domingo, 1 de enero de 2017

185. Tupinamba, o Tupí Nambá

BAMBUCO MIS PERROS 

TANGO MEDALLITA DE LA SUERTE

1. El bambuco “Mis Perros”, con letra de Federico Rivas Frade y música de Alejandro Wills Vargas; y el tango “Medallita de la Suerte”, de Gardel y Razzano; dos canciones... ¿hermanas, o son la misma?

Dice Marcelo O. Martínez en artículo publicado el 2 de enero de 2013 en el blog Gardel.es titulado “La canción de Ushuaia al pie de la Santa Cruz”, título que hace alusión a un presidio argentino situado en la Tierra del Fuego en el extremo del Cono Sur, y a un barco de nombre Santa Cruz que viajaba llevando prisioneros hacia ese presidio, que:

Varias canciones gardelianas se refieren a la cárcel. ¿Estuvo el cantor en el presidio de Ushuaia? Mito o realidad, analizamos aquí la información disponible al día de hoy, a favor y en contra de esta posibilidad”.


Lo curioso, para el tema del que pasaremos a ocuparnos, es lo que se afirma en dicho artículo en el sentido de que Carlos Gardel conoció a una dama francesa de nombre Marie Dehar en Montevideo, la capital del Uruguay; que estuvo con ella en el cerro de Montserrate, en Bogotá, y luego fueron a cenar; que cenaron otra vez en un restaurante francés de Medellín la noche anterior a su muerte; que ella fue a despedirlo al aeropuerto de Medellín el día del fatal accidente; y que el nombre del establecimiento de Montevideo donde se conocieron era el café Tupí Nambá, palabras con que se denomina una tribu indígena del Brasil. Cito a Martínez:

Gardel había compuesto un tango instrumental hacía muchos años, titulado "Mi Alhaja" o "Mon bijou", y pidió al vate Mario Battistella que le agregara una letra, convirtiéndola así en "Medallita de la suerte". "Mi Alhaja" era en realidad una adaptación rítmica del bambuco colombiano "Mis Perros", que Razzano y el Morocho habían inscrito a su nombre en 1918. Tenía un significado muy especial pues está dedicada a una bailarina de varieté de origen francés llamada Mary Lehar (según José Le Pera, hermano de Alfredo, el nombre real sería Marie Dehar) que actuaba en el "Café Tupí Nambá" de Montevideo. Al conocerla Gardel se enamoró y en su homenaje compuso "Mon Bijou" que era el apodo cariñoso que le había dado. Roberto Firpo se encargó de los arreglos orquestales y la estrenó a mediados de febrero de 1921 en Montevideo, con gran éxito. Lo curioso es que los ex amantes se volverían a reencontrar en New York, en 1934, y en Bogotá, en 1935. La inquieta francesita le llevó a recorrer los jardines y parques de la capital colombiana, y ascender hasta el Montserrat usando el funicular (a pesar del terror que el varón tenía por las alturas) culminando con un almuerzo campestre. La noche del 23 de junio, se reunieron en un restaurante de comida francesa de la ciudad de Medellín. Por la mañana ella se presentó en el aeropuerto para despedirle. Los suyos son los últimos besos que recibió Gardel. Pareciera como si el cantor supiese que volvería a reencontrarse con Mary, y por ello rescató aquella vieja canción del olvido, solicitando a Battistella añadir letra a "Mon Bijou", y así nació "Medallita de la suerte". Sin saberlo lleva unos versos premonitorios”. 


Muchas glorias me dio el mundo,
al brindarme sus ofrendas.
Son tantas, que las confundo
aflojándole las riendas.
Gran poder es el dinero;
Mas, de todas esas prendas,
es a vos a quien más quiero.

Medallita de la suerte
que te llevo desde niño:
Es tan grande mi cariño,
como el miedo de perderte.
Yo nací para quererte
porque, junto a mi cunita,
te bendijo mi viejita
con el llanto de su amor.

Fuiste, para mí, canción de cuna;
y, en mis noches, blanca luna;
flor del aire en mi camino,
esperanza en mi destino…
Y serás, en mi partida,
la canción de despedida
cuando a todo diga adiós.

Nunca me podré olvidar
que fuiste vos
mi dulce prenda querida.

Medallita de la suerte,
que te llevo desde niño:
Es tan grande mi cariño,
como el miedo de perderte.
Yo nací para quererte
porque, junto a mi cunita,
te bendijo mi viejita
con el llanto de su amor.

Siempre así, corazón,
con el mismo amor los dos.

