domingo, 15 de octubre de 2017

226. Papa Francisco en Colombia, ecos de la visita de su santidad

(Por lo regular trato en este blog de eludir temas polémicos como la religión, la política, o el deporte local; pero tengo unos apuntes que quiero poner a disposición de los lectores con la certeza de que a quienes no les interesa el tema simplemente se abstendrán de abrir el artículo, o quizás comiencen la lectura y luego la abandonen; pero confío en que haya otros para quienes estos apuntes los ayuden a encontrar algunas referencias para citas en textos o trabajos relacionados con el tema tratado. Con uno solo de estos lectores beneficiados me conformo, ya que sería egoísta de mi parte dejar las notas encajonadas solo para mi archivo personal. Es claro que esta es una lectura extraoficial y personal, y tengo la esperanza de que no se distancie de las que hagan las esferas oficiales eclesiásticas que seguramente se conocerán en publicaciones y documentos autorizados)

PAPA FRANCISCO EN COLOMBIA 
–ECOS DE LA VISITA DE SU SANTIDAD–

Doy fe de que el pecado tiene memoria, y me adhiero a la oración de mi anciano vecino en Bucaramanga: “¡Ay, Señor!, ya que me quitaste el poder… ¿Por qué no me quitás también las ganas?”.

El Santo Padre Francisco acaba de reconocer que no tiene sentido perdonar sus pecados a los pederastas porque él considera que la pederastia es una enfermedad incurable y que los pederastas perdonados vuelven a reincidir o, como se dice coloquialmente, "El que ha sido, no deja de ser"vuelven a las andadas”. “Vuelve la vaca al portillo”. “Vuelve la lluvia a llover; y el mico, ¡A chupar chumbimbas!”. Cuando no hay voluntad de cambio las cosas, sencillamente… no cambian. 


De todos modos, soy un pecador rezandero; y como tal todos los días rezo padrenuestros por las necesidades de mi familia, por la salud de los enfermos cercanos, por las almas del purgatorio incluidas las de los seres queridos, y por (cito mis palabras textuales):

“El Santo Papa Francisco, para que pueda seguir adelante con la tarea en la que está empeñado de depuración de la Iglesia y de recuperación de la fe y la confianza de los fieles. Que encuentre apoyo en la Curia Romana y entre quienes lo rodean. Que pueda luchar contra sus opositores y los enemigos de la Iglesia tanto por fuera como por dentro de ella. Y que cuando él llegue a faltar sus sucesores tengan la misma voluntad de sanear sus estructuras, y tengan el poder y el valor de hacerlo”.

No es cualquier cosa lo que pido en mis oraciones. Es una tarea titánica. Por menos tal cual alto jerarca ha sido envenenado. Más fácil es obtener la curación de los enfermos o la salvación de los difuntos. Pero la lucha contra las poderosas fuerzas del mal infiltradas en el Vaticano puede ser desanimadora y desgastante, como lo sabe cualquier Papa. O cualquiera no, sino éste que ha manifestado su intención y su deseo de querer hacerlo.

Por ejemplo, destituyó a un Nuncio Apostólico en República Dominicana, que resultó ser de comprobada pederastia. La centenaria costumbre hasta ese momento, al destaparse las transgresiones, había sido trasladar al clérigo de turno a Roma, y darle un puesto honorífico en el Vaticano, encubriéndolo de las maledicencias populares. Él cambió eso. En su dispendiosa tarea ha tenido que enfrentarse, por ejemplo, a los amantes de los palacios y los lujos principescos. Destituyó a un arzobispo alemán cuyo palacio cardenalicio era una vergüenza de lujo y ostentación. 

El Santo Padre, en su visita a Colombia, no quiso ser hospedado en lujosos hoteles o edificaciones suntuosas. Como jefe de Estado fue apenas natural que se hospedara en la Nunciatura Apostólica en Bogotá, pero en Medellín durmió la siesta del mediodía y descansó en el sencillo lugar que es el Hogar San José de Niños Huérfanos en el Parque Obrero del barrio Boston. Si bien la casa automovilística Chevrolet puso a su disposición y acondicionó un automóvil blindado según las normas de seguridad, fue su exigencia que tal automóvil no fuera de los denominados de alta gama, lo que excluyó de posibilidad a los Audi, a los Mercedes Benz, y a los BMW que circulan por las vías de Llanogrande en Medellín y La Calera en Bogotá. Mucho cuento fue que no pidiera un automóvil Renault 4 como el que usa para sus desplazamientos en Roma, porque ese es un modelo que en Colombia los fabricantes tienen descontinuado. Lo hizo por humildad, porque él es humilde, pero también por darle consistencia a su mensaje a favor de los pobres, instando a los ricos a despojarse de tanta suntuosidad. Tenía que ser coherente con su discurso.

Aunque algunos han hecho burla porque se le hubieran regalado ponchos, sombreros, y carrieles antioqueños porque, dicen, “ahí están pintados lo montañeros que son los paisas”; es lógico que esas prendas, que son representativas de nuestra cultura, hubieran llegado a sus manos. También llegaron a sus manos otros obsequios que recibió en su doble calidad de Jefe de Estado y de Príncipe de la Cristiandad, como unos báculos que usó en cada una de las cuatro ciudades que visitó: Bogotá, Villavicencio, Medellín, y Cartagena. Ciudades privilegiadas, si se tiene en cuenta que sus visitas solamente han sido a 27 de los casi 200 países que hay en el mundo. Somos unos afortunados, así los José Galat que andan regados por el planeta Tierra no encuentren orgullo en tal distinción. 

La Cooperativa de Cafeteros de Antioquia patrocinó y donó el báculo que se obsequió a Su Santidad en Medellín.

La Federación de Cafeteros de Colombia hizo lo propio con el que usó el Santo Papa en Bogotá.

En Villavicencio y Cartagena se le obsequiaron como recuerdo los báculos utilizados en esas ciudades.

(Nota especial para los críticos de oficio: 
Si se acostumbra regalar las llaves de la ciudad a visitantes distinguidos, o si muchos acostumbran obsequiar souvenirs a los turistas, ¿Tiene algo de malo que al Papa se le regalen estos báculos, y que esos báculos sean dignos y decorosos? Espero que a las mentes pervertidas no les dé por rechazar ese gesto, como lo estoy imaginando. Como decían los abuelos refiriéndose a los esclavos mañosos ofrecidos en venta en las subastas coloniales, o a los caballos rengos vendidos en las ferias de ganado de los pueblos, “Que los compre quien no los conoce”. Yo los conozco y sé con las cosas que salen).

El báculo usado por Su Santidad en Bogotá fue encomendado a la coordinación de la Dra. Constanza Mejía de los Ríos, gerente de la planta de café liofilizado en Manizales, por parte del Dr. Roberto Vélez Vallejo, Gerente General de la Federación Nacional de Cafeteros, y ella recurrió a varios artesanos y artistas para su elaboración que tardó 60 días en efectuarse. El diseño es del arquitecto y escultor manizalita Juan Vicente Escobar Sáenz quien denominó a su obra escultórica “Homenaje a la Vida”. Los ebanistas y orfebres Josué Moreno, Juan Carlos Villegas, Hernando Téllez, Juan Carlos Arango, Marcelo Villegas, y Marcela Tobón tuvieron a su cargo diferentes piezas del ensamblaje cuyas tallas estaban cargadas de simbolismos, y varios allegados al proyecto donaron el oro que se empleó en algunos de los adornos. Se trata de un conjunto de siete módulos o piezas encajables una en la otra, incluido un estuche para ser guardadas al desarmarlas, con el lugar apropiado en bajo relieve y las instrucciones de manejo. Para el tallado se usó la madera de arbustos de café de la Hacienda El Águila, administrada por don José Vélez. “Dado que el café es una madera difícil de tallar, y que tiende a fisurarse en el proceso de secado, fue preciso hacer tres unidades en simultáneo para garantizar que el báculo escogido fuera de la mejor calidad”. Es una precaución lógica, pues no puede exponerse un proyecto como estos al azar de que el báculo se raje en el momento menos pensado. Se requiere de un plan B y un plan C, por lo que pueda pasar. El ancho y la altura corresponden a la complexión del Papa Francisco, y “las piezas de ensamble son fabricadas en bronce y revestidas de oro”

(“Oíste, vos, y si era para el Papa, ¿Por qué no las hicieron todas de oro macizo?”, dirá alguno. “Oíste, vos, y ¿Por qué no las hicieron todas de bronce brillado para no malgastar tanto oro?”, dirá otro. “Oíste, vos, y si en Medellín disfrazaron al Papa de montañero, ¿Por qué no usó un zurriago en vez de báculo?”, dirá algún otro). 

Un bello folleto impreso en papel ecológico pero de impecable impresión y elaboración tipográfica explica asuntos atinentes a su fabricación, da datos biográficos sobre el Santo Padre, trae una oración para pedir la bendición del cielo sobre la misión que él tiene “como líder de la paz activa y nos fortalezca con su presencia para alcanzar en su plenitud ese propósito”. Esto es importante, porque la visita del Papa tiene un componente religioso y pastoral para la feligresía, pero tiene otro componente que como Jefe de Estado y como Líder Mundial era imperativo en estos momentos y fue dar un espaldarazo al acuerdo de paz firmado con las FARC. 

¿Que también fue una visita política? ¡Claro que lo fue! Se trataba de sembrar la semilla para que haya una verdadera reconciliación y la firma de ese acuerdo no se vuelva humo; y para que las disidencias de las FARC que quieren seguir en el monte no adquieran la fuerza narcoterroguerrillera que esa organización llegó a tener. Políticamente fustigó a los ricos que han ensanchado la brecha con los pobres, y políticamente fustigó a los sacerdotes, obispos, y jerarcas que usan la sotana para llenarse de prebendas y se encierran en sus oficinas suntuarias sin salir a la calle a untarse de pueblo. Esas cosas son políticas, en cuanto tiene que ver con la fijación clara de su política de gobierno, pero son religiosas en cuanto tiene que ver con la defensa de los pobres y los desposeídos, que fue la misión que se le encomendó al ser investido de tan alta dignidad. 

Bueno, eso digo yo, ¿O qué? No sé qué opinarán los altos jerarcas (¡Almas benditas de Nos Alfonso Cardenal López Trujillo!, y de Nos Arzobispo Paul Marcinkus, estén donde estén). 

Por eso rezo. Para que lo dejen hacer lo que se ha propuesto hacer: Sanear la Iglesia, y recuperar la fe y la confianza de los fieles. Recuperar, porque me consta de muchos, muchos, que la habían perdido.

En sus discursos hizo referencia a las peleas a muerte entre las barras bravas que él representó en los nombres de los equipos Nacional y América, y en algún momento mencionó a “los paisas”, usando el apodo ancestral que tenemos los de nuestra región. Eso es claro, puesto que al Papa también le escriben sus discursos, como se los escriben a todos, a todos los Jefes de Estado, a todos; con la única excepción de los discursos de tres horas que se echaba Fidel Castro en sus primeros tiempos, y las chácharas de tres horas que echaba Hugo Chávez en los suyos. Si alguien tiene dudas sobre la diferencia entre discurso y cháchara, remítase a los diccionarios a ver si se lo explican. Debe ser la misma diferencia que hay entre una cabeza llena y una cabeza hueca. 

Pero no se crea que el Papa Francisco es un ventrílocuo que lee mecánicamente lo que le escriben. Él revisa los borradores y aporta sus ideas al contenido sugerido por las respectivas conferencias episcopales de los países que él visita. En sus discursos él tiene voz y voto, como sucedía con los discursos que el Dr. Alberto Lleras Camargo escribía para su jefe el Dr. Alfonso López Pumarejo. Lleras Camargo aportaba su redacción y sus ideas, y López Pumarejo aportaba su revisión y las suyas propias. De la unión de pensamiento de ambos salían documentos importantes para la Historia de nuestro país. Lo suyo no eran chácharas.

De los mensajes papales en los distintos lugares que visitó he extractado unas frases que llamaron particularmente mi atención, y he aventurado una síntesis o lectura clasificatoria de lo que he creído entender en esos mensajes, una lectura entre líneas, que también llaman. Espero no estar demasiado alejado en mi interpretación de lo que el Santo Padre quiso decir a su feligresía de todos los niveles, altos y bajos; y de distintos estamentos: Eclesiásticos, civiles, y militares.

Las cosas cambian, y en el transcurso de las dos o tres semanas que han transcurrido desde su visita han aparecido nubarrones en el papado de Su Santidad Francisco.

San Juan, el Bautista, fue un hombre incómodo para la Corte de Herodes Antipas, Tetrarca de Galilea; y por pedido de Salomé, la hija de Herodías, esa incomodidad le costó la cabeza al Bautista (Mt. 14:6-12).

Me preocupa Su Santidad el Papa Francisco, cuyas acciones de gobierno en el Estado Vaticano y en la Iglesia resultan incómodas para tanta gente, cardenales pliegopeticionarios incluidos, y vecinos de nuestros lares también, cuya antipatía no se cuidan de ocultar sino que, por el contrario, es pregonada abiertamente. Me preocupa. Él lo sabe, y por eso termina sus homilías pidiendo a la feligresía que “Recen por mí”. Sabe del agua que lo moja.

Me preocupa la Iglesia, porque nada bueno puede salir de quienes quisieran ver al Papa Francisco encerrado en los confines de Avignon para ellos poder mandar a sus anchas desde Roma. Nada bueno puede esperarse de un barco en que cuatro, o trece, o más marineros quieran convertirse en capitanes. Un barco con dos capitanes está condenado a zozobrar, y la feligresía quedará a la deriva “porque nadie puede servir a dos señores”. Y esto no lo digo yo, lo dijo Jesús y lo reiteró el Papa en sus homilías.

CONCLUSIONES

De sus mensajes en Colombia saco las siguientes conclusiones:

El papa dirigió su mensaje principalmente a dos audiencias: 

* Los involucrados en el acuerdo de paz, bien sea a favor o en contra. 

* Y los religiosos de todos los niveles, desde los laicos comprometidos, religiosas, y sacerdotes; hasta los obispos y cardenales.

Sus mensajes se centraron en los siguientes enfoques:

Respaldar el proceso de paz en Colombia con la acción, más allá de los discursos. Conseguir el verdadero perdón y olvido.

La paz no solo se hace con los poderosos, sino también con los marginados. La paz los debe involucrar a todos. Hay que tener cuidado con el maligno que siembra la cizaña. Y hay que tener cuidado con la pseudojusticia.

Hay que superar la sed de venganza y la insensibilidad ante el dolor ajeno.

La guerra es una tragedia, pero hay voltear la página y superar esa tragedia; como hay que superar las tragedias personales y buscar mejores oportunidades de vida.

Atreverse a dar el primer paso hacia la reconciliación y el perdón.

