domingo, 1 de noviembre de 2015

123. Julio Jaramillo, si tú mueres primero

En la noche del lunes 19 de octubre de 2015, en la sede de la Corporación Club Sonora Matancera de Antioquia, se realizó una reunión extraordinaria de la Junta Directiva presidida por el Dr. William Parra Cardeño y con la secretaría del Sr. Jorge Ramos, con el fin de rendir homenaje al asociado Dr. Enrique Gallegos Arends del Ecuador, que se encontraba de visita en nuestra ciudad de Medellín. Con él departimos los dos mencionados, junto con la esposa e hija del Sr. Ramos, el Sr. Jaime Mercado y su esposa, el Sr. Gustavo Ramírez, la Sra. Irma Ocampo, la Sra. Luz Estela Sánchez, el Sr. Alejandro Arboleda, el Dr. Fabio Casas Arango, el Sr. Eduardo Ceballos; y, por deferencia especial, fue invitado el cronista Orlando Ramírez Casas.

El Dr. Gallegos, propietario de la emisora Radio la Rumbera F.M. de Quito, antigua emisora Añoranza, había estado con nosotros un año antes, en septiembre de 2014, acompañado de su esposa Nancy Custode de Gallegos, y fue entrevistado para los blogs Festitango y Postigo de Orcasas, de Medellín; y para la revista Melómanos Documentos de Cali, en entrevista que lleva por título “Enrique Gallegos Arends, un trovador de antaño”.

Más que una reunión formal, lo que hubo fue una entretenida tertulia, aprovechando los conocimientos del Dr. Gallegos; pero, sobre todo, indagando por circunstancias de la música ecuatoriana y del panorama de los amantes y coleccionistas de la música de antaño que, al decir de Gallegos Arends, “nuestros jóvenes no sólo desconocen sino que no quieren saber nada de ella y se centran en otras músicas y otros ritmos que ya no son representativos de nuestra nacionalidad”.


Cuando llora mi guitarra”, con autoría del peruano Augusto Polo Campos, en la voz de Julio Jaramillo:


A una pregunta del Dr. Fabio Casas surgió el tema del cantante ecuatoriano Julio Alfredo Jaramillo Laurido (octubre 1º de 1935 a febrero 9 de 1978), que falleció a los 42 años de edad y dejó un promedio de un hijo y 121 grabaciones por cada año de vida. De Julio Jaramillo habría que separar dos temas específicos de interés para la audiencia: De una parte, su obra; y de la otra, su polémica vida personal.

Dice Gallegos Arends que Jaramillo, “No sabría decir si por ignorancia de la ley, o por displicencia hacia ella, se casó cinco veces sin divorciarse ninguna, y sorprendentemente no fue acusado ni encausado por bigamia. Si alguna chica le exigía el requisito del matrimonio para poder compartir cobijas, él no tenía inconveniente en cumplir con dicho requisito sin más formalidades; como no tenía inconveniente en alejarse de ella y embarcarse en una nueva relación al dar vuelta a la esquina”. Dice Alejandro Arboleda que Jaramillo tuvo 28 hijos, pero algunos le atribuyen más de 40 en la búsqueda de emular a su padre Juan Pantaleón Jaramillo Erazo que lo dejó huérfano cuando sólo era un niño, y que fue también un hombre prolífico. “Pudieran ser más”, dice Gallegos, “teniendo en cuenta que algunas mujeres tal vez prefirieron guardar la paternidad en secreto para no exhibirse en escándalos con un personaje tan conocido”. Dice el Blog del Bolero que “Los escándalos de su turbulenta vida eran con frecuencia noticia. Varias veces fue apresado y casi siempre por problemas de mujeres o por incumplimiento con el Tribunal de Menores. Además de haberse casado cinco veces, tuvo hijos con otras mujeres, que llegaron a sumar un total de veintiocho”. El blog Ecuador Música trae una lista con datos de nombre del hijo, fecha, país de nacimiento, y nombre de la madre, hasta el número 27; pero “En otras biografías se afirma que llegó a procrear 42 hijos, de ellos 39 reconocidos, que parecen ser los datos más exactos, ya que provienen de su propio hijo Julio Alfonso”.

