(Nota: En conversación con mi concuñado Arturo Henao Buitrago, él hizo algunas precisiones al texto que yo había montado en este blog, y a la luz de esas aclaraciones procedí a hacer las respectivas correcciones. Pido excusas por tal circunstancia debida a que "A los setenta uno ya no oye bien, hombre Arturo"; debido a que "A los setenta, uno ya no recuerda bien, hombre Orlando"; y debido a que "A los setenta uno ya no entiende las anotaciones que hace de afán en una servilleta, par de setentones").
El periodista Oscar Domínguez Giraldo en su columna del periódico El Colombiano de Medellín, el domingo 3 de julio de 2016, se ocupó de la musical familia de los Ramírez Arboleda, que fueron sus vecinos en el barrio de Aranjuez.
http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/musica-debajo-del-brazo-AG4484714
Ver el nombre de la prima Amanda reseñado con su prole en el periódico prendió las luces de mis recuerdos porque resulta que “la prima Amanda” no es prima mía por sangre sino por una especie de paisanaje.
Pueblo Rico (Risaralda) y Pueblorrico (Antioquia) suenan igual pero se escriben distinto. Por razones matrimoniales mis oídos oyen hablar de la gente pueblorriqueña del suroeste antioqueño desde que me casé. Así es que mi suegra doña Elvira (QEPD); y Mamá Carmelita (QEPD), la suegra de mi cuñada Edilma (QEPD); solían hablar a veces de "la prima Amanda que está viviendo en Aranjuez". Un día mi concuñado me dijo que "A vos que te gusta tanto la música, tenemos que ir donde la prima Amanda. Allá casi todos tocan y cantan. Esa casa es una fiesta". Empecé a soñar con el soñado día, pero el soñado encuentro nunca se dio. Después por cosas de la vida, y como el mundo es un pañuelo, resultó que la imponente mujer que dominaba el escenario con la presencia y la voz que le hicieron ganar el título de "La Dama del Tango", resultó ser Carolina Ramírez Arboleda, la hija de la prima Amanda que a los noventa ya debe tener su libreta de teléfonos llena de QEPDs. Me le dejé ir a Carolina para dármele a reconocer, o mejor dicho a conocer, como de la cuerda de Mamá Carmelita y de doña Elvira. Le hice un pedido que desde entonces repito cada que la veo subirse al escenario. Me paro de la segunda mesa y me acerco a ella para decirle al oído: "pst, pst, Carolina, cantáme Sin Lágrimas". Ella sonríe y habla y habla y habla, y da vueltas y vueltas y vueltas. Cuando parece haberse olvidado de mí, anuncia que "Con todo gusto, para el ocupante de la mesa número 743, ¡Sin lágrimas!"; y empieza a cantar, con esa voz que me emociona, el tango que me emociona; y que yo canto a coro con mi desafinada voz de tarro salida de lo más profundo del corazón: "No sabes cuánto te he querido, ¿Cómo has de negar que fuiste mía? Y sin embargo me has pedido que me vaya, que te deje, que te hunda en el olvido...". Para ese momento yo, que le prometí que la iba a escuchar Sin Lágrimas, ya tengo los ojos encharcados y tengo que sacar pañuelo que a poco escurro como si fuera un trapo de cantina. Ese es nuestro juego preferido, y lo practicamos siempre que nos vemos. Es nuestro secreto compartido. Ella sabe que ese tango me llega al alma.
“Sin lágrimas”, tango con letra de José María Contursi y música de Charlo, interpretado por Nayla Danchuk:
https://www.youtube.com/watch?v=pz2qKkaJuxo
Santiago Santamaría, y su hermano José María “Don Pepe” Santamaría Bermúdez de Castro, junto con otros colonizadores del suroeste antioqueño como don Gabriel Echeverri Escobar, obtuvieron en 1825 la concesión de tierras en donde actualmente está el municipio de Jericó, que fue fundado como tal en el año de 1851 y del que en 1911 se independizó el territorio del actual municipio de Pueblorrico en Antioquia. En este territorio nació el segundo Ventura Henao picado por el virus de la música, aunque no sé si haya constancias de que hubiera otros Henao de tal estirpe infectados de ahí hacia atrás. El primero fue su padre, del mismo nombre, pero él no nació allá sino en San Vicente en el oriente antioqueño. Que los antioqueños somos migrantes, no es un secreto; y que los músicos son andariegos, tampoco lo es.
