambuco Antioqueñita, con música de Pelón Santamarta”. La casa que fue de don Avelino es ahora un centro de diagnóstico automotriz; y la que fue de doña Inés en su viudez, contigua al estadero Jardín Clarita, fue demolida y es ahora un parqueadero y cambiadero de aceites para carros, y su acera una fritanguería callejera de chunchulla; en esta calle que están remodelando para tirar la nueva línea del tranvía que esperan inaugurar en el año 2015. Como dice el tango, “Se van, se van, las casas viejas queridas”.
En varias casas vivió el maestro Efe Gómez. La primera, en Maturín (calle 46) entre Pascasio Uribe Ochoa (carrera 42) y Recaredo de Villa (carrera 41), “fue donde nacimos la mayoría de los hijos”. Era propiedad del canónigo Jesús María Marulanda, pero fueron desahuciados porque el canónigo necesitaba “ponerla a rentar debidamente”. Fueron a vivir algunos en una finca de su pariente el padre Agudelo, en Bello; y otros donde las tías Gómez. “Luego vivimos en una casa de El Palo entre Cuba y Miranda, y para 1935 nos fuimos para la casa de los jesuítas en la finca Miraflores, rodeados de mangas y de vacas de ordeño”. Esa dirección, según la nueva nomenclatura, corresponde a la carrera 45, El Palo; entre calle 59, Cuba; y calle 60, Miranda. Cuando la situación económica mejoró, alquilaron una casa amplísima de dos pisos donde cupieran los Gómez Agudelo en el primer piso y las hermanas Gómez Escobar en el segundo. Estaba situada frente al Instituto Isabel La Católica o CEFA (Centro educacional femenino de Antioquia) de la calle 50 (Colombia) al cruce con la carrera 41 (Mon y Velarde), en cercanías de la Plaza de Flórez. “De allí nos fuimos a vivir a la casa de Córdoba entre Colombia y La Playa, donde murió mi padre en 1938, cuando mi hermana Clarita tenía apenas 10 meses de nacida”.
– Ojalá conserven esa casa donde él murió. Sería una lástima que también la tumbaran; como sería una lástima que demolieran la casa donde nacimos casi todos nosotros en Maturín con Pascasio Uribe –nos dijo doña Isabel Vda. de Correa.
– Nada de raro tendría, doña Isabel –le dijimos– los paisas somos más buenos para tumbar monumentos arquitectónicos que para mantenerlos.
En el portal Neonadaísmo 2011 puede verse el video con la entrevista que nos concedió doña Isabel:
http://neonadaismo2011.blogspot.com/2013/05/blog-post.html
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
"Alonso Álvarez Gaviria, para servir a usted… como antioqueño del puro plan de la villa de Medellín… Nacido en la Quebrada Arriba entre el Puente de Mejía y el Puente de La Toma”.
Así se presenta, al narrador, el personaje biografiado en el cuento “El paisano Álvarez Gaviria”, en la semblanza que hizo el ingeniero fredoneño Francisco “Don Efe” Gómez Escobar, quien de soltero trabajó en el Chocó donde debió conocer a alguien cuyas señas quedaban retratadas en este cuento en que hace nacer al personaje en el barrio de la Quebrada Arriba a orillas de la quebrada Santa Elena, la que hoy corre cubierta por la arborizada avenida La Playa de Medellín, avenida que recibe ese nombre porque cuando la quebrada corría descubierta sus orillas estaban bordeadas de arena donde las mujeres iban a lavar ropas y los hombres a mazamorrear oro en batea. El personaje del cuento dice que nació “entre el puente de Mejía, y el puente de la Toma”, lo que sitúa su venida al mundo entre la carrera 45 (El Palo) y el puente que une a los barrios de Buenos Aires y Enciso (carrera 32).
– Yo conocí la quebrada cuando estaba destapada –nos dice la octogenaria hija del maestro Efe Gómez, doña Isabel Gómez Agudelo vda. de Correa; quien a sus 87 años conserva una lucidez, una vitalidad, y una amabilidad envidiables.
A unos 50 metros de la avenida La Playa, en cercanías del puente de Mejía sobre la carrera Córdoba (carrera 42 nro. 50-69), vivió el maestro Efe Gómez sus últimos años; y allí lo veló en 1938 su viuda, doña Inés Agudelo Zuluaga, antes de ir a vivir con sus huérfanos a la casa de Ayacucho con Mejía Peláez que se conoció como “Casa de don Efe Gómez”. Don Efe Gómez nunca vivió en ella. “Esa casa nos fue regalada por iniciativa de doña Sofía Ospina de Navarro, porque habíamos quedado muy pobres, ya que mi padre ganó plata a montones pero fue despilfarrada en la vida bohemia”. Cuando se casaron, Don Efe tenía 50 años de edad y su esposa 20, pero 30 años no fueron óbice para ese matrimonio que se realizó entre “mi padre, que era un hombre buen mozo; y mi madre, que era una mujer muy linda”, según cuenta doña Isabel; como tampoco lo fue el hecho de que Don Efe, soltero empedernido hasta ese momento, tuviera 7 hijos con Carolina Quintero, una campesina de los lados de la finca de sus hermanas en El Picacho “de los que sólo sobrevivieron el mono Bayardo, un pelirrojo pecoso que era un tarambana al que mi padre quería mucho y mi madre toleró a regañadientes; y Cecilia, que con ciento y pico de años aún vive en un asilo de los Estados Unidos”. Sólo faltó la bendición del cura para que esa campesina y sus 7 hijos se convirtieran en el primer hogar del maestro Efe Gómez, bendición que sí tuvo doña Inés.
