SALVO Y ÑITO
NUNCA SE ENCONTRARON
V crónica (de 5):
4. Ñito Restrepo y Salvo Ruiz nunca se encontraron (Por E. Livardo Ospina Arias)
4.2 No hay ningún registro, con ser que era un personaje conocido, de que Salvo Ruiz (1878-1961) haya estado en Medellín antes de 1948 cuando vino desplazado por la violencia partidista y en busca de cura para sus enfermedades, y donde fue atendido por el Dr. Jorge Franco Vélez, el autor de la novela Hildebrando, del que se hizo amigo. Ni hay registros (aparte de su amañado autotestimonio coplado) de que Salvo se hubiera entrevistado con Jorge Eliécer Gaitán en el Club Unión, en Medellín, o en ninguna otra parte. Salvo no vino a Medellín antes de 1948 y Ñito no volvió a Concordia después de 1887 cuando Salvo Ruiz tenía 9 años de edad, ¿Cuándo, entonces, trovaron juntos y se inventaron las trovas de la Virgen y se pelearon trovísticamente por mujeres, cuándo? Para no entrar en disquisiciones sobre lo improbable de que un trovero sin instrucción y un parlamentario de altos vuelos saquen tiempo para compadrear. Pero hacer estas especulaciones ya es otra cosa y es suficiente con limitarnos a los hechos documentados.
5. Salvo Ruiz se tuvo que venir a Medellín desplazado por la violencia partidista entre liberales y conservadores que se dio después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (antes no), tal como lo registra el blog trovantioquia.com:
http://trovantioquia.blogspot.com/2013/03/salvo-ruiz-el-gran-poeta-campesino.html
A pesar del amor de Salvo por el partido Liberal, y de que algunos conservadores lo odiaban, su gran talento y su capacidad para compartir con la gente lo salvaron de un destierro más trágico. En Medellín conoció muchos amigos y en muchos lugares demostró sus capacidades como poeta e improvisador.
“Contaba Salvo en aquel tiempo con unos setenta años, era de mediana estatura, moreno y de cuerpo macizo. Sus ojos, a pesar de su edad avanzada, mostraban vivacidad y en sus gruesos labios jugaba una sonrisa ingenua, de niño. La frente amplia y abombada, la nariz prominente con la punta un poco caída y un moderado prognatismo, constituían los rasgos más salientes de aquella cautivante estampa humana”.
El periodo de La Violencia que vivió Colombia a mediados del siglo XX fue una de las principales causas de los procesos migratorios que se dieron a lo largo del país en este periodo histórico. La lucha armada irregular entre liberales y conservadores por intereses socio-económicos asesinó y desplazó a campesinos a lo largo y ancho del país. Muchos de los que sobrevivieron, al ser despojados de sus tierras, buscaron refugio en las grandes ciudades, como Manuel Salvador Ruiz, quien tuvo que dejar el Suroeste y desplazarse a Medellín. El desplazamiento de Salvo a la ciudad fue muy particular y su nieto Baudilio conoció la historia de primera mano:
“Él se tuvo que ir de Salgar porque era liberal, muy liberal, y sectario a la vez. En esa época el jefe conservador de Salgar era un señor Libardo Vélez y cualquier día sacaron a toda la gente de La Clara y quemaron las casas. A Salvo lo dejaron pa’ que les hiciera de comer a unos tenientes y policías conservadores. Cuando uno de los conservadores se dio cuenta que Salvo era liberal lo sacó de una y le dijo: ‘Empaque y se me va de aquí, pero pa’ mañana es tarde’. Cuando el jefe conservador de Salgar, que conocía y estimaba a Salvo, se dio cuenta que lo echaban de allá, entonces le mandó dos arrieros con doce mulas, para que sacaran el equipaje y la familia de Salvo. Con los arrieros recorrieron diez kilómetros, que es lo que hay de La Clara a Salgar. Cuando salieron a la carretera por Salgar ya don Libardo Vélez le tenía un carro ahí disponible para que los llevara a Bolombolo. Y en Bolombolo el tren los estaba esperando porque, como los conservadores mandaban en esa época, detuvieron el tren hasta que Salvo bajara con su equipaje y su familia. De ahí lo llevaron a Medellín hasta la estación del ferrocarril, todo por cuenta del jefe conservador de Salgar, siendo Salvo muy liberal".
6. Corroboración en trabajo de tesis
Y hay bastante información para corroborar la afirmación de Ospina de que por sus itinerarios y recorridos, geográficos y cronológicos, los dos trovadores nunca se encontraron para trovar frente a frente.