Es innegable que, así sus letras sean diferentes, la música de “Medallita de la Suerte” proviene del bambuco “Mis Perros” (Ya se murieron mis perros…), con letra de Federico Rivas Frade y música de Alejandro Wills Vargas, interpretado por Gardel y Razzano:


TUPI NAMBA, 
TUPINAMBA, 
O TUPÍ NAMBÁ

2. La danza “Tupi Namba”, “Tupinamba”, o “Tupí Nambá”, de Adolfo Lara, tiene orígenes cabareteros.

Hay canciones cuyo título está contenido en el texto y resulta ser obvio, como decir “Hurí” la danza de autor anónimo que habla de un “Sultán siendo querido de hurí tan hechicera…”, usando la palabra árabe que se aplica en el Islam para nombrar a las vírgenes que esperan en el paraíso a los devotos. La hurí de esta letra tal vez quiera al sultán de la canción, pero lo que se dice entrar al lecho con él no, porque dejaría de ser virgen y dejaría de ser hurí. Eso equivale entre nosotros a un piropo que se escuchaba en mi adolescencia para las jóvenes hermosas que cruzaban la esquina: “Adiós, virgencita linda”. Fino el requiebro, a más no poder, comparando a la joven con la belleza de la Virgen María; pero tal cosa hubiera quedado fuera de lugar, con evidente contrasentido, aplicada a una mesera de cualquier café del barrio Guayaquil que tal vez pudiera ser hermosa pero virgen, lo que se dice virgen, pocón-pocón.

“Hurí”, interpretada por Garzón y Collazos (Darío y Eduardo):


Otras canciones tienen título que no se menciona en la letra, ni se sobreentiende en el contenido, como decir “Tupinamba” o como decir “Raza” (Despierta niña hechicera, dulce niña encantadora… Despierta bella sultana, ilusión del alma mía…), bambuco con música de Carlos Vieco y letra de Germán Isaza.

“Raza”, interpretada por Ríos y Macías (Octavio y José):


En cuanto a la danza colombiana “Tupinamba”, hace mucho siento curiosidad por saber de dónde sale ese título que no es mencionado en la letra. Lo más que pude averiguar es que hay una tribu indígena en Brasil con ese nombre, pero no explicaría el por qué le fue puesto como título a esta danza. El significado etimológico remite a la expresión “el más antiguo o el primero”, referida a la primacía de aparición de su tribu en el territorio, según es de suponer.

“Tupinamba”, Danza con letra y música de Adolfo “Pote” Lara, interpretada por Garzón y Collazos:


Entrando en el terreno de las especulaciones, me dio por pensar en la hipótesis de que el Pote Lara hubiera conocido alguna india agraciada, procedente de los tupinambas del Brasil, que trabajara como empleada del servicio en alguna casa vecina de la suya, pero esto no pasa de ser una especulación sin soporte documental. 

¿Será posible que el Pote Lara hubiera estado una tarde en algún establecimiento de nombre “Tupi Namba”, como el café de Montevideo, y allí “la hubiera visto tan risueña, la hubiera visto tan hermosa, la hubiera visto tan gentil”, y luego la joven se le hubiera perdido de vista como La Maga de Rayuela se le perdió a Horacio Oliveira el de Cortázar? Eso es posible, pienso, puesto que hasta este momento no he encontrado ninguna otra explicación al título de esa canción. 

Claro que el Pote Lara era amigo de Alejandro Wills y Alberto Escobar que estuvieron por tierras del sur y se relacionaron con la troupe de Gardel, y también cabe la posibilidad de que uno de los dos músicos le hubiera contado al Pote sobre una joven hermosa, risueña, y gentil, vista en el Tupi Namba de Montevideo y él, como suelen hacerlo los artistas, hubiera hecho una extrapolación del sentimiento de su amigo para inspirarse en su composición. No sería la primera vez que tal cosa ocurriera. Si así fuera, ahí estaría la explicación del misterioso título puesto a una canción de cuyo contenido tal nombre está ausente pero que seguramente estaba presente en la mente del compositor y en el corazón de quien le dio la información.

Una tarde la vi tan hermosa,
la vi tan risueña, la vi tan gentil;
que sentí entre mi pecho una cosa
muy dulce y extraña que no sé decir.
En sus ojos busqué con anhelo,
queriendo en sus ojos la dicha encontrar;
y al hallar un abismo tan hondo,
tan indescifrable, me puse a llorar.

Desde entonces yo marcho errabundo,
sin halagos ni amor por el mundo,
persiguiendo la dulce quimera
que allá, en mi letargo,
me llama y me espera;
y prosigo mi marcha indecisa,
precedido de amarga sonrisa,
hasta encontrar el soñado ideal
que alivie mi mal.

Ven acá.
Ven acá.

Dulce bien.
Dulce bien.

Quiero verte en mis brazos rendida.

Dulce bien.
Dulce bien.

Ven acá.
Ven acá.

No desoigas mi voz dolorida.

Ven por Dios.
Ven por Dios.

Ten piedad.
Ten piedad.

Piensa en mí, no desdeñes mi amor.

Y recuerda que llevo en el alma…
en el alma… en el alma…
y recuerda que llevo en el alma…

–¡Ay!–

Un profundo dolor.

Esta hipótesis puede tener sentido si tenemos en cuenta que nuestros villancicos hablan de renos y de san nicolases que no conocemos sino de oídas, y que en nuestros pesebres aparece el algodón reemplazando una nieve estacional prestada que no se conoce en el trópico. Los artistas también pueden inspirarse por referencias ajenas.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


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