Sin transcribir textualmente la conversación, pero tratando de capturar su esencia, encontré en los blogs de Ecuador Música (ecuadormusica.homestead.com); y Blog del Bolero (que edita el Sr. Oswaldo E. Páez), corroboración a muchos de los datos allí escuchados sobre “Julio Jaramillo, el ruiseñor de las Américas”. Así es que parte de la información de esta reseña proviene de nuestra conversación, y parte proviene de la información contenida en estos blogs.

1.

2.

Dijo el Dr. Gallegos que:

Debo confesar que mi admiración primera en cuanto a la calidad de su voz y pureza de sus interpretaciones se inclina por mi también compatriota Olimpo Cárdenas, que vivió muchos años entre ustedes y aquí murió. De él aprendió Julio Jaramillo y fue influenciado por su estilo. Olimpo fue más ídolo en Colombia que en Ecuador, y es conocido en muchos países, pero no tuvo la trascendencia que llegó a tener Julio Jaramillo que, a mí me sorprende, es de reconocimiento mundial. He encontrado clubes de admiradores suyos en muchos países centroamericanos, en Colombia, en Venezuela, en España y, por increíble que parezca, hay uno muy activo en Tokyo, Japón, que preside el Sr. Yoshinori Yamamoto que quizás sea el mayor coleccionista de su música en el mundo. Dice tener más de 4500 grabaciones en la voz de Julio Jaramillo”.

A pesar de sus prodigiosos buena voz, buen oído, buena afinación, y buena memoria, Julio Jaramillo no fue músico de academia que estudiara solfeo o aprendiera a pautar en partitura. Dice el ecuatoriano Julio López que no fue de Olimpo de quien aprendió el estilo característico porque aunque el primer maestro de música de Julio y de su hermano Pepe fue Ignacio Toapanta, tiempo después tuvo a otro maestro que fue el que les enseñó ese estilo a Julio y a Olimpo: Carlos Rubira Infante, un requintista que en algún momento conformó con Olimpo el “Dueto Cárdenas Rubira”. De él les viene a Olimpo y a Julio su escuela, y de ellos el estilo con que cantan las canciones ecuatorianas el tenor Mauricio Ortiz o el cantante Charlie Zaa. “Se dijo que Olimpo y Jaramillo eran rivales y enemigos, pero no es cierto. Eran amigos”, dijo Gallegos Arends, y su afirmación fue corroborada por Fabio Casas “porque una noche estuve con ellos en el Rincón Ecuatoriano de los hermanos Carlos y Rafael Jervis en el barrio Córdoba, y terminamos de madrugada en mi casa departiendo y cantando su música. Eran buenos amigos”. Con su hermano Pepe tuvo Julio una amistosa rivalidad, pero también una cordial camaradería y una fraterna relación de colegaje, hasta que Julio exhaló el último suspiro.