Las agendas y programas no pueden quedarse solamente en el papel, sino que deben ser llevadas a la práctica.

Los religiosos deben salir de la zona de confort de las oficinas y sacristías, y salir a la calle a untarse de pueblo prestando su servicio con alegría. Sacerdotes y obispos deben tener un trato igualitario con la feligresía.

Los religiosos deben ser alegres y no tristes en su ministerio, sus mensajes deben ser optimistas y no pesimistas. Los religiosos no pueden convertirse en administradores de desgracias. No podemos ser discípulos tristes y apóstoles amargados.

La vida religiosa no es una carrera profesional para ascender socialmente y conseguir una mejor calidad de vida. Es una vocación de servicio y apostolado, y como tal debe ser asumida.

Se debe entender la misión como un camino difícil y no fácil.

Los eclesiásticos deben comprometerse con la protección y defensa de los más débiles y desamparados. No solo los eclesiásticos, sino también los gobernantes y la sociedad toda.

Deben respetarse las minorías, y valorar a la mujer, que de ninguna manera puede ser tenida en un plano de inferioridad frente al hombre.

Hay una casta eclesiástica que con prebendas y privilegios ha equivocado el camino de la vocación. Debe derrotarse la cínica soberbia de los corazones egoístas y autorreferenciales.

Los clérigos no deben menospreciar a los laicos y colaboradores mirándolos con actitud distante.

Los religiosos no son santos con cara de estampita, revestidos con una aureola de santidad, sino seres humanos con sus virtudes y sus defectos. Ser llamado a la vida religiosa no da un certificado de buena conducta e impecabilidad.

Nadie puede servir a dos señores, a Dios y al dinero, al mismo tiempo. El diablo entra por el bolsillo y empieza por lo poco para seguir con lo mucho.

Todos, incluso el Papa, somos pecadores; y todos estamos necesitados del perdón de Dios; pero se requiere el sincero y verdadero propósito de la enmienda.

Los ricos deben acortar la brecha que los separa de los pobres.

Rehuir ese cierto estilo de manejo que nos acerca a un modo de ser fariseo, y no apegarse a la práctica rigorista de la ley. Hay que renovarse e involucrarse.

La Iglesia no es una aduana de esto es mío y prohibido el paso. Debe tener puertas abiertas a todos, y acoger a los más desamparados.

Respetar a los niños. No se puede abusar de ellos en ningún sentido.

Que no haya espacio para la corrupción, el engaño, la doblez, y las opciones mezquinas.

En resumidas cuentas, el Santo Padre dijo mensajes directos, y también lanzó dardos indirectos a la manera de "Al que le caiga el guante, que se lo chante".

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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1. Ha salido un folleto que contiene el texto de los discursos y homilías del Santo Papa Francisco en Colombia, editado por Ediciones Paulinas:

Texto Oficial de Discursos y Homilías del Papa Francisco en Colombia. Tras su paso por Colombia el Santo Padre nos dejó grandes tareas y enseñanzas en cada uno de sus discursos y homilías; y es por eso que la Conferencia Episcopal de Colombia, en coedición con Paulinas y San Pablo Colombia, ha traído este texto oficial donde se han consignado: 
–Mensaje del Papa Francisco al pueblo Colombiano antes de la Visita Apostólica. 
–Homilías y discursos realizados en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena. 
–Mensaje de Despedida. 
–Agradecimientos del Papa al pueblo colombiano. 
–Audiencia General.
–Colección: Actualidad.
–Formato: 0 x 0.
–ISBN: 9789587685084.
–Precio: $9,000.

2. Hay una página en Internet donde se encuentran estos textos.


ALGUNAS FRASES DE
SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
EN SU VISITA A COLOMBIA
–DISCURSOS Y HOMILÍAS–
SEPTIEMBRE DE 2017

I. PRIMERAS PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO: LLEGADA A LA NUNCIATURA APOSTÓLICA

Miércoles 6 de septiembre de 2017

(SOBRE LA ALEGRÍA DE VIVIR Y DE RESURGIR)

(1) Hasta los más chicos pueden ser héroes, los más jóvenes, cuando vienen engañados o se equivocan, se levantan y son héroes y van adelante. ¡Sigan adelante! ¡Sigan adelante, así! No se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no pierdan la sonrisa, ¡sigan así!

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II. ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES, EL CUERPO DIPLOMÁTICO Y ALGUNOS REPRESENTANTES DE LA SOCIEDAD CIVIL

Plaza de Armas de la Casa de Nariño (Bogotá)

Jueves, 7 de septiembre de 2017

(SOBRE LA RECONCILIACIÓN Y EL PERDÓN)

(2) Este encuentro me ofrece la oportunidad para expresar el aprecio por los esfuerzos que se hacen, a lo largo de las últimas décadas, para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación. En el último año ciertamente se ha avanzado de modo particular; los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. Trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, que exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común. Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo. Oíamos recién cantar: «Andar el camino lleva su tiempo». Es a largo plazo. Cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes, en estrechar lazos y ayudarnos mutuamente (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 67).

(SOBRE LA PROTECCIÓN Y EL RESPETO A LOS MÁS DÉBILES) 

(3) Este encuentro me ofrece la oportunidad para expresar el aprecio por los esfuerzos que se hacen, a lo largo de las últimas décadas, para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación. En el último año ciertamente se ha avanzado de modo particular; los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. Trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, que exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común. Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo. Oíamos recién cantar: «Andar el camino lleva su tiempo». Es a largo plazo. Cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes, en estrechar lazos y ayudarnos mutuamente (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 67).

(NO ES LA LEY DEL MÁS FUERTE LA QUE RIGE 
LA CONVIVENCIA PACÍFICA. SE NECESITAN 
LEYES JUSTAS QUE PUEDAN GARANTIZAR LA 
ARMONÍA Y AYUDAR A SUPERAR LOS CONFLICTOS. 
SUPERAR LA POBREZA QUE GENERA EXCLUSIÓN Y 
VIOLENCIA. NO OLVIDEMOS QUE LA INEQUIDAD 
ES LA RAÍZ DE LOS MALES SOCIALES)

(4) El lema de este País dice: «Libertad y Orden». En estas dos palabras se encierra toda una enseñanza. Los ciudadanos deben ser valorados en su libertad y protegidos por un orden estable. No es la ley del más fuerte, sino la fuerza de la ley, la que es aprobada por todos, quien rige la convivencia pacífica. Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado esta Nación por décadas; leyes que no nacen de la exigencia pragmática de ordenar la sociedad sino del deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia. Sólo así se sana de una enfermedad que vuelve frágil e indigna a la sociedad y siempre la deja a las puertas de nuevas crisis. No olvidemos que la inequidad es la raíz de los males sociales (cf. ibíd., 202). 

(SOBRE LA NECESIDAD DE TENER EN CUENTA 
EN LA CONSTRUCCIÓN DE PAÍS NO SOLO A LOS 
PODEROSOS SINO TAMBIÉN A LOS MARGINADOS)

(5) En esta perspectiva, los animo a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad, aquellos que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados. Todos somos necesarios para crear y formar la sociedad. Esta no se hace sólo con algunos de «pura sangre», sino con todos. Y aquí radica la grandeza y belleza de un País, en que todos tienen cabida y todos son importantes.

(SOBRE EL RESPETO A LAS MINORÍAS Y A LA MUJER)

(6) Ayer y hoy, posamos la mirada en las diversas etnias y los habitantes de las zonas más lejanas, los campesinos. La detenemos en los más débiles, en los que son explotados y maltratados, aquellos que no tienen voz porque se les ha privado de ella o no se les ha dado, o no se les reconoce. También detenemos la mirada en la mujer, su aporte, su talento, su ser «madre» en las múltiples tareas. Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro con esperanza. 

(SOBRE EL FORTALECIMIENTO DE LA FAMILIA 
COMO UNIDAD SOCIAL PRIMARIA)

(7) No podemos dejar de destacar la importancia social de la familia, soñada por Dios como el fruto del amor de los esposos, «lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros» (ibíd., 66).

(SOBRE EL RESPETO A LOS POBRES)

(8) Les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren. Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes. En ellos se aprenden verdaderas lecciones de vida y de humanidad, de dignidad. Porque ellos, que entre cadenas gimen, sí que “comprenden las palabras del que murió en la Cruz” —como dice la letra de vuestro himno nacional—.

(SOBRE EL RESPALDO A LOS ACUERDOS DE PAZ)

(9) Quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz.

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III. BENDICIÓN A LOS FIELES, SALUDO DEL SANTO PADRE AL PUEBLO COLOMBIANO

Balcón del Palacio Cardenalicio (Bogotá)

Jueves 7 de septiembre de 2017

(SOBRE EL TRATO IGUALITARIO DE LOS SACERDOTES
Y OBISPOS CON LA FELIGRESÍA)

(10) Vengo también para aprender; sí, aprender de ustedes, de su fe, de su fortaleza ante la adversidad. Porque ustedes saben que el obispo y el cura tienen que aprender de su pueblo, y por eso vengo a aprender, a aprender de ustedes, soy obispo y vengo a aprender. Han vivido momentos difíciles y oscuros, pero el Señor está cerca de ustedes, en el corazón de cada hijo e hija de este País. El Señor no es selectivo, no excluye a nadie, el Señor abraza a todos; y todos ―escuchen esto― y todos somos importantes y necesarios para Él.

(SOBRE LA ALEGRÍA DE VIVIR)

(11) No se la dejen robar, cuiden la alegría que unifica todo.

(SOBRE LOS SUEÑOS Y LAS METAS)

(12) ¡No le tengan miedo al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande! A ese sueño grande yo hoy los invito. Por favor no se metan en el “chiquitaje”, no tengan vuelos rastreros, vuelen alto y sueñen grande.

(SOBRE LA SUPERACIÓN DE LA TRAGEDIA)

(13) Puede suceder que hayan nacido en ambientes donde la muerte, el dolor, la división han calado tan hondo que los hayan dejado medio mareados, como anestesiados por el dolor. Por eso yo quiero decirles: Dejen que el sufrimiento de sus hermanos colombianos los abofetee y los movilice. Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono. Los necesitamos, ayúdennos a esto, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono.

(SOBRE LOS ENFRENTAMIENTOS DEPORTIVOS 
Y LA SUPERACIÓN DE LAS DIFERENCIAS)

(14) Cualquier cosa es una excusa para el encuentro. Los jóvenes coinciden en la música, en el arte... ¡si hasta una final entre el Atlético Nacional y el América de Cali es ocasión para estar juntos! Ustedes ―porque tienen esa facilidad de encontrarse―, ustedes pueden enseñarnos a los grandes que la cultura del encuentro no es pensar, vivir, ni reaccionar todos del mismo modo ―no, no es eso―; la cultura del encuentro es saber que, más allá de nuestras diferencias, somos todos parte de algo grande que nos une y nos trasciende, somos parte de este maravilloso País. Ayúdennos a entrar, a los grandes, en esta cultura del encuentro que ustedes practican tan bien.

(SOBRE EL PERDÓN Y EL OLVIDO)

(15) También vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar. Perdonar a quienes nos han herido; es notable ver cómo ustedes no se dejan enredar por historias viejas, cómo miran con extrañeza cuando los adultos repetimos acontecimientos de división simplemente por estar nosotros atados a rencores. Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio, porque ustedes nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que quiere crecer y seguir desarrollándose; esa Colombia que nos necesita a todos y que los mayores se la debemos a ustedes.

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IV. DISCURSO DEL SANTO PADRE ENCUENTRO CON LOS OBISPOS DE COLOMBIA

Salón del Palacio Cardenalicio (Bogotá)

Jueves, 7 de septiembre de 2017

(SOBRE EL VALOR DE ATREVERSE A DAR EL PRIMER PASO)

(16) Porque el Hijo, Él mismo, es expresión viva de dicho amor. Aquellos que lo reconocen y lo acogen reciben en herencia el don de ser introducidos en la libertad de poder cumplir siempre en Él ese primer paso, no tienen miedo de perderse si salen de sí mismos, porque llevan la fianza del amor emanado del primer paso de Dios, una brújula que no les consiente perderse.

(SOBRE LOS ENEMIGOS Y LOS RESISTENTES A ACEPTAR EL ACUERDO DE PAZ)

(17) No se midan con el metro de aquellos que quisieran que fueran sólo una casta de funcionarios plegados a la dictadura del presente. Tengan, en cambio, siempre fija la mirada en la eternidad de Aquél que los ha elegido, prontos a acoger el juicio decisivo de sus labios, que es el que vale.

(SOBRE LA FRANQUEZA Y TRANSPARENCIA, 
LA ACEPTACIÓN DEL OTRO Y EL PERDÓN, 
EL VALOR DE DAR EL PRIMER PASO)

(18) Por eso, busquen con perseverancia la comunión entre ustedes. No se cansen de construirla a través del diálogo franco y fraterno, condenando como peste las agendas encubiertas, ―por favor―. Sean premurosos en cumplir el primer paso, del uno para con el otro. Anticípense en la disposición de comprender las razones del otro. Déjense enriquecer de lo que el otro les puede ofrecer y construyan una Iglesia que ofrezca a este País un testimonio elocuente de cuánto se puede progresar cuando se está dispuesto a no quedarse en las manos de unos pocos.

(SOBRE DESECHAR EL RACISMO Y ACEPTAR A LAS MINORÍAS)

(19) Reserven una particular sensibilidad hacia las raíces afro-colombianas de su gente, que tan generosamente han contribuido a plasmar el rostro de esta tierra.

(SOBRE LA ACEPTACIÓN DE LOS HUMILDES Y SALIR A UNTARSE DE PUEBLO)

(20) Los invito a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente. Háganlo con humildad, sin la vana pretensión de protagonismo, y con el corazón indiviso, libre de compromisos o servilismos. Sólo Dios es Señor y a ninguna otra causa se debe someter nuestra alma de pastores. 

(SOBRE EL FRANCO RESPALDO DE LOS OBISPOS 
Y SACERDOTES A LOS ACUERDOS DE PAZ)

(21) Colombia tiene necesidad de vuestra mirada propia de obispos, para sostenerla en el coraje del primer paso hacia la paz definitiva, la reconciliación, hacia la abdicación de la violencia como método, la superación de las desigualdades que son la raíz de tantos sufrimientos, la renuncia al camino fácil pero sin salida de la corrupción, la paciente y perseverante consolidación de la «res publica» que requiere la superación de la miseria y de la desigualdad. 