Buenaventura I
El sanvicentino Buenaventura “Venturita” Henao Osorio, casado con Alejandrina “Gunina” Herrera, vivió a finales del siglo XIX y es como un moderno Padre Adán o Patriarca Abraham para la descendencia que de ellos se deriva, y que podría denominarse la “Dinastía de los Henao”; aunque no sé si sea más apropiado llamarla la “Dinastía de los Ventura”.
El primer Ventura del que se tiene memoria es él, y no vamos a entrar en una relación de los nombres de sus hijos porque no se trata en este artículo de hacer un árbol genealógico. El caso es que en el bautismo el patriarca familiar fue bautizado como Buenaventura Henao Osorio, pero fue su destino que desde niño se le conociera como “Venturita Henao” y se le reconociera como músico integrante de bandas de pueblo; esas bandas que, aunque pueden variar en su composición, en general están compuestas, según Wikipedia, por Trompeta de pistones, Trombón de pistones, Saxofón, Clarinete, Tuba de pecho, Bombardino, Tambora o bombo, Caja o tambor redoblante, y Platillos.
Banda Paniagua de Medellín, a principios del siglo XX:
Banda pueblerina de la comuna Santa Clara de San Millán en Quito (Ecuador):
https://www.youtube.com/watch?v=YAdUktIxqg0
No sé si un Buenaventura Henao que figura en la historia de la fundación del municipio de Pensilvania en el Departamento de Caldas sea de sus ancestros o de su estirpe. Nada se sabe, pero si ese Buenaventura no era músico, tal vez nada tenga qué ver porque la música es la impronta genética en esta familia.
Entre los muchos músicos hijos del viejo Venturita estaban Juan Bautista “Tista”, Martiniano “Nano”, y El Mono Ventura Henao Herrera, a quien algunos le decían Venturita como su padre.
Aunque Ventura, el hijo, dirigió por tres años la banda de música de Pueblorrico, el fundador fue su padre y por tal razón la Escuela de Música fundada el 25 de mayo de 2010 por el acuerdo 007 del Concejo Municipal lleva el nombre de “Buenaventura Henao Osorio”, que era el nombre de pila, pero según su destino todo el pueblo se refiere a ella como la “Banda de Venturita Henao”.
El viejo Venturita fundó en Pueblorrico la banda de música para animar las navidades, las fiestas patronales, las bodas, y los velorios, en varios municipios a la redonda; como decir Andes, Jardín, Betania, Hispania, Bolívar, Tarso, Támesis, Caramanta, y otros del suroeste antioqueño. Hubo un momento en que todos en esa banda eran Henao de la descendencia de Venturita, incluido Rafaelito Henao Chavarriaga el hijo de Ladislao Henao Herrera; e incluidos Rafael Cardona, Rafael Martínez, y Gabriel Ríos, los únicos chupacobres de la banda que no eran de la familia. A lomo de bestia se desplazaban con sus instrumentos a cumplir compromisos que los tenían por fuera de casa hasta por ocho o quince días, bebiendo antes de tocar, tocando antes de comer, y comiendo antes de dormir, “Porque músico que se respete toca mejor borracho que sobrio. Póngale la firma”, como dicen los serenateros.
Buenaventura II
Pueblorrico todavía hacía parte del viejo Jericó en 1901 cuando nació el otro Buenaventura, hijo del viejo Venturita, que fue el “Mono Ventura”.
El Mono Ventura, o Venturita hijo, fue un músico reconocido que tocó en la banda de su hermano Juan Bautista “Tista” Henao Herrera. Tista, que se recuerda porque tocaba descalzo y en cuya banda de Betania, también conocida como la Banda de Venturita, todos los músicos eran de la familia Henao menos Ramón Vélez y su hijo Gildardo. Con el tiempo el Mono Ventura emigró a Pereira donde se hizo corista de la catedral. Un hijo del Martiniano Henao Herrera “que tocaba el trombón en la banda del abuelo”, y hermano del otro Martiniano Henao Buitrago “que tocaba la tuba en la banda del ejército”, dice que “en casa de mi tío el Mono Ventura todos los primos son músicos: Jorge, Amparo, Estela, Regina; con decir que no hay sino una sala de recibo y un comedor, pero tienen cinco pianos de los que llaman organetas, e instrumentos colgados de las paredes por todos lados. Una novena navideña en esa casa es como una serenata familiar”. El tío Ventura Henao, aparte de la música, tuvo otra debilidad: le gustaba hacer pesebres. Eran de fama los pesebres que salían de sus manos, finamente elaborados durante todo el año. Pesebres de concurso.