De estas anotaciones de lectura, incluido el fragmento del libro de Enrique Santos Molano sobre José Asunción Silva en que cita un escrito de Ñito sobre el poeta, puede deducirse que Ñito no era parco para elogiar a las personas de mérito que se cruzaban en su camino, ni pecaba de falsa modestia cuando se trataba de reclamar lo suyo. Estas lecturas me dan la certeza de que si un niño mocoso de 9 hubiera trovado en 1887 con un reconocido hombre de 32 años, con la maestría y magistralidad que Salvo se atribuye, Ñito no habría tenido inconveniente en mencionar el hecho en El Cancionero de Antioquia, como tampoco habría tenido inconveniente, de ser suyas, en reclamar a Ciro la paternidad de las trovas de la Virgen.
7. Polémica que no se dio
Hay cosas que me intrigan, como decir que si las argumentaciones de E. Livardo Ospina son tan claras, y merecieron el aval de un editor o un comité editor en el Magazine Dominical del periódico El Espectador ¿Por qué no surgieron voces apoyando públicamente su tesis? No he encontrado nada al respecto.
Es posible que los lectores del Magazine estuvieran en desacuerdo con lo planteado por E. Livardo Ospina. ¿Por qué, entonces, no surgió la polémica, la confrontación; por qué no aparecieron argumentaciones rebatiendo esa tesis y no aparecieron pruebas en contrario? ¿Dónde están las fotografías de época, los artículos de prensa de época, que registraran y reseñaran esos encuentros predicados por Salvo? Dicen que “Vox populi, vox Dei”, pero yo creo que la vox de un populi equivocado se refleja en la vox de un Dei errado, y pienso que los posibles contradictores de Ospina prefirieron el facilismo de seguir propagando el infundio y siguen haciéndolo hasta nuestros días. La falsedad se sigue repitiendo sin que nadie haga nada por desmentirla. No atribuyo tal cosa a mala fe, sino al facilismo y a la pereza de embarcarse en una investigación seria que permita el desmentido de una vez por todas.
¡Lástima!, que tal mentira no sea verdad, pues la ficción afincada en el imaginario popular es más atractiva que la realidad de los hechos demostrados. Pero me reitero en lo dicho y la verdad hay que defenderla, así se diga aquello de que “Cuando a la gente se le mete una cosa en la cabeza, es más fácil sacarle la cabeza que la cosa”.
CONCLUSIÓN, NUNCA SE ENCONTRARON
NI SON SUYAS LAS TROVAS DE LA VIRGEN
Sobre el tema que nos ha venido ocupando, y a manera de resumen, aporto las siguientes conclusiones:
1. “En torno a la poesía popular”, por Ciro Mendía
En las tres últimas páginas de este libro, publicado en el primer semestre de 1927, antes de que Antonio José “Ñito” Restrepo Trujillo publicara “El cancionero de Antioquia”; Carlos Edmundo “Ciro Mendía” Mejía Ángel (1892-1979) hace un análisis de las coplas de la Virgen, que en ese momento todavía no se atribuían a Ñito Restrepo ni a Salvo Ruiz, en el que se remonta a los orígenes de la novedosa figura maternovirginal que resultan no ser del jesuita español Gaspar Astete (1537-1601), el de “…como un rayo de sol pasa por un cristal, sin romperlo ni mancharlo”, sino de un poeta italiano que lo antecedió: Jacopo Sannazaro (1456-1530). Las coplas tal como las conocemos de “…tire una piedra en el agua, se abre y se vuelve a cerrar”, escribió Mendía en 1927, se las oyó él cantar a unos bogas en el río Cauca desde años atrás, lo que significa que eran conocidas por esos bogas a comienzos del siglo XX, posiblemente venidas de España, según concluye Mendía.
2. “El cancionero de Antioquia”, por Ñito Restrepo.
Al final de este libro, publicado por Ñito en Barcelona en el segundo semestre de 1927, o sea el mismo año de publicación del libro de Ciro Mendía, el autor insertó un “Apéndice necesario” para referirse a dicho libro y a algunos de sus comentarios que acababa de leer cuando el cancionero ya se encontraba en imprenta. ¡No hace ninguna alusión a las páginas de Mendía sobre las coplas de la Virgen!, ni las incluyó en su cancionero, ni reclama su paternidad. Semejante omisión insultaría la inteligencia de Ñito, cuya principal característica fue, precisamente, la de ser una lumbrera de la inteligencia. Es pues Ñito el que, implícitamente, desmiente su autoría de esas coplas.
3. “Coplas y trovas”, por Salvo Ruiz.
