domingo, 26 de noviembre de 2017

232. Virgilio Pineda bajo el embrujo de Anacaona

La historia la contó el músico Virgilio Pineda Caicedo, nacido el 4 de octubre de 1928 en El Líbano (Tolima), a los melómanos y coleccionistas de la tertulia musical Amigos del Salón Málaga, durante el homenaje de celebración que sus contertulios le hicieron a principios de octubre de 2017, con motivo de arribar a los 89 años de vida. Según su cédula de ciudadanía, es tal la fecha de su nacimiento, “Aunque unos me ponen de más o de menos, y yo no me pongo a pelear por eso”

Virgilio Pineda y Leonia Muñoz en el Salón Málaga

Primo en segundo grado de los cantantes Carlos Julio, Alcira, y Régulo Ramírez; hace parte de una dinastía musical enraizada en los departamentos de Tolima y Cundinamarca; dinastía sobre la que escribí el artículo “Dinastía vocal de los Ramírez”, publicado en este mismo blog.


“Es que Carlos Julio y Alcira eran primos segundos de Régulo; y yo soy primo segundo de los tres”, dice Virgilio que en 1947 se encontraba en Bogotá, y en 1948 resolvió viajar a Medellín, la que convertiría en patria chica por adopción… 

“Porque a poco de llegar conocí a mi esposa Carlota Berrío González, bisnieta del Dr. Pedro Justo Berrío, que entonces era una jovencita de catorce años, estudiante del Colegio del Sagrado Corazón en el barrio Buenos Aires, un colegio donde estudiaban las muchachas de la clase alta”. 

La chica se enamoró de este músico tolimense que por entonces tenía 20 años, y el 10 de mayo de 1949 resolvieron casarse… 

“La tuve que raptar con escalera apoyada en el muro del antejardín de su casa, porque nuestros amores no eran bien vistos por la familia debido a que yo era músico, bohemio, pobre, enamorado, alocado, con todos los defectos de un yerno que los padres no quieren para sus hijas”. 

Los casó el padre Manuel J. Betancur Campuzano en la iglesia de la Veracruz, “Y tuvo qué prestarnos unas argollas, porque nosotros no teníamos”. Un pariente cercano de la muchacha, que estaba por entonces encargado de la Gobernación del Departamento de Antioquia, puso a la policía en la búsqueda de la pareja, logrando llevar al joven a la cárcel acusándolo de rapto de menor de edad…

“Mi esposa se indignó y exhibió la partida de matrimonio, con lo cual la policía me tuvo que dejar libre, aunque los hermanos y demás parientes me montaron una persecución sicológica y de acoso social que no me dejaba en paz. Debido a tantas presiones familiares nos separamos por un par de años, y estuve pensando en regresar al Tolima, pero las cosas tuvieron un giro que yo no me esperaba”.

Al finalizar el año 1949 los argentinos Roberto Rey y Tita Duval tenían un grill…

“En una vieja casona frente a la pista de carreras del Hipódromo San Fernando en Itagüí, en donde ahora está la plaza mayorista”. 

Pineda, guitarra y primera voz; y su compañero Alfredo Pérez, tiple y segunda voz; tenían el dueto de “Pineda y Pérez”, que fue contratado por los argentinos por un par de semanas para hacer de cortineros en las presentaciones de la Orquesta Femenina Anacaona, de Cuba.

Anacaona, nacida cerca de 1474 y fallecida en 1503, fue una cacica indígena de gran belleza y mucho valor que vivía en Quisqueya o República Dominicana a la llegada de los españoles a América; y estos le dieron muerte en represalia por los daños que logró causar a los descubridores.

Orquesta Femenina Anacaona / Cuba / Grandes Éxitos, “Traigo mi coco seco”.