(SOBRE EL VALOR Y SACRIFICIO REQUERIDOS 
PARA ACABAR LA GUERRA Y ALCANZAR LA PAZ)

(22) Uno de vuestros ilustres literatos escribió hablando de uno de sus míticos personajes: «No imaginaba que era más fácil empezar una guerra que terminarla» (Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, capítulo 9). Todos sabemos que la paz exige de los hombres un coraje moral diverso. La guerra sigue lo que hay de más bajo en nuestro corazón, la paz nos impulsa a ser más grandes que nosotros mismos. En seguida, el escritor añadía: «No entendía que hubiera necesitado tantas palabras para explicar lo que se sentía en la guerra, si con una sola bastaba: miedo» (ibíd., cap. 15). No es necesario que les hable de este miedo, raíz envenenada, fruto amargo y herencia nefasta de cada contienda. Quiero animarlos a seguir creyendo que se puede hacer de otra manera, recordando que no han recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor; el mismo Espíritu atestigua que son hijos destinados a la libertad de la gloria a ellos reservada (cf. Rm 8,15-16). 

(SOBRE UNTARSE DE PUEBLO Y CONVIVIR CON LOS HUMILDES)

(23) Hospédense en la humildad de su gente para darse cuenta de sus secretos recursos humanos y de fe, escuchen cuánto su despojada humanidad brama por la dignidad que solamente el Resucitado puede conferir. No tengan miedo de migrar de sus aparentes certezas en búsqueda de la verdadera gloria de Dios, que es el hombre viviente. ¡Ánimo! Los animo en este camino. 

(SOBRE IR MÁS ALLÁ DEL DISCURSO ESCRITO, 
UNTARSE DE PUEBLO, CONVIVIR CON LA 
FELIGRESÍA Y DERROTAR LA CÍNICA SOBERBIA 
DE LOS CORAZONES AUTORREFERENCIALES)

(24) Muchos pueden contribuir al desafío de esta Nación, pero la misión de ustedes es singular. Ustedes no son técnicos ni políticos, son pastores. Cristo es la palabra de reconciliación escrita en sus corazones y tienen la fuerza de poder pronunciarla no solamente en los púlpitos, en los documentos eclesiales o en los artículos de periódicos, sino más bien en el corazón de las personas, en el secreto sagrario de sus conciencias, en el calor esperanzado que los atrae a la escucha de la voz del cielo que proclama «paz a los hombres amados por Dios» (Lc 2,14). Ustedes deben pronunciarla con el frágil, humilde, pero invencible recurso de la misericordia de Dios, la única capaz de derrotar la cínica soberbia de los corazones autorreferenciales. 

(SOBRE QUE NO SIRVEN ACUERDOS ENTRE UNOS POCOS 
SINO ACUERDOS QUE LOS INVOLUCREN A TODOS)

(25) A la Iglesia no le interesa otra cosa que la libertad de pronunciar esta Palabra. Ser libre para pronunciar esta Palabra. No sirven alianzas con una parte u otra, sino la libertad de hablar a los corazones de todos. Precisamente allí tienen la autonomía y el vuelo para inquietar, allí tienen la posibilidad de sostener un cambio de ruta.

(SOBRE LOS QUE CAYERON EN EL ENGAÑO DE LA GUERRILLA, 
EL NARCOTRÁFICO, O CUALQUIER OTRO PECADO Y LA 
POSIBILIDAD DE SUPERARLO Y DEJARLO ATRÁS)

(26) El corazón humano, muchas veces engañado, concibe el insensato proyecto de hacer de la vida un continuo aumento de espacios para depositar lo que acumula. Es un engaño. Precisamente aquí es necesario que resuene la pregunta: ¿De qué sirve ganar el mundo entero si queda el vacío en el alma? (cf. Mt 16,26). 

(SOBRE LOS EGOÍSTAS QUE SOLO MIRAN 
SUS PROPIOS INTERESES, SOBRE EL MALIGNO 
QUE CONTINÚA SEMBRANDO CIZAÑA)

(27) Aun cuando no pocos proclaman el nuevo dogma del egoísmo y de la muerte de toda solidaridad, palabra que quieren sacar del diccionario.

(SOBRE LOS PELIGROS DEL MALIGNO, 
QUE SIEMBRA LA CIZAÑA)

(28) Bien saben que en la noche el maligno continúa sembrando cizaña, pero tengan la paciencia del Señor del campo, confiándose en la buena calidad de sus granos. Aprendan de su longanimidad y magnanimidad. Sus tiempos son largos porque es inconmensurable su mirada de amor. Cuando el amor es reducido el corazón se vuelve impaciente, turbado por la ansiedad de hacer cosas, devorado por el miedo de haber fracasado. Crean sobre todo en la humildad de la semilla de Dios. Fíense de la potencia escondida de su levadura. Orienten el corazón sobre la preciosa fascinación que atrae y hace vender todo con tal de poseer ese divino tesoro.

(SOBRE LA CONDENA AL NARCOTRÁFICO EN 
LOS SERMONES Y DISCURSOS ECLESIALES)

(29) No tengan miedo de alzar serenamente la voz para recordar a todos que una sociedad que se deja seducir por el espejismo del narcotráfico se arrastra a sí misma en esa metástasis moral que mercantiliza el infierno y siembra por doquier la corrupción y, al mismo tiempo, engorda los paraísos fiscales. 

(SOBRE QUE LOS OBISPOS DEBEN CONVIVIR 
CERCANAMENTE CON SUS SACERDOTES Y 
FELIGRESÍA, SALIÉNDOSE DE LA COMUNICACIÓN 
ELECTRÓNICA Y YENDO AL CONTACTO PERSONAL)

(30) ¿Qué cosa pueden dar a sus sacerdotes? El primer don es aquel de la paternidad que asegure que la mano que los ha generado y ha ungido no se ha retirado de sus vidas. Es verdad, vivimos en la era de la informática y no nos es difícil alcanzar a nuestros sacerdotes en tiempo real mediante algún programa de mensajes. Pero el corazón de un padre, de un obispo, no puede limitarse a la precaria, impersonal y externa comunicación con su presbiterio. No se puede apartar del corazón del obispo la inquietud, la sana inquietud, sobre dónde viven sus sacerdotes. ¿Viven de verdad según Jesús, o se han improvisado otras seguridades como la estabilidad económica, la ambigüedad moral, la doble vida o la ilusión miope de una carrera? Los sacerdotes precisan, con necesidad y urgencia vital, de la cercanía física y afectiva de su obispo. Los sacerdotes requieren sentir que tienen padre.

(SOBRE LOS SACERDOTES QUE ESTÁN EN PRIMERA 
FILA PERCIBIENDO LAS NECESIDADES DE LOS FIELES, 
Y LA NECESIDAD QUE TIENEN DE SER REALMENTE 
ACOMPAÑADOS Y RESPALDADOS POR SUS OBISPOS. 
Y SOBRE LA IMPORTANCIA DE QUE LOS CLÉRIGOS 
RESPETEN LOS BIENES MATERIALES QUE SON SOMETIDOS 
A SU CUIDADO, SIN APROPIÁRSELOS INDEBIDAMENTE)

(31) Sobre las espaldas de los sacerdotes frecuentemente pesa la fatiga del trabajo cotidiano de la Iglesia. Ellos están en primera línea, continuamente circundados de la gente que, abatida, busca en ellos el rostro del pastor. La gente se acerca y golpea a sus corazones. Ellos deben dar de comer a la multitud y el alimento de Dios no es nunca una propiedad de la cual se puede disponer sin más. Al contrario, proviene solamente de la indigencia puesta en contacto con la bondad divina. Despedir a la muchedumbre y alimentarse con lo poco que uno puede indebidamente apropiarse, es una tentación permanente (cf. Lc 9,13). 

(SOBRE LA DISCRETA Y APROPIADA 
SUPERVISIÓN DE LOS OBISPOS A SUS 
SACERDOTES Y COLABORADORES PARA 
QUE NO SE DESVÍEN DE SUS OBJETIVOS)

(32) Vigilen por tanto sobre las raíces espirituales de sus sacerdotes. Condúzcanlos continuamente a aquella Cesarea de Filipo donde, desde los orígenes del Jordán de cada uno, puedan sentir de nuevo la pregunta de Jesús: ¿Quién soy yo para ti? La razón del gradual deterioro, que muchas veces lleva a la muerte del discípulo, siempre está en un corazón que ya no puede responder: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios» (cf. Mt 16,13-16). De aquí se debilita el coraje de la irreversibilidad del don de sí, y deriva también la desorientación interior, el cansancio de un corazón que ya no sabe acompañar al Señor en su camino hacia Jerusalén. 

(SOBRE LA CERTEZA DE QUE LOS SEMINARISTAS 
SÍ TENGAN VERDADERA VOCACIÓN DE SERVICIO 
Y NO UTILICEN EL SACERDOCIO COMO UN MEDIO 
DE ESCALAMIENTO SOCIAL)

(33) Cuiden especialmente el itinerario formativo de sus sacerdotes, desde el nacimiento de la llamada de Dios en sus corazones. La nueva Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, recientemente publicada, es un valioso recurso, aún por aplicar, para que la Iglesia colombiana esté a la altura del don de Dios que nunca ha dejado de llamar al sacerdocio a tantos de sus hijos.

(SOBRE EL RESPETO POR PARTE DE LOS SACERDOTES 
A LOS COLABORADORES Y EVITAR LA TENTACIÓN DE 
SOMETER A ESAS PERSONAS AL UTILITARISMO 
Y VASALLAJE)

(34) No descuiden, por favor, la vida de los consagrados y consagradas. Ellos y ellas constituyen la bofetada kerigmática a toda mundanidad y son llamados a quemar cualquier resaca de valores mundanos en el fuego de las bienaventuranzas vividas sin glosa y en el total abajamiento de sí mismos en el servicio. Por favor, no los consideren como «recursos de utilidad» para las obras apostólicas; más bien, sepan ver en ellos el grito del amor consagrado de la Esposa: «¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22,20).

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V. DISCURSO DEL SANTO PADRE EN ENCUENTRO CON EL COMITÉ DIRECTIVO DEL CELAM

Nunciatura apostólica, Bogotá

Jueves, 7 de septiembre de 2017

(SOBRE LA ALEGRÍA EN EL SERVICIO, Y SOBRE 
LAS AGENDAS Y PROGRAMAS QUE SE QUEDAN 
SOLAMENTE EN EL PAPEL, SIN SER LLEVADAS 
A LA PRÁCTICA)

(35) Que se prolonga en la misión continental que quiere ser, no la suma de iniciativas programáticas que llenan agendas y también desperdician energías en Colombia preciosas, sino el esfuerzo para poner la misión de Jesús en el corazón de la misma Iglesia, transformándola en criterio para medir la eficacia de las estructuras, los resultados de su trabajo, la fecundidad de sus ministros y la alegría que ellos son capaces de suscitar. Porque sin alegría no se atrae a nadie.

(SOBRE LA NECESIDAD DE QUE LA IGLESIA 
NO SEA PARA LOS SACERDOTES UN PROYECTO 
DE ASCENSO SOCIAL, UN FORTÍN BUROCRÁTICO 
DE AUTOBENEFICIO, NI UNA EMPRESA DE OBJETIVOS 
ECONÓMICOS DIRIGIDA POR UNA CASTA CLERICAL)

(36) No se puede, por tanto, reducir el Evangelio a un programa al servicio de un gnosticismo de moda, a un proyecto de ascenso social, o a una concepción de la Iglesia como una burocracia que se autobeneficia; como tampoco ésta se puede reducir a una organización dirigida, con modernos criterios empresariales, por una casta clerical. 

(SOBRE LA MISIÓN SACERDOTAL CUYO ENTUSIASMO 
NO DEBE SER AVENTURERO SINO APOYADO E 
INSPIRADO EN EL AMOR A CRISTO. DE ÉL DEBE 
VENIR LA FORTALEZA PARA SUPERAR LOS 
OBSTÁCULOS. NO SE PUEDEN CONFUNDIR 
LAS NECESIDADES PERSONALES CON LA 
RAZÓN QUE MOTIVA ESA MISIÓN, QUE ES 
EL AMOR AL MISMO JESUCRISTO)

(37) ¿Dónde está la unidad? Siempre en Jesús. Lo que hace permanente la misión no es el entusiasmo que inflama el corazón generoso del misionero, aunque siempre es necesario; más bien es la compañía de Jesús mediante su Espíritu. Si no salimos con Él en la misión pronto perderíamos el camino, arriesgándonos a confundir nuestras necesidades vacuas con su causa. Si la razón de nuestro salir no es Él, será fácil desanimarse en medio de la fatiga del camino, o frente a la resistencia de los destinatarios de la misión, o ante los cambiantes escenarios de las circunstancias que marcan la Historia, o por el cansancio de los pies debido al insidioso desgaste causado por el enemigo. 

(SOBRE QUE DEBE ENTENDERSE LA MISIÓN 
COMO UN CAMINO DIFÍCIL Y NO ESPERAR 
QUE LAS COSAS SEAN FÁCILES)

(38) No forma parte de la misión ceder al desánimo cuando, quizás, habiendo pasado el entusiasmo de los inicios, llega el momento en el que tocar la carne de Cristo se vuelve muy duro. En una situación como esta, Jesús no alienta nuestros miedos. Y como bien sabemos que a ningún otro podemos ir, porque sólo Él tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6,68), es necesario en consecuencia, profundizar nuestra elección.

(SOBRE QUE LA MISIÓN NO DEBE SER UN TRABAJO 
REALIZADO DESDE LA COMODIDAD DE LAS OFICINAS 
Y TRÁMITES ADMINISTRATIVOS, SINO UN TRABAJO 
PERSONAL EN EL CAMPO UNTÁNDOSE DE PUEBLO)

(39) La Iglesia debe reapropiarse de los verbos que el Verbo de Dios conjuga en su divina misión. Salir para encontrar, sin pasar de largo; reclinarse, sin desidia; tocar, sin miedo. Se trata de que se metan día a día en el trabajo de campo, allí donde vive el Pueblo de Dios que les ha sido confiado. No nos es lícito dejarnos paralizar por el aire acondicionado de las oficinas, por las estadísticas y las estrategias abstractas. Es necesario dirigirse al hombre en su situación concreta; de él no podemos apartar la mirada. La misión se realiza siempre cuerpo a cuerpo.

(SOBRE QUE EL TRABAJO ECLESIAL EN LAS ZONAS 
APARTADAS NO DEBE SER UN ESCAMPADERO DE 
BENEFICIO MIENTRAS SE CONSIGUE SER TRASLADADO 
A LA FUENTE DE PODER DE LAS SEDES CENTRALES)

(40) La Iglesia no está en América Latina como si tuviera las maletas en la mano, lista para partir después de haberla saqueado, como han hecho tantos a lo largo del tiempo. Quienes obran así miran con sentido de superioridad y desprecio su rostro mestizo; pretenden colonizar su alma con las mismas fallidas y recicladas fórmulas sobre la visión del hombre y de la vida, repiten iguales recetas matando al paciente mientras enriquecen a los médicos que los mandan; ignoran las razones profundas que habitan en el corazón de su pueblo y que lo hacen fuerte exactamente en sus sueños, en sus mitos, a pesar de los numerosos desencantos y fracasos; manipulan políticamente y traicionan sus esperanzas, dejando detrás de sí tierra quemada y el terreno pronto para el eterno retorno de lo mismo, aun cuando se vuelva a presentar con vestido nuevo.

