RAPHAEL EN LA DISCOTECA KEVINS DE MEDELLÍN
El 4 de febrero de 2015 falleció la cantante cubana Celina González Zamora, del dúo de Celina y Reutilio, y ya contamos lo de su visita a Medellín en el año de 1985 cuando con su hijo Lázaro tuvo que ocultarse bajo el escenario de la discoteca Lucky 77 porque se armó una balacera que dejó cinco muertos y cuatro heridos, episodio que los periódicos calificaron de masacre. “Ese día volvimos a nacer”, le dijo la cantante a la escritora cubana doña Mireya Reyes Fanjul, su biógrafa. Un mes después de la balacera, el propietario resolvió cerrar esa discoteca que competía con la discoteca Kevins que habían montado un par de kilómetros arriba.
Eran los días de las décadas del ochenta y del noventa cuando el inicio del negocio del narcotráfico en Medellín hacía correr dinero a manos llenas y los nuevos ricos se paseaban por las discotecas de La Rinconada, en Girardota; y de Kevins y Lucky 77, en Medellín; cuyas propiedades se atribuían a unos señores Ocampo y se volvieron de moda para los comerciantes del nuevo sector de la economía. En el medio se conocían don Santiago y don José “Pelusa” de ese apellido, que eran amigos pero no eran parientes. Uno de ellos montó a Kevins donde antes había quedado el estadero Las Lomas en la variante de San Diego con la vía que de los barrios Buenos Aires y Loreto conduce a la carretera de Las Palmas.
El cantante Raphael Martos, nacido el 5 de mayo de 1943 en Linares (España), grabó su primer disco al promediar la década de los 60, y a finales de los 70 estuvo en Medellín. A principios del mes de enero de 1983 estaba próximo a cumplir cuarenta años y era un cantante de fama mundial, cargado de contratos. El dueño de Kevins quería inaugurar su discoteca con su presentación, pero no fue posible por compromisos adquiridos en otras partes. Un mes después de inaugurada la discoteca Raphael volvió a Medellín, tras cinco años de su primera visita a la ciudad, y la discoteca anunció su presentación para los días 11, 12, y 13 de febrero de 1983.
El 4 de febrero de 2015 falleció la cantante cubana Celina González Zamora, del dúo de Celina y Reutilio, y ya contamos lo de su visita a Medellín en el año de 1985 cuando con su hijo Lázaro tuvo que ocultarse bajo el escenario de la discoteca Lucky 77 porque se armó una balacera que dejó cinco muertos y cuatro heridos, episodio que los periódicos calificaron de masacre. “Ese día volvimos a nacer”, le dijo la cantante a la escritora cubana doña Mireya Reyes Fanjul, su biógrafa. Un mes después de la balacera, el propietario resolvió cerrar esa discoteca que competía con la discoteca Kevins que habían montado un par de kilómetros arriba.
Eran los días de las décadas del ochenta y del noventa cuando el inicio del negocio del narcotráfico en Medellín hacía correr dinero a manos llenas y los nuevos ricos se paseaban por las discotecas de La Rinconada, en Girardota; y de Kevins y Lucky 77, en Medellín; cuyas propiedades se atribuían a unos señores Ocampo y se volvieron de moda para los comerciantes del nuevo sector de la economía. En el medio se conocían don Santiago y don José “Pelusa” de ese apellido, que eran amigos pero no eran parientes. Uno de ellos montó a Kevins donde antes había quedado el estadero Las Lomas en la variante de San Diego con la vía que de los barrios Buenos Aires y Loreto conduce a la carretera de Las Palmas.
El cantante Raphael Martos, nacido el 5 de mayo de 1943 en Linares (España), grabó su primer disco al promediar la década de los 60, y a finales de los 70 estuvo en Medellín. A principios del mes de enero de 1983 estaba próximo a cumplir cuarenta años y era un cantante de fama mundial, cargado de contratos. El dueño de Kevins quería inaugurar su discoteca con su presentación, pero no fue posible por compromisos adquiridos en otras partes. Un mes después de inaugurada la discoteca Raphael volvió a Medellín, tras cinco años de su primera visita a la ciudad, y la discoteca anunció su presentación para los días 11, 12, y 13 de febrero de 1983.
"Yo soy aquel"
El cantante llegó al aeropuerto el 10 de febrero, y fue recibido por sus representantes artísticos en esta ciudad, que le brindaron atenciones antes del día programado. Llegaron a la discoteca recién inaugurada, y ocuparon una mesa con el fin de que el artista se familiarizara con el lugar de su presentación en los días siguientes, que en ese momento estaba lleno de clientes ansiosos de dejarse ver en el sitio de moda. En la semipenumbra, el cantante y sus acompañantes de la casa disquera pasaron desapercibidos en la mesa que ocupaban en la parte delantera, a un lado del escenario. Los bailarines azotaban el piso de la pista ubicada en el segundo nivel cuando el establecimiento se conmocionó porque en ese momento hizo su aparición el capo Pablo Escobar Gaviria, acompañado de una nutrida comitiva que ocupó las mesas reservadas para ellos. Ante los atónitos ojos del artista español que seguía de incógnito resguardado por el anonimato de no ser reconocido, la concurrencia prorrumpió en aplausos y fervientes gritos de “¡Pablooo, Pablooo, Pablooo, Viva Pablooo!” que opacaron al cantante como si el recién llegado fuera un ídolo artístico de mayor renombre que él.
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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