miércoles, 19 de febrero de 2014

24 Caballo viejo se ha ido

La noticia radial me sacudió. En Venezuela falleció el muy querido y admirado caballo viejo, el compositor Simón Díaz, y revivió en mi mente un correo enviado a ustedes hace algún tiempo.

La vida me llevó, en mis experiencias laborales, a pasar una tarde en Arauca en una humilde casa de un barrio de las afueras, con un conjunto llanero que ensayaba joropos para una presentación y, a poco, fui invitado a la celebración de un cumpleaños en una finca de Guasdualito en el lado venezolano, con ternera a la llanera, y zapateo por parte de otro conjunto que animaba la fiesta. Cuando uno no ha probado el plato, no se imagina lo que es una porción asada a fuego lento de ternera mamona que no ha probado otros alimentos fuera de la leche materna y no ha sufrido estrés ni malos tratos en su corta vida. Es una carne que se deshace en la boca de un comensal que no se cansa de comer y de comer y su estómago no se siente lleno de esa delicia que es una verdadera golosina. Extraordinarias e inolvidables experiencias que tengo grabadas en el corazón y que han vuelto a mí porque una amiga me envió el video de un programa en el que Simón Díaz, “El tío Simón”, recostado en una hamaca en su finca del Estado de Apure en Venezuela, cuenta la historia de su pasaje "Caballo viejo" para un programa de la televisión. 


Varias veces me han oído decir que el Sr. Google es una excelente ayuda para la memoria, pero que hay que considerar que, a sus años, la memoria le falla un poco (cada quien se lo imagina como quiere, y yo supongo que él es un señor de barba, lleno de conocimientos, un gallo viejo que ya no se cocina con el primer hervor). Suele pasar. Encontré allí esta referencia:


En la década de los 70 Ray Coniff actuó con notable éxito ante el público del Poliedro de Caracas y en Venevisión. Posteriormente, participó como invitado sorpresa en un homenaje que "Súper sábado sensacional" le hizo a Simón Díaz, compositor de "Caballo viejo", tema que Conniff también grabó.


Parecería que el encuentro de Ray Coniff con Simón Díaz fue “en la década de los 70” pero yo sé que no. Fue en los 80. Eso lo sé porque llegué a trabajar a Bucaramanga en 1984 y viajaba periódicamente de visita a Cúcuta (donde viví desde 1988), hospedándome en el Hotel Arizona. Un sábado en que me aburría en el hotel porque no había logrado terminar mi tarea a tiempo para regresar a casa el fin de semana, sintonicé en el televisor un canal venezolano. Por esos días, previos a la televisión por cable y a las transmisiones satelitales, en Cúcuta se sintonizaban mejor los canales venezolanos que los colombianos, al punto que los habitantes de frontera recibían el día con el himno venezolano del “Gloria al bravo pueblo” como cortina de apertura de las transmisiones. Por Venevisión pasaban el programa “Súper Sábado Sensacional” y ese día estaba dedicado a celebrarle con una piñata el cumpleaños al viejo bonachón y alegre de Simón Díaz. El estudio estaba lleno de bombas y cadenetas, el presentador Gilberto Correa y los auxiliares tenían gorritos cónicos de colores en la cabeza, y Simón Díaz estaba pletórico de risas partiendo el ponqué y recibiendo los aplausos del público que colmaba el auditorio. Sonaba uno y otro disco compuesto por Simón, haciendo referencia a su prolífica carrera musical, y el público coreaba pidiendo una y otra vez su disco bandera: ¡Caballo viejo! ¡Que cante Caballo viejo! Era el tema esperado, pero los productores del programa mantenían el suspenso. En algún momento el presentador anunció una sorpresa. A Simón Díaz le sería presentado un admirador suyo a quien personalmente él no conocía, ni el otro a él. Sería el momento de presentarlos y de que se hicieran amigos. Había expectativa, sonó una fanfarria, se corrió el telón, e hizo su arribo al escenario un bello alazán (nada de caballos viejos a la hora de regalar) llevado del cabestro por un viejo de barba algo parecido a Papá Noel, pero de contextura delgada. El presentador le anunció a Simón Díaz que tenía el gusto de presentarle a ese admirador y que ese admirador le llevaba de obsequio el alazán que acababa de hacer entrada en el escenario llevado por su donante… un donante que era nadie menos que ¡Ray Coniff! Los dos hombres, sonrientes, se fundieron en un abrazo y el público aplaudió enardecido, sintiéndose protagonista de ese momento mágico que iluminó la tarde de un viajero que se aburría en un cuarto de hotel en Cúcuta.