http://wwwlisandrolopez.blogspot.com.co/2011/04/un-caballero-llamado-don-buenaventura.html
Este Buenaventura Henao Herrera, Ventura II o “El Mono Ventura”, es mencionado por el historiador Heriberto Zapata Cuéncar en su libro “Compositores antioqueños” donde dice que: “Buenaventura Henao Herrera “Venturita” era un maestro, director de una banda de música… que siempre estuvo a la cabeza de la Banda de Venturita”.
Y es también registrado por el genealogista Álvaro Gallo Martínez en su libro “Diccionario biográfico de antioqueños” donde dice que:
“Buenaventura Henao Herrera nació en Pueblorrico el 15 de agosto de 1901, y era hijo de Buenaventura Henao y Alejandrina Herrera. Su padre fue músico, de quien heredó el gusto por este arte. Organizó y dirigió las bandas de Pueblorrico, Concordia, Jardín, Caramanta, y Anserma. Compositor de algunos pasillos como “Desengañados”, “Luceros, y “Cineraria”. Casado el 20 de marzo de 1927 con Julia Raigoza Bustamante, fueron padres de 15 hijos con los que formó un coro”.
Fuera de las citadas el Mono Ventura fue autor de otras obras, como decir la marcha “Amanda”, que suele interpretarse en los encuentros familiares.
Buenaventura III
Buenaventura Henao Agudelo, hijo de Tista, es otro Ventura Henao de la familia. Aunque su padre fue soplaflautas de banda en banda, y de pueblo en pueblo; y aunque los hijos del tío Ventura heredaron la música pero no el nombre del abuelo; este Ventura III heredó el nombre pero no la música. En vez de tocar teclas en el piano para sacarles música, él era finquero de agricultura y de ganado que acariciaba las tetas de las vacas para exprimir a las ubres "la lechita que nos da mi Dios".
Buenaventura IV
El cuarto Ventura de la dinastía viene a ser hijo de la prima Amanda Arboleda de Ramírez y pertenece a otra familia musicalmente afamada porque allá “casi todos cantan o tocan algún instrumento”. Varios de los hermanos son tangueros reconocidos, como decir Carolina Ramírez “La dama del tango”, como decir Luis Ovidio Ramírez y su hermano Nicolás, tangueros, cantantes de todo, e intérpretes instrumentales.
Como herencia cultural, aparte el amor por la música que transmitió a sus hijos, Amanda se plegó a la tradición de hacer pesebres artísticos, tradición que transmitió a sus hijas Natalia, Diana, y sobre todo a la tanguera Carolina, que también organizan las novenas navideñas con pompa y esplendor al son, ¡Cómo no! de la música familiar. Los cantos de villancicos en esa casa se convierten en un concierto de pianos y violines que atrae público de varias cuadras a la redonda.
Buenaventura V
El quinto Ventura de la dinastía aún no aparece, pero no hay que perder las esperanzas. Por lo pronto, Simón el hijo de Luis Ovidio, toca el piano, toca el violín, y aunque todavía se encuentra haciendo el bachillerato en el Instituto Musical Diego Echavarría donde dirige la orquesta de la institución en sus prácticas como estudiante, el próximo año empezará su carrera musical en EAFIT donde al parecer se enrutará por la dirección de orquesta de cámara; Natalia, la hija de Nicolás, es pianista profesional graduada en EAFIT, y cursa la maestría de piano con nadie menos que con la pianista Blanquita Uribe Espitia; Samuel, el hijo de Diana, es violinista y cursa el bachillerato musical en Bogotá.
