viernes, 3 de enero de 2014

4 José Félix de Restrepo -No importa dónde se nace-

En octubre de 1960 el editor Rafael Montoya y Montoya de Ediciones Académicas preparaba el libro con las obras completas del poeta Gregorio Gutiérrez González, y pidió al filósofo de Envigado, Fernando González Ochoa, que le escribiera un texto. En respuesta, nuestro pensador le dirigió una carta que aparece reproducida en el blog de la Casa Museo de Otraparte. En esa carta el filósofo envigadeño se refiere al Dr. José Félix de Restrepo Vélez, hijo ilustre de esa población por figurar como nacido en Sabaneta cuando era ésta apenas una vereda de Envigado y no un municipio independiente. Compartiré con ustedes su contenido, y más abajo pondré mis comentarios.


(Fragmento de la carta del maestro Fernando González Ochoa a don Rafael Montoya y Montoya de Ediciones Académicas, donde refuta la afirmación del Dr. Andrés Posada Arango MD de que don José Félix de Restrepo nació en Otrabanda. Entre paréntesis y con letra pequeña pongo algunos comentarios míos):

http://www.otraparte.org/ideas/jose-felix.html


Aguafuerte
(Por Fernando González)


–De cómo José Félix de Restrepo nació el veinte (20) de noviembre de mil setecientos sesenta en Envigado, en Sabaneta, al lado de la quebrada La Doctora–

(Nació en 1760 y murió en 1832)

Como los medellinenses, que no son sino envigadeños ingratos, viven ocupados escribiendo articulitos en que bregan por robarse a José Félix, será bueno molestarlos un poco. Allá no nació ni nace nadie sino hijos de almacén.

Ni siquiera nació allá, ni es de allá, el negociante en relojes ingleses en el Orinoco, el gran Hilarión Rodríguez, alias Francisco Antonio Zea. Fue que su mamá lo parió en Otrabanda, cuando venía preñada de Santa Rosa de Osos.

(Según esto, Francisco Antonio Zea nació en Otrabanda)

¿Cómo va a nacer allá nadie, con ese bochorno que hace añusgar a uno y con esa gana de plata que aplasta las narices, narices de alpargate?

Todos los medellinenses son envigadeños caídos, aplastados por el cielo de plomo y por la gana desaforada de dinero. ¿Cómo iba a ser Rector de su Universidad nuestro José Félix? Oíd lo que produce esa “Universidad”:

“Pida su copita, lleve su botella: ron viejo, aguardiente Cristal, ron extra viejo Juan de la Cruz, brandi Cruel y gran reserva”.

¡Radiodifusores, paja y paja! ¡Gobernadores!

¡Y quieren llevarse al único Maestro, al semejante a Benedicto Spinoza, para su Parque de Berrío!

(El filósofo holandés Baruch de Spinoza era de origen judío portugués por sus ancestros, y sus padres lo bautizaron con el nombre de Benedictus)

Pues llévenselo, que se los regalamos, que el sitio de El Envigado tiene y le basta con esta cordillera de anchísima presencia, en donde hay regazos maternales telúricos, fuentes salutíferas, ninfas, sátiros, gnomos, enanos, gigantes y céfiros, y mamelones y llanadas a donde descienden los inespaciales que nos visitan. Podemos regalar todos los hijos; nos quedan las envigadeñas anchetas de caderas, olorosas a futuro, bien ubradas, migajón fecundo para sembrar hombres. Nos queda el vientre, que es el Envigado con su montaña y sus contrafuertes y atravesados, rinconadas, cielo, suelo, susurros, aguas y las abejas angelitas, menos la Ayurá desde Rosellón para abajo, que se la robó Coltejer a cambio de puestos para concejales forasteros... y, desde entonces, la Ayurá no es fecunda, por allí no engendran ni paren ya sino gentes de cesantías, con tres días de vacaciones cuando se les muere la mamá para que se la beban. “¡Pida su copita, lleve su botella!”.

Llévense a José Félix para su Medellín, capital de Provincia, de subgerente del prestadero de plata, pero de subgerente nada más, porque el gerente es el padre del Lleras de Bogotá, o del Gobernador, pues la República de Antioquia ya murió y ahora hay “gobernadores”, doctorcitos de la “universidad”, cuyo oficio es hacer beber aguardiente a los antioqueños. Viva la República de Antioquia, la República del Pacífico, la Unión de Municipalidades Comunales Cristianas, de Bocas de Ceniza, aguas arriba por el río de la Magdalena hasta el Nudo Colombiano, y de aquí línea recta al Amazonas; por el norte al Atlántico hasta Costa Rica, y por el sur lindando con el Perú.

Porque Panamá volverá amorosamente a nosotros. Ella fue la porción más digna, la única que ha vomitado a Bogotá definitivamente.

Todos los males fueron por haber puesto de capital a la capital del virreinato. Por ese solo hecho, renunciamos a la independencia lograda con tanta sangre; por eso, la separación de Venezuela y del Ecuador; por eso, la separación de Panamá, y, por eso, la absoluta separación psíquica y moral de Antioquia.

Panamá quedó separada desde el día en que ese ciclón colonial de Miguel Antonio Caro le ganó la presidencia de Colombia a nuestro Marceliano Vélez.

¡Viva la República de Antioquia! Ella existió y existe y resurgirá en la apariencia. Sus dos últimos presidentes fueron envigadeños, Pedro Uribe Restrepo y Luciano Restrepo Escobar. Y de ahora en adelante, cuando escriba Nuestra Patria, entiéndase que es Antioquia. Vamos ahora a explicar cómo, a causa de esto de República de Colombia, capital Bogotá, nació la duda acerca del lugar del nacimiento de José Félix.

* * *

Cuando la presidencia del Estado de don Luciano Restrepo Escobar (1881-1885), la Legislatura de mi Patria abrió concurso para premiar la mejor biografía de José Félix.