Esta orquesta, compuesta casi en su totalidad por mujeres mulatas “de piel oscura y facciones blancas”, fue fundada el 17 de febrero del año 1932 en La Habana por Concepción “Cuchito” Castro Zaldarriaga el director (saxofón), y sus hermanas Argemira “Milla o Millo” (tambores), Ada (tres, violín, y trompeta), Caridad “Cachita” (contrabajo), Olga “Bola” (saxofón, flauta, clarinete, y maracas), Alicia (saxofón, clarinete, y contrabajo), Ondina (trompeta), Xiomara (trompeta), Emma, Flora, y Yolanda; además de Hortensia Palacio (piano) y Graciela Pérez (cantante). En casa de los Castro hijos de don Matías, todos eran músicos. Recibieron el apelativo de “Las mulatas del sabor”. No siempre coincidieron, pues en su primera etapa empezaron siendo un sexteto, pasaron a ser un septeto, luego un octeto, una jazz band, una charanga típica, y finalmente una orquesta. Con el tiempo pasó a tener una nueva generación de integrantes, y la orquesta sigue vigente en la actualidad…

Alicia Castro, de las Hermanas Anacaona

“Yo tenía la vida muy complicada por el rechazo de la familia de mi esposa, por la separación de ella, y por sentirme asfixiado ya en esta ciudad; pero todo fue ver a Alicia la Anacaona, y sentir de inmediato una fuerte atracción. Ella también se sintió atraída por mí”.

Virgilio armó viaje para La Habana a buscar a Alicia… 

“Pero, como no tenía dinero, me tocó viajar de polizón en un barco carguero desde Barranquilla; que llevaba de todo, hasta rollos de alambre de púas que me laceraron las espaldas”.

Llegó a La Habana “a la casa del barrio La Víbora donde vivían las Anacaona”, pero se encontró con que ellas estaban en México cumpliendo compromisos artísticos, y se tardarían un mes en regresar… 

“Afortunadamente una medio hermana de ellas, que cuidaba la casa, me permitió hospedarme allí mientras las hermanas volvían”. 

En la hoy Plaza de la Revolución, diagonal al antiguo Palacio Municipal, quedaba la Peluquería Roseta… 

“Que era propiedad de Francisco Restrepo Molina, un panameño de ancestros colombianos pero criado en Cuba, adonde llegó desde pequeño”. 

Al verlo tan desvalido, Restrepo accedió a motilarlo de cortesía y ponerlo un poco presentable después de los trajines del viaje… 

“Además de prestarme una guitarra, que había colgada de la pared, para que ensayara algunos acordes”. 

Todo fue oírlo cantar acompañándose del instrumento, y la barbería se llenó de curiosos que aplaudían, por lo que Restrepo le propuso patrocinarle la alimentación en el restaurante contiguo y darle unos pesos adicionales para su subsistencia… 

“A cambio de que yo le promocionara su negocio”.

Las cosas se complicaron porque surgió una campaña para expulsar a los indocumentados de Cuba… 

“Y un hombre que estaba enamorado de Alicia me señaló para que me deportaran. Yo me enteré, y tuve que volarme de nuevo como polizón para llegar a Costa Rica, desde donde pude devolverme otra vez para Colombia”. 

Para ese momento ya había logrado hablar con Alicia, que estaba de regreso con sus hermanas… 

“Pero su actitud hacia mí había cambiado, y ya no fue tan amistosa como antes”. 

De ese amor le quedaron dos composiciones a Virgilio, naturalmente dedicadas a Alicia la Anacaona. Una, el bolero “Te fuiste”:

“Te fuiste sin saber el motivo, 
te fuiste sin decirme un adiós; 
cual ave que abandona su nido 
para emprender un camino 
sin ruta y sin amor…”.

Otra, el bolero “El Malecón”, interpretado por Gabriel “Franko Morety” Aguinaga, contertulio de Virgilio Pineda en la tertulia musical Amigos del Salón Málaga:

https://www.youtube.com/watch?v=7bZGCaUdU1c


“Adiós, mi Malecón querido; 
me voy, y no sé si volveré. 
Me marcho con el alma en mil pedazos, 
sangrando por la herida, 
y no sé si volveré. 

Adiós, mi Malecón querido; 
me voy, y no sé si volveré. 
Me marcho con el alma en mil pedazos, 
sangrando por la herida, 
y no sé si volveré. 

Cuando lejos me encuentre de tus playas, 
llegará en tus oleajes su recuerdo; 
y en las noches, mirando a las estrellas, 
le enviaré con tu brisa mis recuerdos. 

Cuando lejos me encuentre de tus playas, 
llegará en tus oleajes su recuerdo; 
y en las noches, mirando a las estrellas, 
le enviaré con tu brisa mis recuerdos. 

Adiós, mi Malecón querido”.