Tal vez estos muchachos no sepan que su talento para la música les viene en las venas desde el lejano tatarabuelo sanvicentino que en el siglo XIX tocaba música por los lados de Pueblorrico en Antioquia. No sabía él que algún día ese talento iba a llegar a los tataranietos, y quizás más allá a los trastataranietos. Con una herencia así, nunca se sabe.
Luis Ovidio Ramírez Arboleda
Primero conocí a Carolina Ramírez, la "Dama del Tango", y luego conocí a su hermano Luis Ovidio. Sólo que cuando lo vi en el escenario no estaba cantando tangos sino tocando tiple y guitarra con su compañero el jurista Tulio Elí Chinchilla con el que había hecho un trabajo de reposición de las canciones que bailaban Bolívar y Santander con las muchachas de los pueblos que salían a recibirlos durante la guerra de independencia. Las contradanzas (country dances) La Vencedora, La Libertadora, La Trinitaria, resucitaron en sus dedos maravillosos después de un trabajo de arqueología musical que despertó mi admiración. Saber que era hermano de Carolina me dio alegría, y desde eso nos tratamos como primos que aunque no lo seamos de sangre sí lo somos por contagio. Luis Ovidio también canta tangos, y lo hace en una de las noches de familia que los Ramírez Arboleda programan los jueves en el Patio del Tango. Alguna vez oí cantar tangos a su hermano Nicolás, y entonces entendí que los genes de esta familia debieron llegar cargados de corcheas y semicorcheas, de fusas y semifusas, por aquello de que lo que se hereda no se hurta.
“La libertadora”, danza bicentenaria de los días de la Guerra de Independencia, bailada por el grupo Tuzui Kunki:
https://www.youtube.com/watch?v=5mQsC0Xqx18
Encontrar, pues, que el artículo de Oscar Domínguez en su columna desvertebrada está dedicado al combo de la prima Amanda y de la parentela de Mamá Carmelita, me dio alegría.
(¡Eh, no jodás hombre Arturo! ¿Vos por qué no me cogiste amarrado con una cabuya y me llevaste de la ternilla a conocer a los hijos de la prima Amanda? Si yo lo hubiera sabido, no sólo hubiera ido de visita, sino que me hubiera quedado a vivir allá).
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
El periodista Oscar Domínguez Giraldo en su columna del periódico El Colombiano de Medellín, el domingo 3 de julio de 2016, se ocupó de la musical familia de los Ramírez Arboleda, que fueron sus vecinos en el barrio de Aranjuez.
http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/musica-debajo-del-brazo-AG4484714
Ver el nombre de la prima Amanda reseñado con su prole en el periódico prendió las luces de mis recuerdos porque resulta que “la prima Amanda” no es prima mía por sangre sino por una especie de paisanaje.
Pueblo Rico (Risaralda) y Pueblorrico (Antioquia) suenan igual pero se escriben distinto. Por razones matrimoniales mis oídos oyen hablar de la gente pueblorriqueña del suroeste antioqueño desde que me casé. Así es que mi suegra doña Elvira (QEPD); y Mamá Carmelita (QEPD), la suegra de mi cuñada Edilma (QEPD); solían hablar a veces de "la prima Amanda que está viviendo en Aranjuez". Un día mi concuñado me dijo que "A vos que te gusta tanto la música, tenemos que ir donde la prima Amanda. Allá casi todos tocan y cantan. Esa casa es una fiesta". Empecé a soñar con el soñado día, pero el soñado encuentro nunca se dio. Después por cosas de la vida, y como el mundo es un pañuelo, resultó que la imponente mujer que dominaba el escenario con la presencia y la voz que le hicieron ganar el título de "La Dama del Tango", resultó ser Carolina Ramírez Arboleda, la hija de la prima Amanda que a los noventa ya debe tener su libreta de teléfonos llena de QEPDs. Me le dejé ir a Carolina para dármele a reconocer, o mejor dicho a conocer, como de la cuerda de Mamá Carmelita y de doña Elvira. Le hice un pedido que desde entonces repito cada que la veo subirse al escenario. Me paro de la segunda mesa y me acerco a ella para decirle al oído: "pst, pst, Carolina, cantáme Sin Lágrimas". Ella sonríe y habla y habla y habla, y da vueltas y vueltas y vueltas. Cuando parece haberse olvidado de mí, anuncia que "Con todo gusto, para el ocupante de la mesa número 743, ¡Sin lágrimas!"; y empieza a cantar, con esa voz que me emociona, el tango que me emociona; y que yo canto a coro con mi desafinada voz de tarro salida de lo más profundo del corazón: "No sabes cuánto te he querido, ¿Cómo has de negar que fuiste mía? Y sin embargo me has pedido que me vaya, que te deje, que te hunda en el olvido...". Para ese momento yo, que le prometí que la iba a escuchar Sin Lágrimas, ya tengo los ojos encharcados y tengo que sacar pañuelo que a poco escurro como si fuera un trapo de cantina. Ese es nuestro juego preferido, y lo practicamos siempre que nos vemos. Es nuestro secreto compartido. Ella sabe que ese tango me llega al alma.