(SOBRE LA NECESIDAD DE QUE LA IGLESIA CONSTRUYA PUENTES Y 
ABATA MUROS PARA INTEGRAR LA DIVERSIDAD, PROMOVER EL 
ENCUENTRO, EL DIÁLOGO, EL PERDÓN, Y LA RECONCILIACIÓN. 
EL SENTIDO DE JUSTICIA, EL RECHAZO DE LA VIOLENCIA, Y EL 
CORAJE DE DAR EL PRIMER PASO EN BUSCA DE LA PAZ. 
CUANDO EL SANTO PADRE HABLA DE PRIMER PASO NO SE 
REFIERE SOLAMENTE A UN PRIMER MOMENTO COLECTIVO, 
SINO A UN PRIMER MOMENTO DE CADA HOMBRE FRENTE A SU 
CONTRARIO, A SER EL PRIMERO EN ESTIRAR LA MANO COMO 
GESTO DE BUENA VOLUNTAD)

(41) La Iglesia, sin pretensiones humanas, respetuosa del rostro multiforme del continente, que considera no una desventaja sino una perenne riqueza, debe continuar prestando el humilde servicio al verdadero bien del hombre latinoamericano. Debe trabajar sin cansarse para construir puentes, abatir muros, integrar la diversidad, promover la cultura del encuentro y del diálogo, educar al perdón y a la reconciliación, al sentido de justicia, al rechazo de la violencia y al coraje de la paz. Ninguna construcción duradera en América Latina puede prescindir de este fundamento invisible pero esencial. 

(SOBRE LA NECESIDAD DE QUE LOS SACERDOTES Y 
OBISPOS TOMEN CONCIENCIA DE SER ELLOS LOS 
PILARES QUE DAN FORTALEZA, ÁNIMO, Y CONSUELO A LOS 
FELIGRESES; DEBIENDO PARA ELLO SUPERAR SUS PROPIAS 
DUDAS, MIEDOS, Y DEBILIDADES. LOS ANIMA A ENFOCAR 
EL DISCURSO DESDE UN SENTIDO DE LENGUAJE POSITIVO)

(42) Muchos se lamentan de cierto déficit de esperanza en la América Latina actual. A nosotros no nos está consentida la «quejumbrosidad», porque la esperanza que tenemos viene de lo alto.

(SOBRE QUE LOS JÓVENES NO DEBEN CAER EN LA 
TENTACIÓN DEL FACILISMO, Y QUE LOS CLÉRIGOS 
DEBEN ESTAR ATENTOS A DETECTAR SUS NECESIDADES 
Y DARLES APOYO PERSONAL, SALIÉNDOSE DE LA 
RETÓRICA Y LOS PLANES ESCRITOS DE AYUDA 
QUE NUNCA SE LLEVAN A LA PRÁCTICA)

(43) Se habla con frecuencia de los jóvenes —se declaman estadísticas sobre el continente del futuro—, algunos ofrecen noticias sobre su presunta decadencia y sobre cuánto estén adormilados, otros aprovechan de su potencial para consumir, no pocos les proponen el rol de peones del tráfico de la droga y de la violencia. No se dejen capturar por tales caricaturas sobre sus jóvenes. Mírenlos a los ojos, busquen en ellos el coraje de la esperanza. No es verdad que estén listos para repetir el pasado. Ábranles espacios concretos en las Iglesias particulares que les han sido confiadas, inviertan tiempo y recursos en su formación. Propongan programas educativos incisivos y objetivos pidiéndoles, como los padres le piden a los hijos, el resultado de sus potencialidades y educando su corazón en la alegría de la profundidad, no de la superficialidad. No se conformen con retóricas u opciones escritas en los planes pastorales jamás puestos en práctica. 

(SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA MUJER, EL RESPETO Y 
RECONOCIMIENTO DEBIDOS A SU PAPEL EN LA SOCIEDAD 
Y EN LA IGLESIA COMO PROTAGONISTAS Y NO COMO 
VÍCTIMAS DE NUESTRO RECALCITRANTE CLERICALISMO)

(44) No es necesario que me alargue para hablar del rol de la mujer en nuestro continente y en nuestra Iglesia. De sus labios hemos aprendido la fe; casi con la leche de sus senos hemos adquirido los rasgos de nuestra alma mestiza y la inmunidad frente a cualquier desesperación. Pienso en las madres indígenas o morenas, pienso en las mujeres de la ciudad con su triple turno de trabajo, pienso en las abuelas catequistas, pienso en las consagradas y en las tan discretas artesanas del bien. Sin las mujeres la Iglesia del continente perdería la fuerza de renacer continuamente. Son las mujeres quienes, con meticulosa paciencia, encienden y reencienden la llama de la fe. Es un serio deber comprender, respetar, valorizar, promover la fuerza eclesial y social de cuanto realizan… Si queremos una nueva y vivaz etapa de la fe en este continente, no la vamos a obtener sin las mujeres. Por favor, no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo; ellas son, en cambio, protagonistas en la Iglesia latinoamericana…

(SOBRE LOS CLÉRIGOS QUE DEBEN SUPERAR EL 
CLERICALISMO Y LA ACTITUD DISTANTE QUE 
MENOSPRECIA A LOS NO ORDENADOS Y EMPOBRECE 
LA IDENTIDAD DE LOS ORDENADOS)

(45) Quisiera reiterar lo que recientemente he dicho a la Pontificia Comisión para América Latina. Es un imperativo superar el clericalismo que infantiliza a los Christifideles laici y empobrece la identidad de los ministros ordenados. 

(SOBRE LA BÚSQUEDA DEL ACERCAMIENTO DE LOS LAICOS 
A LA ORGANIZACIÓN ECLESIAL PARA QUE DESDE LA IGLESIA 
CONTRIBUYAN AL DESARROLLO HUMANO Y A LA CONSTRUCCIÓN 
DE UNA PROSPERIDAD INCLUSIVA QUE SUPERE LA DESIGUALDAD, 
RECHACE LA VIOLENCIA, Y DEFIENDA LA PAZ. LA IGLESIA DEBE 
MIRAR AL MUNDO CON LOS OJOS DE LOS POBRES Y DESDE LA
SITUACIÓN DE LOS POBRES)

(46) Si bien se invirtió mucho esfuerzo, y algunos pasos han sido dados, los grandes desafíos del continente permanecen sobre la mesa y continúan esperando la concretización serena, responsable, competente, visionaria, articulada, consciente, de un laicado cristiano que, como creyente, esté dispuesto a contribuir en los procesos de un auténtico desarrollo humano, en la consolidación de la democracia política y social, en la superación estructural de la pobreza endémica, en la construcción de una prosperidad inclusiva fundada en reformas duraderas y capaces de preservar el bien social, en la superación de la desigualdad y en la custodia de la estabilidad, en la delineación de modelos de desarrollo económico sostenibles que respeten la naturaleza y el verdadero futuro del hombre, que no se resuelve con el consumismo desmesurado, así como también en el rechazo de la violencia y la defensa de la paz… Y algo más: en este sentido, la esperanza debe siempre mirar al mundo con los ojos de los pobres y desde la situación de los pobres. Ella es pobre como el grano de trigo que muere (cf. Jn 12,24), pero tiene la fuerza de diseminar los planes de Dios. 

(SOBRE LA BRECHA ENTRE RICOS Y POBRES, 
Y LA ACTITUD DE LOS PRIMEROS FRENTE A 
LOS SEGUNDOS. INVITA A SALIRSE DE LA TEORÍA 
DE MANUAL Y METERSE AL BARRO PARA ACERCARSE 
A LA REALIDAD. INVITA A LA GENEROSIDAD Y LA 
SOLIDARIDAD CONCRETAS Y NO SOLO DE PALABRA)

(47) La riqueza autosuficiente con frecuencia priva a la mente humana de la capacidad de ver, sea la realidad del desierto sea los oasis escondidos. Propone respuestas de manual y repite certezas de talkshows; balbucea la proyección de sí misma, vacía, sin acercarse mínimamente  a la realidad. Estoy seguro que en este difícil y confuso pero provisorio momento que vivimos, las soluciones para los problemas complejos que nos desafían nacen de la sencillez cristiana que se esconde a los poderosos y se muestra a los humildes: la limpieza de la fe en el Resucitado, el calor de la comunión con Él, la fraternidad, la generosidad y la solidaridad concreta que también brota de la amistad con Él.

(SOBRE LOS CLÉRIGOS DE ESCRITORIO, 
INVITÁNDOLOS A SALIR A TRABAJAR 
LA PASTORAL CON ENTUSIASMO, 
UNTÁNDOSE DE PUEBLO)

(48) Todo esto lo quisiera resumir en una frase que les dejo como síntesis, síntesis y recuerdo de este encuentro: Si queremos servir desde el CELAM a nuestra América Latina, lo tenemos que hacer con pasión. Hoy hace falta pasión. Poner el corazón en todo lo que hagamos, pasión de joven enamorado y de anciano sabio, pasión que transforma las ideas en utopías viables, pasión en el trabajo de nuestras manos, pasión que nos convierte en continuos peregrinos en nuestras Iglesias como —permítanme recordarlo— santo Toribio de Mogrovejo, que no se instaló en su sede: de 24 años de episcopado, 18 los pasó entre los pueblos de su diócesis. Hermanos, por favor, les pido pasión, pasión evangelizadora.

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VI. HOMILÍA DEL SANTO PADRE EN LA SANTA MISA

Parque Simón Bolívar, Bogotá

Jueves, 7 de septiembre de 2017

(SOBRE LA PALABRA QUE TIENE PODER PARA 
CONVERTIR CORAZONES, CAMBIAR PLANES Y
PROYECTOS; PROBADA EN LA ACCIÓN Y NO UNA
CONCLUSIÓN DE ESCRITORIO, DE ACUERDOS -DE 
PAZ- FRÍOS Y ALEJADOS DEL DOLOR DE LA GENTE)

(49) Jesús en el Mar de Galilea… Todos ellos vienen a escucharlo, la Palabra de Jesús tiene algo especial que no deja indiferente a nadie; su Palabra tiene poder para convertir corazones, cambiar planes y proyectos. Es una Palabra probada en la acción, no es una conclusión de escritorio, de acuerdos fríos y alejados del dolor de la gente, por eso es una Palabra que sirve tanto para la seguridad de la orilla como para la fragilidad del mar.

(SOBRE LA CORRUPCIÓN Y LA INJUSTICIA SOCIAL.  LA 
PREVALENCIA EGOÍSTA DE LOS INTERESES GRUPALES 
Y PERSONALES. EL IRRESPETO POR LA VIDA HUMANA. 
LA SED DE VENGANZA Y EL ODIO. LA JUSTICIA POR LA 
PROPIA MANO. LA INSENSIBILIDAD ANTE EL DOLOR 
AJENO DE TANTAS VÍCTIMAS)

(50) Esta querida ciudad, Bogotá, y este hermoso País, Colombia, tienen mucho de estos escenarios humanos presentados por el Evangelio. Aquí se encuentran multitudes anhelantes de una palabra de vida, que ilumine con su luz todos los esfuerzos y muestre el sentido y la belleza de la existencia humana. Estas multitudes de hombres y mujeres, niños y ancianos habitan una tierra de inimaginable fecundidad, que podría dar frutos para todos. Pero también aquí, como en otras partes, hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; las tinieblas del irrespeto por la vida humana que siega a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo; las tinieblas de la sed de venganza y del odio que mancha con sangre humana las manos de quienes se toman la justicia por su cuenta; las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor de tantas víctimas.

(SOBRE LA NECESIDAD DE SUPERAR TANTOS INTENTOS 
FALLIDOS DE ACORDAR LA PAZ EN UNA PATRIA QUE HA 
PAGADO CARO SUS DIVISIONES, Y APOYAR EL PRIMER 
PASO EN LA BÚSQUEDA DE LA RECONCILIACIÓN, SIN 
ENREDARNOS EN DISCUSIONES INTERMINABLES)

(51) Nosotros podemos enredarnos en discusiones interminables, sumar intentos fallidos y hacer un elenco de esfuerzos que han terminado en nada; pero igual que Pedro, sabemos qué significa la experiencia de trabajar sin ningún resultado. Esta Nación también sabe de ello, cuando por un período de 6 años, allá al comienzo, tuvo 16 presidentes y pagó caro sus divisiones («la patria boba»); también la Iglesia de Colombia sabe de trabajos pastorales vanos e infructuosos, pero como Pedro, también somos capaces de confiar en el Maestro, cuya palabra suscita fecundidad incluso allí donde la inhospitalidad de las tinieblas humanas hace infructuosos tantos esfuerzos y fatigas. Pedro es el hombre que acoge decidido la invitación de Jesús, que lo deja todo y lo sigue, para transformarse en nuevo pescador, cuya misión consiste en llevar a sus hermanos al Reino de Dios, donde la vida se hace plena y feliz.

(SOBRE QUE HAY QUE APOYAR A LOS QUE HAN 
TOMADO INICIATIVAS DE PAZ Y DE VIDA, TAREA QUE 
ENTRAÑA MUCHA RESPONSABILIDAD)

(52) Pero el mandato de echar las redes no está dirigido sólo a Simón Pedro; a él le ha tocado navegar mar adentro, como aquellos en vuestra patria que han visto primero lo que más urge, aquellos que han tomado iniciativas de paz, de vida. Echar las redes entraña responsabilidad.

(NUEVAMENTE INVITA A DAR EL PRIMER PASO, A HACERNOS 
SEÑAS UNOS A OTROS PARA TRABAJAR MANCOMUNADAMENTE 
COMO SOCIOS DE ESTA EMPRESA COMÚN QUE ES LA PATRIA)

(53) Y como los Apóstoles, hace falta llamarnos unos a los otros, hacernos señas, como los pescadores, volver a considerarnos hermanos, compañeros de camino, socios de esta empresa común que es la patria.

(INVITA A LLAMAR A OTROS, A TODOS, PARA HACER 
LUGAR AL BIEN COMÚN POR ENCIMA DE INTERESES 
MEZQUINOS O PARTICULARES, DEFENDIENDO LOS 
DERECHOS DE LOS MÁS FRÁGILES)

(54) Por donde Jesús ha transitado y transita, para ofrecer su presencia y su palabra fecunda, para sacar de las tinieblas y llevarnos a la luz y a la vida. Llamar a otros, a todos, para que nadie quede al arbitrio de las tempestades; subir a la barca a todas las familias, ellas son santuarios de vida; hacer lugar al bien común por encima de los intereses mezquinos o particulares, cargar a los más frágiles promoviendo sus derechos.