Presentáronse sendas biografías por don Víctor Gómez y el doctor Andrés Posada Arango: aquélla, obra maestra, y la de éste, mala, como un articulito para El Tiempo.

(Según el párrafo siguiente, el verdadero autor de la obra presentada por don Víctor Gómez, o con su nombre,  o por lo menos el que le proporcionó los apuntes, fue don Mariano Ospina Rodríguez)

Y en 1886, Rafael Núñez nos armó este mamotreto de Colombia-Bogotá, centralismo bogotano, y entonces se destapó don Mariano Ospina Rodríguez y se destaparon las pasiones políticas. Se destapó el indio de Mariano, es decir, publicó la biografía que había presentado tapándose con el nombre de don Vicente Gómez, así:

Biografía del Dr. José Félix de Restrepo escrita por el doctor Mariano Ospina R. Medellín. - 1888 - Imprenta de “La Libertad”, a cargo de Juan C. Barrientos.

En la primera página aparece la patente de privilegio que en 1885 pidió para sí don Vicente Gómez, y en la segunda página, escribe el mismo don Víctor:

...aproveché la feliz circunstancia de que la ley dispuso que se premiara la mejor biografía que se hiciera del sabio y virtuoso doctor José Félix de Restrepo; aproveché, repito, lo apuntado, haciendo que, mediante nuestra fina y antigua amistad, otro hombre eminente —el doctor Mariano Ospina Rodríguez— se pusiese a la obra y escribiese la gloriosa vida...

¡Se destaparon los fantasmas!

* * *

¡Obra maestra esta biografía escrita por don Mariano! Ninguna en ningún lugar o tiempo la supera. El viejo Mariano fue letrado insigne y tuvo estilo sencillo, claro como de manantial, envidiable. ¡Qué envidia la que da cuando se leen sus escritos! Todo se lo hemos perdonado los antioqueños y lo hemos adoptado como envigadeño, pero guardamos cierta reserva cuando pensamos que tenía enredado entre sus calzoncillos de bayeta de indio boyacense el espermatozoo que iba a ser el Marianito Ospina Pérez... Le heredó el obrar con mampara... ¡Fantasma! Y si no fuera porque don Tulio y el general Pedorro y finquero de Pedro Nel, le quedaron como muy graciosos, tartamudos, diríamos que tuvo finísima pluma, pero un pincel que era un tarugo.

* * *

Y apenas se destapó don Mariano y vieron el doctor Andrés Posada Arango y los liberales de la muerta República de Antioquia que la biografía “buena” era de “ese viejo godo y conspirador de Boyacá”, pues, como el doctor Andresito había dizque hallado en Medellín la “partida de bautismo” de José Félix, se pusieron a gritar que no valía nada la obra del viejo que afirmaba que Restrepo nació en Envigado y que fue bautizado en el templo de esa parroquia... “¡Si no había parroquia ni templo de Envigado en 1760!”...

(Si el Dr. Mariano Ospina Rodríguez afirmó que José Félix de Restrepo fue bautizado en Envigado, es inexacto. Para el año de 1760 no había parroquia en ese lugar y los bautismos se registraban en la iglesia de La Candelaria en Medellín. La construcción del primer templo en Envigado con el nombre de Nuestra Señora de Los Dolores, en terrenos del actual barrio La Paz, estuvo a cargo del primer párroco –de 1775 a 1812–, padre Cristóbal de Restrepo Vélez, hermano de don José Félix, y posteriormente fue trasladado al sitio actual del parque principal con el nombre de Iglesia de Santa Gertrudis. Claro que si consideramos que fue bautizado en su casa de Sabaneta y luego registrado en la lejana iglesia de la Candelaria en Medellín, la afirmación del Dr. Ospina Rodríguez es correcta)


Y el doctor Andrés Posada Arango envió a Bogotá, a publicar en el Papel Periódico Ilustrado, su malita biografía con la pretendida partida de bautismo. Todo ello en 1888, cuando publicó la suya don Mariano.


Y fue tanta la grita, que el doctor Manuel Uribe Ángel, envigadeño, que ya tenía levantados en París los pliegos de su grandiosa Geografía de Antioquia y Resumen Histórico de su Conquista, hizo imprimir una nota al pie de lo referente a Envigado, que reza:

"Envigado pretende honrarse con haber sido la cuna del doctor D. José Félix de Restrepo, pero Medellín le disputa esta honra. Los vecinos de Envigado dicen que nació cerca de un riachuelo que corre por las cercanías, y que por haber sido hermano de tres doctores, el riachuelo cambio su nombre por el de Doctora. El doctor Andrés Posada Arango sostiene que nació en un punto inmediato a Medellín, junto al curso del riachuelo Iguaná. La diferencia está en tela de juicio".

(En el libro de registros de abogados graduados –recibidos– por la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá aparece como abogado graduado en el Colegio de San Bartolomé don José Félix –Félix José– de Restrepo Vélez como nacido en Otrabanda, lo que significa que como tal se registró el estudiante y recién graduado jurisconsulto en los documentos oficiales que presentó al colegio bartolino y a la Real Audiencia. Ser nacido en la finca de Otrabanda, así fuera de manera accidental; o ser nacido a orillas de la quebrada La Doctora en el hoy municipio de Sabaneta, lugar de residencia digamos urbana de sus padres, implicaba ser registrado como bautizado en la iglesia de la Candelaria de Medellín que era la parroquia regional, así el cura se desplazara por el territorio haciendo bautizos en capillas y hasta en casas particulares)

Haciendo el psicoanálisis de la República Liberal de Antioquia, y del maquinador contra ella Mariano Ospina Rodríguez y del autodidacta coleccionista tacaño de conocimientos que fue el “doctor Andresito”, veremos cómo de las pasiones nacieron las dos opiniones, pues la ciencia no tiene opiniones.

