RESEÑAS DE LECTURA
–Por Orlando Ramírez-Casas (Orcasas)–
Mayo 26 de 2017
TANGO SOL, TANGO LUNA
Reinaldo Spitaletta Hoyos
1ª edición, Medellín, agosto de 2016
Editorial Universidad Pontificia Bolivariana (UPB)
155 páginas
–Adquirido en la Librería UPB,
Campus Universidad Pontificia Bolivariana,
bloque nro. 13,
Circular 1ª nro. 73-20, tel. 448 83 88
Medellín–
Reinaldo Spitaletta Hoyos, comunicador social y periodista de la Universidad de Antioquia, con maestría en Historia de la Universidad Nacional, es docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, además de reportero y columnista para distintos medios de prensa, radio, y televisión. Es escritor, y tiene a su haber 33 libros publicados, de los que este es el más reciente; aparte de eso, publica algunos de sus escritos en su propio blog:
https://spitaletta.wordpress.com/author/spitaletta/
Otra faceta suya reconocida es la de tanguero no solo de oído y de corazón sino estudioso, y es esta faceta la que lo ha llevado a publicar el libro “Tango sol, tango luna” en el que su solo título enuncia que está publicado con aire de tango. En él recoge el contenido de algunas sesiones de su seminario sobre apreciación tanguera, que dio en el año de 1995 en la UPB, una entrevista hecha al bandoneonista argentino Néstor Marconi, algunas semblanzas sobre gente de tango como Alberto Podestá, Aníbal Troilo, Astor Piazzolla, Horacio Ferrer, Homero Manzi,Roberto Goyeneche, y Leonardo Nieto Jardón, y –no faltaba más– Carlos Gardel; y las impresiones, sentimientos, y reminiscencias que le produce el escuchar algunos tangos y valses que son de sus afectos como Tinta roja, Cafetín de Buenos Aires, Marión, Bajo un cielo de estrellas, Balada para un loco, Yuyo verde, Duelo criollo, y otros. Con razón dice el autor en la contracarátula que "este es un libro donde al final el tango y la literatura se hermanan con pasión y pensamiento".
En algunos de estos textos se aprecia el sentido periodístico y reporteril del autor; pero, en la mayoría, prima una prosa poética que viene más del corazón que del frío análisis. Lo suyo, se centra más en los sentimientos que en la disección de los contenidos, es más del espíritu que de la materia. Parodiando al autor, diré que "este es un libro donde al final el tango y la literatura se hermanan con pasión y sentimiento".
De los temas tratados en el seminario de apreciación tanguera está el de la literatura en el tango, sobre tangos cuyas letras son poemas adaptados a esta música, o son poemas compuestos para esta música; y en este sentido está hablando de lo mismo que su colega tanguero Asdrúbal Valencia Giraldo, cuya presentación de la primera edición del libro que comentaré a continuación coincidió con los finales del año 2016 en que este de Spitaletta fue presentado.
LA LITERATURA EN EL TANGO,
Y EL TANGO EN LA LITERATURA
Asdrúbal Valencia Giraldo
1ª edición, Esquina Tomada Ediciones, diciembre de 2016
104 páginas
–Adquirido en la Librería Grammata,
Calle 49 B nro. 75-33, tel. 260 56 85,
Sector 4ª Brigada, Laureles,
Medellín–
Asdrúbal Valencia, ingeniero metalúrgico y profesor jubilado de la Universidad de Antioquia, es autor de más de 30 libros no sólo sobre su especialidad profesional sino sobre Historia y Literatura; pero, sobre todo, de una obra monumental que va por los doce tomos publicados y tiene el número trece ad portas de impresión; serie titulada “El Universo del Tango”, que yo no dudo en calificar de enciclopédica. Dice la contracarátula del libro “La literatura en el tango y el tango en la literatura” que estamos reseñando, publicado por fuera de la serie mencionada, que: “Los doce volúmenes de El Universo del tango agotan casi todos los frentes de este género musical”.
Dos cosas se unen en el ingeniero Valencia para adquirir solvencia en la escritura de esta obra: el rigor profesional y sistemático del ingeniero, y el amor apasionado del melómano por este ritmo. Tal conjunción le ha permitido desde muy temprano empezar a acopiar información y registrarla ordenadamente para acumular el bagaje requerido en el momento de su escritura. No cualquiera puede emprender una obra de tal envergadura. Debe agregarse el no desdeñable buen manejo del idioma, sobrio, sin arabescos, ni florituras, ni adornos, diciendo solamente lo que tiene que decir. Como dijo tal vez el Conde de Buffon, “El estilo es el hombre”, y en los escritos de Valencia Giraldo se percibe claramente el ingeniero.