En este libro Salvo Ruiz publica algunas coplas donde se reconoce como autor de las coplas de la Virgen, y como “uña y mugre” con Ñito Restrepo. Ese es un mito inventado y publicado por los poetas Pablo “León Zafir” Restrepo López y Ernesto “El Vate” González Vélez, cuando Ñito ya había muerto en Barcelona en 1933 y no podía defenderse. Salvo Ruiz se creyó el cuento y construyó a su alrededor coplas y autotestimonios que el resto de la gente repite como loros. Jorge Montoya Toro lo repitió, y de ahí en adelante se ha venido llevando de boca en boca. Una mentira que se autoalimenta.
4. Ñito Restrepo y Salvo Ruiz nunca se encontraron (Por E. Livardo Ospina Arias)
En este artículo, publicado en el Magazine Dominical de El Espectador del domingo 30 de enero de 1983, Ospina analiza algunos hechos evidentes y demostrados:
4.1 Tal como lo consigna en los datos autobiográficos que aparecen en el cancionero, Ñito Restrepo nació en Concordia en 1855 y se trasladó a vivir a Titiribí siendo aún niño, donde permaneció mientras hizo la escuela primaria. En los primeros años de la adolescencia abandonó los estudios y se fue a trabajar en fincas y en las minas de El Zancudo. Un par de años después, su padre le propuso que se trasladara a estudiar el bachillerato en Medellín, y él aceptó. Después de eso la única vez que volvió a Concordia y Titiribí fue en el año de 1887, cuando tenía 32 años y era ya un abogado reconocido, mientras Salvo sólo tenía 9 y posiblemente era analfabeta. Allí, dice Ñito, fue agasajado por unos muchachos con una cantata o serenata; y da detalles de esa reunión. ¡No hay registro de más visitas!, con ser que Ñito publicó varios periódicos y colaboró en varias revistas. No hay registros. De ahí se fue a Europa y a otros países, y salvo algunas ocasiones en que visitó a Medellín sus estadías en Colombia se centraron en Bogotá y en haciendas del Tolima y Caldas que montó con su hermano Benicio, al que apodaban “El tigre” porque era caratejo. Este último dato no está en el artículo de Ospina sino que lo leí en una de las biografías de Ñito (hay una de Álvaro Gómez Picón y otra de Arturo Escobar Uribe).
4.2 No hay ningún registro, con ser que era un personaje conocido, de que Salvo Ruiz (1878-1961) haya estado en Medellín antes de 1948 cuando vino desplazado por la violencia partidista y en busca de cura para sus enfermedades, y donde fue atendido por el Dr. Jorge Franco Vélez, el autor de la novela Hildebrando, del que se hizo amigo. Ni hay registros (aparte de su amañado autotestimonio coplado) de que Salvo se hubiera entrevistado con Jorge Eliécer Gaitán en el Club Unión, en Medellín, o en ninguna otra parte. Salvo no vino a Medellín antes de 1948 y Ñito no volvió a Concordia después de 1887 cuando Salvo Ruiz tenía 9 años de edad, ¿Cuándo, entonces, trovaron juntos y se inventaron las trovas de la Virgen y se pelearon trovísticamente por mujeres, cuándo? Para no entrar en disquisiciones sobre lo improbable de que un trovero sin instrucción y un parlamentario de altos vuelos saquen tiempo para compadrear. Pero hacer estas especulaciones ya es otra cosa y es suficiente con limitarnos a los hechos documentados.
5. Salvo Ruiz se tuvo que venir a Medellín desplazado por la violencia partidista entre liberales y conservadores que se dio después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (antes no), tal como lo registra el blog trovantioquia.com:
http://trovantioquia.blogspot.com/2013/03/salvo-ruiz-el-gran-poeta-campesino.html
A pesar del amor de Salvo por el partido Liberal, y de que algunos conservadores lo odiaban, su gran talento y su capacidad para compartir con la gente lo salvaron de un destierro más trágico. En Medellín conoció muchos amigos y en muchos lugares demostró sus capacidades como poeta e improvisador.
“Contaba Salvo en aquel tiempo con unos setenta años, era de mediana estatura, moreno y de cuerpo macizo. Sus ojos, a pesar de su edad avanzada, mostraban vivacidad y en sus gruesos labios jugaba una sonrisa ingenua, de niño. La frente amplia y abombada, la nariz prominente con la punta un poco caída y un moderado prognatismo, constituían los rasgos más salientes de aquella cautivante estampa humana”.