El viejo Ospina Rodríguez que vino a esconderse en Antioquia, en las tierras de los Zuláibar, porque muy jovencito les tuvo los atados en la puerta a los que entraron a matar a Bolívar, se casó aquí con tres antioqueñas ricas; desde entonces se dejó crecer esas barbas tan graciosas que hacen resaltar los pómulos indios y hacen como pequeña y repulgada la naricita, pues no era indio propiamente, sino un salto atrás, algo insuperable que nos entristece por lo que ya no aparecerá: el hombre colombiano, el gran mulato mestizo-zambo. Tanto lo estimamos en Envigado, que su retrato, con su gorro, sus barbas, sus pómulos, su naricita y su no se qué lo tenemos en el Ayuntamiento, con el de José Félix y el de La Sábana Santa.
* * *

(Hubo un ingeniero envigadeño graduado en San Bartolomé por los días en que se graduó don José Félix de Restrepo, ingeniero a quien apodaban “La Sábana Santa” por la excesiva palidez de su rostro. Fue Alejandro Vélez Barrientos, hijo de José Ignacio Vélez de la Calle y de Micaela Barrientos Ruiz, nacido en 1794 y fallecido en 1841, según explicación de Fernando González: “Pero, ¿quién fue el muchacho que doña Micaela Barrientos envió a Bogotá para doctor? Alejandro Vélez Barrientos, un buen ingeniero a quien por alto, langaruto y descolorido llamaban en Bogotá La Sábana Santa…”)

Ya don Mariano había vuelto de Guatemala, en donde se refugió, enseñó y preñó a sus mujeres antioqueñas, cuando Mosquerita le quitó la Presidencia. Y vivió en Medellín, maquinando con el doctor Berrío contra el estado liberal del Cauca, y luego, a la tapada, mamparado en los parientes de sus mujeres ricas, que eran las Barrientos, los Vásquez, los Gómez, los Zulaibar, godos bravos, todos cara de alpargate como don Estanislao Gómez Barrientos, su biógrafo y que fue como la mamá del Ospinismo de entonces y de ahora: fantasmas.

Los boyacenses son escondidos, acurrucados, como arrebujados en mantas sentados en cuclillas.

Y Andrés Posada Arango, “el doctor Andresito”, era “el sabio”: autodidacta. Avaro de todo. Físico avaro, químico avaro, médico avaro, historiador avaro. Si encontraba un gallinazo desplumado, lo clasificaba como “gallina Posadea”..., y encontró una “inscripción de bautismo” en Medellín, referente a José Félix..., y a él no le dieron el premio del concurso, y don Mariano decía que nació en Envigado y que fue bautizado en Envigado, y los ex gobernantes de la República de Antioquia unían la caída de la República al nombre del maquinador godo, Ospina... ¿Entendéis ya el origen pasional del José Félix medellinense...?

Y venido a ver que la biografía escrita por don Mariano no tiene un solo defecto ni error porque respetó que nació en Envigado, fue bautizado en Envigado, y... admiraos, en el templo de Envigado, aunque en 1760 no existía la parroquia ni el templo. Es el secreto de las obras maestras que no mienten nunca; tienen lunares, que los brutos llaman errores, pero que son verdades sublimadas. Efectivamente, José Félix de Restrepo fue bautizado en su casa de la Doctora apenas nació, al amanecer del veinte (20) de noviembre de 1760, o sea, fue bautizado entre los árboles envigadeños, con agua de la Doctora y bajo el cielo envigadeño, bañado por las constelaciones que se asomaban por las Palmas. Y ese suelo, ese cielo, y esa agua son El templo de Envigado.

* * *

Como tal partida de bautismo hallada en la Villa de la Candelaria por el doctor Andrés Posada Arango lo que dice es que José Félix nació en Envigado y fue bautizado en Envigado, se pregunta uno si el “doctor Andresito” y sus compañeros de opinión no sabían leer... Sí sabían leer, pero leían sus pasiones. Sabían leer y vivieron leyendo, pero no sabían leer en.

Leer y leer en. Hay una diferencia entre esos términos como la del cielo y la tierra. Una cosa es leer un documento y otra muy distinta leer en un documento. Y en esta diferencia está toda la sabiduría del historiador.

Una cosa es ver una herida y otra muy diferente es ver en una herida. Ustedes ven una herida de arma de fuego; una rotura de la piel, nada más. Un médico legista ve en esa herida la distancia a que se hizo el disparo, la posición de heridor y herido, etc.

En una piedra labrada, el arqueólogo ve el edificio, el tiempo y el ambiente, un mundo...

* * *

La dicha partida de bautismo reza así:

El 28 de noviembre de 1760, el doctor Juan José de Restrepo puso óleo y crisma a José Félix, antes bautizado, hijo legítimo de don Vicente de Restrepo y de doña Catalina Vélez. Fueron padrinos don José Echeverría y doña Manuela Vélez.

Yo leo en este documento que el veinte de noviembre nació en la Doctora un hijo de Vicente de Restrepo y de doña Catalina Vélez; que nació en peligro de muerte, por parto difícil o prematuro; que lo bautizó don José Echeverría que se hallaba allí y que a los ocho días cuando cesó la creciente del Aburrá lo llevaron a Medellín a la Villa, a inscribirlo en el libro de nacimientos, y que su pariente el presbítero Juan José de Restrepo le puso óleo y crisma.

Que nació el 20 de noviembre, porque el 20 es el día de San Félix en el calendario romano. En el siglo XVIII este Valle de Aburrá estaba poblado, no en forma de pueblo, sino por colonos españoles que vivían en “estancias” diseminadas, sin vías de comunicación con el resto del mundo; familias patriarcales en sus costumbres, con sólo un “santoral” o un “ramillete de devociones” como biblioteca: los hijos traían el nombre del Santo en cuyo día eran paridos... “¿Qué nombre trajo?”, preguntaba la parturienta, y como el compadre don José Echeverría estaba allí, en la Doctora..., pues José Félix, “¡y apenas escampe y pase la creciente del río, lo llevaremos a la Villa, a cumplir con todo!...”. Que lo llevaron el 28 a eso del óleo y crisma y la inscripción, porque noviembre es el mes de puro invierno en el Valle de Aburrá y el río crece (el padre Escobar se ahogó en noviembre, al pasarlo cuando iba a confesar a un moribundo en Itagüí); el camino no era esta carretera de hoy, sino un sendero pantanoso y pedregoso que pasaba precisamente por esta mi Villa “Otraparte” y cogía para Noroeste, pasaba el río, que no tenía puentes, y llegaba a la Villa de la Candelaria por lo que hoy llaman San Benito. ¡Hideputa aquel que afirma y sostenga que el Maestro José Félix y la Filosofía Natural no nacieron en Envigado!