Ha publicado el ingeniero Valencia el ensayo “La literatura en el tango, y el tango en la literatura”, y en él recoge referencias bibliográficas sobre multitud de autores que se han ocupado el tema, un tema del que habíamos tenido un asomo durante la visita que en el año 2012 hizo a Medellín el tangólogo don Ricardo Ostuni (QEPD), invitado por el Dr. Luciano Londoño López (QEPD), ocasión en la que dio sus conferencias “Borges y el tango” y “La poesía culta en el tango”; y se refirió a su trabajo escrito en conjunto con el Dr. Luciano titulado “El tango en la obra de Enrique Jardiel Poncela”. El ingeniero Valencia acomete esta temática haciendo referencia más amplia a otros distintos autores que se han ocupado del asunto.
Hemos dicho otras veces que la poesía escrita y declamada tiene en sí unas cadencias, ritmos, rimas, métricas, que son intrínsecamente musicales; y que muchas letras de canciones son poesía escrita para ser musicalizada, o son poemas literarios musicalizados. La poesía y la música son perfectamente compatibles. Pero también hemos dicho que no todas las letras de canciones son poesía, y que hay letras que solo cumplen la finalidad de acompañar o adornar la música, pero sin un contenido poético. Son letras de relleno.
Para ilustrar la diferencia entre letra musical y poesía, transcribo la letra de “Muñeco de Vitrina”, una canción que suena por estos días en los traganíqueles arrabaleros de Medellín. A mi modo de ver, y respetando pero no compartiendo los gustos poéticos y musicales ajenos, esta no pasa de ser una letra, una simple letra de canción:
el play boy de ojitos verdes que encontraste?
¿No dizque ese sería el amor de tu vida,
si por él a mí a una orilla me tiraste?
¿Qué pasó al fin con tu rey de sangre noble,
no dizque era tu galán irremplazable?
¿O sea que afuera finge ser un hombre,
pero en la cama se le traban los cables?”.
Por contraste, copiemos un fragmento del poético tango “El día que me quieras” en el que Gardel y Lepera se inspiran en un poema de Amado Nervo para decir:
la rosa que engalana
se vestirá de fiesta
con su mejor color;
y, al viento, las campanas
dirán que ya eres mía;
y, locas, las fontanas
se contarán mi amor”.
Claro que en este punto no faltará quien diga que algunas letras de música popular sí son poesía, pero poesía de la mala; por aquello de que, entre gustos, no hay disgustos.
A diferencia de la música caribeña o tropical, tratándose del tango casi toda la letrística puede ser calificada de poesía. Y, a diferencia del reguetón, el hip hop, el rap, y otras manifestaciones modernas por el estilo, casi toda la letrística tanguera puede ser calificada de poesía de la buena, para diferenciar.
Dice el profesor Jairo Alarcón Arteaga en la glosa o prólogo de este libro que “Como un acontecimiento afortunado para la cultura musical y literaria aparece este erudito ensayo del investigador Asdrúbal Valencia”, y ahí está calificado este trabajo: es un ensayo, es de un investigador, y es erudito. No siempre se ameritan estos calificativos que en este trabajo están perfectamente justificados. Alude el profesor Alarcón a la presencia del romanticismo en el tango como un factor esencial para la factura poética del mismo, y luego agrega que “Hay aquí una detallada narración sobre la diferencia entre poetas y letristas”. Se refiere también el prologuista al poeta Evaristo Cariego, tan mencionado en varias letras de tango, que fue un poeta que influyó en muchos letristas y poetas tangueros pero, curiosamente, no hay ningún tango con letra suya.
Valencia Giraldo afirma que “Es importante dilucidar primero la diferencia que hay entre un poeta y un letrista”. Cita Valencia a Horacio Ferrer diciendo que “De todas maneras, un buen letrista debe ser un buen poeta”; a lo que yo diría que un buen letrista sí, pero un mal letrista no; y, excluyendo el tango, hay otros géneros que están plagados de malos letristas. Claro que hablo del tango tomando como referencia los tangos que me llegan al alma, porque Valencia cita a Héctor Negro diciendo que “es indudable que el tango tuvo y tiene letristas vulgares, y también valiosos poetas”, o sea que Negro encuentra en muchos tangos vulgaridad y ausencia de poesía. Se extiende Valencia en la cita de ensayistas y estudiosos que diferencian entre letra y poesía, y hablan de malas letras y malas poesías por contraste con la buena calidad o buena factura de unas u otras. En cuanto al tango, cita el autor a Eugenio Mandrini sobre poetas que se sintieron atraídos por escribir letras de tango, “pero que no llegaron a conjugar la tarea de publicar libros con la de escribir letras”, lo que confirma lo que una vez afirmé en el sentido de que los tangos de Cortázar con Eduardo Cantón y Tata Cedrón (“Trottoirs de Buenos Aires”) me parecieron buenos poemas pero malos tangos; y cita a Enrique Cadícamo diciendo que “grandes poetas pero que nunca pudieron escribir la letra de un tango. La razón es que ellos no tienen contacto con la atmósfera, el ambiente del tango, que es difícil de capturar”. Es lo mismo que he dicho sobre los tangos cantados por Plácido Domingo, por Alfredo Sadel, por Juan Pulido, o por Juan Arvizu. Son buenos tangos, pero les falta el sabor tanguero. Ese sabor no lo venden en frasquitos ni lo aplican en inyecciones.