El periodo de La Violencia que vivió Colombia a mediados del siglo XX fue una de las principales causas de los procesos migratorios que se dieron a lo largo del país en este periodo histórico. La lucha armada irregular entre liberales y conservadores por intereses socio-económicos asesinó y desplazó a campesinos a lo largo y ancho del país. Muchos de los que sobrevivieron, al ser despojados de sus tierras, buscaron refugio en las grandes ciudades, como Manuel Salvador Ruiz, quien tuvo que dejar el Suroeste y desplazarse a Medellín. El desplazamiento de Salvo a la ciudad fue muy particular y su nieto Baudilio conoció la historia de primera mano:
“Él se tuvo que ir de Salgar porque era liberal, muy liberal, y sectario a la vez. En esa época el jefe conservador de Salgar era un señor Libardo Vélez y cualquier día sacaron a toda la gente de La Clara y quemaron las casas. A Salvo lo dejaron pa’ que les hiciera de comer a unos tenientes y policías conservadores. Cuando uno de los conservadores se dio cuenta que Salvo era liberal lo sacó de una y le dijo: ‘Empaque y se me va de aquí, pero pa’ mañana es tarde’. Cuando el jefe conservador de Salgar, que conocía y estimaba a Salvo, se dio cuenta que lo echaban de allá, entonces le mandó dos arrieros con doce mulas, para que sacaran el equipaje y la familia de Salvo. Con los arrieros recorrieron diez kilómetros, que es lo que hay de La Clara a Salgar. Cuando salieron a la carretera por Salgar ya don Libardo Vélez le tenía un carro ahí disponible para que los llevara a Bolombolo. Y en Bolombolo el tren los estaba esperando porque, como los conservadores mandaban en esa época, detuvieron el tren hasta que Salvo bajara con su equipaje y su familia. De ahí lo llevaron a Medellín hasta la estación del ferrocarril, todo por cuenta del jefe conservador de Salgar, siendo Salvo muy liberal".
El Sr. John Fredy Zapata Morales en su trabajo de tesis titulado “Desarrollo histórico de la trova antioqueña” para la Universidad de Antioquia de Medellín, Facultad de Comunicaciones, en el año de 2005; publicado en la revista Estudios de Literatura Colombiana Nº 16 de enero-junio de 2005:
En la pag. 168 como nota a pie de página cita a José Manuel Villada Torres en su trabajo de tesis 1997 para la Universidad de Antioquia de Medellín, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas titulado “Peregrinación intelectual hacia Medellín” diciendo que: “Entre el grupo de migrantes analizados por José Manuel Villada Torres… figura Manuel Salvador Ruiz, más conocido como Salvo Ruiz, quien comparte con Antonio José Ñito Restrepo la distinción de “padres de la trova antioqueña”. Salvo Ruiz llegó a la ciudad no sólo huyendo de la persecución y la violencia políticas que azotaban las zonas rurales a mediados del siglo XX en Colombia, sino también en busca de atención médica”.
En la pag. 174 de la tesis de Zapata cita también a pie de página a Arturo Escobar Uribe en su libro “Salvo Ruiz, el último juglar” de la Edit. Presencia, 1964, diciendo que “… no se le puede oponer ni siquiera la pareja de Ñito Restrepo y Salvo Ruiz, ya que estos dos últimos nunca formaron pareja como tal; y, más aún, a pesar de los testimonios del mismo Salvo citados por Escobar Uribe en las pags. 4-6, 76-80 de su libro, existen fundadas dudas no sólo acerca de sus posibles y fugaces encuentros en el suroeste antioqueño sino también de que al menos se hubieran conocido personalmente”.
En estos anexos hay suficiente información de soporte para descartar la afirmación de Salvo Ruiz de que las trovas de la Virgen se las inventaron él y Ñito Restrepo, puesto que el propio Ñito no reclamó la paternidad en las glosas que hizo al libro de Ciro Mendía.
Y hay bastante información para corroborar la afirmación de Ospina de que por sus itinerarios y recorridos, geográficos y cronológicos, los dos trovadores nunca se encontraron para trovar frente a frente.
De estas anotaciones de lectura, incluido el fragmento del libro de Enrique Santos Molano sobre José Asunción Silva en que cita un escrito de Ñito sobre el poeta, puede deducirse que Ñito no era parco para elogiar a las personas de mérito que se cruzaban en su camino, ni pecaba de falsa modestia cuando se trataba de reclamar lo suyo. Estas lecturas me dan la certeza de que si un niño mocoso de 9 hubiera trovado en 1887 con un reconocido hombre de 32 años, con la maestría y magistralidad que Salvo se atribuye, Ñito no habría tenido inconveniente en mencionar el hecho en El Cancionero de Antioquia, como tampoco habría tenido inconveniente, de ser suyas, en reclamar a Ciro la paternidad de las trovas de la Virgen.
