Decir que van a pavimentar un río para convertirlo en una carretera no pasa de ser un chiste que los contradictores achacan a algunos políticos tildados por ellos de ser poco inteligentes; pero en la práctica uno puede ver, por ejemplo, que una quebrada como la Santa Elena sea entamborada y cubierto su recorrido por una vía pavimentada, dejando que las aguas corran encauzadas subterráneamente y los vehículos rueden por encima de ellas en la superficie.
Los indígenas que habitaban los territorios por donde nace llamaban al río grande que corre por el oriente del país con la palabra Huancayo, o río de las tumbas; más abajo lo llamaban Yuma, río amigo, o río del paraíso; más abajo lo llamaban Arli, o río del pez bocachico; y más abajo, en cercanías de su desembocadura, lo llamaban Caripuya o río grande, y Karakalí o río de los caribes; pero por el día de Santa María Magdalena en que fue descubierto por los españoles en el año de 1501 éstos lo llamaron “Río grande de la Magdalena”.
Marta y María Magdalena, pintura de Caravaggio. Tomada de Internet.
El otro río grande que corre por el occidente era llamado por los ancestrocaleños Lili, y Valle del Lili a su valle; los indígenas de la región antioqueña con el nombre de Bredunco, según leí en alguna parte, y los primeros españoles le pusieron el nombre de la otra Magdalena, su hermana Marta, llamándolo “Río grande de Santa Marta”; sólo que este nombre no trascendió y el río llega a nuestros días con el nombre de río Cauca impuesto por los españoles que llegaron después y que, se dice, quisieron homenajearlo con el nombre del cacique indígena Caucayá. Muchos lugares geográficos en el país parecen desprenderse de este nombre. Yuma y Bredunco se cambiaron, pues, por Santa María y Santa Marta Magdalena, pero… años después de haber publicado este artículo en el blog encontré un dato que hay que tener en cuenta.
Los indígenas que habitaban los territorios por donde nace llamaban al río grande que corre por el oriente del país con la palabra Huancayo, o río de las tumbas; más abajo lo llamaban Yuma, río amigo, o río del paraíso; más abajo lo llamaban Arli, o río del pez bocachico; y más abajo, en cercanías de su desembocadura, lo llamaban Caripuya o río grande, y Karakalí o río de los caribes; pero por el día de Santa María Magdalena en que fue descubierto por los españoles en el año de 1501 éstos lo llamaron “Río grande de la Magdalena”.
Marta y María Magdalena, pintura de Caravaggio. Tomada de Internet.
El otro río grande que corre por el occidente era llamado por los ancestrocaleños Lili, y Valle del Lili a su valle; los indígenas de la región antioqueña con el nombre de Bredunco, según leí en alguna parte, y los primeros españoles le pusieron el nombre de la otra Magdalena, su hermana Marta, llamándolo “Río grande de Santa Marta”; sólo que este nombre no trascendió y el río llega a nuestros días con el nombre de río Cauca impuesto por los españoles que llegaron después y que, se dice, quisieron homenajearlo con el nombre del cacique indígena Caucayá. Muchos lugares geográficos en el país parecen desprenderse de este nombre. Yuma y Bredunco se cambiaron, pues, por Santa María y Santa Marta Magdalena, pero… años después de haber publicado este artículo en el blog encontré un dato que hay que tener en cuenta.
En muchas partes se da por hecho que el nombre indígena del río Cauca a su paso por Antioquia era el de Bedrunco o Bredunco, utilizado por León de Greiff en varios de sus poemas, pero...
[…Incluso León de Greiff, que lo usó en varios poemas, se atribuyó alguna vez el origen de esta palabra, como de tantas otras:
–“Ese río no existe, porque ese río lo inventé yo”, le habría dicho en una conversación al escritor barranquillero Alfonso Fuenmayor–.
(Cita de Luis Horacio López Domínguez en “El Cauca, un río desenfrenadamente raudo”, publicado en el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, volumen XLVII, número 84, 2013)
(http://publicaciones.banrepcultural.org/index.php/boletin_cultural/article/view/120/118)]
Al río Cauca le cae el río Nechí frente a la población de Caucasia, y sigue su curso. El río Magdalena baja por Gamarra hacia Tamalameque, para desembocar en la laguna de Zapatosa, y se extiende al occidente de esta laguna por la llamada “Depresión Momposina” que forma un archipiélago de humedales, caños, e islas. En cercanías de las islas donde están las poblaciones de Loba (San Martín, Hatillo y Barranco) está la población de Pedro Martínez de Pinillos (Bolívar), y el río Cauca desemboca en el Magdalena dos kilómetros arriba de esta isla, en la región de La Mojana, por la Boca de Guamal; sólo que no es la tradicional desembocadura de un río en otro formando una T o una Y, sino el vertimiento de aguas en una de las muchas lagunas que están unidas por caños entre sí. Antes de hacerlo por la Boca de Guamal, lo hacía por la Boca de Tacaloa. Poco más abajo, entre las poblaciones de Magangué a la izquierda y Mompox a la derecha, el río Magdalena se reorganiza y sigue su curso a desembocar en el Océano Atlántico en la ciudad de Barranquilla. Abajo de Mompox y Magangué se desprende el Canal del Dique a desembocar en el océano, cerca de la ciudad de Cartagena, comunicando a esta ciudad con el río Magdalena.
Ambos ríos fueron navegables, pero la sedimentación, la deforestación, la falta de dragado, y las malas prácticas culturales de los habitantes a lado y lado de sus orillas, acabaron con la navegación. Claro que el río Cauca no fue navegable en su totalidad, puesto que al llegar a cercanías de Ituango y Valdivia se encañona entre rocas que estrechan su cauce y le dan profundidad, llenándolo de remolinos que impiden el paso de las embarcaciones.
Ahora se habla de que dentro de las obras para la represa de Pescadero Ituango, el río será desviado por otro camino. No se imaginaron nuestros antepasados que tal cosa pudiera ocurrir. Claro que ellos tampoco se imaginaron el río Aburrá cambiado de curso y canalizado, y menos se lo imaginaron teñido de colores por los desechos industriales vertidos en su cauce por las deleznables industrias que sus descendientes instalaron en sus orillas.
El río Cauca entamborado no sólo lo verán nuestros
nietos, sino que alcanzarán a verlo nuestros hijos y nuestros ojos... Si la naturaleza no dispone otra cosa.
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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