Cuando partió Alicia Anacaona para Cuba, Virgilio quedó atrapado en su embrujo y refugiado en los brazos de su consuelo de siempre: la inspiración musical. De allí surgió el bambuco que, con letra de Francisco Gómez y música de Virgilio Pineda, interpretó Víctor Hugo Ayala con acompañamiento de la orquesta de Manuel J. Bernal:

https://www.youtube.com/watch?v=BULLaycyqVs

“Se van las ilusiones con el olvido, 
y quedan en pedazos los corazones 
esperando que vuelvan hasta su nido 
aquellas ilusiones que no se han ido.

Se llevan el recuerdo de unos amores 
que vivieron con besos sobre tu boca, 
y se llevan la causa de mis dolores 
para quererte siempre con ansia loca.

Por eso yo te pido: No me abandones, 
y tampoco me tengas en el olvido. 
Tú sabes que aquí laten dos corazones. 
Son el tuyo y el mío, que no se han ido.

Se llevan el recuerdo de unos amores 
que vivieron con besos sobre tu boca, 
y se llevan la causa de mis dolores 
para quererte siempre con ansia loca”.

Maestro Virgilio, ¿Qué sabe usted de Alicia Castro, Anacaona?

“Que yo sepa, aún vive en el distrito Lawton de La Habana. Tiene 90 años, porque nació en 1927 y es un año mayor que yo. En el 2007, a sus 80, publicó con ayuda de la periodista Ingrid Kommels un libro titulado “Anacaona, aventuras de la más famosa orquesta femenina de Cuba”; y “Reinas de La Habana”, escrito con ayuda de la periodista Kommels y del periodista Manfred Schäfer; libros que no tengo ni he leído porque fueron publicados en inglés”. 

Y, ¿Qué pasó después de esa aventura con la Anacaona Alicia Castro? 

“Mi esposa y yo nos reconciliamos y yo me dejé de veleidades”. 

Bueno, maestro Virgilio, pero ¿Podría decirse que Alicia la Anacaona fue el gran amor de su vida? 

“Nooo, Alicia fue una pasión muy fuerte, pero no fue mi gran amor. Mi gran amor fue mi esposa, y no me acostumbro a estar sin ella. A pesar de que he tenido otras aventuras y relaciones pasajeras, es Carlota la que primero está en mi corazón”.

Doña Carlota, la hija de don Miguel Berrío González y de doña Beatriz González de Berrío; bisnieta del Dr. Pedro Justo Berrío Rojas, que da nombre a la plaza principal considerada como el centro de la ciudad de Medellín; pasó de largo por un lado de la estatua de su ilustre bisabuelo para casarse en la sacristía de la iglesia de La Veracruz con el gran amor de su vida, un hombre de quien se enamoró cuando sólo tenía catorce años, pero cuyo amor duró hasta que la muerte los separó… 62 años después.

Dueto Pineda y Pérez (Virgilio y Alfredo)  

“Recuerdos”, vals con letra y música de Alfredo Pelaia, interpretado por el dueto de Pineda y Pérez:


“Murió mi compañera idolatrada,
la mujer que jamás olvidaré
y que tengo en el alma reflejada
como tiene en su seno la alborada,
la estrella del callado amanecer.

En la noche callada y misteriosa
su recuerdo me inunda el corazón,
y su nombre dulcísimo reboza
en mis labios temblando de pasión.
Ella fue la esperanza de mi vida,
mi consuelo, mi dicha y mi sentir;
la adorada mujer que no se olvida,
y que se lleva en el alma hasta morir.

Yo la amaba con ciega idolatría
y ella fue venturosa para mí;
porque puso en mi vida, tan sombría,
con su dulce cariño la alegría
que consuela la angustia del vivir.

En la noche callada y misteriosa,
para llevarla al suspirado cielo,
ha bajado un ángel del Señor.
Ella se fue, y mi vida sin consuelo
llora por siempre jamás su eterno duelo,
¡Oh cruel destino! ¿En dónde está mi amor?”.

Su gran amor sí fue doña Carlota, maestro Virgilio; pero hay otro amor que viene desde su niñez y lo va a acompañar hasta la tumba. "Y, ¿Ese cuál es?". ¡La música! La trae usted en la sangre, y ya nadie le quita lo bailado. 

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


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