No sé quién fue el primero que lo dijo, pero “Detrás de todo gran hombre, siempre hay una gran mujer”; o “Cherchez la femme”, como dijo en “Los mohicanos de París” el novelista Alejandro Dumas, padre (no confundir con Alejandro Dumas, hijo).
Hablando una vez con don Ricardo Ostuni para la entrevista que publiqué en este blog, me dijo que en sus investigaciones sobre el lugar de nacimiento de Carlos Gardel había encontrado muchas inconsistencias en la historia oficial, y que “… A raíz de esas inconsistencias dejé de lado el trabajo que había iniciado y me entregué durante cinco años y pico a profundizar en estas dudas. Mi mujer Ana Edith “Bocha” Rocca, aquí a mi lado, es testigo de cuántos interrogantes me asaltaban y cuántas dudas tenía que resolver en mi investigación porque ¿Con quién más iba yo a comentar esas cosas sino con ella, la que me ha acompañado?”. Tiempo después me dijo que ella había sido su acompañante en la tarea de investigar sobre la música, y en sus viajes, y en poner orden en el desorden que a veces se acumulaba en sus papeles.
El Dr. Luciano Londoño López me dijo una vez que “… Si no fuera por el apoyo de Ligia Castaño Restrepo, mi esposa, yo no podría hacer lo que hago ni ser lo que soy; o no hubiéramos estado casados por mucho tiempo. Ella me ha acompañado en la tarea y ha adaptado sus horarios a los míos que son poco convencionales porque desayunamos a las cinco y almorzamos a las once de la mañana, acorde con nuestros ciclos de sueño y de trabajo”.
Afirma don Cristóbal Díaz Ayala sobre su amistad con Jaime Jaramillo que “…Cimentó pronto la amistad entre nosotros y el hecho de que ambas cónyuges se hicieran buenas amigas también porque, mujeres inteligentes, apoyaban y cooperaban en nuestra dedicación a la música… Tenemos ambos la suerte de que nuestras respectivas esposas, Luz Marina Gaviria la de Jaime, y Marisa Méndez la mía; compartan, apoyen, y ayuden extraordinariamente nuestra pasión…”.
Hubo un momento en que tenía en mi lista de contactos a tres Jaime Jaramillo, lo que me llevó a desambiguar o señalar debidamente cuál es cuál, y quién es quién. Después han aparecido otros homónimos. Van más de diez entre quienes están un jubilado, un tanguero, un poeta, un historiador, un benefactor de indigentes, un coleccionista de jazz, un escritor, un abogado, un sacerdote, un consultor de empresas.
Se encuentra el amigo Jaime Jaramillo Suárez en una nutrida compañía de homónimos, con diferentes rangos en grado de reconocimiento, pero de él dice su amigo Eduardo Ceballos Arango que “es, ante todo, un gran amigo, melómano consumado, una persona con gran carisma y sentido de pertenencia hacia las agrupaciones a las que pertenece…”. Orlando Montenegro Rolón afirma que “Por encima de todo Jaime es un ser especial, amigo leal, buen melómano y matancerólogo, pero mejor persona, con un don de gentes que no destiñe con el tiempo sino que se afirma…”. La Dra. Patricia Rebellón Betancur dice que “Es un hombre de bien, altruista, y digno de ser amigo… que comparte su saber y tener con sus congéneres… desprevenido, sencillo, jovial, amable y servicial…”. El cubano Mario A. García Romero dice que él “Es una persona muy importante en las investigaciones sobre la música, que se ha dedicado a coleccionar y poner a disposición de investigadores e interesados mucho material gráfico sobre este importante renglón cultural…”. Rosni Portaccio Fontalvo, a su vez, afirma de Jaime que “Lo vi varias veces en los programas de televisión de Eloy M. Cepero en Miami, de la serie de Grandes Leyendas Musicales Cubanas, a los que era invitado para que compartiera sus conocimientos con la audiencia… Cuando lo conocí personalmente encontré en él a un gran amigo…”. El cubano don Cristóbal Díaz-Ayala, por su parte, testimonia que “Sin ir más lejos, Jaime Jaramillo