– Mi padre, soltero y parrandista, llegaba a veces de madrugada a la finca donde vivía en El Picacho; y entraba al cuarto donde dormía, montado en el caballo que dejaba amarrado a la baranda de la cama, porque no tenía alientos de llevarlo a la pesebrera.
Dentro del matrimonio con doña Inés Don Efe tuvo doce hijos, incluidas dos parejas de mellizos que le hicieron decir al maestro que él había nacido dotado “con escopeta de dos cañones”. “La casa donde murió mi padre está intacta, como entonces, y es ahora el restaurante La Antigua, frente a las instalaciones de El Pequeño Teatro”. Queda en diagonal porque el frente, propiamente dicho, es el callejón (calle 50 A) de la Universidad Cooperativa de Colombia. “Yo era una adolescente de 14 años cuando él murió, pero me impresionó que cuando lo estábamos velando en la sala de la casa salí a la esquina en el momento en que bajaban con una carretilla y en ella transportaban el busto de mi padre que habían desmontado de su lugar y no sé qué se hizo, o adonde lo llevaron. Sentí como si en esa carretilla estuvieran trasteando su memoria”.
Nunca tuvo casa propia el maestro Efe Gómez, puesto que la casa de Ayacucho, con su bello antejardín, sus cinco habitaciones, su pileta, su pozo de agua propia, y su amplio solar sembrado de frutales, había sido el sueño que don Efe no pudo ver cumplido en vida. “La soñaba desde que estaba de novio con mi madre, que de soltera vivía en la casa de enfrente con mis abuelos”. Los abuelos maternos fueron el abogado y notario 4º del circuito de Medellín Avelino Agudelo Escobar y doña Anita Zuluaga Isaza, padres de doña Inés. “Que construyeron una mediagua en el solar, con entrada por la calle Colombia, para que viviera en ella mi tío Miguel, que fue el autor de la letra del bambuco Antioqueñita, con música de Pelón Santamarta”. La casa que fue de don Avelino es ahora un centro de diagnóstico automotriz; y la que fue de doña Inés en su viudez, contigua al estadero Jardín Clarita, fue demolida y es ahora un parqueadero y cambiadero de aceites para carros, y su acera una fritanguería callejera de chunchulla; en esta calle que están remodelando para tirar la nueva línea del tranvía que esperan inaugurar en el año 2015. Como dice el tango, “Se van, se van, las casas viejas queridas”.
En varias casas vivió el maestro Efe Gómez. La primera, en Maturín (calle 46) entre Pascasio Uribe Ochoa (carrera 42) y Recaredo de Villa (carrera 41), “fue donde nacimos la mayoría de los hijos”. Era propiedad del canónigo Jesús María Marulanda, pero fueron desahuciados porque el canónigo necesitaba “ponerla a rentar debidamente”. Fueron a vivir algunos en una finca de su pariente el padre Agudelo, en Bello; y otros donde las tías Gómez. “Luego vivimos en una casa de El Palo entre Cuba y Miranda, y para 1935 nos fuimos para la casa de los jesuítas en la finca Miraflores, rodeados de mangas y de vacas de ordeño”. Esa dirección, según la nueva nomenclatura, corresponde a la carrera 45, El Palo; entre calle 59, Cuba; y calle 60, Miranda. Cuando la situación económica mejoró, alquilaron una casa amplísima de dos pisos donde cupieran los Gómez Agudelo en el primer piso y las hermanas Gómez Escobar en el segundo. Estaba situada frente al Instituto Isabel La Católica o CEFA (Centro educacional femenino de Antioquia) de la calle 50 (Colombia) al cruce con la carrera 41 (Mon y Velarde), en cercanías de la Plaza de Flórez. “De allí nos fuimos a vivir a la casa de Córdoba entre Colombia y La Playa, donde murió mi padre en 1938, cuando mi hermana Clarita tenía apenas 10 meses de nacida”.
– Ojalá conserven esa casa donde él murió. Sería una lástima que también la tumbaran; como sería una lástima que demolieran la casa donde nacimos casi todos nosotros en Maturín con Pascasio Uribe –nos dijo doña Isabel Vda. de Correa.
– Nada de raro tendría, doña Isabel –le dijimos– los paisas somos más buenos para tumbar monumentos arquitectónicos que para mantenerlos.
En el portal Neonadaísmo 2011 puede verse el video con la entrevista que nos concedió doña Isabel:
http://neonadaismo2011.blogspot.com/2013/05/blog-post.html
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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