(INVITA A SUPERAR LA HISTORIA DE VIOLENCIA Y DIVISIÓN QUE NO 
SIEMPRE HA ENCONTRADO A LA IGLESIA COMPARTIENDO TEMPESTADES E 
INFORTUNIOS. INVITA A ASUMIR EL RIESGO COMPARTIDO, DEJANDO DE 
LADO LOS EGOÍSMOS. A PERDER EL MIEDO QUE INMOVILIZA Y RETARDA LA 
URGENCIA DE SER CONSTRUCTORES DE PAZ Y PROMOTORES DE LA VIDA)

(55) Pedro sabe de sus fragilidades, de sus idas y venidas, como también lo sabemos nosotros, como lo sabe la historia de violencia y división de vuestro pueblo que no siempre nos ha encontrado compartiendo la barca, tempestad, infortunios. Pero al igual que a Simón, Jesús nos invita a ir mar adentro, nos impulsa al riesgo compartido, no tengan miedo de arriesgar juntos, nos invita a dejar nuestros egoísmos y a seguirlo. A perder miedos que no vienen de Dios, que nos inmovilizan y retardan la urgencia de ser constructores de la paz, promotores de la vida. Navega mar adentro, dice Jesús. Y los discípulos se hicieron señas para juntarse todos en la barca. Que así sea para este pueblo.

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VII. PALABRAS DEL SANTO PADRE EN LA NUNCIATURA APOSTÓLICA

Palabras improvisadas durante el encuentro con niños y personas con discapacidad.

Jueves, 7 de septiembre de 2017

(SOBRE LA INSISTENCIA DEL PAPA EN CUANTO A QUE 
TODOS SOMOS PECADORES Y VULNERABLES, Y QUE NO 
SE DEBE DISCRIMINAR NI DESCARTAR A NADIE PORQUE 
EL QUE ESTÉ LIBRE DE PECADO QUE TIRE LA PRIMERA 
PIEDRA)

(56) Todo esto es su mensaje, un mundo en que la vulnerabilidad sea considerada como la esencia de lo humano... Porque todos somos vulnerables, todos. Adentro en los sentimientos, tantas cosas que ya no funcionan adentro, pero nadie las ve. Y otras las ven, todos. Y necesitamos que esa vulnerabilidad sea respetada, acariciada, curada en la medida de lo posible, y que dé frutos para los demás. Somos vulnerables todos… Por eso no se debe, no se puede descartar a nadie, ¿está claro? Porque cada uno de nosotros es un tesoro, que se ofrece a Dios, para que Dios lo haga crecer según su manera… Y por favor no se olviden de rezar por mí porque yo soy muy vulnerable.

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VIII. PALABRAS DEL SANTO PADRE A LAS FUERZAS ARMADAS Y A LA POLICÍA DE COLOMBIA

Aeropuerto militar CATAM (Bogotá)

Viernes, 8 de septiembre de 2017

(SOBRE LAS FUERZAS ARMADAS QUE TAMBIÉN 
HAN APORTADO SACRIFICIO Y VÍCTIMAS EN 
ESTA GUERRA INSENSATA)

(57) Pero, sobre todo, quiero agradecerles lo que han hecho y lo que hacen por la paz, poniendo en juego la vida. Y eso es lo que hizo Jesús: nos pacificó con el Padre, puso en juego su vida y la entregó. Esto los hermana más a Jesús: arriesgar para hacer paz, para lograr paz. Gracias de corazón por todo esto. ¡Gracias! Y ojalá que puedan ver consolidada la paz en este país que se lo merece. Y ahora, todos juntos, les pido que recemos en silencio por todos los caídos y por todos los que quedaron heridos, algunos que están aquí entre nosotros.

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IX. HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA EN VILLAVICENCIO

“En Dios, reconciliarse con los colombianos y con la creación”.

Catama, Villavicencio

Viernes, 8 de septiembre de 2017

(INVITA A NO PRETENDER PROTAGONISMOS EXCESIVOS, ESCAPAR 
DE LA TENTACIÓN DE ESPIRITUALISMOS EVASIVOS, AFRONTAR LAS 
CIRCUNSTANCIAS DEL TIEMPO QUE NOS TOCÓ VIVIR, Y NO OLVIDAR 
LAS PÁGINAS NEGRAS DE NUESTRA HISTORIA PARA EVITAR EL TENER 
QUE REPETIRLAS)

(58) En el Evangelio hemos escuchado la genealogía de Jesús (cf. Mt 1,1-17), que no es una simple lista de nombres, sino historia viva, historia de un pueblo con el que Dios ha caminado; y, al hacerse uno de nosotros, nos ha querido anunciar que por su sangre corre la historia de justos y pecadores, que nuestra salvación no es una salvación aséptica, de laboratorio, sino concreta, una salvación de vida que camina. Esta larga lista nos dice que somos parte pequeña de una extensa historia y nos ayuda a no pretender protagonismos excesivos, nos ayuda a escapar de la tentación de espiritualismos evasivos, a no abstraernos de las coordenadas históricas concretas que nos toca vivir. También integra en nuestra historia de salvación aquellas páginas más oscuras o tristes, los momentos de desolación y abandono comparables con el destierro.

(SOBRE EL RECHAZO AL PATRIARCALISMO Y EL MACHISMO QUE 
RELEGARON LA MUJER A UN SEGUNDO PLANO. HAY QUE DARLE 
IMPORTANCIA A LA MUJER)

(59) En comunidades donde todavía arrastramos estilos patriarcales y machistas es bueno anunciar que el Evangelio comienza subrayando mujeres que marcaron tendencia e hicieron historia. 

(INSISTE EL PAPA SOBRE EL RESPETO DEBIDO Y EL VALOR 
CONCEDIDO A LA MUJER. HABLA DE LA VIOLENCIA MACHISTA 
NO SOLO FÍSICA SINO VERBAL CONTRA LA MUJER)  

(60) Y hoy, en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso, delicado que, aun no teniendo toda la información, se decide por la fama, dignidad y vida de María. Y, en su duda de cómo hacerlo mejor, Dios lo ayudó a optar iluminando su juicio.

(SOBRE LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA Y LOS 
DESPLAZADOS, DE LOS CUALES UN GRAN PORCENTAJE 
CORRESPONDE A LA MUJER)

(61) Este pueblo de Colombia es pueblo de Dios; también aquí podemos hacer genealogías llenas de historias, muchas de amor y de luz; otras de desencuentros, agravios, también de muerte. ¡Cuántos de ustedes pueden narrar destierros y desolaciones!, ¡cuántas mujeres, desde el silencio, han perseverado solas y cuántos hombres de bien han buscado dejar de lado enconos y rencores, queriendo combinar justicia y bondad!  

(SOBRE LA RECONCILIACIÓN Y EL PERDÓN. LA DEPOSICIÓN DE LAS PASIONES, LOS ORGULLOS, Y LOS CELOS. EL ARREPENTIEMIENTO POR EL PECADO, LA VIOLENCIA, Y EL DESENCUENTRO. ABRIR LA PUERTA Y LOS BRAZOS A TODOS LOS QUE HAN VIVIDO LA DERAMÁTICA REALIDAD DEL CONFLICTO. VENCER LA COMPRENSIBLE TENTACIÓN DE LA VENGANZA. ATREVERSE A DAR EL PRIMER PASO. NO SE TRATA DE LEGITIMAR LAS INJUSTICIAS PERSONALES O ESTRUCTURALES NI DE ACOMODARSE A SITUACIONES DE INJUSTICIA. NO SIGNIFICA DISIMULAR LAS DIFERENCIAS Y LOS CONFLICTOS)

(62) ¿Cómo haremos para dejar que entre la luz? ¿Cuáles son los caminos de reconciliación? Como María, decir sí a la historia completa, no a una parte; como José, dejar de lado las pasiones, los orgullos y los celos; como Jesucristo, hacernos cargo, asumir, abrazar esa historia, porque ahí están ustedes, todos los colombianos, ahí está lo que somos y lo que Dios puede hacer con nosotros si decimos sí a la verdad, a la bondad, a la reconciliación. Y esto sólo es posible si llenamos de la luz del Evangelio nuestras historias de pecado, violencia y desencuentro. La reconciliación no es una palabra que debemos considerarla como abstracta; si eso fuera así, sólo traería esterilidad, traería más distancia. Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto. Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz. Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección, sin esperar a que lo hagan los otros. ¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡No lo olviden, basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona! Esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales. El recurso a la reconciliación concreta no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia.

(SOBRE PROPICIAR UN ENCUENTRO ENTRE 
HERMANOS DISPUESTOS A SUPERAR LA 
TENTACIÓN DEL EGOÍSMO Y A RENUNCIAR 
A LOS INTENTOS DE PSEUDOJUSTICIA. LA 
RECONCILIACIÓN SE CONSOLIDA CON LOS 
APORTES DE TODOS, Y TODO ESFUERZO SIN UN
COMPROMISO SINCERO DE RECONCILIACIÓN 
SERÁ SIEMPRE UN FRACASO)

(63) Más bien, como ha enseñado San Juan Pablo II: «Es un encuentro entre hermanos dispuestos a superar la tentación del egoísmo y a renunciar a los intentos de pseudo justicia; es fruto de sentimientos fuertes, nobles y generosos, que conducen a instaurar una convivencia fundada sobre el respeto de cada individuo y de los valores propios de la sociedad civil» (Carta a los obispos de El Salvador, 6 agosto 1982). La reconciliación, por tanto, se concreta y se consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer esa esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso.

(SOBRE QUE EL SEÑOR HA PROMETIDO CONCEDER LA PAZ Y LA 
UNIDAD, AUXILIA A TODOS LOS PUEBLOS, Y QUIERA ÉL APOYAR 
LA RECONCILIACIÓN EN COLOMBIA PARA GARANTIZAR LA PAZ A 
SU DESCENDENCIA PARA SIEMPRE)

(64) Las «maravillas del Señor», porque lo ha prometido a nuestros padres, Él auxilia a todos los pueblos y auxilia a cada pueblo y auxilia a Colombia que hoy quiere reconciliarse, y a su descendencia para siempre.

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X. PALABRAS DEL SANTO PADRE EN EL GRAN ENCUENTRO DE ORACIÓN POR LA RECONCILIACIÓN NACIONAL

Parque Las Malocas (Villavicencio)

Viernes, 8 de septiembre de 2017

(SOBRE EL PRINCIPAL PROPÓSITO DE SU VISITA A COLOMBIA 
QUE FUE DARLE UN ESPALDARAZO AL ACUERDO DE PAZ. TAL 
COSA NO SERÍA POSIBLE SIN DAR CONSUELO A LAS VÍCTIMAS 
VISIBILIZÁNDOLAS Y DÁNDOLES RECONOCIMIENTO. HABLA 
TAMBIÉN SOBRE EL PERDÓN Y LA DEPOSICIÓN DEL ODIO. SOBRE 
LA ESPERANZA)

(65) Desde el primer día deseaba que llegara este momento de nuestro encuentro. Ustedes llevan en su corazón y en su carne huellas, las huellas de la historia viva y reciente de su pueblo, marcada por eventos trágicos pero también llena de gestos heroicos, de gran humanidad y de alto valor espiritual de fe y esperanza. Los hemos escuchado. Vengo aquí con respeto y con una conciencia clara de estar, como Moisés, pisando un terreno sagrado (cf. Ex 3,5). Una tierra regada con la sangre de miles de víctimas inocentes y el dolor desgarrador de sus familiares y conocidos. Heridas que cuesta cicatrizar y que nos duelen a todos, porque cada violencia cometida contra un ser humano es una herida en la carne de la humanidad; cada muerte violenta nos disminuye como personas. Y estoy aquí no tanto para hablar yo sino para estar cerca de ustedes, mirarlos a los ojos, para escucharlos, abrir mi corazón a vuestro testimonio de vida y de fe. Y si me lo permiten, desearía también abrazarlos y, si Dios me da la gracia, porque es una gracia, quisiera llorar con ustedes, quisiera que recemos juntos y que nos perdonemos ―yo también tengo que pedir perdón― y que así, todos juntos, podamos mirar y caminar hacia delante con fe y esperanza. Nos reunimos a los pies del Crucificado de Bojayá, que el 2 de mayo de 2002 presenció y sufrió la masacre de decenas de personas refugiadas en su iglesia. Esta imagen tiene un fuerte valor simbólico y espiritual. Al mirarla contemplamos no sólo lo que ocurrió aquel día, sino también tanto dolor, tanta muerte, tantas vidas rotas, tanta sangre derramada en la Colombia de los últimos decenios. Ver a Cristo así, mutilado y herido, nos interpela. Ya no tiene brazos y su cuerpo ya no está, pero conserva su rostro y con él nos mira y nos ama. Cristo roto y amputado, para nosotros es «más Cristo» aún, porque nos muestra una vez más que Él vino para sufrir por su pueblo y con su pueblo; y para enseñarnos también que el odio no tiene la última palabra, que el amor es más fuerte que la muerte y la violencia. Nos enseña a transformar el dolor en fuente de vida y resurrección, para que junto a Él y con Él aprendamos la fuerza del perdón, la grandeza del amor.

(SIN MENCIONARLAS CON NOMBRE PROPIO, HABLA DE LO 
DIFÍCIL QUE ES PARA LAS VÍCTIMAS PERDONAR A LAS 
FARC, Y DE QUE EL PAÍS AÚN ES CAMPO FÉRTIL PARA LA 
CIZAÑA. DEPONER LOS DESEOS DE VENGANZA Y DAR PASO 
A LA JUSTICIA Y LA MISERICORDIA. ABRIR LOS BRAZOS A 
LA SANACIÓN Y EL PERDÓN)

(66) Resulta difícil aceptar el cambio de quienes apelaron a la violencia cruel para promover sus fines, para proteger negocios ilícitos y enriquecerse o para, engañosamente, creer estar defendiendo la vida de sus hermanos. Ciertamente es un reto para cada uno de nosotros confiar en que se pueda dar un paso adelante por parte de aquellos que infligieron sufrimiento a comunidades y a un país entero. Es cierto que en este enorme campo que es Colombia todavía hay espacio para la cizaña. No nos engañemos. Ustedes estén atentos a los frutos, cuiden el trigo, no pierdan la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24). Aun cuando perduren conflictos, violencia o sentimientos de venganza, no impidamos que la justicia y la misericordia se encuentren en un abrazo que asuma la historia de dolor de Colombia. Sanemos aquel dolor y acojamos a todo ser humano que cometió delitos, los reconoce, se arrepiente y se compromete a reparar, contribuyendo a la construcción del orden nuevo donde brille la justicia y la paz. 