* * *

Venid ahora a la plaza de Envigado: mirad para el oriente, a la anchísima cordillera que tiene —única en el mundo— declive humano, poderosos y graciosos contrafuertes, formando regazos maternales, y todos los matices del verde y muchos más; todas las benignas temperaturas y todos los aromas de los jardines, y... ¿no es aquí en donde Anteo recuperaba y recupera su fuerza al echarse sobre su madre la Tierra? ¿No fue en aquel alto, en la finca de Pachito Pareja, en ese contrafuerte que hay entre las quebradas Huyameras y Sebastiana, abajo del Atravesado, en donde hicieron a Eva de catorce años y medio...?

Y luego seguid para el Sur: pasad el puente El Envigado sobre la quebrada La Minita de Cortés; continuad bordeando la Loma del Barro, y ahí tenéis ya La Sabaneta, migajón pródigo en donde hicieron a José Félix...

¡Porque don Vicente (de Restrepo Guerra Peláez), su padre, vino aquí a casarse con rica, y se casó con Catalina (Vélez de Rivero Guerra Peláez), bisnieta del capitán Juan Vélez de Rivero, que fue el patriarca de Antioquia, y aquí se quedó, aquí engendró, aquí testó, fornicó y murió, diciendo que era vecino de Envigado!

* * *


Y la ciencia de la estrellería también nos dice muy claramente todos estos nacimientos. Pero de esto no diré nunca nada, pues si no saben leer en los garrapatos del Cura de la Villa de la Candelaria, qué van a saberlo en las estrellas que van saliendo por la cordillera de Las Palmas. ¡Limpias y fecundas como las once hijas del capitán Juan Vélez de Rivero!

— o o o —

III


Canto a Antioquia y a la madre de José Félix

¡El capitán Juan de Toro! Pacificador de los indios Gualíes; pacificador de los negros sublevados de Remedios; el que quemó a Remedios de Nare y lo trasladó a donde hoy está. Este fue el gran encomendero aquí en Envigado, Sabaneta o Itagüí; fue él quien trabajó La Minita e hizo el puente El Envigado y... se casó con (ilegible) de Eva de la Ayurá. A ésta la hizo el Señor con las criadillas de los trescientos conquistadores que se quedaron en estas cordilleras y con las entrañas de la cacica Ayurá.

Con las criadillas de Balboa, los Heredias, Badillo, el insuperable portugués Francisco César (en todo caldo de raza tiene que haber portugués), los macheteros Ledesma y Bocanegra, etc., y con las entrañas de las cacicas de catorce años, fue con lo que hizo Jehová, en dos centurias de silencio literario (que es el silencio de la creación), a nuestra gran madre Antioqueña.

Durante esos doscientos años, de vez en cuando venían visitadores del Virreinato a examinar las arcas reales y las hallaban vacías, y nada de vanidades, y nada de pueblos y palacios, y escribían: “Estas gentes son notadas de tan engreído orgullo, que, aunque todos se tratan de primos, contraen sus matrimonios en la propia familia. Trabajan minas, y los más se dedican a la labranza de sus arados y chacras; siembran maíz, caña dulce y algunas otras legumbres, y los de Medellín son más guardosos y aplicados a no gastar, rescatantes de minerales que dan en la mayor parte de la región...”. “Viven con demasiada sobriedad y sencillez y acostumbrados a viandas agrestes y groseras. Se visten con chamarra de lienzo y alpargates, o descalzos casi siempre”.

Estaban haciendo a Nuestra Madre, a Eva.

Sube uno en su genealogía, aquí en Antioquia, y llega hasta un venido del Mediterráneo, pero nunca, ningún antioqueño llega a madre venida. A nuestra madre la hicieron en doscientos años de brega silenciosa, de vivir heroico y sobrio. Nuestra madre nació aquí, en la finca de Pacho Pareja, y por eso somos una raza, dueña de una tierra, y no queremos ser de Colombia capital Bogotá, de la Patria Boba, sino de la República de Municipalidades Comunales del Mar de Balboa, la República del Pacífico, si queréis.

El capitán don Juan de Toro engendró a Cristóbal de Toro Zapata, porque las primeras hijas de Eva fueron Zapata, de un Zapata que da gusto y cuyo retrato, en piedra del Río Nare, poseo yo, traído de la ruina de una capilla de mineros en el hoy Municipio de San Vicente. Y Cristóbal de Toro era dueño de todas las tierras que hoy son Sabaneta, Itagüí y Guayabal. Tuvo tres nietas, de las cuales desciende toda la Antioquia de hoy.

Porque en ese entonces principiaron a venir españoles “pobres, pero eructando pavo”, o sea con “papeles de nobleza” a casarse con rica. A esto llamaremos colonización. El período anterior se llama de gestación de la raza o creación de la Madre.

La una nieta, Marina, se casó con el colonizador Bartolomé Pérez de la Calle, y heredó las tierras de El Envigado, con su capilla de mineros allí y tenemos a los doctores de la Calle, al primer Seminario en Antioquia que fue en esa casa y capilla.

La otra nieta, Bárbara, se casó con el otro hidalgo “pobre pero honrado”, Pedro Leonín de Estrada, y heredó las tierras de Guayabal y mucho de Itagüí.

Y la tercera nieta, Manuela, que es el nombre de la Eva Antioqueña, el nombre más amado por aquí entre nuestros padres, se casó con... el capitán Juan Vélez de Rivero, que heredó La Sabaneta y es el patriarca de los patriarcas antioqueños.