Suárez es muy modesto, pero lo que sabe de música puertorriqueña entre otras cosas ya lo quisiera saber yo. Tiene, además, una paciencia que yo no tengo para internarse en los archivos aduanales de los Estados Unidos para ayudar a descubrir detalles sobre el movimiento migratorio de boricuas y de cubanos hacia y desde los Estados Unidos… Siempre amable y risueño, con una memoria prodigiosa y un conocimiento extraordinario de la música colombiana, cubana, puertorriqueña, y en general latinoamericana… Servicial y siempre dispuesto a compartir lo que sabe con cualquiera que lo necesite… Ese es Jaime Jaramillo Suárez…”. Y a su vez el puertorriqueño José Arsenio Ramos Rodríguez, “Joseán Ramos”, biógrafo de Daniel Santos, dice que:
“Como escritor e investigador musical y, sobre todo, porque en los pasados quince meses he tenido en Jaime mi mentor y consejero en todo lo relativo a la nueva edición de "Vengo a decirle adiós a los muchachos", mi libro sobre Daniel Santos; en ese tiempo no creo que haya pasado una semana sin que nos hayamos comunicado por teléfono o Internet para aclarar alguna duda y compartir sus vastas referencias musicales. Por tal motivo le dediqué la crónica "Recuerdos, memorias y otras nostalgias de Daniel Santos" incluida en la edición conmemorativa de su centenario. Como coleccionista de música popular, con especialidad en videos y en investigación forense y arqueológica, Jaime representa lo mejor de esa logia de melómanos que se dedican a conseguir, preservar, y difundir nuestros más altos valores musicales, en aras de nutrir a los que escribimos sobre el tema, y a otros artistas, por múltiples vías. Ir de la mano suya en estos menesteres ha sido fundamental porque Jaime es un investigador muy severo en su búsqueda, que fundamenta sus innumerables anécdotas y datos con la más fidedigna documentación de fuentes primarias. A lo largo de su vida Jaime ha frecuentado círculos musicales que lo han acercado a algunos protagonistas de nuestro pentagrama musical continental, lo que le ha permitido compartir y entrevistar a muchos de ellos. Igualmente ha establecido tertulias entre coleccionistas de música popular, como es el caso del grupo de músicos y melómanos que todavía se reúnen en un café cerca de la Catedral de la Música y de Viera Discos de Rafael Viera Figueroa, en la Parada 15 de Santurce, Puerto Rico. Aparte de sus vastos conocimientos musicales lo que más caracteriza a Jaime es su generosidad al compartir lo que le ha tomado tiempo, dinero, y esfuerzo, conseguir; con la plena conciencia de que esa es la finalidad de todo autentico coleccionista. Para rematar, Jaime cuenta con un ser muy especial a su lado, su esposa Luz Marina Gaviria, cuyo entusiasmo y colaboración le han permitido crear el ambiente propicio para tan importante quehacer histórico y musical…”.
Preguntamos a doña Luz Marina Gaviria: "¿Cómo ha sido para usted compartir la vida con Jaime?”. Su cara se iluminó. “Jaime es un ser muy especial. Estando yo en Cali llegó él también de visita donde sus primas. Venía devastado por los desengaños y despechos de una desilusión amorosa de esas que por estos lados denominamos `una traga maluca´. Traía él la resaca o cruda regada por todo el cuerpo y como que le quería partir el corazón. Me conmovió su don de gentes, su nobleza, su sencillez, y hubo algo en él que me llegó al alma. –Un hombre así, me dije, es un hombre leal y recto. Es incapaz de hacerle mal a nadie–. Tomé la decisión de ser su paño de lágrimas”. Él asiente, y agrega que vio en ella a la mujer de su vida, y que “vi de inmediato que mi destino no estaba en los Estados Unidos sino al lado de ella. Como mi trabajo estaba en New Jersey, le propuse matrimonio y me la llevé a vivir allá. Durante más de treinta años ha sido mi pareja en la buena y en la mala”.