(SOBRE LA NECESIDAD DE PONER SOBRE LA MESA LA VERDAD)

(67) Como ha dejado entrever en su testimonio Juan Carlos, en todo este proceso, largo, difícil, pero esperanzador de la reconciliación, resulta indispensable también asumir la verdad. Es un desafío grande pero necesario. La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Las tres juntas son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de ellas impide que las otras sean alteradas y se transformen en instrumentos de venganza sobre quien es más débil. La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos. 

(INVITACIÓN A LA RECONCILIACIÓN. A DECIR LA 
VERDAD PARA ENCONTRAR LA JUSTICIA. A PEDIR
Y OFRECER EL PERDÓN. A ENCONTRARSE COMO
HERMANOS Y SUPERAR LAS ENEMISTADES. SANAR
HERIDAS, TENDER PUENTES, LIMAR DIFERENCIAS, 
DESACTIVAR ODIOS, RENUNCIAR A LA VENGANZA, 
ABRIRSE A LA CONVIVENCIA CON LA CREACIÓN DE 
UNA VERDADERA CULTURA DEL ENCUENTRO 
FRATERNO. A SER CONSTRUCTORES DE PAZ)

(68) Quisiera, finalmente, como hermano y como padre, decir: Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios, déjate reconciliar. No le temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: No tengan miedo a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno. Que podamos habitar en armonía y fraternidad, como desea el Señor. Pidámosle ser constructores de paz, que allá donde haya odio y resentimiento, pongamos amor y misericordia (cf. Oración atribuida a San Francisco de Asís).

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XI. PALABRAS DEL SANTO PADRE EN LA NUNCIATURA APOSTÓLICA

Nunciatura apostólica (Bogotá)

Viernes, 8 de septiembre de 2017

(SOBRE EL PERDÓN)

(69) Gracias porque las puertas fueron abiertas y siguen abiertas. Gracias por los que se animan a entrar, y por los que miran de lejos y queriendo entrar no saben cómo. Gracias por aceptar tanto despojo, por saber que uno quedó sin nada y que aun lo que podía hacer todavía no lo logra… pero proclamó delante de todos esa frase que nunca voy a olvidar: «Dios perdona en mí». Son muchos los que no pueden perdonar todavía, pero hoy recibimos una lección de teología, de alta teología: Dios perdona en mí… Basta dejar que Dios haga.

(SOBRE LA RECONCILIACION, 
LA VERDAD, LA JUSTICIA Y 
LA MISERICORDIA)

(70) La reconciliación concreta con la verdad, la justicia y la misericordia sólo la puede hacer Él. Que la haga. Y nosotros aprenderemos, detrás de Él, a hacerla. Gracias por lo que hacen ustedes. Gracias. Y gracias por lo que me enseñaron esta noche.

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XII. HOMILÍA DEL SANTO PADRE AL LLEGAR AL AEROPUERTO ENRIQUE OLAYA HERRERA DE MEDELLÍN

Sábado, 9 de septiembre de 2017

(SOBRE QUE TODOS SOMOS PECADORES)

(71) Gracias por su paciencia, por su perseverancia y por su coraje; y, como todos somos pecadores, pidamos perdón por nuestros pecados.

(SOBRE NO AFERRARNOS A CIERTO ESTILO, CIERTAS 
PRÁCTICAS QUE NOS ACERCAN A UN MODO DE SER 
FARISEO. LA FALTA DE LIBERTAD DE LOS ANTIGUOS 
DOCTORES DE LA LEY PARALIZADOS POR UNA 
INTERPRETACIÓN Y PRÁCTICA RIGORISTA DE LA 
LEY. IR A LO ESENCIAL, RENOVARSE, INVOLUCRARSE)

(72) Jesús, el Señor, les señala que cumplir es caminar detrás Él, y que ese caminar los ponía frente a leprosos, paralíticos, pecadores. Esas realidades demandaban mucho más que una receta o una norma establecida. Aprendieron que ir detrás de Jesús supone otras prioridades, otras consideraciones para servir a Dios. Para el Señor, también para la primera comunidad, es de suma importancia que quienes nos decimos discípulos no nos aferremos a cierto estilo, a ciertas prácticas que nos acercan más al modo de ser de algunos fariseos de entonces que al de Jesús. La libertad de Jesús se contrapone con la falta de libertad de los doctores de la ley de aquella época, que estaban paralizados por una interpretación y práctica rigorista de la ley. Jesús no se queda en un cumplimento aparentemente «correcto», Él lleva la ley a su plenitud y por eso quiere ponernos en esa dirección, en ese estilo de seguimiento que supone ir a lo esencial, renovarse, involucrarse. 

(SOBRE IR A LO ESENCIAL. RENOVARSE 
NO QUIERE DECIR ROMPER CON TODO, 
NI ROMPER CON AQUELLO QUE NO SE 
ACOMODA A NOSOTROS. JESUS NO VINO 
A ABOLIR LA LEY, SINO A LLEVARLA A SU 
PLENITUD. HAY QUE IR A LO PROFUNDO, 
A LO QUE CUENTA Y TIENE VALOR PARA 
LA VIDA. LA RELACIÓN CON DIOS NO 
PUEDE SER UN APEGO FRÍO A NORMAS Y 
LEYES, NI TAMPOCO EL CUMPLIMIENTO DE 
CIERTOS ACTOS EXTERNOS QUE NO LLEVAN 
A UN CAMBIO REAL DE VIDA.)

(73) Son tres actitudes que tenemos que plasmar en nuestra vida de discípulos. Lo primero, ir a lo esencial. No quiere decir «romper con todo», romper con aquello que no se acomoda a nosotros, porque tampoco Jesús vino «a abolir la ley, sino a llevarla a su plenitud» (Mt 5,17). Ir a lo esencial es más bien ir a lo profundo, a lo que cuenta y tiene valor para la vida. Jesús enseña que la relación con Dios no puede ser un apego frío a normas y leyes, ni tampoco un cumplimiento de ciertos actos externos que no llevan a un cambio real de vida. Tampoco nuestro discipulado puede ser motivado simplemente por una costumbre, porque contamos con un certificado de bautismo, sino que debe partir de una viva experiencia de Dios y de su amor. El discipulado no es algo estático, sino un continuo camino hacia Cristo; no es simplemente el apego a la explicitación de una doctrina, sino la experiencia de la presencia amigable, viva y operante del Señor, un permanente aprendizaje por medio de la escucha de su Palabra. Y esa palabra, lo hemos escuchado, se nos impone en las necesidades concretas de nuestros hermanos: será el hambre de los más cercanos en el texto proclamado, o la enfermedad en lo que narra Lucas a continuación. 

(SOBRE QUE JESÚS ZARANDEABA A LOS DOCTORES 
DE LA LEY PARA QUE SALIERAN DE SU RIGIDEZ. LA
IGLESIA ES ZARANDEADA POR EL ESPÍRITU SANTO 
PARA QUE DEJE SUS COMODIDADES Y SUS APEGOS. LA 
RENOVACIÓN NO NOS DEBE ATEMORIZAR. RENOVACIÓN 
FIRME Y BIEN FUNDADA EN LA FE, CON SACRIFICIO Y 
VALENTÍA. NO PARA CONSIDERARSE MEJORES O MÁS 
PULCROS. PONDERAR LO NORMATIVO CUANDO ESTÁ EN 
JUEGO EL SEGUIMIENTO A LOS MANDATOS DE JESÚS.HAY 
QUE RENOVARSE. LA RENOVACIÓN NOS PIDE RESPUESTAS 
NUEVAS. EL AMOR CONVERTIDO EN HECHOS DE NO 
VIOLENCIA, DE RECONCILIACIÓN Y PAZ.)

(74) La segunda palabra, renovarse. Como Jesús «zarandeaba» a los doctores de la ley para que salieran de su rigidez, ahora también la Iglesia es «zarandeada» por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo. La Iglesia siempre está en renovación —Ecclesia semper renovanda —. No se renueva a su antojo, sino que lo hace «firme y bien fundada en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia» (Col 1,23). La renovación supone sacrificio y valentía, no para considerarse mejores o más pulcros, sino para responder mejor al llamado del Señor. El Señor del sábado, la razón de ser de todos nuestros mandatos y prescripciones, nos invita a ponderar lo normativo cuando está en juego el seguimiento; cuando sus llagas abiertas, su clamor de hambre y sed de justicia nos interpelan y nos imponen respuestas nuevas. Y en Colombia hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz.

(SOBRE QUE HAY QUE INVOLUCRARSE, Y ESO NO SIGNIFICA 
ENSUCIARSE O MANCHARSE. MUCHA GENTE TIENE HAMBRE 
DE DIOS, HAMBRE DE DIGNIDAD PORQUE HAN SIDO 
DESPOJADOS. NOSOTROS, CON NUESTRAS ACTITUDES, LOS 
HEMOS DESPOJADO. NO IMPEDIR NI PROHIBIR EL ENCUENTRO. 
LA IGLESIA NO ES UNA ADUANA DE PROHIBIDO EL PASO, DE 
ESTA PARCELA ES MÍA. NO ES NUESTRA, ES DE DIOS. HAY QUE 
TENER PUERTAS ABIERTAS A TODOS. ACOGER A LOS MÁS 
DESAMPARADOS.)

(75) La tercera palabra, involucrarse. Aunque para algunos eso parezca ensuciarse o mancharse. Como David o los suyos que entraron en el Templo porque tenían hambre y los discípulos de Jesús entraron en el sembrado y comieron las espigas, también hoy a nosotros se nos pide crecer en arrojo, en un coraje evangélico que brota de saber que son muchos los que tienen hambre, hambre de Dios - cuánta gente tiene hambre de Dios -, hambre de dignidad, porque han sido despojados. Y me pregunto, si el hambre de Dios de tanta gente quizás no venga porque con nuestras actitudes se la hemos despojado. Y, como cristianos, ayudar a que se sacien de Dios; no impedirles o prohibirles el encuentro. Hermanos, la Iglesia no es una aduana, quiere las puertas abiertas porque el corazón de su Dios está no sólo abierto, sino traspasado por el amor que se hizo dolor. No podemos ser cristianos que alcen continuamente el estandarte de «prohibido el paso», ni considerar que esta parcela es mía, adueñándome de algo que no es absolutamente mío. La Iglesia no es nuestra, hermanos, es de Dios; Él es el dueño del templo y del sembrado; todos tienen cabida, todos son invitados a encontrar aquí y entre nosotros su alimento. Todos. Y Él, el que preparó las bodas para su Hijo- manda a buscar a todos, sanos y enfermos, buenos y malos, todos. Nosotros somos simples «servidores» (cf. Col 1,23) no podemos ser quienes impidamos ese encuentro. Al contrario, Jesús nos pide, como lo hizo a sus discípulos: «Denles ustedes de comer» (Mt 14,16); este es nuestro servicio. Comer el pan de Dios, comer el amor de Dios, comer el pan que nos lleva a sobrevivir también. Bien lo entendió esto Pedro Claver, a quien hoy celebramos en la liturgia y que mañana veneraré en Cartagena. «Esclavo de los negros para siempre» fue su lema de vida, porque comprendió, como discípulo de Jesús, que no podía permanecer indiferente ante el sufrimiento de los más desamparados y ultrajados de su época y que tenía que hacer algo para aliviarlo.

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XIII. SALUDO DEL SANTO PADRE ENCUENTRO EN EL HOGAR SAN JOSÉ

Medellín

Sábado, 9 de septiembre de 2017

(SOBRE EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS, LOS PREDILECTOS 
DE JESÚS. NO AL MALTRATO Y SÍ AL DERECHO DE VIVIR SU 
NIÑEZ CON SERENIDAD Y ALEGRÍA, A TENER UN FUTURO 
ESPERANZADOR)

(76) Ver sufrir a los niños hace mal al alma porque los niños son los predilectos de Jesús. No podemos aceptar que se les maltrate, que se les impida el derecho a vivir su niñez con serenidad y alegría, que se les niegue un futuro de esperanza.

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XIV. PALABRAS DEL SANTO PADRE EN EL ENCUENTRO CON SACERDOTES, RELIGIOSOS, CONSAGRADOS, SEMINARISTAS, Y SUS FAMILIAS

Coliseo La Macarena, Medellín

Sábado, 9 de septiembre de 2017

(RECONOCIMIENTO A LA IDENTIDAD 
PAISA DE LOS ANTIOQUEÑOS)

(77) ¡Queridos «paisas»!

(SOBRE EL ESTÍMULO Y APOYO A LAS VOCACIONES 
RELIGIOSAS. AL PELIGRO DE LOS JÓVENES QUE 
CAEN EN EL CONSUMO Y EL TRÁFICO DE DROGAS. 
ADVIERTE SOBRE LOS CATÓLICOS TIBIOS, SÓLO DE 
APARIENCIA. INVITA A DAR TESTIMONIO DE CRISTO 
METIÉNDOSE AL BARRO, UNTÁNDOSE DE PUEBLO.)

(78) Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas; la vida fraterna y fervorosa de la comunidad es la que despierta el deseo de consagrarse enteramente a Dios y a la evangelización (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 107). Los jóvenes son naturalmente inquietos -o ¿me equivoco?-. Y aquí quiero detenerme un instante y hacer memoria dolorosa, es un paréntesis esto. Los jóvenes son naturalmente inquietos, inquietud tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae ese recuerdo, me evoca tantas vidas jóvenes truncadas, descartadas, destruidas. Los invito a recordar, a acompañar este luctuoso cortejo, a pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes, pedir al Señor que convierta sus corazones, a pedir que acaba esta derrota de la humanidad joven. Los jóvenes son naturalmente inquietos y, si bien asistimos a una crisis del compromiso y de los lazos comunitarios, son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y de voluntariado, son muchos. Y algunos, sí, son católicos practicantes, otros son católicos “al agua de rosas” –como decía mi abuela–, otros no saben si creen o no creen, pero esa inquietud los lleva a hacer algo por los demás, esa inquietud hace llenar los voluntariados de todo el mundo de rostros jóvenes, hay que encauzar la inquietud. Cuando lo hacen captados por Jesús, sintiéndose parte de la comunidad, se convierten en «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra (cf. ibíd., 107). Y cuántos, sin saber que lo están llevando, lo llevan. Esa riqueza de callejear sirviendo, de ser callejeros de una fe que quizás ellos mismos no terminan de entender, es testimonio, testimonio que nos abre a la acción del Espíritu Santo que entra y nos va trabajando el corazón.

(INSISTE EN QUE LOS RELIGIOSOS DEBEN 
CALLEJEAR, METERSE AL BARRO, UNTARSE 
DE PUEBLO)

(79) Es tan importante ese callejear, callejear la fe, callejear la vida.