Después siguieron llegando hidalgos con sus papelitos de “pobres pero honrados” a casarse con rica, con las Vélez, las de la Calle, las Estradas. Los Arangos, Uribes, Echeverrías, González, Ochoas, Jaramillos, Montoyas, Mejías, etc., vinieron a casarse con rica. Y tenemos a Antioquia, una raza creada por Jehová.

* * *


Ya vimos que don Vicente de Restrepo (Guerra Peláez) vino a casarse con rica y se casó con Catalina Vélez de Rivero (Guerra Peláez); y su bisabuelo, el don Alonso López de Restrepo (Méndez), también era de los venidos a casarse con rica.


* * *

¿Qué hizo el capitán Vélez de Rivero apenas heredó La Sabaneta?

Asturiano, del Valle Cabezón de la sal, fue la sal de Envigado y de toda Colombia. El que algo vale en ella, tiene sangre de Vélez de Rivero. Hasta el viejo que firmó el concubinato con la Santa Sede, y el Arango Vélez que dos o más veces ha sido nuestro gran Sacristán, llevan su sangre.

¿Qué hizo, apenas heredó al suegro? ¿Qué hizo como padre de Antioquia?

Montó, leed bien, montó la primera estancia de azúcar de caña en este Aburrá, y el primer trapiche en Antioquia.

¡Poderoso señor! Fue nuestro padre. Nos dio el alimento; panela y mazamorra. Casado de arepa y dulce.

Llamó a éste, Dulce Macho. Inventó la libra de panela y el atado envuelto en hojas secas de plátano.

La libra de panela, leed bien, la libra de panela que llevaba encima, como marca de garantía, la huella de la mano abierta de sus negritas pesadoras.

¡Oh, negritas pesadoras de los trapiches de nuestros padres! Nos criamos en los trapiches de los abuelos, cabe la Ayurá, y el vaivén de las tetas de las negritas arrullaron nuestro patriotismo. ¡Viva Antioquia!

* * *

Pero el capitán, el mielero, como le llamaban, poseía otra mejor miel: once muchachas olorosas a carne limpia, que es a lo que huele el futuro.

Y así es como aquí, sobre las ruinas del puente viejo sobre la Ayurá, en Otraparte, para que no la confundan con Colombia-Bogotá, me quito la boina, porque veo, como si fuera ya, a Catalina Vélez pariendo a José Félix y a la Filosofía Natural.

Otraparte, Envigado, octubre de 1960.

Fuente:

El Mundo Semanal, mayo 3 de 1986, p.p.: 7 - 8.

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Comentarios de Orlando Ramírez-Casas (Orcasas):

Desde que en España, por los días del Descubrimiento de América, don Alonso Rodríguez López de Restrepo bautizó a su hijo Alonso López de Restrepo Fernández, y éste al suyo Alonso López de Restrepo Méndez el que vino a Medellín con su primo Marcos en 1646, y este Alonso que fue Alférez al suyo que también fue Alférez como Alonso López de Restrepo y Guerra de la Cámara, y éste al suyo como Alonso López de Restrepo y López de Atuesta, y éste al suyo como Alonso López de Restrepo y Vélez de Rivero al que apodaron Alonsito para distinguirlo del resto de la Alonsería y de la Restrepería; el árbol genealógico de los Restrepo es más complicado que el de los Buendía Iguarán en Cien Años de Soledad. Hay que hacer un curso para entender de quien hablan los historiadores que mencionan simplemente a Alonso de Restrepo en muchos casos, o al Alférez en muchos otros. La cosa se complica porque como se casaban primos con primas, los apellidos Restrepo Guerra, Restrepo Vélez, Guerra Peláez, Vélez de Rivero, y más tarde los Restrepo Uribe y los Uribe Restrepo con repetición de los mismos nombres, el tejido es una enrevesada madeja llena de cabos sueltos. Hay que hacer un curso.

La Historia es escrita por historiadores y, como estos están hechos de pasta humana, pueden fallar. Bien se sabe que “errar es humano”. Se da el caso de que un historiador cometa un error de juicio o que se base en un documento errado. Eso puede ocurrir. Como también puede ocurrir, y ocurre, que el historiador se deje llevar por sus sentimientos y escriba la historia sesgada a conveniencia de sus intereses o sus pasiones. En la genealogía escrita por don Gabriel Arango Mejía (alguien me dijo que es incompleta y tiene inconsistencias) aparece una somera referencia a que hay apellido Restrepo de los denominados “platanares” y Restrepo de los denominados “Pachereques”, pero no explica el origen de tales denominaciones. Imposible que un hombre tan enterado de esos tejemanejes no lo supiera, pero se abstuvo de contarlo para no incomodar a la Restrepería. Los platanares descienden del tronco principal, como colinos o vástagos de la planta original; y los pachereques descienden de la esclava conocida como “La negra Pacha”, cuyo apellido se quedó en el África natal. La Negra Pacha tuvo un hijo con el cura Juan Ambrosio de Restrepo, hijo que trataron de atribuir al primo Marcos aunque la gente no les comió cuento. Al crecer Juan José Tomás de Restrepo se casó con Lorenza, una hija natural del cura José Jerónimo de Betancur y Velasco con doña Lorenza López de Atuesta y Correal de Ocampo, cuñada de don Alonso el hermano del padre Ambrosio, niña que fue abandonada en un hospicio de niños expósitos y recibió los apellidos de los padres adoptivos que la criaron, Manuel Zamora y Juana Urrego. De ellos descienden los pachereques, y yo no pude averiguar si mi abuela era platanar o pachereque. Vaya uno a saber, puesto que la Historia con mayúscula la escriben los historiadores a su acomodo, y la historia con minúscula la escriben las familias a su conveniencia.