Ray Coniff, que fue trombonista de varias orquestas de salón, se hizo famoso cuando conformó su propia orquesta de música estilizada y le imprimió un sello muy propio que se caracterizó por la introducción de estribillos cantados por un coro femenino. Le gustaba mucho la música latinoamericana y la incorporó en el repertorio que animaba fiestas en los salones de baile. Cuando escuchó alguna versión de “Caballo viejo” se entusiasmó, y su oído avezado le dijo que ese sería un buen tema para él. Le hizo los arreglos orquestales y le incorporó un estribillo cantado en español por las chicas de su coro, un español con acento extranjero, naturalmente. El disco fue un éxito. Luego él, que era granjero cuando los compromisos artísticos se lo permitían, obtuvo la traducción de la letra de ese tema y se estremeció. A sus años había pasado quién sabe por cuantas experiencias amorosas y se había enamorado quién sabe cuántas veces de mujeres más jóvenes que él. Sabía lo que era estar atrapado entre las redes de un amor tardío y otoñal, ansiando la fortaleza y frescura de la juventud. Se sintió identificado y ya nunca volvió a interpretar ese tema sólo con el oído, porque se le incrustó también en el corazón. De ahí su interés por conocer al autor, ese hermano del alma, esa alma gemela, a quien no conocía. Yo supongo, porque para suponer estamos, que después del programa se fueron a una de esas haciendas de los Llanos Occidentales venezolanos (que son los mismos Llanos Orientales colombianos) y allí entre asados de “ternera a la llanera”; entre sonidos de arpa, cuatro y bordón; entre zapateos azotando el piso y jóvenes atentas ofreciéndoles copas de licor; vieron el amanecer llanero con su “sol de los venados” y su levantar el vuelo de bandadas de alcaravanes; y se adentraron por los esteros, abrasados por dentro por el calor de la resaca, y por fuera abrazados en una amistad ya indeclinable. Así los imagino.

Video de “Caballo viejo”, en versión estilizada de Ray Coniff y su orquesta:

http://www.youtube.com/watch?v=7JkCIfjtKV4

Aquí está el programa grabado por el autor, en el que recrea la historia de esa canción para la televisión venezolana:

http://www.youtube.com/watch?v=-33iTY19beg

Bueno, viejo Simón, ya tú sabes que después de esta vida no hay otra oportunidad; pero te queda el consuelo de que de este lado ¡las aprovechaste todas!

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
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“CABALLO VIEJO”

Pasaje venezolano con letra y música de Simón Díaz

Cuando el amor llega así,
de esa manera,
uno no se da ni cuenta.
El carutal reverdece,
el guamachito florece,
y la soga se revienta.
Caballo… Le dan sabana
porque está viejo y cansao;
pero no se dan ni cuenta
que un corazón amarrao,
cuando le sueltan la rienda,
es caballo desbocao.
Y si una potra alazana
–“Caballo viejo”– se encuentra,
el pecho se le desgarra,
no le hace caso a falsetas,
y no le obedece al freno
ni lo paran falsas riendas.
Cuando el amor llega así,
de esa manera,
uno no tiene la culpa.
Quererse no tiene horario,
ni fecha en el calendario,
cuando las ganas se juntan.
Caballo… Le dan sabana
y tiene el tiempo contao;
y se va por la mañana
con su pasito apurao,
a verse con la potranca
que lo tiene embarbascao.
El potro da tiempo al tiempo, 
porque le sobra la edad;
“Caballo viejo” no puede 
perder la flor que le dan,
porque después de esta vida 
no hay otra oportunidad.


2 comentarios:

  1. Que bien lograda esta nota estimado Orlando. Simon Diaz era prolífico en sus composiciones para describir la bella y sencilla vida del llano y sus constumbres. Paz en su tumba.

    EdoCeb

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  2. Orlando, tu nota es todo un homenaje a Simon Diaz, autor que con sus letras abrazo la inmensidad del llano y lo convirtio en musica. Dios lo tenga en su gloria.
    Coneja.

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