(A LOS NO CREYENTES LES CUESTA TRABAJO ACEPTAR QUE
DIOS ES UN FRENO PARA EL DESMADRE DEL LIBRE ALBEDRÍO
PORQUE LOS HOMBRES SIN FE FÁCILMENTE SE DESCARRILAN)

(80) Jamás Dios se desentiende de su vid, nunca deja de padecer sus distancias –si yo me alejo Él sufre en su corazón–, nunca deja de salir al encuentro de este pueblo que, cuando se aleja de Él se seca, arde y se destruye.

(CONSIDERA QUE LAS VOCACIONES RELIGIOSAS 
SURGEN EN MEDIO DE MUCHAS DIFICULTADES 
FAMILIARES Y SOCIALES, Y QUE EL MÉRITO DEL 
RELIGIOSO CONSISTE EN SUPERAR ESOS LASTRES)

(81) ¿En qué contextos se generan los frutos de las vocaciones de especial consagración? Seguramente en ambientes llenos de contradicciones, de claroscuros, de situaciones vinculares complejas. Nos gustaría contar con un mundo, con familias y vínculos más llanos, pero somos parte de este cambio de época, de esta crisis cultural, y en medio de ella, contando con ella, Dios sigue llamando. O sea que a mí no que no me vengas con el cuento de que: “No, claro, no hay tantas vocaciones de especial consagración, porque, claro, con esta crisis que vivimos”. Eso ¿Saben qué es?: ¡Cuentos chinos!, clarito. Aún en medio de esta crisis Dios sigue llamando. Sería casi evasivo pensar que todos ustedes han escuchado el llamado de Dios en medio de familias sostenidas por un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia (cf. Exhort. ap. Amoris laetitia, 5). Algunos sí, pero no todos. Algunas familias, quiera Dios que muchas, son así. Pero tener los pies sobre la tierra es reconocer que nuestros procesos vocacionales, el despertar del llamado de Dios, nos encuentra más cerca de aquello que ya relata la Palabra de Dios y de lo que tanto sabe Colombia: «Un sendero de sufrimiento y de sangre […] la violencia fratricida de Caín sobre Abel y los distintos litigios entre los hijos y entre las esposas de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, llegando luego a las tragedias que llenan de sangre a la familia de David, hasta las múltiples dificultades familiares que surcan la narración de Tobías o la amarga confesión de Job abandonado» (ibíd., 20). Y desde el comienzo ha sido así, no piensen en la situación ideal, ésta es la situación real. Dios manifiesta su cercanía y su elección donde quiere, en la tierra que quiere, y como esté en ese momento, con las contradicciones concretas, como Él quiere.

(AQUÍ EXPRESA LA IDEA DE QUE TODOS, INCLUSO 
EL PAPA, SOMOS VULNERABLES; Y, DE PASO, 
INSISTE EN QUE LOS RELIGIOSOS DE TODOS LOS 
NIVELES DEBEN CALLEJEAR Y UNTARSE DE PUEBLO)

(82) Él cambia el curso de los acontecimientos al llamar a hombres y mujeres en la fragilidad de la propia historia personal y comunitaria. No le tengamos miedo a esta tierra compleja. Antenoche, una chica con capacidades especiales, en el grupo que me dio la bienvenida en la Nunciatura, habló de que en el núcleo de lo humano está la vulnerabilidad, y explicaba por qué. Y a mí se me ocurrió preguntarle: “¿Todos somos vulnerables?” - “Sí, todos”. “¿Pero hay alguien que no es vulnerable?”. Me contestó: “Dios”. Pero Dios quiso hacerse vulnerable y quiso salir a callejaer con nosotros, quiso salir a vivir nuestra historia tal como era, quiso hacerse hombre en medio de una contradicción, en medio de algo incomprensible…

(AQUÍ EXPRESA LA IDEA, CLARA E INCONTROVERTIBLE 
PARA LOS CATÓLICOS, DE QUE EN ESTA RELIGIÓN SE 
ENCUENTRA LA VERDAD DE JESUCRISTO QUE ES EL CAMINO, 
LA VERDAD, Y LA VIDA; Y QUE NADIE LLEGA AL PADRE SI NO 
ES POR ÉL. PARA LOS ATEOS Y LOS CREYENTES DE OTRAS 
RELIGIONES NO ES ASÍ, PERO HABRÁN DE CONVENIR EN QUE LO 
IMPORTANTE ES QUE EN LA RELIGIÓN, EN CUALQUIER RELIGIÓN, 
NO HAYA ESPACIO PARA EL ENGAÑO, LA DOBLEZ, Y LAS OPCIONES 
MEZQUINAS. PARECIERA ESTE DISCURSO HABERSE ESCRITO 
PENSANDO ESPECIALMENTE EN LOS SACERDOTES PEDÓFILOS, 
EN LOS CLÉRIGOS CORRUPTOS, EN LOS QUE TIENEN SUS INTERESES 
PUESTOS EN EL MATERIALISMO Y EL DINERO)

(83) Y esta vid —que es la de Jesús— tiene el atributo de ser la verdadera. Él ya utilizó este término en otras ocasiones en el Evangelio de Juan: la luz verdadera, el verdadero pan del cielo, o el testimonio verdadero. Ahora, la verdad no es algo que recibimos —como el pan o la luz— sino que brota desde adentro. Somos pueblo elegido para la verdad, y nuestro llamado tiene que ser en la verdad. Si somos sarmientos de esa vid, si nuestra vocación está injertada en Jesús, no puede haber lugar para el engaño, la doblez, las opciones mezquinas.

(SE REFIERE A LA TORPEZA DEL AFÁN DE LUCRO. NO APROVECHARSE  
DE LA POSICIÓN PARA OBTENER BENEFICIOS MATERIALES. NO SE PUEDE 
SERVIR A DOS SEÑORES. EL DIABLO ENTRA POR EL BOLSILLO. SE EMPIEZA 
POR POCO Y SE TERMINA CON MUCHO. LA VOCACIÓN RELIGIOSA NO ES UN 
EMPLEO O PROFESIÓN PARA OBTENER HONORES, TRANQUILIDAD ECONÓMICA, 
Y PROMOCIÓN SOCIAL. PARA SUBIR DE CATEGORÍA.)

(84) Las vocaciones de especial consagración mueren cuando se quieren nutrir de honores, cuando están impulsadas por la búsqueda de una tranquilidad personal y de promoción social, cuando la motivación es «subir de categoría», apegarse a intereses materiales, que llegan incluso a la torpeza del afán de lucro. Lo dije ya en otras ocasiones y lo quiero repetir como algo que es verdad y es cierto, no se olviden, el diablo entra por el bolsillo, siempre. Esto no es privativo de los comienzos, todos nosotros tenemos que estar atentos porque la corrupción en los hombres y las mujeres que están en la Iglesia empieza así, poquito a poquito, luego —nos lo dice Jesús mismo— se enraíza en el corazón y acaba desalojando a Dios de la propia vida. «No se puede servir a Dios y al dinero» (Mt 6,21.24) (Aplausos). Jesús dice: “No se puede servir a dos señores”. O sea, a dos Señores, como si hubiera sólo dos señores en el mundo: no se puede servir a Dios y al dinero. Jesús le da categoría de señor al dinero, ¿qué quiere decir?: Que si te agarra no te suelta, será tu señor desde tu corazón, cuidado. No podemos aprovecharnos de nuestra condición religiosa y de la bondad de nuestro pueblo para ser servidos y obtener beneficios materiales.

(LOS RELIGIOSOS NO PUEDEN 
ABUSAR DE LOS NECESITADOS)

(85) El veneno de la mentira, el ocultamiento, la manipulación y el abuso al Pueblo de Dios, a los frágiles y especialmente a los ancianos y niños, no pueden tener cabida en nuestra comunidad. Cuando un consagrado, una consagrada, una comunidad, una institución —llámese parroquia o lo que sea— opta por ese estilo es una rama seca. Sólo hay que sentarse y esperar que el Señor la venga a cortar.

(LA BUENA NOTICIA ES QUE DIOS PERDONA AL 
PECADOR ARREPENTIDO Y EL CAÍDO PUEDE 
VOLVER A LEVANTARSE PARA PONERSE EN EL 
CAMINO DE LA PERSEVERANCIA FINAL 
APEGÁNDOSE A JESÚS Y A SUS ENSEÑANZAS)

(86) La buena noticia es que Él está dispuesto a limpiarnos, la buena noticia es que todavía no estamos terminados, estamos en proceso de fabricación, que como buenos discípulos estamos en camino. ¿Cómo va cortando Jesús los factores de muerte que anidan en nuestra vida y distorsionan el llamado? Invitándonos a permanecer en Él; permanecer no significa solamente estar, sino que indica mantener una relación vital, existencial, de absoluta necesidad; es vivir y crecer en unión fecunda con Jesús, fuente de vida eterna. Permanecer en Jesús no puede ser una actitud meramente pasiva o un simple abandono sin consecuencias en la vida cotidiana, siempre trae una consecuencia, siempre. Y permítanme proponerles… [porque se está haciendo un poco largo esto (responden: “No!”)… No van a decir que sí, así que no les creo]… Permítanme proponerles tres modos de hacer efectivo este permanecer, o sea que los puede ayudar a permanecer en Jesús.

(A LA MANERA DE JESÚS, HAY QUE SER BUENOS 
SAMARITANOS Y NO JUECES. CONMOVERSE ANTE LAS 
NECESIDADES DE LOS DEMÁS, SOBRE TODO ANTE LOS 
AVASALLADOS POR LA INJUSTICIA, LA POBREZA INDIGNA, 
LA INDIFERENCIA, LA PERVERSA ACCIÓN DE LA CORRUPCIÓN 
Y LA VIOLENCIA. LOS RELIGIOSOS NO PUEDEN CONVERTIRSE 
EN UNOS ADMINISTRADORES DE DESGRACIAS)

(87) I. Permanecemos en Jesús tocando la humanidad de Jesús: Con la mirada y los sentimientos de Jesús, que contempla la realidad no como juez, sino como buen samaritano; que reconoce los valores del pueblo con el que camina, así como sus heridas y pecados; que descubre el sufrimiento callado y se conmueve ante las necesidades de las personas, sobre todo cuando estas se ven avasalladas por la injusticia, la pobreza indigna, la indiferencia, o por la perversa acción de la corrupción y la violencia. Con los gestos y palabras de Jesús, que expresan amor a los cercanos y búsqueda de los alejados; ternura y firmeza en la denuncia del pecado y el anuncio del Evangelio; alegría y generosidad en la entrega y el servicio, sobre todo a los más pequeños, rechazando con fuerza la tentación de dar todo por perdido, de acomodarnos o de volvernos sólo administradores de desgracias. ¿Cuántas veces escuchamos hombres y mujeres consagrados que parece que en vez de administrar gozo, alegría, crecimiento, vida, administran desgracias, y se la pasan lamentándose, lamentándose de las desgracias de este mundo. Es la esterilidad, la esterilidad de quien es incapaz de tocar la carne sufriente de Jesús.

(EL RELIGIOSO DEBE SACAR TIEMPO DIARIAMENTE PARA 
LEER REFLEXIONANDO LAS SANTAS ESCRITURAS Y 
PREGUNTÁNDOSE QUÉ ES LO QUE QUIERE DIOS. HAY QUE 
CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS Y ORAR, ORAR MUCHO 
PARA EVITAR UNA EXPERIENCIA VACÍA. DIJO SAN AGUSTÍN 
QUE NADIE PUEDE AMAR LO QUE NO CONOCE). 

(88) II. Permanecemos contemplando su divinidad: Despertando y sosteniendo la admiración por el estudio que acrecienta el conocimiento de Cristo porque, como recuerda San Agustín, no se puede amar a quien no se conoce (cf. La Trinidad, Libro X, cap. I, 3). Privilegiando para ese conocimiento el encuentro con la Sagrada Escritura, especialmente el Evangelio, donde Cristo nos habla, nos revela su amor incondicional al Padre, nos contagia la alegría que brota de la obediencia a su voluntad y el servicio a los hermanos. Yo les quiero hacer una pregunta, pero no me la respondan, se la responde cada uno a sí mismo: ¿Cuántos minutos o cuántas horas leo el Evangelio o la Escritura por día? Se la contestan. Quien no conoce las Escrituras, no conoce a Jesús. Quien no ama las Escrituras, no ama a Jesús (cf. San Jerónimo, Prólogo al comentario del profeta Isaías: PL 24,17). ¡Gastemos tiempo en una lectura orante de la Palabra! En auscultar en ella qué quiere Dios para nosotros y nuestro pueblo. Que todo nuestro estudio nos ayude a ser capaces de interpretar la realidad con los ojos de Dios, que no sea un estudio evasivo de los aconteceres de nuestro pueblo, que tampoco vaya al vaivén de modas o ideologías. Que no viva de añoranzas ni quiera encorsetar el misterio, que no quiera responder a preguntas que ya nadie se hace y dejar en el vacío existencial a aquellos que nos cuestionan desde las coordenadas de sus mundos y sus culturas. Permanecer y contemplar su divinidad haciendo de la oración parte fundamental de nuestra vida y de nuestro servicio apostólico. La oración nos libera del lastre de la mundanidad, nos enseña a vivir de manera gozosa, a elegir alejándonos de la superficialidad, en un ejercicio de verdadera libertad. En la oración crecemos en libertad, en la oración aprendemos a ser libres. La oración nos saca de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una experiencia religiosa vacía y nos lleva a ponernos con docilidad en las manos de Dios para realizar su voluntad y hacer eficaz su proyecto de salvación. Y en la oración, yo les quiero aconsejar una cosa también: pidan, contemplen, agradezcan, intercedan, pero también acostúmbrense a adorar. No está muy de moda adorar. Acostúmbrense a adorar. Aprender a adorar en silencio. Aprendan a orar así.

(Haber sido llamados a la vida religiosa no nos da un certificado de
buena conducta e impecabilidad, no estamos revestidos de  una 
aureola de santidad. Todos somos pecadores. Ustedes, y yo. 
Todos somos pecadores. ¡Ay de aquel que vive con cara de 
estampita! ¡Ay! Recen por mí.)

(89) Seamos hombres y mujeres reconciliados para reconciliar. Haber sido llamados no nos da un certificado de buena conducta e impecabilidad; no estamos revestidos de una aureola de santidad. “Guai” del religioso, el consagrado, el cura o la monja que vive con cara de estampita, por favor, “guai”. Todos somos pecadores, todos necesitamos del perdón y la misericordia de Dios para levantarnos cada día; Él arranca lo que no está bien y hemos hecho mal, lo echa fuera de la viña, lo quema. Nos deja limpios para poder dar fruto. Así es la fidelidad misericordiosa de Dios para con su pueblo, del que somos parte. Él nunca nos dejará tirados al costado del camino, nunca. Dios hace de todo para evitar que el pecado nos venza y que después nos cierre las puertas de nuestra vida a un futuro de esperanza y de gozo. Él hace de todo para evitar eso, y si no lo logra se queda al lado, hasta que se me ocurra mirar para arriba, porque me doy cuenta que estoy caído. Así es Él. 