El arquitecto guayaquileño Alfredo Enderica, que es además biógrafo de Jaramillo, contabilizó en algún momento 3852 grabaciones en su poder. Entre los coleccionistas más reconocidos está el médico Francisco Rivera, de Puebla en México; el Sr. Carlos Wong Silva, de Ecuador; el Sr. Marvin Ortega, de Costa Rica; y un venezolano, de Almagro; junto con el colombiano Henry Martínez Puerta, de Nariño; y el salvadoreño José Reyes “Jaramillo” Alfaro, que casi ha adoptado el Jaramillo como segundo apellido, en su calidad de hijo del requintista Gregorio Reyes del trío Los Reyes que acompañó a Jaramillo en sus presentaciones centroamericanas. Reyes Alfaro inició la colección cuando era niño, y dice el venezolano Ney Moreira en entrevista para Jorge Martillo Monserrate de El Universo.com titulada “La historia del último disco que grabó Julio Jaramillo” que Reyes Alfaro tiene más de 5115 grabaciones en su colección, entre las que se cuentan joyas incunables que no tuvieron circulación comercial. Francisco Xavier Romero Núñez es también coleccionista y biógrafo del cantante. En Ecuador los coleccionistas han fundado un museo con sus cosas y su música. Todos los años, el primer domingo de mayo, se reúnen en la ciudad de Ponce en Puerto Rico sus más de 200 coleccionistas acreditados con mérito para pertenecer a la cofradía de sus fanáticos, y eligen al mayor coleccionista del momento en un encuentro organizado por el Lic. Pedro A. Malavet Díaz. No es un título honorífico. Se gana con puntaje acumulado por la cantidad de discos que posea el coleccionista y el abanico de ganadores es tan reducido como el de los tenistas que se acreditan el Gran Slam. Sólo un puñado.

1.
Película musical “Nuestro juramento”, con 1:30 horas de duración, protagonizada por Julio Jaramillo Laurido y dirigida por Alfredo Gurrola:


2.
Nuestro juramento”, bolero en la voz de Julio Jaramillo, con letra y música del puertorriqueño Benito de Jesús:


Julio Jaramillo vivió seis meses en Argentina y grabó tangos con las mejores orquestas del momento en ese país”, dice don Enrique Gallegos Arends. Los argentinos Reinaldo Yiso y Enrique Alessio (letra y música), autores de “Te odio y te quiero”, que es tango o es bolero según quien lo cante, afirman que el mejor intérprete de esta obra suya ha sido Julio Jaramillo; y está el tango “Confesión”, con letra y música de Enrique Santos Discépolo, que Jaramillo también grabó en Medellín para Discos Fuentes en ritmo de bolero:


Jornalero”, tango con letra y música de Atilio Carbone, interpretado por Julio Jaramillo con acompañamiento de la orquesta típica de Astor Piazzolla:


El número de grabaciones del denominado “Mr. Juramento” es incierto, porque grabó con incontables casas disqueras hasta de las denominadas de garaje, grabó en emisoras, grabó en presentaciones en vivo. “Hay interpretaciones privadas para algunos ricos que pagaron por ellas y de las que sólo ellos conservan sus exclusivas grabaciones de colección en prensajes que no llegan a la decena de copias en manos de unos pocos afortunados”. Por donde quiera que iba grababa incansablemente “porque tenía una gran capacidad para aprenderse las letras y la música de un solo vistazo, y porque esta capacidad sólo era superada por la capacidad que tenía para gastar el dinero que percibía como anticipo de estas grabaciones a las que solía imponer a los empresarios la condición de véndase o no se venda el producto”. Afirma Álvaro Reyes que el compositor venezolano Valentín Carucci dijo en alguna oportunidad que Julio Jaramillo grabó de un tirón 30 de sus composiciones inéditas, y que le bastaba con pasarle la letra escrita y tararearle alguna melodía para entrar a grabar sin más ensayos ni preámbulos. Dice el Sr. Gallegos que “Aunque la casa grabadora ecuatoriana que tiene sus derechos ya no existe como casa productora, sus propietarios siguen lucrándose de las regalías”… que por cosas del destino no llegan a sus viudas de hecho o de notaría, ni a sus muchos hijos reconocidos o no reconocidos. Sus primeras grabaciones en Ecuador las realizó con la firma de J. D. Feraud Guzmán y su hijo Francisco.