De ahí que lo importante sea descubrir la verdad, aunque sólo tenga como beneficio el conocerla, según tesis propuesta en un concurso que se realizó entre abogados en el año de 1775 sobre el tema de: Si sea o no útil trabajar en la averiguación de una verdad, de cuyo conocimiento no resulta otra utilidad que el conocimiento propio en el que el presbítero José Ángel Manrique y Santamaría obtuvo, según leo, el… segundo premio; lo que le valió ser desterrado a España por parte del Oidor Juan Hernández de Alba y eso lo encuentro en lo consultado en archivos históricos por los historiadores Zamira Díaz López, Roberto Luis Jaramillo Velásquez, Armando Martínez Garnica, Daniel Gutiérrez Ardila, y María Teresa Ripoll Echevarría en su trabajo colectivo “Quién es quién, primera parte de la Guía de Forasteros del Virreinato de Santafé para el primer semestre de 1810-Lista de abogados”, publicado en la página virtual de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República:

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/guia_de_forasteros/lista_de_abogados.htm

- Dr. don Francisco González Manrique y Flórez, recibido el 7 de noviembre de 1775; vive en la calle de la Portería. Natural de Santa Fe y colegial de San Bartolomé, hijo de quien fue presidente de la Real Audiencia, don Francisco González Manrique, y de doña Josefa Flórez. Casado con doña Manuela Sanz de Santamaría y Prieto, es el padre de doña María Josefa González Manrique (Santa Fe, 1773), casada con don Miguel Joaquín Ricaurte y Rigueiro (Guachetá, 1755); y del presbítero José Ángel Manrique y Santamaría, desterrado a España por el oidor Juan Hernández de Alba por el hecho de haber obtenido el segundo premio en el concurso propuesto por el rector del Rosario sobre el tema: “Si sea o no útil trabajar en la averiguación de una verdad, de cuyo conocimiento no resulta otra utilidad que el conocimiento propio”.

Eso está bien, pero luego encuentro otra anotación donde dice que:

- Dr. don Domingo María Camacho Rodríguez de Lago, natural de Tunja, recibido el 20 de agosto de 1798; vive en la calle de Quesada. Fue becario supernumerario en el Colegio del Rosario, disfrutando de la beca fundada por el arzobispo Manuel Camacho y Rojas. Se graduó de Bachiller en Filosofía (1792) y en Derecho Canónico (1794), así como de Licenciado (1796) y Doctor (1798) en Derecho Canónico. Obtuvo en 1794 el segundo premio en el concurso promovido por el rector del Colegio del Rosario sobre el tema: “Si sea o no útil trabajar en la averiguación de la verdad, de cuyo conocimiento no resulte otra utilidad que el conocimiento propio”.

A menos que hubiera dos segundos premios, hay un lapsus cometido por los historiadores en la transcripción de la fuente original para su libro, lo que me lleva a pensar, aplicando la lógica, que el presbítero José Ángel Manrique y Santamaría lo que obtuvo fue el PRIMER premio que le mereció el destierro. Es que uno tiene que leer con lógica y cuestionar, no tragando entero. Dice el filósofo de Otraparte en Envigado que:

“Hay una diferencia entre los términos leer y leer en, como la del cielo y la tierra. Una cosa es leer un documento, y otra muy distinta leer en un documento; y en esta diferencia está toda la sabiduría del historiador. Una cosa es ver una herida, y otra muy diferente es ver en una herida. Ustedes ven una herida de arma de fuego, una rotura de la piel, y nada más. Un médico legista ve en esa herida la distancia a que se hizo el disparo, la posición del heridor, etc” (Fernando González Ochoa).

Ana y Jaime Valencia, una pareja de hermanos que cantaban a dúo en los años sesenta, grabaron una composición suya titulada “Café y petróleo” en la que dicen que “Simón Bolívar, Libertador, murió en Santa Marta y en Caracas nació… porque no importa dónde se nace, ni dónde se muere, sino donde se lucha”.

Como dijo Rainer María Rilke, “la verdadera patria es la infancia”, o sea el lugar donde uno pasa sus años de niñez y adolescencia. Rilke, considerado uno de los poetas más importantes de la lengua alemana… no era alemán. Nació en Praga, la capital de lo que en mi niñez se conocía como Checoeslovaquia, que es una república que ya no existe porque estaba compuesta por dos partes que podrían considerarse como el agua y el aceite: los checos y los eslovacos; y murió en Valmont, un poblado Suizo. Pero como en Alemania estudió, se enamoró, se casó, y escribió la mayor parte de su obra en ese idioma, los alemanes lo consideran suyo, y eso no se lo discuten ni siquiera los parisienses, donde también vivió.

Suelen las gentes pelearse la cuna de los hombres ilustres, lo que no deja de ser un poco estúpido. ¿Qué importa que hubiera nacido en Mompox el dictador don Juan del Corral, a quien en 1813 le correspondió dar el título de ciudad a la Villa de Medellín, si fue en la tierra antioqueña donde vivió e hizo su obra? ¿Qué importa que Carlos Gardel hubiera nacido en Tolousse o en Tacuarembó; o que hubiera muerto por accidente en Medellín, si fue en Argentina donde vivió e hizo su obra? ¿Qué importa que Manuel Mejía Vallejo, siendo hijo de un guarceño de El Retiro, hubiera sido gestado en Jardín y nacido en Jericó, si fue en otras partes donde vivió la mayor parte de su vida e hizo su obra? ¿O que Antonio José “Ñito” Restrepo hubiera nacido en Concordia si de adolescente salió para Medellín y Bogotá, y sólo una vez volvió a su pueblo natal en 1887 para visitarlo de paso? ¿Qué importancia puede tener que Francisco Antonio Zea haya sido gestado en Santa Rosa y nacido por accidente en Otrabanda de paso para la Villa de Medellín porque a su madre le sobrevinieron los dolores del parto antes de tiempo? –A finales del siglo XVIII Otrabanda, o sea el occidente del río Medellín compuesto por lo que hoy son los barrios de Robledo, La América, Belén y Guayabal; se consideraba territorio rural alejado de la cabecera de la villa que eran los alrededores de la plaza mayor o parque de Berrío–. Pero hay que ver las discusiones bizantinas que se arman alrededor de eso, o los alardes que hace alguno que alguna vez se confesó en Argentina con un curita Bergoglio que después fue Cardenal y llegó a Papa. Ondea sus tres padrenuestros y tres avemarías como si fueran el escudo de un ducado, y se siente autorizado para decirle Che al hombre que ya no recuerda cuál de los millares de penitentes que pasó por su confesionario porteño es este sujeto. El jesuita Bergoglio, de quien tan orgullosos se sienten los argentinos, ¡nació en Italia! (En Portocamaro, provincia de Asti). Y, a la hora de la verdad, si vamos a ser sinceros, el argentino Julio Cortázar nació en Bélgica y murió en Francia, hablando el español como francés y hablando el francés como argentino.