“Sin lágrimas”, tango con letra de José María Contursi y música de Charlo, interpretado por Nayla Danchuk:
https://www.youtube.com/watch?v=pz2qKkaJuxo
Santiago Santamaría, y su hermano José María “Don Pepe” Santamaría Bermúdez de Castro, junto con otros colonizadores del suroeste antioqueño como don Gabriel Echeverri Escobar, obtuvieron en 1825 la concesión de tierras en donde actualmente está el municipio de Jericó, que fue fundado como tal en el año de 1851 y del que en 1911 se independizó el territorio del actual municipio de Pueblorrico en Antioquia. En este territorio nació el segundo Ventura Henao picado por el virus de la música, aunque no sé si haya constancias de que hubiera otros Henao de tal estirpe infectados de ahí hacia atrás. El primero fue su padre, del mismo nombre, pero él no nació allá sino en San Vicente en el oriente antioqueño. Que los antioqueños somos migrantes, no es un secreto; y que los músicos son andariegos, tampoco lo es.
Buenaventura I
El sanvicentino Buenaventura “Venturita” Henao Osorio, casado con Alejandrina “Gunina” Herrera, vivió a finales del siglo XIX y es como un moderno Padre Adán o Patriarca Abraham para la descendencia que de ellos se deriva, y que podría denominarse la “Dinastía de los Henao”; aunque no sé si sea más apropiado llamarla la “Dinastía de los Ventura”.
El primer Ventura del que se tiene memoria es él, y no vamos a entrar en una relación de los nombres de sus hijos porque no se trata en este artículo de hacer un árbol genealógico. El caso es que en el bautismo el patriarca familiar fue bautizado como Buenaventura Henao Osorio, pero fue su destino que desde niño se le conociera como “Venturita Henao” y se le reconociera como músico integrante de bandas de pueblo; esas bandas que, aunque pueden variar en su composición, en general están compuestas, según Wikipedia, por Trompeta de pistones, Trombón de pistones, Saxofón, Clarinete, Tuba de pecho, Bombardino, Tambora o bombo, Caja o tambor redoblante, y Platillos.
Banda Paniagua de Medellín, a principios del siglo XX:
Banda pueblerina de la comuna Santa Clara de San Millán en Quito (Ecuador):
https://www.youtube.com/watch?v=YAdUktIxqg0
No sé si un Buenaventura Henao que figura en la historia de la fundación del municipio de Pensilvania en el Departamento de Caldas sea de sus ancestros o de su estirpe. Nada se sabe, pero si ese Buenaventura no era músico, tal vez nada tenga qué ver porque la música es la impronta genética en esta familia.
Entre los muchos músicos hijos del viejo Venturita estaban Juan Bautista “Tista”, Martiniano “Nano”, y El Mono Ventura Henao Herrera, a quien algunos le decían Venturita como su padre.
Aunque Ventura, el hijo, dirigió por tres años la banda de música de Pueblorrico, el fundador fue su padre y por tal razón la Escuela de Música fundada el 25 de mayo de 2010 por el acuerdo 007 del Concejo Municipal lleva el nombre de “Buenaventura Henao Osorio”, que era el nombre de pila, pero según su destino todo el pueblo se refiere a ella como la “Banda de Venturita Henao”.