(EL RELIGIOSO DEBE VIVIR CON ALEGRÍA. NO 
PODEMOS SER DISCÍPULOS TRISTES Y 
APÓSTOLES AMARGADOS. DEBE DIFUNDIR LA 
ESPERANZA EN LA NUEVA VIDA QUE CRISTO 
HA TRAÍDO AL MUNDO.)

(90) III. Tercero, finalmente, hay que permanecer en Cristo para vivir en alegría. Repito, permanecer para vivir en alegría. Si permanecemos en Él, su alegría estará con nosotros. No seremos discípulos tristes y apóstoles amargados. Lean el final de la Evangelii nuntiandi [Exhortación apostólica de Pablo VI], os aconsejo esto. Al contrario, reflejaremos y portaremos la alegría verdadera, el gozo pleno que nadie nos va a poder quitar, difundiremos la esperanza de nuestra vida nueva que Cristo nos ha traído. El llamado de Dios no es una carga pesada que nos roba la alegría, ¿es pesada? A veces sí, pero no nos roba la alegría. A través de ese peso también nos da la alegría. Dios no nos quiere sumidos en la tristeza –uno de los malos espíritus que se apoderaban del alma y que ya lo denunciaban los monjes del desierto–; Dios no nos quiere sumidos en el cansancio que viene de las actividades mal vividas, sin una espiritualidad que haga feliz nuestra vida y aun nuestras fatigas. Nuestra alegría contagiosa tiene que ser el primer testimonio de la cercanía y del amor de Dios. Somos verdaderos dispensadores de la gracia de Dios cuando trasparentamos la alegría del encuentro con Él.

(LOS RELIGIOSOS SON SERES BENDECIDOS POR DIOS 
Y TIENEN LA MISIÓN DE AYUDAR A COLOMBIA EN UN 
NUEVO COMIENZO DE PAZ Y CONVIVENCIA DEJANDO 
ATRÁS EL DILUVIO DE LA VIOLENCIA)

(91) Dios se ha fijado en nosotros, en nuestras comunidades y familias. El Señor ha puesto su mirada sobre Colombia: ustedes son signo de ese amor de predilección. Nos toca ofrecer todo nuestro amor y servicio unidos a Jesucristo, que es nuestra vid. Y ser promesa de un nuevo inicio para Colombia, que deja atrás diluvios –como el de Noé– de desencuentro y violencia, que quiere dar muchos frutos de justicia y de paz, de encuentro y de solidaridad. Que Dios los bendiga; que bendiga la vida consagrada en Colombia. Y no se olviden de rezar por mí, para que me bendiga también.

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XV. ÁNGELUS Y VISITA A LA CASA SANTUARIO DE SAN PEDRO CLAVER

Iglesia de San Pedro Claver

Domingo 10 de septiembre de 2017

(EL PAPA INSISTE EN LA DEFENSA Y PROTECCIÓN 
DE LOS DESPOSEÍDOS Y DESPLAZADOS)

(92) Efectivamente, San Pedro Claver ha testimoniado en modo formidable la responsabilidad y el interés que cada uno de nosotros debe tener por sus hermanos. Este santo fue, por lo demás, acusado injustamente de ser indiscreto por su celo y debió enfrentar duras críticas y una pertinaz oposición por parte de quienes temían que su ministerio socavase el lucrativo comercio de los esclavos. Todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos, o bien mendigan un poco de humanidad, un momento de ternura, se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y sus propios derechos.

(SIGUE INSISTIENDO EN LA DEFENSA Y
PROTECCIÓN DE LOS DESPOSEÍDOS Y 
DESPLAZADOS)

(93) Nuestra Señora María de Chiquinquirá y San Pedro Claver nos invitan a trabajar por la dignidad de todos nuestros hermanos, en especial por los pobres y descartados de la sociedad, por aquellos que son abandonados, por los emigrantes, por los que sufren la violencia y la trata. Todos ellos tienen su dignidad y son imagen viva de Dios. Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y a todos nosotros la Virgen nos sostiene en sus brazos como a hijos queridos. Dirijamos nuestra oración a la Virgen Madre, para que nos haga descubrir en cada uno de los hombres y mujeres de nuestro tiempo el rostro de Dios.

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XVI. SANTA MISA EN EL ÁREA PORTUARIA DE CONTECAR

Cartagena de Indias

Domingo 10 de septiembre de 2017

(NO HAY PECADOR QUE NO PUEDA SER PERDONADO. 
HAY QUE ANIMARSE A DAR EL PRIMER PASO.)

(94) No hay nadie lo suficientemente perdido que no merezca nuestra solicitud, nuestra cercanía y nuestro perdón. Desde esta perspectiva, se entiende entonces que una falta, un pecado cometido por uno, nos interpele a todos pero involucra, en primer lugar, a la víctima del pecado del hermano; y ese está llamado a tomar la iniciativa para que quien lo dañó no se pierda. Tomar la iniciativa, el que toma la iniciativa siempre es el más valiente.

(ANIMARSE A DAR EL PRIMER PASO, SUPERANDO LOS 
DESEOS DE VENGANZA, BUSCANDO ARMONÍA ENTRE 
LA POLÍTICA Y EL DERECHO, E INVOLUCRANDO A LA 
GENTE MÁS ALLÁ DE LOS DISCURSOS Y LAS NORMAS 
ESCRITAS. HAY PERSONAS QUE PERSISTEN EN 
PECADOS COMO EL TRÁFICO DE DROGAS, LA DESTRUCCIÓN 
Y CONTAMINACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE, EL LAVADO DE 
DINEROS, LA EXPLOTACIÓN LABORAL, LA ESPECULACIÓN 
FINANCIERA, LA EXCLUSIÓN DE LOS DESPOSEÍDOS, LA 
TRATA DE SERES HUMANOS, EL ABUSO DE LOS MENORES, 
LA ESCLAVITUD SOTERRADA. HAY QUE DAR EL PRIMER 
PASO PARA LA RECONCILIACIÓN Y EL PERDÓN, PERO 
DEBE CONLLEVAR LA DEJACIÓN DE ESOS PECADOS Y ESOS 
DELITOS CONTRA LA HUMANIDAD. EN DEFINITIVA, LA 
EXIGENCIA ES CONSTRUIR LA PAZ, HABLANDO NO CON LA 
LENGUA SINO CON MANOS Y OBRAS)

(95) En estos días escuché muchos testimonios de quienes han salido al encuentro de personas que les habían dañado. Heridas terribles que pude contemplar en sus propios cuerpos; pérdidas irreparables que todavía se siguen llorando, sin embargo han salido, han dado el primer paso en un camino distinto a los ya recorridos. Porque Colombia hace décadas que a tientas busca la paz y, como enseña Jesús, no ha sido suficiente que dos partes se acercaran, dialogaran; ha sido necesario que se incorporaran muchos más actores a este diálogo reparador de los pecados. «Si no te escucha (tu hermano), busca una o dos personas más» (Mt 18,15), nos dice el Señor en el Evangelio. Hemos aprendido que estos caminos de pacificación, de primacía de la razón sobre la venganza, de delicada armonía entre la política y el derecho, no pueden obviar los procesos de la gente. No se alcanza con el diseño de marcos normativos y arreglos institucionales entre grupos políticos o económicos de buena voluntad. Jesús encuentra la solución al daño realizado en el encuentro personal entre las partes. Además, siempre es rico incorporar en nuestros procesos de paz la experiencia de sectores que, en muchas ocasiones, han sido invisibilizados, para que sean precisamente las comunidades quienes coloreen los procesos de memoria colectiva. «El autor principal, es el sujeto histórico de este proceso, es la gente y su cultura, no es una clase, una fracción, un grupo, una élite. Toda la gente y su cultura. No necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo. Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 239). Nosotros podemos hacer un gran aporte a este paso que quiere dar Colombia. Jesús nos señala que este camino de reinserción en la comunidad comienza con un diálogo de a dos. Nada podrá reemplazar ese encuentro reparador; ningún proceso colectivo nos exime del desafío de encontrarnos, de clarificar, de perdonar. Las heridas hondas de la historia precisan necesariamente de instancias donde se haga justicia, se dé posibilidad a las víctimas de conocer la verdad, el daño sea convenientemente reparado y haya acciones claras para evitar que se repitan esos crímenes. Pero eso sólo nos deja en la puerta de las exigencias cristianas. A nosotros, cristianos, se nos exige generar «desde abajo» generar un cambio cultural: a la cultura de la muerte, de la violencia, responder con la cultura de la vida y del encuentro. Nos lo decía ya ese escritor tan de ustedes y tan de todos: «Este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con plata, sino con una educación para la paz, construida con amor sobre los escombros de un país enardecido donde nos levantamos temprano para seguirnos matándonos los unos a los otros, una legítima revolución de paz que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante casi dos siglos hemos usado para destruirnos y que reivindique y enaltezca el predominio de la imaginación» (Gabriel García Márquez, Mensaje sobre la paz, 1998). ¿Cuántos hemos accionado en favor del encuentro y de la paz? ¿Cuánto hemos omitido, permitiendo que la barbarie se hiciera carne en la vida de nuestro pueblo? Jesús nos manda a confrontarnos con esos modos de conducta, esos estilos de vida que dañan al cuerpo social, que destruyen la comunidad. ¡Cuántas veces se «normalizan», se viven como normales, procesos de violencia, exclusión social, sin que nuestra voz se alce ni nuestras manos acusen proféticamente! Al lado de San Pedro Claver había millares de cristianos, consagrados muchos de ellos; pero sólo un puñado inició una corriente contracultural de encuentro. San Pedro supo restaurar la dignidad y la esperanza de centenares de millares de negros y de esclavos que llegaban en condiciones absolutamente inhumanas, llenos de pavor, con todas sus esperanzas perdidas. No poseía títulos académicos de renombre; más aún, se llegó a afirmar que era «mediocre» de ingenio, pero tuvo el «genio» de vivir cabalmente el Evangelio, de encontrarse con quienes otros consideraban sólo un deshecho. Siglos más tarde, la huella de este misionero y apóstol de la Compañía de Jesús fue seguida por Santa María Bernarda Bütler, que dedicó su vida al servicio de pobres y marginados en esta misma ciudad de Cartagena. En el encuentro entre nosotros redescubrimos nuestros derechos, recreamos la vida para que vuelva a ser auténticamente humana. «La casa común de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida humana, de cada hombre y cada mujer; de los pobres, de los ancianos, de los niños, de los enfermos, de los no nacidos, de los desocupados, de los abandonados, de los que se juzgan descartables porque no se los considera más que números de una u otra estadística. La casa común de todos los hombres debe también edificarse sobre la comprensión de una cierta sacralidad de la naturaleza creada» (Discurso a las Naciones Unidas, 25 septiembre 2015). También Jesús en el Evangelio nos señala la posibilidad de que el otro se cierre, se niegue a cambiar, persista en su mal. No podemos negar que hay personas que persisten en pecados que hieren la convivencia y la comunidad: «Pienso en el drama lacerante de la droga, con la que algunos lucran despreciando las leyes morales y civiles, este mal atenta directamente contra la dignidad de la persona humana y va rompiendo la progresivamente la imagen que el Creador ha plasmado. Condeno con firmeza esta lacra que ha puesto fin a tantas vidas y que es mantenida y sostenida por hombres sin escrúpulos. No se puede jugar con la vida de nuestro hermano ni manipular su dignidad. Hago un llamado para que se busquen los modos para terminar con el narcotráfico que lo único que hace es sembrar muerte por doquier, truncando tantas esperanzas y destruyendo tantas familias. Pienso también en otros dramas como en la devastación de los recursos naturales y en la contaminación, en la tragedia de la explotación laboral, pienso en el blanqueo ilícito del dinero así como la especulación financiera, que a menudo asume rasgos perjudiciales y demoledores para enteros sistemas económicos y sociales, exponiendo a la pobreza a millones de hombres y mujeres; pienso en la prostitución que cada día cosecha víctimas inocentes, sobre todo entre los más jóvenes, robándoles el futuro; pienso en la abominable trata de seres humanos, en los delitos y abusos contra los menores, en la esclavitud que todavía difunde su horror en muchas partes del mundo, en la tragedia frecuentemente desatendida de los emigrantes con los que se especula indignamente en la ilegalidad» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2014, 8), e incluso también se especula en una «aséptica legalidad» pacifista que no tiene en cuenta la carne del hermano, la carne de Cristo. También para esto debemos estar preparados, y sólidamente asentados en principios de justicia que en nada disminuyen la caridad. No es posible convivir en paz sin hacer nada con aquello que corrompe la vida y atenta contra ella. A este respecto, recordamos a todos aquellos que, con valentía y de forma incansable, han trabajado y hasta han perdido la vida en la defensa y protección de los derechos de la persona humana y su dignidad. Como a ellos, la historia nos pide asumir un compromiso definitivo en defensa de los derechos humanos, aquí, en Cartagena de Indias, lugar que ustedes han elegido como sede nacional de su tutela. Finalmente, Jesús nos pide que recemos juntos; que nuestra oración sea sinfónica, con matices personales, diversas acentuaciones, pero que alce de modo conjunto un mismo clamor. Estoy seguro de que hoy rezamos juntos por el rescate de aquellos que estuvieron errados y no por su destrucción, por la justicia y no la venganza, por la reparación en la verdad y no el olvido. Rezamos para cumplir con el lema de esta visita: «¡Demos el primer paso!», y que este primer paso sea en una dirección común. «Dar el primer paso» es, sobre todo, salir al encuentro de los demás con Cristo, el Señor. Y Él nos pide siempre dar un paso decidido y seguro hacia los hermanos, renunciando a la pretensión de ser perdonados sin perdonar, de ser amados sin amar. Si Colombia quiere una paz estable y duradera, tiene que dar urgentemente un paso en esta dirección, que es aquella del bien común, de la equidad, de la justicia, del respeto de la naturaleza humana y de sus exigencias. Sólo si ayudamos a desatar los nudos de la violencia, desenredaremos la compleja madeja de los desencuentros: se nos pide dar el paso del encuentro con los hermanos, atrevernos a una corrección que no quiere expulsar sino integrar; se nos pide ser caritativamente firmes en aquello que no es negociable; en definitiva, la exigencia es construir la paz, «hablando no con la lengua sino con manos y obras» (San Pedro Claver), y levantar juntos los ojos al cielo: Él es capaz de desatar aquello que para nosotros parece imposible, Él nos prometió acompañarnos hasta el fin de los tiempos, y Él no va a dejar estéril tanto esfuerzo.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)




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