Así es que me refiero a la carta en la que el escritor de grata memoria, por quien siento gran admiración (y de mi admiración no le quepa duda a su espíritu allá donde se encuentra), el filósofo Fernando González Ochoa, se dirige al editor Rafael Montoya y Montoya de Ediciones Académicas para decirle que el Dr. José Félix de Restrepo Vélez, fallecido en Bogotá en el año de 1832, nació en Sabaneta a orillas de la quebrada La Doctora, o sea en el antiguo territorio ampliado de Envigado, tal como afirma don Mariano Ospina Rodríguez en una biografía del personaje; y no en Medellín como afirmó en otra el médico historiador Andrés Posada Arango. Califica el maestro Fernando como apasionadas las posiciones de los dos biógrafos: 

“¿Entendéis ya el origen pasional del José Félix medellinense...? veremos cómo de las pasiones nacieron las dos opiniones, pues la ciencia no tiene opiniones… Se pregunta uno si el doctor Andresito y sus compañeros de opinión no sabían leer... Sí sabían leer, pero leían sus pasiones. Sabían leer, y vivieron leyendo, pero no sabían leer en”.

Con todo respeto por él, encuentro apasionadas y despectivas con el contrario las argumentaciones del maestro Fernando, aunque ajustadas a la lógica de su pensamiento y su sentir envigadeños, pero… no creo que el descalificado biógrafo Dr. Posada estuviera tan desenfocado en el sentido de que el Dr. José Félix de Restrepo ¡Nació en la finca rural que su padre tenía a orillas de la quebrada Iguanacita en Otrabanda! Su razón tenía el Dr. Posada al escribir esto, puesto que en la documentación que don José Félix presentó al Colegio de San Bartolomé en Santafé de Bogotá para cursar sus estudios de abogado, y en los registros de su recibo o graduación en la Real Audiencia, así aparece:

- Dr. don Félix José de Restrepo Vélez, natural del sitio de Otra Banda en la villa de Medellín (1760), hijo de don Vicente Restrepo Peláez, empresario de minas, colonizaciones y obras públicas, y de doña Catarina Vélez Peláez, vecinos de Medellín. En 1773 comenzó sus estudios de Filosofía en el Colegio de San Bartolomé hasta graduarse de Bachiller en Filosofía y de Doctor en Leyes (1778). Fue recibido en la Audiencia el 29 de agosto de 1786. Fue pasante y luego catedrático de Filosofía en ese colegio, donde también dictó Moral, Lógica, Metafísica, Aritmética, Geometría, Trigonometría, Álgebra y Geografía. Renunció a su cargo y pasó como catedrático al Colegio Seminario de Popayán, adonde fue llamado por el obispo Obregón y Mena. Obtuvo en propiedad la cátedra de Filosofía en este establecimiento en 1783. En dicha ciudad fue asesor interino de la Gobernación en 1791-1792, sirvió la cátedra de instituciones civiles al quedar vacante tras la partida de Francisco José de Caldas (1795-1798) y fue alcalde ordinario de primer voto en 1800. Tanto en Santa Fe como en Popayán formó estudiantes que hoy son de mucha figuración. Casó en 1788 en la misma ciudad con doña Tomasa Sarasti y Ante de Valencia, por lo que emparentó con la poderosa familia Valencia (Díaz, Jaramillo, Martínez, Gutiérrez y Ripoll).

Obsérvese que en los registros de abogados graduados o recibidos en el Colegio de San Bartolomé en Bogotá se reporta el lugar y el año de nacimiento, así como la cónyuge en el caso de los laicos y la parroquia donde ejercen en el caso de los sacerdotes. No habría razón para que el nombre de Otrabanda apareciera en su registro, si así no figurara en la documentación presentada para su admisión o así no lo hubiera reconocido él al inscribirse; distinto al caso de Javier, hermano de José Félix, que así figura:

- Dr. don Javier de Restrepo Vélez, natural de la villa de Medellín (1758), hijo de don Vicente Restrepo Peláez y de doña Catalina Vélez Peláez. Ingresó a San Bartolomé en 1767. Ha ejercido empleos de república en su villa natal y fue estanquero de tabaco en Envigado. Es dueño de un importante capital y hermano del doctor Félix José de Restrepo, y de los presbíteros doctores Cristóbal y Carlos, así como de doña Josefa, esposa del doctor Isidro Miguel de Isaza. Vive en Medellín.


Que el Dr. Javier figure como nacido en Medellín no viene al caso, puesto que el territorio del Envigado de esa época dependía de la Villa de Medellín incluida la parcela de Sabaneta; pero ignoro el porqué, y tampoco viene al caso, el hombre que conocemos como don José Félix de Restrepo aparece en los registros profesionales como Félix José, siendo la misma persona. Debemos tener en cuenta que cuando nacieron los hermanos Restrepo Vélez la parroquia de Envigado no existía, y el registro eclesiástico de los bautizos se realizaba en la iglesia de la Candelaria en el marco de la villa, dándose el caso de que algunos niños fueran bautizados informalmente en su lugar de nacimiento para posteriormente realizar la ceremonia religiosa y legalización de registro en la parroquia central, que en aquellos días de cabalgaduras y caminos de herradura quedaba lejos en verano y hasta diría uno que lejísimos en invierno.