7. Polémica que no se dio
Hay cosas que me intrigan, como decir que si las argumentaciones de E. Livardo Ospina son tan claras, y merecieron el aval de un editor o un comité editor en el Magazine Dominical del periódico El Espectador ¿Por qué no surgieron voces apoyando públicamente su tesis? No he encontrado nada al respecto.
Es posible que los lectores del Magazine estuvieran en desacuerdo con lo planteado por E. Livardo Ospina. ¿Por qué, entonces, no surgió la polémica, la confrontación; por qué no aparecieron argumentaciones rebatiendo esa tesis y no aparecieron pruebas en contrario? ¿Dónde están las fotografías de época, los artículos de prensa de época, que registraran y reseñaran esos encuentros predicados por Salvo? Dicen que “Vox populi, vox Dei”, pero yo creo que la vox de un populi equivocado se refleja en la vox de un Dei errado, y pienso que los posibles contradictores de Ospina prefirieron el facilismo de seguir propagando el infundio y siguen haciéndolo hasta nuestros días. La falsedad se sigue repitiendo sin que nadie haga nada por desmentirla. No atribuyo tal cosa a mala fe, sino al facilismo y a la pereza de embarcarse en una investigación seria que permita el desmentido de una vez por todas.
¡Lástima!, que tal mentira no sea verdad, pues la ficción afincada en el imaginario popular es más atractiva que la realidad de los hechos demostrados. Pero me reitero en lo dicho y la verdad hay que defenderla, así se diga aquello de que “Cuando a la gente se le mete una cosa en la cabeza, es más fácil sacarle la cabeza que la cosa”.
Finalmente, es bueno saber que aunque Ñito Restrepo y Salvo Ruiz son considerados los padres de la trova antioqueña, no son sus inventores sino padres putativos, los que le dieron relevancia y son, naturalmente, referentes por excelencia. Tal vez en toda América haya alguna modalidad de contrapunteo, piquería, y encuentro de dos cantores a base de repentismo, lo que nos viene de España. Infortunadamente hizo carrera una modalidad de trova consistente en insultos y ataques personales que no por ser en verso dejan de ser ordinarios y de mal gusto. Casi no encuentro un video demostrativo de la trova paisa dobleteada con acompañamiento de tiple (Ñito era tiplero zurdo, y tenía un instrumento adaptado para la mano izquierda).
Dijo Salvo de Ñito que:
Él me trataba con mucho cariño y consideración, aunque en algunas de las trovas, como por torearme, me decía: “pollo peletas”, con las “espuelas en botón”, “despicado”, “buche y pluma nada más”, y no sé qué otras cosas. Pero llegó un momento en que me quiso agallinar para toda la vida, y me soltó la copla esa tan conocida sobre la Virgen Santísima, y como yo le contesté como mi Dios me ayudó, rápidamente el gran gallo se levantó del taburete y me dijo abrazándome: “Siquiera te conocí, muchacho”.
Según eso, de ser cierto aquello de que Salvo y Ñito trovaran juntos, pudieron ser ellos los que inventaran lo de zaherirse el uno al otro con sus trovas… pero no es cierto.
Miguel Ángel "El descachado" Zuluaga y Aldo Julián Ocampo:
http://www.youtube.com/watch?v=NotQ6ZRZjYU
Dijo Salvo de Ñito que:
Él me trataba con mucho cariño y consideración, aunque en algunas de las trovas, como por torearme, me decía: “pollo peletas”, con las “espuelas en botón”, “despicado”, “buche y pluma nada más”, y no sé qué otras cosas. Pero llegó un momento en que me quiso agallinar para toda la vida, y me soltó la copla esa tan conocida sobre la Virgen Santísima, y como yo le contesté como mi Dios me ayudó, rápidamente el gran gallo se levantó del taburete y me dijo abrazándome: “Siquiera te conocí, muchacho”.
Según eso, de ser cierto aquello de que Salvo y Ñito trovaran juntos, pudieron ser ellos los que inventaran lo de zaherirse el uno al otro con sus trovas… pero no es cierto.
En el video siguiente, llama mi atención la elegancia de la confrontación, sin insultos ni ofensas sino con admiración y respeto por el contrario. Es ese el modelo que uno quisiera ver replicado en la juventud que va llegando de relevo a la tradicional competencia trovística.
Miguel Ángel "El descachado" Zuluaga y Aldo Julián Ocampo:
http://www.youtube.com/watch?v=NotQ6ZRZjYU
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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