El viejo Venturita fundó en Pueblorrico la banda de música para animar las navidades, las fiestas patronales, las bodas, y los velorios, en varios municipios a la redonda; como decir Andes, Jardín, Betania, Hispania, Bolívar, Tarso, Támesis, Caramanta, y otros del suroeste antioqueño. Hubo un momento en que todos en esa banda eran Henao de la descendencia de Venturita, incluido Rafaelito Henao Chavarriaga el hijo de Ladislao Henao Herrera; e incluidos Rafael Cardona, Rafael Martínez, y Gabriel Ríos, los únicos chupacobres de la banda que no eran de la familia. A lomo de bestia se desplazaban con sus instrumentos a cumplir compromisos que los tenían por fuera de casa hasta por ocho o quince días, bebiendo antes de tocar, tocando antes de comer, y comiendo antes de dormir, “Porque músico que se respete toca mejor borracho que sobrio. Póngale la firma”, como dicen los serenateros.
Buenaventura II
Pueblorrico todavía hacía parte del viejo Jericó en 1901 cuando nació el otro Buenaventura, hijo del viejo Venturita, que fue el “Mono Ventura”.
El Mono Ventura, o Venturita hijo, fue un músico reconocido que tocó en la banda de su hermano Juan Bautista “Tista” Henao Herrera. Tista, que se recuerda porque tocaba descalzo y en cuya banda de Betania, también conocida como la Banda de Venturita, todos los músicos eran de la familia Henao menos Ramón Vélez y su hijo Gildardo. Con el tiempo el Mono Ventura emigró a Pereira donde se hizo corista de la catedral. Un hijo del Martiniano Henao Herrera “que tocaba el trombón en la banda del abuelo”, y hermano del otro Martiniano Henao Buitrago “que tocaba la tuba en la banda del ejército”, dice que “en casa de mi tío el Mono Ventura todos los primos son músicos: Jorge, Amparo, Estela, Regina; con decir que no hay sino una sala de recibo y un comedor, pero tienen cinco pianos de los que llaman organetas, e instrumentos colgados de las paredes por todos lados. Una novena navideña en esa casa es como una serenata familiar”. El tío Ventura Henao, aparte de la música, tuvo otra debilidad: le gustaba hacer pesebres. Eran de fama los pesebres que salían de sus manos, finamente elaborados durante todo el año. Pesebres de concurso.
http://wwwlisandrolopez.blogspot.com.co/2011/04/un-caballero-llamado-don-buenaventura.html
Este Buenaventura Henao Herrera, Ventura II o “El Mono Ventura”, es mencionado por el historiador Heriberto Zapata Cuéncar en su libro “Compositores antioqueños” donde dice que: “Buenaventura Henao Herrera “Venturita” era un maestro, director de una banda de música… que siempre estuvo a la cabeza de la Banda de Venturita”.
Y es también registrado por el genealogista Álvaro Gallo Martínez en su libro “Diccionario biográfico de antioqueños” donde dice que:
“Buenaventura Henao Herrera nació en Pueblorrico el 15 de agosto de 1901, y era hijo de Buenaventura Henao y Alejandrina Herrera. Su padre fue músico, de quien heredó el gusto por este arte. Organizó y dirigió las bandas de Pueblorrico, Concordia, Jardín, Caramanta, y Anserma. Compositor de algunos pasillos como “Desengañados”, “Luceros, y “Cineraria”. Casado el 20 de marzo de 1927 con Julia Raigoza Bustamante, fueron padres de 15 hijos con los que formó un coro”.
Fuera de las citadas el Mono Ventura fue autor de otras obras, como decir la marcha “Amanda”, que suele interpretarse en los encuentros familiares.
Buenaventura III
Buenaventura Henao Agudelo, hijo de Tista, es otro Ventura Henao de la familia. Aunque su padre fue soplaflautas de banda en banda, y de pueblo en pueblo; y aunque los hijos del tío Ventura heredaron la música pero no el nombre del abuelo; este Ventura III heredó el nombre pero no la música. En vez de tocar teclas en el piano para sacarles música, él era finquero de agricultura y de ganado que acariciaba las tetas de las vacas para exprimir a las ubres "la lechita que nos da mi Dios".