Hay otros registros y, entre los muchos, me llaman la atención estos dos:

- Dr. don Jorge Ramón de Posada, natural del sitio de El Aguacatal, en Medellín (1756). Es hijo del importante comerciante don Miguel Jerónimo de Posada y Montoya y de doña Rosalía Maurís y Posada. Abogado bartolino, fue catedrático de Filosofía en su antiguo colegio hasta 1780 cuando renunció, como también lo ejecutó el doctor Félix de Restrepo. Fue ordenado ese mismo año por el arzobispo Caballero y Góngora. Es cura de la villa de Marinilla desde 1787. Es próximo pariente por su madre de los Ricaurte, de los París y de los Baraya, importantes familias de Santa Fe.


El padre Jorge Ramón fue un importante hombre, como cura párroco de la ciudad de Marinilla, que desempeñó un papel de liderazgo en la Guerra de Independencia y es considerado marinillo hasta los tuétanos; aunque nació en Medellín, en el sitio de El Aguacatal, en el año de 1756. Puede observarse que para ese año ese lugar no se llamaba El Poblado, como ahora, puesto que sólo vino a llamarse con este nombre al territorio situado entre Medellín y Envigado a partir de 1876 cuando fue construida la iglesia de San Blas o San José que hay en el parque:

- Dr. don Lucio de Villa Tirado, nació en la hacienda de Guayabal y en 1769 fue bautizado en la capilla de su abuelo. Es hijo del maestre de campo don Casimiro de Villa Molina y de doña Josefa Tirado y Ossa. Bartolino, es Doctor en ambos Derechos. Fue ordenado sacerdote en Popayán (1802) por el obispo Velarde y Bustamante. Es tenido por hombre muy rico, de familia muy antigua y muy bien vinculada, y por sacerdote de inteligencia notable.

El padre Lucio aparece como nacido en la hacienda Guayabal, otro lugar del territorio de Otrabanda, y bautizado en una capilla familiar, así haya que buscar su partida de bautizo en los libros de la iglesia de la Candelaria como correspondía para el año de 1769 cuando nació. Desde su influyente puesto ejercido en la Villa de Medellín, fue afecto a la causa de los patriotas en la Guerra de Independencia; y su hermano Nicolás, nacido en el mismo lugar, ejerció como médico eminente aunque empírico en Envigado, donde tuvo como discípulo al Dr. Manuel Uribe Ángel. La vida del Dr. Nicolás transcurrió, pues, en Envigado, población que recibe ese nombre según vengo a enterarme por la carta del maestro Fernando debido a un puente de vigas (puente envigado) que había sobre la quebrada de la Ayurá.

Con base en estos registros yo no metería la mano al fuego ni pelearía con tanto ardor el hecho de que el Dr. José Félix hubiera nacido al pie de la quebrada La Doctora en Sabaneta (que recibió este nombre porque pasaba por la casa de sus padres y todos los hijos de esa familia fueron doctores; por lo que la gente, tan amiga de buscar al ahogado quebrada arriba o de creer que la calentura está en las sábanas, atribuyó a sus aguas un influjo milagroso); y daría mucho valor a la posibilidad de que hubiera nacido, así fuera por accidente, a orillas de la Iguanacita en la finca de Otrabanda. Al fin y al cabo, ¿Qué importancia tiene si a la hora de la verdad la mayor parte de su vida vivió en Popayán y en Bogotá, y fue en esas ciudades donde dejó su legado y su descendencia?

En la biografía escrita por el Dr. Mariano Ospina Rodríguez aparece que:

“El 28 de Noviembre de aquel año (de 1760) nació en el partido de Envigado y fue bautizado en la iglesia parroquial de dicha villa, por el Pbro. Dr. D. Juan José de Restrepo, un niño que recibió el nombre de JOSÉ FÉLIX, hijo legítimo de D. Vicente de Restrepo y de Da. Catalina Vélez Guerra”.


El padre Juan José de Restrepo (y Vélez Toro) era pariente lejano tanto de don Vicente de Restrepo (y Guerra Peláez) como de doña Catalina Vélez (y Guerra Peláez) –abundo en segundos y terceros apellidos para desambiguar a los personajes– por lo que la coincidencia de apellidos con los hijos de este matrimonio no significa que hiciera parte de la familia inmediata. La anotación de la biografía hace referencia a la “villa”, título que llevaron Marinilla y Medellín hasta 1813 en que fueron declaradas ciudades y puestas a la par con Santa Fe de Antioquia y Rionegro que ya lo eran. Envigado no fue villa, y no sé si el párrafo está mal escrito por el Dr. Ospina Rodríguez, refiriéndose a Envigado; o con tal título está refiriéndose a la jurisdicción parroquial de Medellín sobre ese territorio en el año de 1760.

Hasta aquí llegan mis observaciones, y allá verán si a don José Félix se lo quieren seguir peleando los orilleros de las dos quebradas mencionadas pues los pleitos de límites suelen durar hasta que San Juan agache el dedo, como es el caso de Itagüí y Medellín que mantuvieron por años un diferendo por interpretación y confusión de nombres y recorrido de la quebrada la Jabalcona que según el qué y el cómo resulta dejando a la Fábrica de Licores de Antioquia y su destilería de aguardiente en uno o en otro municipio. Itagüí le ganó a Medellín las tributaciones de esa fábrica al fisco municipal, según ordenanza 33 de noviembre 24 de 2006 emitida por la Asamblea Departamental de Antioquia, pero tal fallo parece haber sido impugnado o apelado, puesto que el ganador no se ha atrevido a hacer bulla ni a cantar victoria con tan jugoso beneficio; porque no importa donde se nace, ni donde se muere, sino donde se tributa.

http://antioquia.gov.co/antioquia-v1/PDF/Ordenanzas/2006/ordenanza-33-2006.pdf

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)



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