En algún momento afirmé que “Después de Mi Noche Triste, a Gardel se le tiene como el padre del tango canción; pero el verdadero padre de tal modalidad fue Pascual Contursi con esta letra y la de La Cumparsita. Gardel fue el intérprete, pero Contursi fue el creador”. Según cita de Fernando Assunçao que trae Valencia en su libro, “A Contursi lo considero el profeta de Gardel, y me animo a afirmar que, sin Contursi, este no hubiera pasado de ser un buen intérprete de temas camperos”.
Se refiere Asdrúbal Valencia a Homero Manzi como “el poeta más relevante del tango literario”, de quien Julio Nudler dijo que “Manzi encarna, más que ningún otro, la presencia de la poesía en la letra del tango. Fue un poeta que no publicó ningún libro de poesías. El medio de su poética fue siempre la canción…”. Valencia menciona a Manzi como el autor del famosísimo “Malena” (canta el tango como ninguna, y en cada verso pone su corazón…), e indica que el compositor de la música es Maffia. No supe si el ensayista se refería a Ángel, a Mario, o a Pedro Maffia, puesto que el compositor reconocido es Lucio Demare; pero el profesor Asdrúbal me aclaró que se trató de un gazapo en el que incurrió y tendrá en cuenta para otras ediciones del libro “la música es de Demare, sin discusión”, me dijo.
El profesor Valencia hace un recorrido desde la prehistoria del tango hasta nuestros días, señalando los hitos y etapas que han marcado su desarrollo. Están “El entrerriano”, y anteriores y posteriores a él, como precursores del tango canción. Están “Mi noche triste” y “La cumparsita”, como inicios de esta segunda etapa del género. Están los hitos de Gardel, y De Caro, y Piazzolla, y otros; y están las diferentes etapas de estilos poéticos en el tango, incluido el aporte del lunfardo. Cita a varios autores en el análisis de los diferentes temas tocados en el tango que van más allá de los simples de amor y odio, de celos y venganza. Hasta 40 clasificaciones temáticas encuentra algún autor en su análisis. Cita Valencia al argentino Leopoldo Barrionuevo, el profeta del marketing en Diriventas de Medellín, a quien conocí en una conferencia en los años sesenta y luego se convirtió en el gurú del mercadeo en Centroamérica; pero no es en esta faceta, sino en la de historiador tanguero, como aparece en este libro.
Otro autor, estudioso de la tanguería, es citado por el profesor Valencia: su amigo Raúl Absalón Palma de la Academia Colombiana del Tango, que también se ha ocupado del asunto de la literatura en el tango; y Ernesto Sábato, Rómulo Cosse, Ariel Carrizo Pacheco, Isac Nunes da Luz Cordeiro, Tomás de Lara, Inés Leonilda Roncetti de Panti, María Alejandra Crespin Argañaraz, José Barcia, José Gobello, Ofelia Peláez, Héctor Fralasco…
Llama mi atención, y agradezco inmensamente al profesor Asdrúbal Valencia, la inclusión de mi nombre (página 77) entre tan connotados estudiosos; y lo hace por cuenta de mi ensayo sobre la novela Rayuela de Julio Cortázar, en el que afirmé que “Rayuela, por su argumento, es un tango inspirado en Mi Noche Triste y en La Cumparsita; y es un homenaje de Cortázar a Gardel porque casi todas las canciones nombradas por el escritor, o de las que tomó alguna frase para insertar en la novela, son del repertorio gardeliano”. Valencia me hace un generoso reconocimiento por haber llegado a tal deducción, poco observada hasta ese momento y no con tanto detalle.
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Luego se adentra el autor en las obras literarias que tienen el tango en su título (como “Aire de Tango”, de Manuel Mejía Vallejo), que lo tienen como tema (como “La caravana de Gardel”, de Fernando Cruz Kronfly), o que tienen menciones al tango en su contenido (como “Vivir para contarla”, de Gabriel García Márquez).
Este trabajo del profesor Asdrúbal Valencia es, pues, un juicioso estudio sobre un género musical que no en vano ha sido declarado como patrimonio universal de la humanidad, y que ha sido adoptado por los antioqueños como la música que más nos llega al alma.
Video de la presentación del libro, tomado por Víctor Bustamante Cañas para Festitangomedellín.blogspot.com:
Felicitaciones al profesor Valencia por este trabajo, y de nuevo mi gratitud por el honor de mencionarme en él.
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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