Le preguntamos al Dr. Enrique Gallegos por qué Julio Jaramillo dejó a Ecuador y se vino para Colombia, siendo reacio a regresar a su país y mucho menos a presentarse artísticamente en él. “Lo que ocurrió”, dice el Dr. Gallegos, “fue que él estuvo acusado de seducir a una menor de edad, hija de un rico e influyente personaje, y él pagó a una pandilla de malhechores para que secuestraran a Jaramillo y se lo llevaran a un pueblito donde lo sometieron a vejaciones. Se dice que hasta fue violado por esos matones. Esos mismos matones lo seguían a todos lados en sus presentaciones y proferían gritos, abucheos, y silbidos insultantes que insinuaban que Jaramillo era homosexual. Tal campaña de ataques terminó por minarlo emocionalmente y obligarlo a dejar el país. Eso fue una infamia, porque a él las mujeres jóvenes, así fueran menores de edad, se le insinuaban y se prestaban para que él las sedujera. Él no era un violador sino un seductor”. 

Algo de esto se corrobora en lo afirmado por el arquitecto guayaquileño, coleccionista y biógrafo de Julio, en su comentario para el blog del bolero:

Alfredo Enderica dijo en 18/02/2008 a las 6:06 PM:
Soy ecuatoriano, guayaquileño como Julio Jaramillo, quiero agradecer en nombre de mi ciudad por tan importante iniciativa en la creación de esta página. Debo aclarar algunas cosas que he leído con respecto a JJ. El pueblo guayaquileño siempre lo quiso a JJ, lo que sucede es que el padre de una menor supuestamente ofendida por JJ, organizaba una banda de indeseables para que abuchearan a nuestro cantor, juró vengarse y sentenció que en cada presentación de JJ iría con todos sus vándalos para gritarle improperios al artista, cosa que cumplió al pie de la letra y Julio creyó que era su público el que lo hacía. Pero si no hubiera sido así, quién sabe si Julio hubiera sido así de grande como fue, al internacionalizarse radicándose en varios países. El padre de la menor supuestamente violada por Julio no pudo casarlo con la chica, porque Julio ya estaba casado y la menor en las dependencias judiciales dijo que no fue una violación, sino por su propia iniciativa, por tanto Julio quedó en libertad, y el padre viendo la situación organizó el complot que duró hasta 1966, cada vez que el artista se presentaba en la ciudad e inclusive en el interior del país. Como anécdota se recuerda que en una película mexicana rodada en Ecuador, Julio debía cantar el pasillo “Sombras” y los guardias de seguridad tuvieron que sacar a los maleantes que pretendían sabotear el rodaje, hubo hasta una intervención policial. Saludos de Alfredo Enderica, biógrafo de Julio Jaramillo”.

En el blog Ecuador Música el episodio está más completo y dice que:

… Una muchacha, menor de edad, lo seguía a todas partes. Hay quienes dicen que el artista se resistió a aceptar sus insinuaciones, pero habría que hacer un gran esfuerzo para imaginar a Julio Jaramillo rechazando el coqueteo de una mujer. En cualquier caso, su pasión no duró mucho. Cuando ella le reclamó que ya no se veían, le contestó que él era un hombre casado. Resultó que el padre de la muchacha era un dirigente de los estibadores de banano, uno de los gremios más poderosos en ese tiempo. Furioso por la manera como Julio se había burlado de su hija, ordenó a sus hombres de mayor confianza en el sindicato que hiciesen correr el rumor de que habían violado al cantante, y organizó las cosas de tal manera que un grupo acudiese a cada presentación del artista a pifiarlo e insultarlo. Su vida se convirtió en un infierno. Cada vez que salía al escenario comenzaban los insultos procaces de “meco”, “homosexual”, “te dieron por atrás”. Al principio trató de no hacer caso, pensando que eso sería pasajero, pero los insultos ganaron fuerza y llegó un momento en que ya no pudo andar sin guardaespaldas”.

Jaramillo abandonó el Ecuador y viajó a Colombia, de donde pasó a otros países viviendo temporadas en ellos y actuando en todas partes menos en su país, donde se sentía rechazado. Considera el Dr. Gallegos Arends que esta situación trágica para la vida personal de Jaramillo, terminó beneficiándolo para su vida artística porque lo catapultó a la fama en los países que visitó a partir de ese momento. Tal vez el afán de tener tantas mujeres, y de procrear a tantos hijos, hubiera sido no sólo una herencia de su padre sino reivindicación de las humillaciones infligidas por los esbirros de su vengativo compatriota.