Vemos, pues, que a pesar de su bajo perfil de hombre esencialmente introvertido es un hombre que se ha labrado a pulso una reputación de hombre de bien y leal como persona, y un reconocimiento internacional por sus conocimientos en el mundo de la música popular caribeña. Decían de él los fallecidos doctores Héctor Ramírez Bedoya y Luciano Londoño López que “es el mayor coleccionista del mundo en videos de la música popular caribeña”; y estas piezas de su nutrida colección son las que exhibe con mayor gusto y las que dejan con la boca abierta a los asistentes a cualquiera de los foros en que se presenta. En algún video suyo se puede ver a Celia Cruz cuando era una jovencita empezando su carrera artística, o a Daniel Santos cuando apenas iniciaba la lista de sus doce matrimonios, o a la Sonora Matancera cuando los integrantes de la primera plantilla todavía eran jóvenes. Más que curiosidades, sus videos son verdaderos documentos que testimonian una época de la música que se remonta a setenta, ochenta, y más años atrás. A sus pesquisas debe Joseán Ramos la partida de bautismo física en la que se evidencia el verdadero nombre y la verdadera fecha de nacimiento de Daniel Santos, pudiendo enriquecer con el facsímil de ese documento el libro biográfico sobre el cantante que escribió Joseán Ramos. Muchas fotografías incluidas por él en la edición conmemorativa del centenario del natalicio de Daniel provienen también de la colección particular de Jaime Jaramillo Suárez. Particular es un decir, “porque ustedes saben que lo mío también es de ustedes”, según se precia de decir un hombre desprendido que no conoce para nada el egoísmo.
Jaime nació en Pereira, y fue el penúltimo entre diez hermanos. Tenía apenas cuatro años cuando fue llevado a vivir a Barranquilla donde se crió y alcanzó a graduarse como ingeniero químico para después viajar a Nueva York donde lo habían precedido dos de sus hermanos. Allí encontró trabajo con Warner Lambert la multinacional fabricante de los Chiclets Adams, empresa en la que hizo una carrera pero por sus méritos académicos las autoridades norteamericanas le validaron su título colombiano sin necesidad de homologación, permitiéndole ejercer la profesión en ese país, lo que le permitió desempeñarse como profesional en el área de Control de Calidad de la empresa. “Conté con el apoyo de la empresa primero, y de mi esposa que aportó en ello mucha cuota de sacrificio”. Muchos años tenía de estar allá cuando fue asignado para la planta de San Juan en Puerto Rico “Donde vivimos por algunos años más”. Habiendo llegado ya a la madurez en edad y en su desarrollo laboral, próximo a la jubilación, se encontró con el hecho de una fusión empresarial en que se avecinaron grandes cambios. “Pero para ese momento nuestra hija Alba, que había cursado el bachillerato en Puerto Rico, decidió estudiar en una universidad del estado de La Florida, y Jaime había tomado la decisión de trabajar menos, y de viajar menos, para poder dedicar más tiempo a la familia y disfrutar de la vida de hogar. Ese es un precio que muchos pagan por querer ganar mucho dinero y querer escalar posiciones más altas que Jaime no quiso aceptar”, dice su esposa. Regresaron a los Estados Unidos y vieron graduar a su hija como comunicadora y productora de audiovisuales en Nueva York, donde reside, y al pensionarse los padres en sus respectivas actividades resolvieron volver a Colombia y radicarse en Medellín, “una ciudad donde hemos encontrado un ambiente tranquilo, y el reposo para la nueva etapa que emprendíamos”.