Buenaventura IV
El cuarto Ventura de la dinastía viene a ser hijo de la prima Amanda Arboleda de Ramírez y pertenece a otra familia musicalmente afamada porque allá “casi todos cantan o tocan algún instrumento”. Varios de los hermanos son tangueros reconocidos, como decir Carolina Ramírez “La dama del tango”, como decir Luis Ovidio Ramírez y su hermano Nicolás, tangueros, cantantes de todo, e intérpretes instrumentales.
Como herencia cultural, aparte el amor por la música que transmitió a sus hijos, Amanda se plegó a la tradición de hacer pesebres artísticos, tradición que transmitió a sus hijas Natalia, Diana, y sobre todo a la tanguera Carolina, que también organizan las novenas navideñas con pompa y esplendor al son, ¡Cómo no! de la música familiar. Los cantos de villancicos en esa casa se convierten en un concierto de pianos y violines que atrae público de varias cuadras a la redonda.
Buenaventura V
El quinto Ventura de la dinastía aún no aparece, pero no hay que perder las esperanzas. Por lo pronto, Simón el hijo de Luis Ovidio, toca el piano, toca el violín, y aunque todavía se encuentra haciendo el bachillerato en el Instituto Musical Diego Echavarría donde dirige la orquesta de la institución en sus prácticas como estudiante, el próximo año empezará su carrera musical en EAFIT donde al parecer se enrutará por la dirección de orquesta de cámara; Natalia, la hija de Nicolás, es pianista profesional graduada en EAFIT, y cursa la maestría de piano con nadie menos que con la pianista Blanquita Uribe Espitia; Samuel, el hijo de Diana, es violinista y cursa el bachillerato musical en Bogotá.
Tal vez estos muchachos no sepan que su talento para la música les viene en las venas desde el lejano tatarabuelo sanvicentino que en el siglo XIX tocaba música por los lados de Pueblorrico en Antioquia. No sabía él que algún día ese talento iba a llegar a los tataranietos, y quizás más allá a los trastataranietos. Con una herencia así, nunca se sabe.
Luis Ovidio Ramírez Arboleda
Primero conocí a Carolina Ramírez, la "Dama del Tango", y luego conocí a su hermano Luis Ovidio. Sólo que cuando lo vi en el escenario no estaba cantando tangos sino tocando tiple y guitarra con su compañero el jurista Tulio Elí Chinchilla con el que había hecho un trabajo de reposición de las canciones que bailaban Bolívar y Santander con las muchachas de los pueblos que salían a recibirlos durante la guerra de independencia. Las contradanzas (country dances) La Vencedora, La Libertadora, La Trinitaria, resucitaron en sus dedos maravillosos después de un trabajo de arqueología musical que despertó mi admiración. Saber que era hermano de Carolina me dio alegría, y desde eso nos tratamos como primos que aunque no lo seamos de sangre sí lo somos por contagio. Luis Ovidio también canta tangos, y lo hace en una de las noches de familia que los Ramírez Arboleda programan los jueves en el Patio del Tango. Alguna vez oí cantar tangos a su hermano Nicolás, y entonces entendí que los genes de esta familia debieron llegar cargados de corcheas y semicorcheas, de fusas y semifusas, por aquello de que lo que se hereda no se hurta.
“La libertadora”, danza bicentenaria de los días de la Guerra de Independencia, bailada por el grupo Tuzui Kunki:
https://www.youtube.com/watch?v=5mQsC0Xqx18
Encontrar, pues, que el artículo de Oscar Domínguez en su columna desvertebrada está dedicado al combo de la prima Amanda y de la parentela de Mamá Carmelita, me dio alegría.
(¡Eh, no jodás hombre Arturo! ¿Vos por qué no me cogiste amarrado con una cabuya y me llevaste de la ternilla a conocer a los hijos de la prima Amanda? Si yo lo hubiera sabido, no sólo hubiera ido de visita, sino que me hubiera quedado a vivir allá).
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
Muy ameno y muy interesante para los que viven en el ambiente de laa música. Desafortunadamente no nací con esos genes, pero si sigo leyendo tus ariculos,seguro que los voy a adquirir y me voy a contagiar
ResponderEliminarMil gracias por su comentario. Hasta el momento, con 160 artículos publicados, he logrado cubrir una amplia variedad de intereses que responden a las necesidades y gustos de cada lector. Me alegra saber que muchos han llamado su atención. Cordial saludo.
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