Película “El ruiseñor de América”, con 2:45 horas de duración, dirigida por César Carmigniani y protagonizada por Julio Alfonso Jaramillo Arroyo, cuyo parecido con su padre tanto en la fisonomía como en la voz son sorprendentes. Esta película no es estrictamente biográfica, sino una versión libre o interpretación cinematográfica “basada” en su vida:


Algunos fanáticos admiran en esta película esos rasgos de fidelidad, pero otros rechazan la calidad biográfica de la misma; y la producción que, a su juicio, es deficiente.

Parece mentira que un niño tan enfermizo como fue Julio “El negro” Jaramillo, cuya lista de enfermedades incluye la disentería, la parálisis infantil, la difteria, y la bronconeumonía; enfermedades de las que le quedó como secuela un asma crónica que lo acompañó toda su vida, pudiera hacer la cantidad de presentaciones públicas y privadas y la cantidad de grabaciones que dejó en su haber. 

A consecuencia de su vida desordenada y exagerado consumo de licor le sobrevinieron una cirrosis hepática y unos cálculos en la vesícula biliar que lo llevaron a hospitalizarse al final de su corta vida; pero fue un infarto el que se lo llevó en un momento en que se desternillaba de risa, según cuenta su médico el Dr. Bolívar Cevallos que se encontraba de turno en la Clínica Domínguez atendiéndolo, con la presencia de Ana María la esposa de su hermano Pepe y de una enfermera. Las últimas palabras pronunciadas por él fueron “¿Dónde está la Patuchita?”, que era el cariñoso apodo que le tenía a Nancy Arroyo Henao de Jaramillo, su última legítima esposa. En ese momento el Dr. Brístol Domínguez, director de la clínica, dio tres parsimoniosos golpes en la puerta del cuarto para anunciar su entrada: Toc… Toc… Toc... “¡Qué toque más tétrico!”, dijo Ana María, y ese comentario hizo desternillar de risa a los presentes, incluido el paciente al que sobrevino un paro cardio respiratorio mientras se moría de la risa. Su hermano José “Pepe” Jaramillo Laurido, y su madre Apolonia “Polita” Laurido Cáceres, hicieron presencia rápidamente en el hospital para confirmar la veracidad de la muerte que un periodista apresurado había promulgado 24 horas antes de su fallecimiento en un afán por ganarle de mano la chiva a sus colegas. 

Su familia quería cumplir con la última voluntad: “No quiero homenajes, ni honras fúnebres públicas, ni particulares asistiendo a mi sepelio”. No fue posible. “Entiendan que Julio ya no pertenece a su familia, ni se pertenece él, sino que le pertenece al pueblo”, dijo su amigo el periodista Armando Romero Rodas, y la familia terminó por aceptar esta incontrovertible verdad que el espíritu deambulante y traspasaparedes de Julio podía verificar al asomarse por los pasillos de la sala de velación. Se hizo necesario darle gusto al pueblo porque, como dicen, la voz del pueblo es la voz de Dios. Su féretro fue acompañado por una multitud calculada en 250.000 personas que por momentos lloraban, por momentos aplaudían, y por momentos entonaban en coro alguna de sus más de 4.500 canciones. Tras una larga cámara ardiente recibió cristiana sepultura, tres días después de su fallecimiento. 

Un muro, incapaz de contener la oleada de fanáticos, se vino abajo y causó la muerte de un niño; dos jóvenes fueron hospitalizadas, por intento de suicidio mientras el féretro desfilaba por las calles; las autoridades de gobierno, brillaron por su ausencia; y los esbirros del sindicato de estibadores guardaron silencio, apocados por la imparable popularidad del cantor; pero su música sigue sonando en los corazones de la multitud de admiradores que lo acompaña más allá de la muerte.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)



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