Pasamos a preguntarle: “Es esa su vida laboral, amigo Jaime, pero ¿Cómo se dio aquello de su contacto con la música, y cómo se hizo coleccionista?”, y él respondió; “Bueno, pues para eso tuve que contar también con el apoyo de mi esposa, porque sin ella esta actividad no hubiera sido posible y se hubiera vuelto dificultosa”. Ella agregó: “A los dos nos gusta la música y la disfrutamos desde niños, la música es una de las cosas que nos ha unido en la vida y yo lo acompañé cuando quería viajar a algún lugar para no dejar escapar un video, una grabación, un documento, que después sería difícil de conseguir si no aprovechábamos la oportunidad. Había que hacerlo. Tomé la decisión de acompañar a Jaime a todos lados y estar en sus tertulias, en sus reuniones, en sus viajes. Era preferible acompañarlo que dejar que cada uno cogiera por su lado”. Para este momento pienso que fue sabia su decisión, y necesaria en una casa que puede parecer demasiado amplia para dos personas, pero que está ocupada en muchos rincones por los discos, libros, videos, grabaciones, documentos. “En esta sala trabajo”, nos dice Jaime, mostrándonos su computador y “Estos son sólo algunos de los libros, y estos son sólo algunos de los videos, y estos algunos de los discos, y estos…”. Por todos lados los frutos de su colección de toda una vida y hay carpetas, y fuelles, y enciclopedias, y documentos en español y en inglés que han hecho que a él se le considere “una biblia” por sus conocimientos musicales que “es cierto que están en los libros que Jaime consulta a cada momento, pero también en su cabeza que tiene una memoria prodigiosa”, dice Luz Marina mientras han venido mostrándonos toda su casa.
Para ese momento ya hemos llegado a la cocina, y detrás de ella se encuentra el patio de ropas. Hay un mueble que se supone guarda ropa sucia para lavar, o quizás ropa limpia para planchar. “Nada de eso. Aquí guardo infinidad de fotografías que lamentablemente están en desorden por el asunto de los trasteos. Pero, mira, éste que ves aquí es mi amigo Tite Curet Alonso, que ya falleció. Y este es Willie Rosario cuando era niño. Y este es Cheo Feliciano cuando estaba joven. Y esta es la madre de Maelo Rivera. Este es Maelo”. Las fotografías han venido acumulándose “pero veo, Jaime, que no las tienes marcadas con los respectivos nombres”. “Así es”, asiente, “pero esos están todos aquí”, dice señalándose la cabeza, “y aquí”, termina señalándose el corazón.
De su paso por la tertulia de Discos Viera le queda una placa de reconocimiento “porque ellos dicen que yo fui el que la fundó. No es eso así, sino que como yo iba a conversar con Rafael Viera y allí llegaban los coleccionistas y músicos y melómanos de Puerto Rico, pues terminó siendo una tertulia reconocida y yo sólo era apenas uno de sus animadores”, dice con mucha modestia Jaime, y contradice el contenido de la placa que es muy diciente. Allí aparecen nombres en que sólo se lee Tite, o Cheo, o Joe, o Cristóbal, o Ismael… y ante cada uno de ellos Jaime pronuncia un apellido complementario que resulta ser el de alguna leyenda de la salsa o la música caribeña “Que son mis amigos en la música, y mis hermanos de corazón”. En su vida de retiro en Medellín permanece activo, y va a las tertulias de la Corporación Club Sonora Matancera de Antioquia de la que es socio y donde ha hecho presentación de sus videos, o a la de coleccionistas del Salón Málaga donde es un colaborador frecuente y reconocido, “…o viajamos a los festivales de La Habana, o de Puerto Rico, o de alguna ciudad de Colombia donde nos inviten a participar con estos materiales. O a Estados Unidos para visitar a nuestra hija y a los muchos amigos que tenemos allá”. Allá los tienen, y no sólo en Nueva York sino en Miami donde también vivieron.
Jaime y Luz Marina respiran música y viven en ella. La música los ha unido de toda una vida, y les proporciona satisfacciones en su etapa de retiro. Son ellos coleccionistas de mucho reconocimiento en el ámbito internacional.
Un video del encuentro con Jaime Jaramillo Suárez y su esposa Luz Marina Gaviria de Jaramillo en su casa, en presencia de Joseán Ramos y su esposa, fue registrado por la cámara de Víctor Bustamante Cañas y puede verse en el siguiente enlace:
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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